Vino de Coyol Olanchano

Vino de coyol olanchano

Olanchano consumiendo vino de coyol

Por: Winston Irías Cálix

El Coyol o Champaña Americano

En torno a las «paseras» -conjunto de coyoles en producción- tradicionalmente se han congregado los olanchanos para hablar de sus problemas personales, familiares y de como mejorar sus comunidades.

Desde tiempo inmemorial, «La Pasera» ha sido escenario de encuentros amigables y románticos, inspiración de poetas y músicos, de esparcimiento, de intrigas y componendas, y hasta de discusiones políticas y de negocios, sin faltar desde luego los pleitos entre borrachos.

También es el punto de convergencia entre ricos y pobres, aunque los primeros consumen el coyol puro y las personas de escasos recursos económicos se conforman generalmente con el «coyol» endulzado, que no es tal sino chicha de coyol.

Generalmente, el líquido se bebe con un carrizo recubierto por un rústico filtro para evitar que pasen partículas que pudieran contener la canoa; es muy peculiar que se levante el otro extremo del pito para consumir el coyol contenido en su interior y evitar que vuelva a la oquedad.

Los estudiosos de la Historia de la Cultura Americana califican al coyol como la mejor bebida típica del continente y le denominan «la champaña americana», por su semejanza con esa famosa bebida francesa.

El proceso del coyol es sencillo y misterioso. A la edad mínima de ocho años o máxima de 20, la palmácea es cortada, se le desprende el penacho de palmas y es trasladada y ubicada en el sitio final, con sumo cuidado.

Pero sólo es aprovechada para extraer bebida en el verano, debido a que en lo que en realidad se consume no es «vino» -que solo es un derivado de la uva- sino que la savia de la planta.

Entre más tiempo deja de llover, más «refinada» estará la savia en los vasos capilares de la palmácea; por esa razón, al caer las primeras lluvias deja de explotarse, porque cuando la planta absorbe el agua por las raíces la savia procesada pierde sus propiedades.

En el extremo donde estaban las ramas un experto coyolero abre una oquedad, de unas cuatro por cinco pulgadas de superficie y otras cuatro de profundidad; la cubre con tela-bramante y partes gruesas de las espinosas palmas.

Los primero cinco días la savia aun no fermenta, pero en adelante va adquiriendo progresivamente mejor sabor; cada vez que se bebe o se extrae el líquido, mañana y tarde, el experto desprende con un filoso machete una delgada tapita alrededor de la oquedad o canoa, con el fin de abrir nuevamente los vasos capilares de la planta y provocar que la savia vuelva a fluir con facilidad.

A ese trabajo se le denomina «pasar el coyol», a las tapitas se les llama «pasas» y de esa palabra se deriva el nombre de «pasera».

Normalmente una planta en explotación produce savia o «vino» entre 25 y 30 días.

Es misterioso el tratamiento del coyol porque la planta se seca, sin que fluya vino, si no se nivela el tronco, es movido voluntaria o involuntariamente por no haberlo fijado o si la canoa es mal abierta o no «es pasado» de manera correcta; esto ocurre igualmente si una joven en período de menstruación consume vino directamente de la canoa o simplemente camina entre «los palos» de «la pasera».

Tomado del libro «Catacamas- del ayer al año 2000» de Winston Irías Cálix.

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