Por Guillermo Bustillo Reina (1898-1964)
Semana Santa en León,
Corpus Christi en Guatemala,
y para Pascuas alegres
¡no hay como Tegucigalpa!
Aquí son los nacimientos
una institución vernácula
y el árbol de Navidad
en nuestro hogar nunca falta.
Las casitas de cartón,
ágiles como las cabras,
se suben por las laderas
a las colinas más altas.
Los montes son de aserrín
y de cristal es el agua,
los soldados son de plomo
y la iglesia de hojalata.
Vemos a los reyes magos
en solemne caravana,
dirigiéndose a Belén
tras una estrella de plata;
allá los espera el niño
sobre su cuna de paja
llorando a más no poder
porque no encuentra las sábanas.
La noche de Navidad
todos cenamos en casa
los ricos nacatamales
de gallina y alcaparras
y las sabrosas torrejas
que nos hacen la boca agua.
Luego entre sones de pitos
y estrépito de matracas
vamos a la Catedral,
a nuestra Catedral Blanca,
a oir la Misa de Gallo
tan típica y legendaria,
tan pronto como en la torre
suenan doce campanadas.
Las muchachas casaderas
van en alegres paseadas
a visitar nacimientos
todas las noches de pascua,
más no crea que van solas
sino bien acompañadas,
pues no faltan los galanes
ni tampoco las guitarras
y se baila en los salones
y a veces hasta en las plazas.