Me ha tocado escuchar varias veces el reciente discurso de Mel en la 63 asamblea de las Naciones Unidas.
La impresión general que me dio es la de un quijote que busca destacarse y llamar la atención, no la de un estadista que busca favorecer al pueblo. Por que no hay mucho que ganar con tales discursos, y no es suficiente declamar discursos altisonantes para convencer a otros gobiernos.
Por momentos da la impresión de que Mel es un socialista, un socialista que no cree en el mercado: un comunista.
Vean sino esta parte:
Nuestros pueblos, nuestra región, en estos dos últimos siglos de la humanidad han resistido con heroísmo, dignidad, con estoicismo los embates de este sistema cruel que nos gobierna, el propio Juan Pablo Segundo llegó a llamar a este sistema capitalismo salvaje, la inmoralidad del sistema mercantilista instrumentaliza al hombre y la mujer para convertirlos en simples mercancías, en números, las despiadadas y demoníacas leyes del mercado invisible que sólo satisfacen la riqueza y el poder de unos pocos, frente al detrimento de las grandes mayorías de nuestra sociedad.
Frente al perjuicio que resulta del sistema de mercado ¿Qué es lo que propone Mel?
…primero hay que tomar la función del Estado desde el punto de vista del compromiso social, hay que poner el capital al servicio de construir una verdadera sociedad equitativa, el propósito no debe ser destruir el mercado, sino simplemente una economía social de mercados.
El capital debe existir pero con límites, definir los límites del capitalismo para terminar con sus leyes de la selva primitivas, el propósito no será eliminar la libre empresa ni el libre mercado, sino ponerle límites y controles a los abusos…
Mel parece no darse cuenta de la contradicción que propone. Un mercado limitado no es un libre mercado, sino un mercado regulado. Mel quiere acabar con el libre mercado por que le parece que es muy «salvaje» y «demoníaco».
Pero si es tan salvaje y demoníaco como dice, no parece que baste con ponerle algunos límites para domesticarlo. Si Mel fuera congruente con su denuncia del mercado trataría de eliminarlo en vez de reformarlo.
En efecto, esta es la única solución duradera. Es necesario eliminar el mercado para crear un sistema económico que ponga en primer lugar a la persona humana y no a fuerzas ciegas incontrolables. La verdadera solución no es un comunismo autoritario, sino un comunismo libertario. La producción debe orientarse directamente a satisfacer las necesidades humanas, en vez de al intercambio comercial. Se debe eliminar el sistema de salarios y el dinero para dar paso al trabajo voluntario y al libre acceso.
Ver discurso completo.