Según José Martí, Francisco Morazán «era un genio poderoso, un estratega, un orador. Un verdadero estadista, el único quizá que haya producido la América Central, el General Morazán quizo fortificar a esos débiles países, unir lo que los españoles habían desunido, hacer de esos cinco Estados pequeños y enfermizos una república. Imponente y dichosa. Y lo hizo, pero los pueblos que están generalmente formados por gentes vulgares que tardan en comprender lo que los hombres geniales preveen. La política de la unión; la vanidad de los Estados fue más poderosa que la unión bienhechora. Morazán fue muerto y la unión se deshizo, demostrando una vez más que las ideas, aunque sean buenas, no se imponen ni por la fuerza de las armas ni por la fuerza del genio. Hay que esperar que hayan penetrado en las muchedumbres».
Morazán luchó literalmente hasta la muerte por sus ideas liberales, luchando contra las fuerzas del conservadurismo en Centroamérica, que al final, para no perder sus privilegios, prefirieron disolver la unión Centroamericana.
Al final nos dejó un legado de heroísmo y abnegación: aún viendo caer por tierra sus sueños en su último día de vida mortal, no se desanimó, firmemente convencido de que «la posteridad nos hará justicia», escribió en su testamento: «Declaro que mi amor a Centroamérica muere conmigo. Excito a la juventud, que es la llamada a dar vida a este país que dejo con sentimiento por quedar anarquizado, y deseo que imiten mi ejemplo de morir con firmeza antes que dejarlo abandonado al desorden en que desgraciadamente hoy se encuentra».
La vida y muerte del general Francisco Morazán ha inspirado a muchos artistas, como al poeta chileno Pablo Neruda quién escribió el verso «alta es la noche y Morazán vigila».
Letra: Froylán Turcios
Música: Francisco R. Díaz Zelaya
Coro
Mágica rima de bronce que cante
la maravilla de tu épica historia.
Sobre las cumbres mi musa levante
el fabuloso esplendor de tu gloria.
Que tu figura se encienda en la llama
que irradien las albas de nácar y oro,
himno solemne pregone tu fama,
vibre en los aires tu nombre sonoro.
Solo I
Eco de amor de los altos confines
queda vagando en los verdes pinares.
Lloran tu muerte los claro clarines
y en su profundo responso los mares.
Ínclita musa de arcanos acentos
de tu renombre destierra el olvido
flota el Ideal de la Unión en los vientos
cual pabellón al futuro tendido.
Solo II
¿Quién tu figura no ciñe de flores?
¡Pase tu numen venciendo vestiglos
cual sol sin ocaso de vivos fulgores
sobre el eterno rodar de los siglos!
¡Patria, saluda al heroico guerrero!
Himnos eleva de luz y victoria.
¡Ama el sublime fulgor de su acero!
¡Pon en su frente el laurel de la gloria!