Por: Pedro Salinas Navarro
Cuando se trata de personas que disertan ante un auditorio, siempre ronda en los pasillos populares una mala apreciación al decir: «Fulano o zutano» no ocupa papelitos para hablar en público. ¡Es gallo para improvisar!
Pero a decir verdad, improvisar no es hablar sin soporte de referencia, desde mi punto de vista, el que improvisa y lo hace bien, se apoya en lecturas, textos o incluso en discursos previamente leídos, lo cual lo hace más suelto de palabra «lógica y coherente». Pero aquel que se para en un estrado y dice lo primero que se le viene en gana, ¡no es improvisado, sino un valiente!
Seguramente se ha leído y escuchado sobre todo de aquellos ya peinan canas, que en Honduras existió un amplio grupo de conspicuos ciudadanos que sabían cómo tratar de manera exquisita el castellano. Personajes como: Marco Aurelio Soto, Ramón Rosa, Policarpo Bonilla, Álvaro Contreras, Modesto Rodas Alvarado y Ramón Villeda Morales entre otros. Eran brillantes (Unos mejores que otros, claro) pero encantaban, eran grandes motivadores y encendedores de masas, electrizantes, pujantes y altamente carismáticos.
Existen y existieron también personajes políticos de otros países latinoamericanos, que sinceramente es un placer escucharles, más allá de su estilo, ideología política, filosófica o doctrinal. Lo que envuelve es la manera de captar la atención. Sus discursos están vigentes. Personajes como: Jorge Eliezer Gaitán (Colombia), Alan García (Perú), Fidel Castro (Cuba), Ernesto «Che» Guevara (Argentina), Hugo Chávez (Venezuela), Mario Vargas Llosa (Perú), Luis Donaldo Colosio (México), Luis Carlos Galán (Colombia), Raúl Ricardo Alfonsín (Argentina), entre otros.
A mi edad, (ya pasaditas las tres décadas) he visto y presenciado algunos «tamagases» más que discursos en el país, prácticamente desde el año 1997 hasta la fecha (tiempo en que adquirimos un poco de conciencia en estos temas).
Nuestros políticos básicamente «las dos últimas generaciones» como «oradores», han dejado mucho desear, digo esto, porque los que saben de historia política, siempre rememoran los pasillos del ayer, haciendo alusión a los personajes antes mencionados.
En su auge como oradores constantes, figuras como: Rafael Pineda (QDDG) y Oswaldo Ramos, no eran excelsos, pero para decir algo, Pineda tenía dominio escénico y voz recia envolvente, y en el caso de Ramos su discurso era florido.
Presidentes como: Roberto Suazo Córdova y José Azcona, la verdad no se dice casi nada de ellos como oradores, más que eran de contenido lineal, sencillo y llano, con esquemas folklóricos en el caso de Suazo. Pero, lo triste es, que ni esperanzas existen de ver o escuchar sus actuaciones de aquellas épocas en videos o audios.
1. Rafael Leonardo Callejas (Nacionalista 1990-1994)
Por suerte he visto recién unos videos de sus mejores años como político, en su campaña de (1989) El poseía un discurso enérgico, fluido de palabra, de voz alzada que por la emoción vibrante la perdía por momentos. Discurso desarrollado casi siempre en la emotividad y coherente en la estructura de su contenido. Contenido que era de crítica permanente a sus oponentes de aquel entonces.
2. Carlos Roberto Reina (Liberal 1994-1998)
Sinceramente no recuerdo alguno de sus discursos, y no hay material vigente o al menos accesible para verle u escucharlo. Pero volviendo al «me cuentan» dicen que su fuerte estaba en la retórica y en la improvisación con buen suceso y de contenido superfluo. Lo que si recuerdo, es que poseía una voz bastante modulada.
3. Carlos Roberto Flores (Liberal 1998-2002)
Él es un político con gesticulaciones pronunciadas, (se expresa con las manos) marcando muy bien sus pausas. Es levemente emotivo pero casi siempre intenso, ilusionista en gran medida su contenido. Poseedor de una voz melódica, y por momentos su estilo descansa en lo poético.
Los más recientes
Desde mi óptica ha sido el grupo de políticos menos dotados con este recurso.
1. Ricardo Maduro (Nacionalista 2002-2006)
Un líder con un discurso común, se comunicaba con su masa partidaria casi como cualquier plática de amigos. Prácticamente enmarcado en tecnicismos financieros, muy sencillo y sin contenido oral atrayente.
2. José Manuel Zelaya (Libertad y Refundación 2006-2010)
Es un político de voz recia y amplia, mesurado en ciertos momentos. Su discurso duerme en el populismo envuelto con frases dominantes, carece siempre de guión alguno. Además, entra en la distracción y al mismo tiempo navega en «la jocosidad». «Mel» es un experto en el entretenimiento masivo, apoyándose en herramientas estrictamente folclóricas.
3. José Porfirio Lobo (Nacionalista 2010-2014)
«PP», de voz templada y contenido plano. Sus discursos políticos se hacían sentir con fuerza, pero sinceramente expresaba poco o nada. Además no contaba con solvencia lírica para llamar la atención. De estilo campechano, jocoso y de corte populista.
4. Juan Orlando Hernández. (Nacionalista 2014- 2018)
El actual presidente es un político de voz fuerte de aceptada tonalidad, siempre y cuando navegue en tonos no exacerbados, porque en espacios intermitentes tiende a perder el control por su excesiva emotividad. Su discurso descansa en las comparaciones, de argumento confrontativo y extenso, de contenido llano y muy repetitivo.
En conclusión la proyección de la oratoria hondureña se vislumbra poco optimista, ya que a nuestros políticos se le olvida, que la oratoria es parte esencial de una figura pública, más cuando se pretende alcanzar cimeras posiciones en la estructura pública del país.
Para casi todos, el creer hacerlo bien, ya es suficiente.
Extenso
(Poema)
La vida renueva su magia al llorar de la nada, y presiona
El botón de las viejas costumbres, para mermar la humedad.
¿Que sueña el que sueños ha cumplido?, ¿El que ha dormido
Sin temor a la profundidad? ¿Y sin temor a nadar en lo perdido?
Miles de sueños rotos por el filo de una noche,
Tirados al vacío que esconde su nombre, manchando su cielo,
De viejos, de ligeros sueños que devoraron mi juventud,
Sagacidad sin preguntar, sin temor de mentirle a la verdad.
El tiempo se ha escurrido, y las gotas
Mojan con júbilo el cristal, se inhibe lo silente del camino,
Se prestan a volver, y los titanes apetitos, que no
Fueron atrás vencidos, hoy quieren florecer.
Déjame cruzar y estar de ese lado, aun
Sabiendo, que al volver las huellas se habrán borrado,
Que habré sido hechizo, para atar tus pies al suelo,
Ya así la miel derramará cada gota lentamente.
Volveré a la locura añorada, al trastorno que sigila
El futuro, prendiendo el horizonte a mis ojos tibios,
Envolviendo el deseo que en tu lecho ha sucumbido,
¡Atrás de ti princesa!.. Atrás de ti, mi luz quedó encendida,
Y tras tu caída, quedo un peñón; con sus alas extendidas.
Honduras C.A. 14/03/2015
DR