Por: Raúl Lanza Valeriano (circa 1993)
Según la realidad que vivimos con la tan necesaria modernización del Estado, todo parece indicar que hasta la fecha y después de muchísimos años de cacarear sobre tan ingente necesidad, lo único que se ha modernizado en relación con la organización real de la nación hondureña, es el cambio a veces impropio de los nombres de las principales dependencias que conforman el engranaje del Estado.
Vemos que durante los últimos doce años, la “modernización” referida, es cambiar la nominación de algunos ministerios y ciertas instituciones autónomas y semi-autónomas.
Antes del gobierno del Dr. Ramón Villeda Morales, el gabinete gubernamental lo integraban los Ministerios de Gobernación, Justicia, Sanidad y Beneficiencia; Fomento, Agricultura y Trabajo; Guerra, Marina y Aviación (risible porque contábamos con dos pequeñas lanchas guardacostas, la Zambrano en el Atlántico y la Goascorán en el Pacífico); Relaciones Exteriores, Instrucción Pública; Hacienda, Crédito Público y Comercio, y la Secretaría Privada de la Presidencia de la República, que ostentaba cargo ministerial, con su principal dependencia la Oficina de Cooperación Intelectual, en sus mejores tiempos dirigida por el recordado periodista Alejandro Castro Zelaya.
Colateralmente, el gobierno contaba también con un Tribunal Superior de Cuentas, integrado por un Presidente, varios Contadores glosa y por un Fiscal General de Hacienda.
Esta institución era algo así como la actual Contraloría General de la República; la Dirección General de Ingresos y la Contaduría General.
El Ministro de Gobernación era algo similar al Primer Ministro de algunos países europeos o al Secretario de Estado de los Estados Unidos de América; lo integraban los 17 gobernadores políticos encargados de gobernar en cada uno de los 17 departamentos en que estaba dividida la nación, desde el punto de vista político, geográfico y administrativo.
Su importancia decayó cuando el gobierno de facto de Oswaldo López Arellano, creó el Ministerio de la Presidencia, al cual le confirió poderes similares a los que tradicionalmente ostentaba Gobernación y Justicia.
Por estrategia política, todas las necesidades de que adolecían los sectores rurales del país eran evaluadas en el nuevo Ministerio, cuyas oficinas operaban, como hasta hoy, en el Palacio Presidencial, marginando totalmente al ente ministerial que había organizado científicamente el gobierno de Marcos Aurelio Soto, allá por la penúltima década del siglo pasado [XIX].
Sin embargo, el Ministerio seguía siendo vital para la vida de la nación, por tener a su cargo también, las carteras de Sanidad y Beneficencia con el Dr. Manuel Cáceres Vigil, como su primer titular, precisamente en enero de 1955.
Fue así como el tradicional Ministerio de Gobernación, Justicia, Sanidad y Beneficencia quedó dividido en dos, así: Ministerio de Gobernación y Justicia y Ministerio de Sanidad y Beneficencia, hasta que otra reforma lo bautizó con la nominación actual: Ministerio de Salud Pública.
Igual ocurrió con el Ministerio de Fomento, Agricultura y Trabajo, el cual fue convertido en tres Secretarías de Estado, así: Comunicaciones, Obras Públicas y Transporte; Recursos Naturales y el Ambiente; y Trabajo y Previsión Social.
El Primer Titular del nuevo Ministerio de Recursos Naturales fue el ingeniero Miguel Lardizábal Galindo, quien precisamente cuando tenía sesenta años de edad descubrió sus aptitudes naturales para el periodismo, creando durante varios años la recordada crónica DISECCIÓN DE LA NOTICIA, en el diario LA PRENSA y posteriormente en LA TRIBUNA.
El profesor Mariano P. Guevara fue el primer ministro de Trabajo y Previsión Social cuando se hizo la división citada.
La Oficina de Cooperación Intelectual creada por el Gobierno del General Tiburcio Carías estuvo a cargo sucesivamente de recios intelectuales, entre otros el propio Secretario Privado de la Presidencia, Lic. Marcos Carías Reyes, Celeo Murillo Soto, Hostilio Lobo, Manuel Luna Mejía, Virgilio Zelaya Rubí, Santos Juárez Fiallos y otros distinguidos intelectuales de la época.
Aparte de la Tesorería General de la República que durante el régimen cariísta dirigía don Esteban Díaz, funcionaban otras tesorerías especiales como las de la Dirección General de Caminos, Policía Nacional, Penitenciería Central, Empresa Nacional de Agua y Luz, Comunicaciones Eléctricas, etc…
Recordamos como titulares de la Pagaduría de Caminos al general Benjamín Henríquez y al lic. Ernesto Divanna y don Antonio Urquia (Coco) como pagador de la Policía Nacional. El edificio que actualmente ocupa el Ministerio de Salud fue contruido con fondos del Servicio Cooperativo Interamericano de Salud Pública (SCISP) y una contraparte del Gobierno Central, en principio únicamente contaba con dos pisos, siendo el gobierno de don Julio Lozano el que le mandó a contruir el tercero, donde precisamente está el despacho del señor Ministro por el cual han pasado sobresalientes galenos, entre otros los doctores, Manuel Cáceres Vigil, Rafael Martínez Valenzuela, José Antonio Peraza, Enrique Aguilar Cerrato, Rubén Villeda Bermúdez, César Castellanos Madrid, y tantos más, quienes en una u otra forma, desarrollaron una labor positiva.
Hasta 1957 los despachos ministeriales mencionados funcionaban en el viejo Palacio de los Ministerios, donde ahora solo despachan los titulares de Gobernación y Justicia y el de Defensa.
En aquellos tiempos funcionaban dentro del mismo edificio los Ministerios de Guerra, Marina y Aviación: Relaciones Exteriores, Educación Pública y Gobernación y Justicia en la segunda planta, y los de Hacienda y Crédito Público, Fomento, Agricultura y Trabajo en la primera, junto a la Tesorería General de la República y la Oficina Técnica de Ingeniería, desempeñada ésta por el Ing. Lisandro Suárez y posteriormente por sus colegas J. Francisco Mejía y Antonio Bonilla.
Los titulares eran por su orden: Juan Manuel Gálvez Durón, Edgardo Valenzuela, Jesús María Rodríguez, abuelo del Arzobispo de Tegucigalpa, Monseñor Óscar Andrés Rodríguez Maradiaga; Abraham Williams Calderón, Julio Lozano h., y Salvador Aguirre.
Por esos días se suscitó una tragedia, precisamente frente a las oficinas del Ministerio de Guerra, cuando se quitó la vida el entonces Oficial Mayor del mismo, Lic. Pompeyo Bertot, persona ampliamente estimada por los círculos políticos, sociales e intelectuales de la época. El hecho consternó al país en general y el Palació se cubrió de luto durante varios días.
A estas alturas del tiempo muchos recordamos con respeto a prominentes hondureños que dejaron los mejores años de su vida al servicio del pueblo desde las diferentes dependencias ministeriales. Para ejemplo, se recuerda la entrega total observada por el inolvidable compatriota Lic. Santiago Chavarría en el Ministerio de Guerra y posteriormente desde la Secretaría Privada de la Presidencia de la República, a cargo entonces del Dr. Galvez Durón; al abnegado educador nacional Lic. Eufemiano Claros en el Ministerio de Educación, y desde luego al infatigable Oficial Mayor de Gobernación, Br. Bernardo Aguirre sin dejar de valorar en todo su peso el dinamismo, capacidad y abnegación del recordado amigo Lic. Don Cecilio Colindres Zepeda, desde la sub-Secretaría de Relaciones Exteriores y también de la Secretaría y Cátedras en la entonces Universidad Central de Honduras.
De don Chilo cuentan jocosas anécdotas: Dicen que cuando fue separado de la Sub-Secretaría de Relaciones Exteriores en 1958, después de casi medio siglo de vida de servirla, se dirigió al nuevo Presidente de la República, Dr. Ramón Villeda Morales, su ex discípulo, en estos términos:
“Mirá José Ramón, si en algo estimas nuestra amistad devolveme el cargo que he venido desempeñando durante tantos años, porque de lo contrario tendrás que lamentar mi deceso antes de tiempo “Quiero volver a mi querido Ministerio aunque sea de conserje… ¿Te parece José Ramón…?”
Cuentan que el Dr. Villeda Morales, quien admiraba y respetaba a su viejo maestro, al instante ordenó que Don Chilo regresara a su antiguo cargo, del cual al fin salió pero por motivos de mala salud.
La Policía Nacional por esos tiempos era dirigida por el Gral. Camilo R. Reina, con el Br. Ángel Rodríguez en la jefatura de la Oficina de Investigación Criminal, y en la Secretaría General con el recordado compatriota Lic. Antonio C. Rivas.
Actuaban de Comandantes los coroneles Julio Zelaya, Tomás Neda y otros cuyos nombres lamentamos no recordar.
La Comandancia de Tránsito la dirigía el capitán Luis Aguilar González. La Policía Montada el Cnel. Tomás Martínez y el Juzgado de Policía el Lic. Bernardo Rivera.
Por esos días, la Oficina de Emergencia o Clínica para casos de urgencia, estaba a cargo de los Dres. Infieri Manuel Bueso Gómez, fallecido recientemente y José Jacinto Moreno, quien murió hace algunos años en la ciudad de Danlí, dejando gratos recuerdos por su abnegación, virtud que también cultivó profundamente el recordado Dr. Bueso, tío del mayor Saúl Bueso Mazariegos, Subdirector de la Policía Preventiva. -Buen día.
Que tal mas educacion por parte de las familias a los hijos, ensenarles a ser serios y emprendedores en el trabajo, denunciar la corrupcion y en fin cada cual hacer lo que este a su alcance para que el mundo sea poco a poco un mundo mejor.