Una Constituyente sin Partidos Políticos

Un blog pepista trajo a mi atención un viejo artículo escrito por Segisfredo Infante titulado El Juego de la Confusión.

En ese tiempo, las especulaciones de Patricia Rodas sobre una Constituyente parecían demasiado alocadas para ser tomadas en serio. Pero hoy vemos que esa locura quieren convertirla en realidad.

En un artículo de La Tribuna del 13 de Noviembre del 2008, Patricia Rodas expresaba que debe de crearse una Constituyente, pero sin los partidos políticos, para poder crear un nuevo sistema «que no sea excluyente».

Esto quiere decir que Patricia Rodas aboga por la destrucción de su propio partido, lo que no resulta tan sorprendente si tomamos en cuenta que Patricia Rodas no ha pertenecido al Partido Liberal. Lo curioso es que los liberales no defienden a su propio partido de su auto-destrucción a manos de esta idéologa (ideoloca).

En vez de partidos políticos, los que redactarían la nueva constitución serían los «gremios» y «organizaciones sociales», debidamente controladas por el gobierno. Se entiende que las «cúpulas» de las organizaciones empresariales y demás organizaciones desafectas del gobierno quedarían excluidas de la redacción de la Constitución, ya que estos grupos «son oligarquías que han hecho un profundo daño a la sociedad».

El escenario para un aumento en el nivel de confrontación está servido, y no sabemos hasta donde nos pueda llevar el aventurismo de este grupo de seguidores de Patricia Rodas.

Pepe Lobo, por su parte, al parecer sigue el mismo esquema que Patricia.

Chequen este artículo de El Heraldo: Mel confiesa que el objetivo es cambiar la forma de gobierno, en donde se confirma esta intención de desestimar a los partidos políticos, a cambio de una dudosa «democracia de gremios».

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El juego de la confusión

Por Segisfredo Infante publicado en diario La Tribuna, 20 Noviembre 2008

No queda ninguna duda que la licenciada Patricia Rodas ha planteado en forma casi directa la posibilidad de un golpe de Estado en contra de los partidos políticos y del frágil modelo democrático de Honduras. Sus declaraciones reproducidas en LA TRIBUNA del día jueves trece de noviembre del año en curso (página 71) son contradictorias pero al mismo tiempo contundentes. Lo más paradójico del caso es que la propuesta de organizar una “Asamblea Nacional Constituyente” proviene de los labios de la presidenta del partido legal que se encuentra usufructuando el poder.

Patricia Rodas expresó que se debe organizar “una Constituyente pero sin los partidos políticos, para poder crear un nuevo sistema que no sea excluyente”. Debemos suponer que su propio Partido Liberal quedaría por fuera de la ley y de igual forma los mismos partidos de “izquierda” (legales e ilegales) que existan en este momento o que pudieran llegar a existir en un futuro cercano. La pregunta respecto de la persona que podría llegar a dirigir tal institución de facto, conduce hacia la misma individualidad que ha hecho tal propuesta; o hacia alguno de los amigos más cercanos de ella, toda vez que jamás ha estado sola en semejantes cavilaciones y que el actual presidente de la República “Mel” Zelaya Rosales ha declarado simultáneamente (en la misma página) que “no se pretende prolongar ni un solo día, ni un solo minuto, las elecciones internas para el 30 de noviembre y mucho menos las elecciones generales del próximo año”.

Debemos aprender a deletrear las declaraciones y las insinuaciones entrelineadas de algunos dirigentes políticos de Honduras y evitar, en lo posible, las enormes ingenuidades en que caen algunos de los “opositores”. La licenciada en Historia doña Patricia Rodas añade veintidós párrafos adelante de su declaración pública, que “hay que recordar que nosotros no creemos en el continuismo aunque personalmente sí creo que pronto nuestras sociedades van a aceptar la reelección como lo hacen todos los países incluyendo los Estados Unidos y el continuismo es cuando alguien quiere continuar a la fuerza pero cuando se reelige eso no es continuismo”.

Por razones históricas es pertinente recordar que en Honduras el continuismo presidencial ha seguido, por regla general, dos caminos: El primero ha sido el de la imposición de las candidaturas oficialistas en contra de la voluntad del mismo partido de donde procede el candidato de ocasión. El doctor Policarpo Bonilla impuso, en 1899, la candidatura del topógrado Terencio Sierra, en contra de los deseos de los “manuelistas” (seguidores del general olanchano Manuel Bonilla) que eran la mayoría en el Partido Liberal. Ahí por 1902 el mismo Terencio Sierra impuso la candidatura del señor Juan Ángel Arias, provocando el resentimiento de casi todos los liberales (entre ellos Juan Ramón Molina y Froylán Turcios) que más tarde se alzaron en armas en tanto que el general olanchano había ganado las elecciones limpiamente. Para la ronda electoral de 1923 el gobierno de López Gutiérrez y de Ángel Zúñiga Huete, vuelven a imponer la candidatura oficialista del eterno perdedor Juan Ángel Arias, provocando, en los primeros meses de 1924, la guerra civil más sangrienta de toda la historia hondureña, en tanto que el profesor de aritmética Tiburcio Carías Andino había ganado las elecciones y los gobernantes de turno le impidieron el acceso pacífico al poder. En aquella fatídica fecha se aliaron los nacionalistas del general Carías con las fuerzas “coloradas” que seguían al doctor Policarpo Bonilla, fundador de por lo menos dos partidos liberales.

El segundo camino del continuismo político ha sido el de la dictadura, en donde el inquilino del poder público inventa unas circunstancias propicias para perpetuarse en el trono presidencial, sea por medios pacíficos más o menos fraudulentos, o por la vía de la violencia. En Honduras tenemos los casos del “conservador” José María Medina (protector del general morazanista José Trinidad Cabañas) a mediados del siglo diecinueve, y el de la reelección pacífica del general Tiburcio Carías Andino, durante el año de 1936. No queremos hablar de las dictaduras militares porque tal cosa sería como harina de otro costal. Pero el hecho es que en la mayoría de las situaciones en que se organiza una “Asamblea Constituyente” post-republicana, es para disolver un Congreso, legitimar un golpe de Estado o porque tal vez el grupo de que se trate tiene planes de finalizar su mandato de facto a fin de transitar hacia un nuevo régimen constitucional.

Cuando la amiga Patricia Rodas habla de continuismos electorales (o no electorales según sea el galimatías que se pretenda utilizar), sería interesante saber cuál es el nombre de la persona que ella está imaginando para continuar en el poder. En este caso el camino más expedito sería el de de la inestabilidad institucional y de la confusión en todos los niveles políticos y espirituales de Honduras, retrocediendo a las viejas “Asambleas Constituyentes” antidemocráticas de los siglos diecinueve y veinte. (sinfante1@yahoo.es)

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