La violencia en Honduras ha llegado a niveles alarmantes.
Las páginas de sucesos de los diarios están llenas de muertos.
La violencia se sufre en todos los estratos sociales, sin distingo de sexo ni edad, pero las personas se preocupan más cuando mueren personajes de alto perfil, como diputados, empresarios, abogados, periodistas y religiosos. Un personaje importante que muera vale por cien desconocidos.
Honduras forma parte de una lista negra de países con gran influencia del narcotráfico.
El gobierno está dando palos de ciego, se nota que ha perdido el control en el tema de la seguridad ciudadana.
Para combatir la delincuencia se están proponiendo toda una serie de medidas desacertadas, como sacar a los militares a las calles para combatir el crimen, cuando no es esta la función de los militares.
Para combatir el sicariato se está proponiendo prohibir que se conduzcan dos personas en una motocicleta. Muchos atentados se han realizado por dos personas en una motocicleta, mientras uno conduce, el otro dispara. Con esto se afectaría a muchas personas para las que comprar un automóvil resulta un lujo, por el delito de una ínfima minoría.
Hay quienes han propuesto que Estados Unidos construya una base militar en la Mosquitia para combatir el narcotráfico, y ya se está volviendo a habla de la pena de muerte.
Esta situación de violencia generalizada es aprovechada por grupos maliciosos de activistas de derechos humanos, que denuncian el asesinato de mujeres y homosexuales, como si hubiera una campaña sistemática del gobierno para perjudicar a estos colectivos. Se habla de femicidios, una palabra que no tiene un significado preciso, para perjudicar la imagen del país.
Toda esta violencia evidencia en mi opinión un fracaso del sistema socio-económico hondureño en particular, y del sistema capitalista a nivel general.