Celtel tuvo 7 años de monopolio en Honduras. En este caso nuestras autoridades no creyeron en el libre mercado. El argumento que se usó fue que debía dársele tiempo a Celtel para que se consolidara y recuperara su inversión. Una apertura total del mercado hubiera provocado un comportamiento caótico.
Cuando se le dio el permiso de operación a Megatel se usó el mismo argumento: debía dársele a Megatel el tiempo necesario para consolidarse y recuperar su inversión antes de darle la oportunidad a una tercera compañía.
Ahora, en el gobierno de Mel, se cambió el enfoque dándole oportunidad a Hondutel para que ingresara al mercado de la telefonía celular, lo que no estaba previsto en el plan original.
Guerra Mediática
Luego Megatel cambió su nombre a Aló con el fin de hacer la marca más atractiva, y lanzó su campaña promocional. Celtel no se quedó atrás, y cambió el nombre de la marca a Tigo, lanzando una fuerte campaña publicitaria que continúa hasta el momento.
Sin embargo, a pesar de ese cambio de nombre de la marca, las compañías conservaron sus nombres respectivos de Celtel y Megatel. Al menos así aparecen en los recibos de Hondutel.
El nombre de la marca Tigo viene de fraccionar la palabra «contigo» con el fin de hacer un juego de palabras que llame la atención del público y se fije en la mente. Un ejemplo es el eslógan «Todos quieren estar con tigo». Frase que se repite ad nauseam en la publicidad.
Y ahora, para variar, Aló cambió su nombre a Claro, y el eslógan de hierro es «Claro que tienes más».
Hay que ver cuantos recursos se derrochan en el capitalismo, y cuanto se satura la mente de la gente con publicidad banal.
Esto debería de tener límites. Me molestó cuando leí una valla que decía «La UNAH está con tigo» en el puente aéreo de la universidad.
Y algo estúpido fue la promoción del pago por segundo en la que nos querían convencer de que nos hacían un favor especial a los consumidores cuando dejaban de cobrarnos el minuto entero por el consumo de una fracción de éste, y lo comparaban con alguien que consumía solo parte de la orden de comida en un restaurante, o con alguien al que le descontaban el precio de un boleto a un concierto por no poder escuchar todas las canciones.
Antes, una tarjeta de prepago de L 100 solo tenía una vigencia de 15 días. Ahora, gracias a la acción del Congreso, por lo menos dura hasta 30 días. Pero todavía nos siguen sangrando. Dice Rjan que sale 10 veces más barato hacer una llamada a Estados Unidos por Internet que una llamada local a un teléfono celular.