Lluvia de Peces en Honduras: un fénomeno a investigar

A continuación presento un artículo tomado de la revista «Cultura», del año de 1980, sobre el fenómeno de la lluvia de peces en Yoro.

Reportaje ACAN-EFE

Por: Armando Cerrato

El departamento de Yoro, al norte de Honduras, ha sido testigo nuevamente este año [1980] de uno de los fenómenos naturales más raros —quizá único en el mundo—: la lluvia de peces, que por muchos años se creyó producto de la imaginación de los nativos.

El fenómeno se presenta casi anualmente en la zona conocida como «El Pantano», a kilómetro y medio hacia el suroeste de la pintoresca ciudad de Yoro, acurrucada entre montañas y rodeada de vegetación selvática cruzada por riachuelos que dan vida al caudaloso río «Aguán».

Todo se presentó durante el chubasco más fuerte de la temporada de invierno: una enorme nube de color oscuro y violáceo se desplazó a gran velocidad desde el Atlántico y con rumbo al Golfo de Honduras, en el mismo litoral, pero cruzando tierra firme.

La actividad eléctrica fue múltiple y como hace cientos de años obligó a los nativos encerrarse en sus hogares, esperando la prodigiosa lluvia de peces en medio de un extraño y lúgubre silbido al viento.

Al finalizar la actividad natural, los nativos salieron de sus viviendas con canastos (cestos tejidos de mimbre y otros materiales propios de la zona como el yute), para recoger cientos de peces que estaban saltando en su último estertor.

Investigaciones

Diversas han sido las teorías que han tratado de explicar al extraño fenómeno, sin que hasta el momento alguna de ellas haya podido convencer a los nativos de que en su tierra, Yoro, no llueven peces.

La única investigación seria la promovió el servicio meteorológico nacional de Honduras al enviar a los técnicos Edgardo Zúniga Andrade (hondureño), y Martin Rossemblat (norteamericano), a la zona del fenómeno hace algunos años.

Ambos meteorólogos sabían que alguna gente creía que los peces eran recogidos al Atlántico por una tromba marina, que otros decían que saltaban desde el fondo de la tierra, desde un río subterráneo, y otros más simples, que un milagro del cielo.

En sus observaciones, Andrade y Rossemblat, pudieron comprobar que todos los peces son del mismo tipo y tamaño (peces lancha, una variedad de sardina), que no son ciegos y que no mostraban golpe alguno tras su aparición.

Con eso se probaba que no eran traídos por una tromba marina, porque de ser así, habría peces de todos los tamaños y variedades, además de que ningún fenómeno meteorológico sigue el mismo curso ni se repite con la frecuencia de aparición de los peces.

También al no ser ciegos, estos peces no podrían provenir nunca de aguas subterráneas. Al no presentar golpes, tampoco pudieron haber caído del cielo, ya que no los había en los tejados de las casas aldeanas.

Conclusiones

Los dos investigadores concluyeron que seguramente el pez lancha pertenece a una familia que conserva la costumbre de ir a morir al sitio de nacimiento.

Pero la tradición es que algunas variedades ictiológicas estudiadas, si bien mueren en el sitio donde nacen, lo hacen dentro del agua, en lagunas o riachuelos y nunca en tierra firme como en Honduras.

Además, donde fueron encontrados saltando agonizantes los peces lancha, no había charcos ni riachuelos.

Por otra parte, la nube que siempre se repite en el valle de Yoro es del tipo cumulonimbus mamatus, muy común en todas las regiones del mundo y que toma el nombre de su forma «mama», produciendo el silbido gutural del viento cuando el aire desciende por su parte más estrecha.

Se cree que los peces suben, nadando contra la corriente del Río «Aguán» para morir donde originalmente nacieron, ignorándose si en la zona donde saltan antes de servir de alimento a los habitantes de Yoro, hubo en otros tiempos un lago o laguna.

Aún así, turísticamente, el fenómeno tiene un gran valor, ya que no se conoce de ningún otro parecido en el mundo y mucho menos de un convencimiento tan grande de los nativos de que «somos un pueblo privilegiado porque Dios nos manda todos los años una lluvia de peces».

Sin embargo, esotéricamente se sabe que esta lluvia de peces en Honduras proviene de otro mundo paralelo al nuestro y que corresponde a la cuarta dimensión. De esto pues el porqué vienen de los aires. Pero como lo dice el título de este artículo: «Un fenómeno para investigar», todo esoterista puede investigarlo para su comprobación, mientras los científicos oficiales nunca lo sabrán debido a sus medios tan limitados de investigación.

Tomado de la revista Cultura, No. 51 del año 1980.

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