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Navidad de los Pobres

Canción de Noche Buena

Por: Raúl Gilberto Tróchez

La calleja es un cauce de amargura;
los faroles robaron la tristeza
a las gentes mordidas de pobreza
con ventaja tiránica y segura.

Nada para ellas el destino augura
en esta Navidad; ni la grandeza
de la comba estelar con su belleza,
porque la noche se les torna oscura.

Derroche de alegría a la distancia;
y músicas, y vinos, y fragancia…;
todo parece un lúcido sainete.

Y en las ranchas del barrio un niño pobre,
enjugando una lágrima salobre,
en triste soledad, sueña un juguete…

Resurrexit

Por: José Antonio Domínguez
(hondureño)

En los tiempos gloriosos ya distantes
en que andaba en la tierra el Nazareno
y la flor del milagro no era un mito,
aconteció lo que contaros quiero.

En la remota comarca cuyo nombre
ha olvidado la Historia según creo
hubo entre dos ejércitos rivales
un combate reñido muy sangriento.

Y estando de camino al otro día
con su amado discípulo el Maestro,
cruzaron a los rayos de la aurora
el campo de cadáveres cubierto.

Bien pronto al escuchar los dolorosos
ladridos que lanzaba un pobre perro,
al sitio se acercaron donde exánime
dormido al parecer yacía el dueño.

Era un joven de pálido semblante
y de agraciado y varonil aspecto
cuya temprana vida cortó en breve
un proyectil que penetró en su pecho.

Aún de sus yertos ojos se advertía
una gota rodar de llanto acerbo.
¡quizá tendría madre y también novia!
¡Tal vez le amaban mucho y era bueno!

—Mucho habrán de sentirlo sus parientes,
pero él es ya feliz— dijo el Maestro.—
Y en tanto, junto al amo dando vueltas,
proseguía ladrando el pobre perro.

¡Escena singular! Cual si implorara
algún auxilio sobrehumano de ellos,
aquel pobre animal con sus aullidos
parecía empeñado en conmoverlos.

Y al ver que vacilaban, sus clamores
tornaba al punto en agasajos tiernos;
a sus pies gemebundo se arrojaba
y hablar tan sólo le faltaba al perro.

—¡Qué amor tan entrañable y casi humano
revela ese animal!— exclamó Pedro.
Por su fidelidad ¡cuál se traslucen
de su amo los hermosos sentimientos!

¡Qué lástima de joven, se diría
que no debió morir; y que si el cielo
otorgarle quisiera nueva vida
le ablandara las quejas de ese perro.—

Absorto Jesucristo meditaba.
De su místico arrobo al fin saliendo
—Tienes razón— le dijo a su discípulo.
Merecía vivir ese mancebo.—

Y aplicando sus manos al cadáver
cicatrizó la herida de su pecho;
y en nombre del Creador de cielo y tierra
volvió la vida al que se hallaba muerto.

Luego sumióle en sueño delicioso:
acalló los ladridos de su perro,
y después a los rayos de la aurora
se alejó de aquel sitio con San Pedro.

Marzo de 1903. (*)

(*) Pocos días después de haber escrito esta bella poesía, nuestro infortunado amigo Domínguez se suicidó en Juticalpa, a los 34 años de edad (5 de abril de 1903). Tomado de la revista Ariel, dirigida por Froylán Turcios.

En mi país – Guillermo Anderson

Letra

En mi país, de guamil y sol ardiente
se ve la historia en los rostros de la gente
hermosa tierra vuelo de gaviota herida
tenés la luz que va repartiendo vida.
Sos la semilla y sos la fuerza en el arado
tenés el alma en el bullicio del mercado.

Suenen la guitarra y la marimba
las maracas con el acordeón
que suenen la flauta y la caramba
suenen el tambor y el caracol.

En mi país, rumor de mar selva y quebrada
están el sabor de la naranja y la guayaba
está el color de la flor que no marchita
está el olor a café en la tardecita
y aquí está el África en canción vida y tambores
leyenda negra cayuco lleno de flores.

Suenen la guitarra y la marimba
las maracas con el acordeón
que suenen la flauta y la caramba
suenen el tambor y el caracol.

Para quererte el corazón mío no alcanza
pero esta luz, multiplica la esperanza
en que la selva no combata al fuego sola
y que la espina se convierta en brassavola.

Suenen la guitarra y la marimba
las maracas con el acordeón
que suenen la flauta y la caramba
suenen el tambor y el caracol, en mi país.

Apuntes biográficos sobre Guillermo Anderson

Nació en la Ceiba, Atlántida Honduras, el 26 de febrero de 1962.

El apellido Anderson lo obtiene de su abuelo paterno, George Henry Anderso, el cual fue un estadounidense hijo de emigrantes suecos que llegó a la costa norte de Honduras a trabajar en una compañía bananera.

La comunidad garífuna que vive en La Ceiba influenció el estilo musical de Anderson, que consiste en mezclar ritmos tropicales y percusiones garífunas con música contemporánea.

Guillermo Anderson celebró la naturaleza y la vida sencilla en Honduras. Transmitió en su arte una preocupación por la conservación del medio ambiente y la cultura autóctona. Sus canciones son historias sobre la vida diaria y las luchas de la gente común en Honduras.

Su estilo llamó la atención del personal diplomático de varias embajadas en Honduras, y por eso recibió invitaciones para cantar en otros países, lo que lo llevó a cosechar aplausos en todo el continente americano, en Europa y Asia.

Fue a Estados Unidos a estudiar Letras. Se graduó en la Universidad de California de Santa Cruz en 1986, especializándose en literatura hispanoamericana.

Al regresar a La Ceiba en 1987 creó el grupo artístico y cultural COLECTIVARTES junto con un grupo de amigos extranjeros.

Guillermo Anderson se da a conocer con el tema «En mi país», una canción patriótica que exalta la belleza de la vida en Honduras y hace referencia a su folklore y sus símbolos.

Su tema más popular es «El encarguito», una canción en la que habla de varias comidas tradicionales de Honduras y la nostalgia que por ella sienten los hondureños cuando están fuera de su país.

Sobre el reggaetón opinaba que «el problema no es la forma, sino el contenido».

Guillermó Anderson también escribió tres libros: «Del Tiempo y el Trópico», «Bordeando La Costa» y «Ese mortal llamado Morazán».

Murió el 6 de agosto de 2016 de un cáncer de tiroides.

Honduras

Por: Carlos Manuel Arita Palomo

Honduras, adorada Patria mía,
tierra de luz, de amor y de quimera,
con sus campos de eterna primavera
y su maravillosa geografía.

Su tierra legendaria es de poesía,
como un sueño radioso es su bandera,
su campiña fragante y hechicera
y sus cielos de sol y pedrería.

Sus valles son inmensos y grandiosos,
sus ríos y sus lagos luminosos
y gemas rutilantes son sus mares.

Sus próceres excelsos son su gloria,
su pasado inmortal toda su historia
y un verdeante cantar son sus pinares.

La tierra donde nací

Por Carlos Manuel Arita (1912-1989)

Me siento feliz aquí
en esta tierra adorada,
pues yo no cambio por nada
la tierra donde nací.

Honduras es para mí
el más preciado tesoro,
por eso lejos añoro
la tierra donde nací.

Cuanta nostalgia sentí
pensando en los patrios lares
cuando escribí los cantares
del suelo donde nací.

Con que tristeza me fui
como si fuera llorando
dondequiera recordando
la tierra donde nací.

Toda la tierra es así,
—soñadora y primorosa—,
más para mí es más hermosa
la tierra donde nací.

Cuando les digo yo aquí
que mi tierra es un encanto
es porque yo adoro tanto
la tierra donde nací.

Y si me preguntan: ¿Dí
el nombre de un gran país?
contestaría feliz:
¡La tierra donde nací!

Y si me dicen a mí:
¿Por qué ese amor tan profundo?
Les diría que es mi mundo
la tierra donde nací.

Un día en la calle oí
su nombre dulce y bendito
y el alma entera dio un grito:
¡La tierra donde nací!

La quiero yo porque sí,
con un amor verdadero
(Está alumbrando un lucero
la tierra donde nací).

Todo a mi patria le dí
y adoro mis patrios lares
y llevo aquí en mis cantares
la tierra donde nací.