El cerro Embrujado


Al fondo se puede observar el cerro San Cristobal.

Por: Lidia María de Cálix.

Hace muchísimos años, cuando Danlí era apenas una pequeña población, cuyos habitantes se dedicaban a la agricultura y la pequeña ganadería. En ese tiempo todavía no había entrado el primero carro al pueblo, las personas hacían sus viajes a lomo de mula o a pie.

Cuentan que por ese tiempo sucedía algo muy extraño en el cerro «San Cristobal» guardián del norte de esta ciudad. Los pobladores escuchaban a todas horas del día, el canto de un gallo y además de esto a diario veían ropa tendida en el cerro. Tanta fue la curiosidad de sus habitantes que cierta vez dispusieron realizar un viaje para conocer a la familia que vivía en ese lugar, pues querían hacer amistad con ella.

Al llegar al sitio indicado, cual no fue su sorpresa que sólo encontraron pino, rocas y una cueva deshabitada. Al regresar a Danlí, continuaron viendo y oyendo lo mismo.

Por eso entonces, esta población fue visitada por el venerado y admirado sacerdote Manuel de Jesús Subirana y los habitantes danlideños le contaron lo sucedido al religioso y en efecto, este fue testigo de tal acontecimiento y pensando que se trataba de una cuestión diabólica, dispuso, con un grupo de vecinos ir a bendecir el cerro.

Al llegar a su base, el sacerdote inició su bendición, cuando iba llegando cerca de la mitad del cerro (lugar del suceso extraño) dícese que este empezó a crecer, y que a medida la gente con el sacerdote avanzaba, el cerro crecía y crecía, de tal manera que nunca pudieron llegar al sitio propuesto, para poderlo bendecir.

Se dice que este cerro, en el futuro hará explosión y su reacción será lenguas de fuego, por lo que tratará de destruir la población, pero que en esa misma fecha, el peñón de Apagüitz, guardián del sur de Danlí, reventará en agua, lo que contrarrestará la furia del cerro «San Cristobal».

Leyenda tomada del libro Danlí en el Recuerdo, de Darío González Cáceres.

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