Un día zarpó un barco de la vieja Inglaterra
Con rumbo al Occidente, hacia ignorada tierra
Que hallábase escondida tras las curvas del mar.
El barco iba cargado de tristes emigrantes
De Quakers que iban a esas tierras distantes
A buscar una patria y formar un hogar.
Nuevo pueblo de Israel, de místicos guerreros
Que de su patria huyeron, con penates y aceros,
De su conciencia oyendo la imperativa voz! …
… Al fin sus ojos vieron una costa florida
Fecunda y bella y vasta, la tierra prometida
Que en la América libre les reservaba Dios.
Como robusto roble que un día creciera
Y que la vasta sierra con sus ramas cubriera
O! singular producto de monstruosa aleación;
Lo que fue débil niño se tornó en un gigante.
Esa mísera tribu, en la tierra pujante
Se tornó de improviso en pujante Nación.
Y así como es muy limpio al nacer el torrente
Y que al crecer enturbia su linfa transparente
Hasta que llega, enorme, pero sucio hacia el mar,
Así ¡oh Yanquilandia, hija de puritanos!
Armadas nos enseñas las homicidas manos
Y nuestra noble tierra pretendes conquistar!
Se escucha un grito de águilas tras el lejano monte;
Los búfalos ya asoman por el vasto horizonte:
¡Son hijos de la bruma en las tierras del sol!
El quetzal ya revuela sobre la cumbre enhiesta
Y se escucha un rugir en la negra floresta:
¡Son los bravos cachorros del gran león español!
¡Oh, los hijos de Lincoln, que encendida
Nos mostráis una espada fratricida:
Vuestra espada es puñal!
¿Pensáis que nuestra aljaba está dormida?
¡Nunca duerme bajo el sol tropical!
Tenéis inmensas pampas, grandes lagos sonrientes,
El vórtice del Niágara y mil ríos rugientes
De un enorme caudal;
Dejadnos disfrutar nuestros torrentes,
Nuestro suelo nativo, nuestro sol tropical!
¡La conquista es un crimen! No fue que conquistamos
De tiempo inmemorial
Las fértiles campiñas que poblamos,
Esta tierra risueña. Nosotros heredamos
Nuestras costas floridas, nuestro sol tropical!
Hace siglos aquí fue que murieron
Los Lempira, que heroicos combatieron
En la batalla campal;
Irán ahora los hijos donde los padres fueron;
Combatiremos todos bajo el sol tropical!
Sois muy fuertes, pero injustos y arteros!
Somos muchos millones de guerreros
De México al Canal;
Dios pone en nuestras manos los aceros.
¡No será vuestro este sol tropical!
***
Así como se escucha, cual volcán que revienta
Cuando el cielo descarga la pesada tormenta
y abátense en las rocas los ímpetus del mar,
se oirán ruidos siniestros, de rugir de florestas,
De rocas desgajadas de las altivas crestas,
De huracán de guerreros que cruza un encinar.
¡Los clarines ya suenan, ya flota el estandarte!
¡Cada cumbre un castillo, cada roca un baluarte!
Centauro cada potro, cada soldado un león!
¡Los corceles ya piafan bajo el duro acicate!
¡Campesinos, al arma! ¡Se acerca ya el combate!
Y tú, valiente obrero: ¿Cuál es tu batallón?
Oh, vírgenes que lleváis también sangre gloriosa
De las bravas mujeres de la gran Zaragoza:
¡Contra la horda invasora cualquier arma es leal!
¡Seguidnos al combate! ¡Cubrid vuestra hermosura!
¡Cubrid vuestros encantos con guerrera armadura!
¡Pereced con nosotros en la lucha fatal!
¡Porque es lucha de razas! ¡Es el genio latino
Que al universo alumbra con su fuego divino,
En la lucha contra el Bóreas, nebuloso y brutal!
Tal vez por muchos siglos durará la refriega;
Más ganará el Derecho la batalla final.
Y si en la lucha enorme, nuestra Armada destruida,
Destruidos los hogares, nuestra patria vencida,
Bajo la planta quedan del grosero invasor;
Cuando del vasto incendio, extintas ya las luces,
Quede todo en escombros, sobre las tristes cruces
Del alma de la raza flotará un resplandor!
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