Por: Rafael Heliodoro Valle
Su vida fué como la luz del día;
todos dicen que a nadie le hizo mal;
y en su honor todo el mundo repetía:
«¡Qué manos tan puras las del General!»
Tal como el bronce, así era de trigueño;
y por honrado, tal como la miel.
¡Dicen que de estatura era pequeño,
pero un gigante sobre su corcel!
En su talón sintió la espina ingrata
y en sus sienes el lirio del decoro.
¡Y su barba de plata
y la espada de oro!
Merece el mármol porque no mentía
y así tan buenos pocos pueden ser;
¡Tuvo su ancianidad, la lejanía
de una montaña en el atardecer!
Ahora Honduras su retorno espera;
nos hace falta el sol de su Ideal:
¡En lo blanco y lo azul nuestra bandera
se parecía mucho al General!
Tomado del Libro de Lectura de Quinto Grado de Miguel Navarro. 1945.
Vane puede porfa ese poema hacerlo en una sola hoja para yo imprimirselo aqui al Maestro Argueta