A continuación presento un artículo que publiqué en el año 2005, en el ya desaparecido sitio Geocities de Yahoo. Ver también el artículo relacionado: La Virgen de Suyapa: Un Ídolo Impotente.
Permiso para no creer
En Honduras es conocida la importancia que tiene el culto de la Virgen de Suyapa, que forma parte de la idiosincrasia religiosa nacional. Sin embargo, resulta algo molesto para los que no somos católicos, la propaganda arrogante que se le hace a esta imagen, en la cual se depositan tantas esperanzas, presentándola como la «Patrona de Honduras». Ya que aunque su culto este muy difundido, no es universal. Es claro que desde el punto de vista racionalista las leyendas que rodean a esta imagen no tienen ninguna credibilidad; pero ni siquiera se puede decir que todos los que profesan la religión católica sean devotos suyapistas, ni que deban serlo. La Iglesia Católica no obliga a creer en las supuestas manifestaciones marianas de los últimos días, por lo que no tiene por que sentirse menos católico el que en Honduras no es devoto de esta imagen.
Diferentes versiones de la Leyenda de la Virgen de Suyapa
No existe una leyenda única sobre el origen de la devoción a la imagen de Suyapa. Aunque la versión oficial que se cuenta últimamente se ha estandarizado, existen documentos más antiguos que nos revelan detalles interesantes que es muy probable que usted no oirá en una misa.
La versión de la leyenda que se ha convertido en un estándar en la devoción mariana es curiosamente la más irreverente, en la que el campesino Alejandro Colindres arroja repetidas veces la sacrosanta imagen de la Virgen como si fuera una basura o un estorbo, hasta que al amanecer se da cuenta de que es un objeto sagrado. Sin embargo, los documentos más antiguos de que se dispone no mencionan este acontecimiento.
Por ejemplo, en el acta de la visita que el Alcalde Mayor, don Narciso Mallol, hizo a Suyapa en el año 1820, consta «Que en dicha hermita se venera la Imagen de N. S. de Suyapa hallada en el cerro inmediato del latillo por el Laborio Lorenzo Martines Calona». Afirmación que resulta incongruente con la versión oficial, que afirma que el hallazgo de la Virgen de Suyapa fue en el Piligüín, no en el Hatillo, y en la que se le da la prominencia a un tal Alejandro Colindres, que aquí ni se menciona.
La primera narración formal escrita de la leyenda nos la da el señor Jacobo Galindo en 1909. En ella no se menciona al campesino Colindres, ni el incidente en el que arroja la imagen. El señor Galindo refiere que:
«Isabel Colindres, por las relaciones verbales que recibí, era poderosa, así por los medios de que disponía, como porque fue tronco de numerosa descendencia, mandaba a sus hijos a hacer grandes milpas a la montaña Piligüín… En uno de los viajes de dos de los hijos de la señora Colindres, que no he podido recordar los nombres que constaban en el documento fehaciente a que me referí al principio, les faltó día para regresar, y esperaron dentro de una quebrada seca conocida desde tiempo inmemorial con el nombre de Piligüín, a que la aurora viniera a alumbrarles la vía.
Al recostarse uno de ellos en pleno suelo, un cuerpo extraño y sólido le hincó el seno, lo tomó entonces y sin examinarlo por la obscuridad de la noche, lo depositó en su equipo de viaje, sin tener conciencia del objeto.
Llegado que hubo a la casa de Suyapa en los albores del día a darle cuenta a la madre del resultado de su misión, le puso dentro de la camisa la prenda de referencia.
Cuando ella después de sus ocupaciones ordinarias se acordó del depósito advirtió, previo prolijo examen, que era una imagen de la Virgen.»[1]
La primera versión oficial de la leyenda de Suyapa, lista para ser digerida por los creyentes católicos, la dio el cura Rafael Moreno Guillén, quien irónicamente terminaría siendo un pastor evangélico. Cuenta Moreno Guillén que:
«La señora Isabel Colindres era vecina de Suyapa y madre de numerosa familia. Despachaba a trabajar a sus hijos en las tierras de las montañas del Piligüín, en donde preparaba extensas milpas.
Un día, bajaban de su trabajo dos hijos de la Sra. Colindres, sorprendiéndoles la noche a plena jornada, por lo que dispusieron pernoctar en un lugar que se llama «Quebrada del Piligüín» y que a la sazón no tenía agua. La noche era muy obscura y los jóvenes se acomodaron para dormir mientras llegaban los primeros rayos del alba. Uno de los jóvenes labradores sintió que un pequeño objeto le molestaba el costado por donde descansaba y creyendo que era algún fragmento de raíz o alguna piedrecilla, lo tiró lejos de sí. Tan pronto como intentó dormirse de nuevo sintió otra vez el mismo estorbo y palpándolo advirtió que era el mismo objeto que hacía poco había repudiado, y se conformó con echarlo en su mochila. Al despuntar la aurora los jóvenes prosiguieron su camino a casa de su madre. ¡Y cuál no sería el asombro de todos ellos al ver que el importuno objeto era una pequeña escultura en madera de la Sma. Virgen María! «.[2]
La versión del Padre don Alonso Villanueva aparece ya más embellecida y poética, evitando mencionar el penoso incidente en el que se arroja la sagrada imagen como basura vieja. También es la primera versión en la que se menciona el nombre de Alejandro Colindres:
«La tradición sólo nos refiere que dicha efigie -la de Nuestra Señora de Suyapa- fue hallada por un humilde labriego llamado Alejandro Colindres, vecino de Suyapa: cómo tuvo lugar dicho hallazgo, he aquí algunos datos: Bajaba éste, dicen, en la tarde de un viernes de Dolores de la escabrosa pendiente de la Montaña del Piligüín, situada al N.O. y a tres leguas de esta capital (Tegucigalpa). La tarde amenazaba a lluvia; negros nubarrones se interponían entre el cielo y la tierra y el sol ocultaba el brillante disco tras las elevadas crestas de las montañas de Occidente. La noche extendía su negro manto por los dilatados espacios y dormidas campiñas, siendo pronto tal la obscuridad que al labriego le fue imposible proseguir su marcha. Viéndose entonces obligado a pasar aquella noche en compañía de los habitantes de la selva, buscó en donde reclinarse, pero al poner su pesada espalda sobre el duro lecho sintió que un bultito le impedía desplomarse llanamente; procuró quitarlo y al tomarlo en la mano notó que era un pequeño objeto; iba a arrojarlo lejos de sí cuando advirtió que despedía un agradable perfume, algo semejante al incienso, y cerciorándose de la realidad guardó el misterioso objeto en su bolsillo, deseando vivamente averiguar su clase, porque las densas nieblas le impedían saciar su curiosidad.
La noche avanzaba lentamente; los negros nubarrones se disolvían, y los tenues resplandores de millares de estrellas animaron al humilde aldeano a seguir su ruta. Aun no había amanecido cuando llegó a su ansiada cabaña y lo primero que hizo fue ver a la lumbre de su maravilloso hallazgo. ¡Oh sorpresa! Es una pequeña imagen de la Madre del Salvador, probablemente abandonada por alguna familia devota de la Santísima Virgen».[3]
En la versión de Joaquín Barrera Aceves se consigna el siguiente relato que le hizo Melesio Valladares. Esta versión es la única que menciona a la supuesta esposa de Alejandro Colindres, que parece que toma el papel que toma la supuesta madre de éste en los relatos anteriores:
«Allá por el siglo antepasado, mucho antes de que Honduras fuera independiente, había en Suyapa una humilde familia de apellido Colindres, de la que aun hoy día hay descendientes en Tegucigalpa. Dos varones de la familia: Alejandro Colindres y su yerno, trabajaban en Piligüín, adelante del Chimbo, a unas cuatro o cinco leguas de Tegucigalpa, y se venían a reunir con su familia los fines de semana, haciendo caminata a pie, pues eran jornaleros pobres. En uno de esos viajes a Suyapa, como se les hiciera de noche en el campo, decidieron hacer alto y dormir un poco para continuar el viaje antes del alba; al efecto, tendieron sus chamarras y perrajes y se aprestaron a pespuntear un sueño, pero al tirarse Alejandro sobre el improvisado lecho, sintió que le molestaba un bulto en la espalda, y metiendo la mano debajo del perraje lo tomó para botarlo, pero al ir a ejecutar esa acción, al pasarlo cerca de la cara, percibió que aquel trozo de madera despedía un aroma sumamente agradable, por lo que cambió de idea y envolviéndolo en un papel de los que en su itacate llevaba, decidió conservarlo para obsequiar a su mujer aquel palito perfumado que la negrura de la noche le impedía ver.
Llegados los viajeros a su casa al amanecer, salieron sus mujeres a darles la bienvenida, y hasta que no fue formulado el sacramental «¿qué me trajiste?», recordó nuestro hombre su hallazgo, que entregó a su esposa. Esta abrió el envoltorio y grande fue su sorpresa, y mayor aun la del marido, al encontrarse con una hermosa Virgencita».[4]
Declaración de Isabel María Colindres
Las narraciones anteriores, aunque divergen en varios puntos, siguen un patrón similar al escrito del señor Galindo, lo que hace suponer que se basan en su narración o recogen de la misma tradición que él. Pero la declaración que hizo Isabel María Colindres es un documento más antiguo que estas narraciones, y en esa declaración ella se presenta como la hermana de Alejandro Colindres al contrario de las narraciones anteriores en que se presenta a Isabel María Colindres como la madre de Alejandro Colindres. Esta declaración de la señora Colindres tiene visos de autenticidad, por la forma en que esta escrita, en un español antiguo, pero además con mala ortografía. Es muy improbable que la señora Colindres supiera leer, y por la forma en que está redactado se deduce que el amanuense que se buscó apenas sabía escribir:
Declaración de Isabel María Colindres:
«Declarazion del haparecimiento de Nuestra Señora de la Concepcion de Suyapa y es en la forma siguiente Digo yo Ysabel Maria Colindres Vecina del Valle y poblazion de Suyapa hexecutada hadar Vna declarazion sobre el haparecimiento dela Virgen de Suyapa Digo que en el mes defebrero fue dicho haparecimiento de dicha Ymagen cuya fecha Del año no doy por motivo de haver estado de hedad de dose años lo que si quento es la fecha De 61 años-
Lo que declaro Berval mente enfuero de buena conciencia es no faltar en verdad de lo que digo hauiendo Ydo mi Hermano Alexandro Colindres para la Montaña del Piligui hacoger Vna milpa De Don Juan Josef Lozano ha dicha montaña habuelta de Biaje fue la hayada de la Virgen dia sauado en la noche hauiendose que dado ha dormir en el campo en compañía de Lorenzo Martines cuyos milagros no se hauian puesto en reparo que necesitaban por que no se les havia de dar credito por ser motibo de haverseles haparecido alos Pobres hasta que se berifico el Milagro de Don Josef de Zelaya ha donde fue hadmiracion de sus protentuosos milagros hauiendola yo mandado recaudo de que tenia yo Vna Ymagen De Nuestra Señora ha Don Jose Zelaya ynmediata mente mando Vn mozo el que la yebo y luego de haver yegado inmedata mente le hizo el milagro de haver hechado tres piedras por la parte mas delicada como el miembro en el tiempo De haver seruido Don Jose Zelaya me daba quenta de los dineros en que se gastaban hauiendo Alzado la Hermita Con los dineros de Limosna y hayuda de Vecinos todo lo que hai en Beneficio de la yglesia es De Limosna que han dado todos los Pobres los ganados y bestias que hay es de limosna que han dado los Pobres menos los dineros de la Alcanzia por que de esos no me da cuenta el Señor Don Manuel Vidence por que en ocho años que doña Vbalda de Zelaya Coge los Dineros no se sabe lo que se hazen pues ni aun para Almidon de los manteles de Yglecia no nos da medio real y con esto lo digo todo salbo tres pesos que suplicas dio Don Manuel Vidence para blanquiar la Yglesia lo De mas que se gasto fue trauajo mio de Don Simon de Zelaya no tengo que pedir por que no recibo hagrauio y se que lo que tiene siendo para la Virgen lo ha de dar».[5]
Hay muchas cosas interesantes que rescatar de esta declaración. No se menciona el incidente del objeto que volvía una vez tirado; en cambio se dice que los supuestos milagros de la imagen no habían recibido mucha atención de la población, por habérsele aparecido a gente humilde. El primer milagro que hace que la imagen cobre notoriedad en la población es el de la curación de don José Zelaya Midence, terrateniente que incluso tenía esclavos trabajando para él, y que arrendaba milpas a campesinos del lugar. Don José Zelaya Midence padecía de la enfermedad de «piedra en la vejiga», y se dice que al recibir la imagen de la virgen de Suyapa en su casa, éste orinó tres piedras.Doña María Colindres lo dice de esta graciosa manera:
«y luego de haver yegado inmedata mente le hizo el milagro de haver hechado tres piedras por la parte mas delicada como el miembro»
También se hecha de ver en esta declaración la disputa legal y económica entre la señora Colindres y la familia del señor José Zelaya, que se había apropiado de la imagen, la cual se había convertido en una buena fuente de ingresos, por las limosnas que le daban la gente pobre, limosnas que en muchas ocasiones eran dadas en especie. Fue con las mismas limosnas que le construyeron el primer lugar de culto a la imagen, a pesar de que don José Zelaya había prometido construirle una ermita si se curaba.
Don José Galindo cuenta el supuesto primer milagro de la imagen de Suyapa:
«Habiéndose enfermado gravemente el Señor Zelaya, dueño de la Hacienda el Trapiche, que dista un cuarto de legua de la aldea, sus amigos y personas adictas, compadecidos de su penosa situación, le rogaban a fin de que pidieran a la Virgen de Suyapa, para en concepto de médica celestial, le extrajera las arenas de la vejiga, que lo mantenían en la más dolorosa desesperación. A muchas instancias accedió a las indicaciones, suplicó e hizo venir en una especie de procesión a casa del enfermo la Imagen: al entregarla le dijo la Señora Colindres [a la imagen]: «Vaya querida, niñita mía, a darle la salud al niño N… y vuélvase luego por que ya no podré vivir sola»[6]. Al llegar la imagen al lugar de su destino, el enfermo la recibió y postrado de hinojos ante ella, le pidió su salud con el fervor de un verdadero cristiano, prometiéndole en agradecimiento construirle una ermita en su aldea. No pasaron tres días sin que el hecho milagroso se verificara con asombro de sus devotos. El señor Zelaya arrojó por la vía urinaria tres piedras que eran el tormento de su vida».[7]
Fechas
Según los cálculos de Juan B. Valladares, en su libro «LaVirgen de Suyapa», el hallazgo de la imagen de Suyapa habría sido en un sábado de febrero de 1,747, el primer milagro que la hizo famosa sería en 1768, y el primer documento oficial en que se relata su hallazgo dataría de 1,796. La construcción en debida forma de la ermita fue en 1,777.
Es de notar que la imagen solo recibía un culto privado por parte de la familia Colindres y sus allegados por cerca de veinte años, hasta que sucedió el supuesto milagro en que el señor José Zelaya expulsó tres piedras por el pene, que fue cuando el culto a la imagen experimentó su apogeo.
Credibilidad de la Leyenda
La declaración de Isabel María Colindres, que probablemente fue hecha en 1,796 es la que tiene más visos de historicidad; sin embargo, no puede considerarse como prueba fidedigna del poder milagroso de la imagen de Suyapa, ya que es una fuente de segunda mano: no tenemos el testimonio directo de Alejandro Colindres , Lorenso Martines o José Zelaya. Además, ambos: Isabel María Colindres y José Zelaya tenían un interés económico en la imagen, de la que obtenían ganancias provenientes de las limosnas de gente pobre e ingenua, por lo que su testimonio resulta menos que imparcial. Las narraciones posteriores, empezando por las de José Galindo en 1909, están algo distorsionadas por las décadas de tradición oral.
Notas
[1] Revista del Archivo, t. XII, pp. 476 y 477.
[2] Nuestra Señora de Suyapa, artículo publicado en una hojita de propaganda de la Casa Bayer y reproducido en el periódico católico El Buen Pastor, No. 362 correspondiente al mes de febrero de 1942.
[3] El Santuario de Suyapa. Apuntes sobre su origen, desarrollo e importancia, en la Revista del Archivo, t. X, pp. 281 y 282.
[4] La Virgen de Suyapa, Patrona de Honduras en El Cronista No. 6,135 de 15 de Agosto de 1,941. También se publicó en un folleto de 18 pp. editado por la Imprenta Calderón.
[5] Fue insertado por José Miguel Flores, esposo de Isabel María Colindres, a continuación del escrito que presentó el 30 de Julio de 1796 a la Curia Eclesiástica de Comayagua, en el pleito contra don Manuel Midence. ACC.
[6] Nótese como la señora Colindres trata a la imagen como si fuera una persona. También hay que destacar la reticencia del autor en consignar el nombre del receptor del milagro, al que le da el pseudónimo de N…, ya que lo había descrito anteriormente como un pícaro que se había robado unas tierras de los pobres indígenas, y quería seguramente evitar problemas con sus descendientes. Pero por la declaración de la señora Colindres se deduce que el receptor del milagro fue José Zelaya Midence.
[7] Noticia Histórica sobre la Virgen de Suyapa de don José Galindo. Documento XXXIII del Apéndice del Libro «La Virgen de Suyapa» de Juan B. Valladares. Editorial Universitaria.