Momentos tensos se vivieron anoche en el Congreso Nacional, cuando eran las diez de la noche y la bancada del Partido Liberal todavía no había hecho acto de presencia. Las negociaciones y misas negras se efectuaban a última hora.
El diputado Toribio Aguilera, que ha venido advirtiendo que el presente gobierno está interesado en crear un clima de inestabilidad en el país, denunció que el Ejecutivo había amenazado con llamar al ejército si no se les aprobaba a un par de magistrados que no estaban en la lista de la Junta Nominadora. Había por lo tanto peligro de un golpe de Estado.
El emisario de tan sienestra amenaza era el ministro de defensa, Arístides Mejía.
Sin embargo, más tarde, cuando los ánimos se calmaron y se llegó a un acuerdo para nombrar a los magistrados, el presidente Manuel Zelaya dijo que él siempre ha defendido el orden constitucional y las leyes.
Se eligieron 8 magistrados liberales y 7 nacionalistas, a pesar de que la «sociedad civil» insiste en que debe abandonarse esa nefasta costumbre de politizar la justicia.
Las aspiraciones continuistas de Zelaya son claras.
Se esperan más episodios de incertidumbre sobre la continuidad democrática en el futuro próximo.
Ver nota de La Tribuna, y pildoritas.