Archivo por meses: mayo 2012

Autobiografía de Medardo Mejía

Medardo Mejía utiliza la historia de su vida para dar cátedra sobre la práctica de la moral marxista-leninista en su relato Refiere, Anisias, El Paso de Aquel Milpero. Obviamente, esto lo escribió antes de que cayera el muro de Berlín y se desintegrara la Unión Soviética, por lo que su relato nos parece ahora demasiado ingenuo. Medardo Mejía estaba convencido de que Estados Unidos representaba las fuerzas del mal, el imperialismo y el fascismo y que la Unión Soviética representaba la única esperanza de progreso y democracia para la humanidad.

En el caso de Honduras, él estaba convencido de que la guerra de 1969 con El Salvador fue provocada por Estados Unidos, y que era Estados Unidos el que decidía quien iba a ser presidente en Honduras. Contrario al pensamiento de otros izquierdistas, él consideró que el presidente de facto, Julio Lozano, hizo una labor patriótica al no aceptar préstamos internacionales, todo lo contrario de Villeda Morales, al que considera vendido al imperialismo yanqui. Desilusionado, denuncia que los liberales no eran los suficientemente anti-fascistas como él lo había creído al principio.

Usted puede descargar el libro en formato PDF aquí.

Ahora es que he crecido, Madre

Por Clementina Suárez

Como cuando se llora porque se tiene que llorar
porque se tiene los ojos henchidos de lágrimas,
como cuando se grita porque se tiene que gritar
porque se tiene el pecho rebalsando de pena.
Como cuando se calla y el silencio es un río de angustias
donde la desesperanza es eterna.

¡Así madre! la pena en mi regazo
¡Así madre! el grito en mi boca
¡Así madre! la angustia estrujándome por dentro
¡Así madre! el dolor quemándome las manos
¡Así madre! mi protesta, mi ira, mi desolación.

Demás está que diga que yo haré el mismo viaje,
que nada se pierde en la nada,
que tú eres eminentemente cierta,
que estás a flor de piel en las cosas
con tus días y tus noches inolvidables.

Que yo puedo crecer a la altura de tu árbol,
ganar tu luz y tu bondad inmaculada.
Mi corazón queda intacto en el llanto
el pecho vacío no se consuela.

Y es que cómo puedo olvidar,
que tú eres la única capaz de quererme,
y además de guardarme y de resguardarme,
de toda intemperie
dentro de tu propio corazón.

Abro los ojos y te miro. ¡Qué ojos los tuyos Madre!
En tu empinada voz, en tu alta voz,
te escucho. Y comprendo
qué caminos de amor te hicieron perfecta, eterna,
por eso floreciste como la rosa
que manos amorosas le apartaron las espinas.

Pero en la vida mía, la de tu hija,
el cielo no se alcanza tan fácil.
La verdad del mundo le fue taladrando el pecho
en un dolor universal.

Clementina Suárez

Por: Raúl Arturo Pagoaga *

CLEMENTINA es un pedazo de emoción que se estremece como las flores en el tallo, cuando de su corazón brota como el agua de la fuente el alma de sus poemas; Clementina, apasionada con la fiesta de su espíritu, ha sido una mujer que se ha perfilado dentro de la gloria de sus propias inquietudes literarias, alejada del prejuicio ambiental que es el que destruye la grandeza de una persona cuando no se tiene el conocimiento de su yo.

Algunos países de América han conocido la fragante emoción creativa de esta poetisa que sí le ha dado a Honduras honor y méritos a sus letras femeninas. Desde muy joven dio a conocer esta magnífica poetisa, que había nacido orgullosa de llevar en el alma una alondra que pronto comenzaría a aletear para dejarle a la cultura un su primer libro de poemas —’Corazón Sangrante’— y aquel su primer libro le abrió el camino al triunfo y con un valor masculino voló a México, donde publicó otros de sus libros de poemas y así sucesivamente iba dejando a lo largo de sus giras la musicalidad de su corazón, el grito inconforme de sus emociones, la diafanidad lírica de su alma, el grito musicado de un beso brindado a la luz de sus auroras creativas. Son muchos los libros que ha publicado, entre otros tenemos: «Templos de Fuego», «Engranajes», «Veleros», «De mis Sábados el Último», «Ronda Hondureña» y otros tantos más.

CLEMENTINA

Alma estrella de ideas emocionadas
fragante de música y de colores,
lírica mujer embriagante de corazones
y alma rosa de Jericó lucero de madrugadas.

* Tomado del libro «Paisaje y Cultura Olanchana».

Mi Madre Campesina

Por Raúl Gilberto Tróchez

Mi madre campesina soñaba en el maíz
que va cayendo al surco cuando el invierno llega;
cuando, amorosamente, la linfa que lo riega,
vuelve a la fronda verde y al pájaro feliz.

Mi madre campesina, ¡Cómo aprendió a querer!
con gratas sinfonías de prestos aguaceros;
con pecho atormentado de alondras y jilgueros
que desgranaban trinos en cada amanecer.

Mi madre campesina tenía la dulzura
del fruto que se pinta del sol canicular;
del monte a las estrellas, no conocía el mar,
pero Ella era otro mar de amor y de ternura.

El agua de la fuente copió su imagen bella;
—su agilidad de garza con traje dominguero—;
allí se vieron juntos la estrella y el lucero
con el afán celeste de competir con ella.

Crujió la grama verde bajo su pie desnudo
que iba tomando el rosa de la distante aurora;
así, despreocupada, alegre y soñadora,
la halló el amor primero con su lenguaje mudo.

Mi madre proletaria, no tiene aquel tesoro
que trajo de la aldea, y hoy, vive del recuerdo,
con la única tristeza, de un hio que no es cuerdo
porque hace madrigales bajo las tardes de oro….

Agora y’es tarde

Por: Daniel Laínez

Eran bien fundaos todos mis temores;
que vayan al diantre todos los dotores
con sus polquerías, que agora y’es tarde…
            Agora y’es tarde,
            querida hermanita,
ya duerme pá siempre nuestra magrecita…
Botá toititas esas medecinas;
guindá de la puerta las negras cortinas;
            pero antes de todo
ayúdame a vestirla de cualesquier modo…
pongámosle aquella brillante camisa
que trujo del pueblo en la feria pasada,
            aquella camisa
            de seda floreada.
Pongámosle aquellas enaguas de lana
que el día é su santo le trujo ña Juana;
y el escapulario,
y aquel collarcito de negros pacones
con qu’ella mesmita rezaba el rosario
a toitos los santos de sus devociones…
            Bien te lo decía
que al brincar la luna se nos morería…
            ya lo presentía,
            querida hermanita,
            ya lo presentía….
La gallina zapa toitita la noche pasó cacareando
Que triste cantaban los gallos en los corredores….
            Toitita la noche
            pasaron cantando,
            toitita la noche….
¡Qué noche tan triste, tan larga y oscura!
Mi cuerpo temblaba de justos temores,
            pos ya presentía
que al brincar la luna se nos morería….
¡Sé juerte, hermanita, no seas cobarde!
yo voy ora mesmo a’brir la sipultura….
y si acaso se asoman po’ aquí los dotores,
deciles llorando qu’agora y’es tarde….
¡Que vayan al diantre con sus medecinas!
Deciles qu’ es tarde, querida hermanita….
¡que duerme pá siempre nuestra magrecita!

—-

Daniel Laínez

Por: Mario R. Argueta (2004)

Nació en Tegucigalpa (1914), falleció (1959). Autor de: Voces íntimas. Versos. Tegucigalpa, 1935. Cristales de Bohemia. Poesías. Tegucigalpa, 1937. A los pies de Afrodita. Sonetos. Tegucigalpa, 1939. Islas de pájaros: poemario marino. Tegucigalpa, 1941. Rimas de humo y viento. Poemas para niños. Tegucigalpa, 1945. Estampas locales. Tegucigalpa, 1948, Antología poética. Tegucigalpa, 1950. Al calor del fogón. Poemas regionales. Tegucigalpa, 1955. Un hombre de influencia. Tegucigalpa, 1956. Poemario. Tegucigalpa, 1956. Manicomio. Tegucigalpa, 1980. La Gloria. Tegucigalpa, 1983.

Premio Nacional de Literatura «Ramón Rosa» en 1956. Para Francisco Salvador Aguilar, fue Laínez «muy conocedor del lenguage y mentalidad de la clase popular. Escribió varios ejercicios teatrales: «Timoteo se divierte», «Un hombre de influencia», y «Una familia como hay tantas». Su tesis es social, de diálogo fácil, vernáculo, pero hay que destacar el juego del idioma y la forma del lenguaje. Supo hacer hablar a sus personajes a la manera hondureña, con médula verdadera. Aficionado un poco al humor negro, lleva sus obritas hacia lo grotesco y les inyecta cierto sentimentalismo».

Perteneció a la generación literaria de 1935. De acuerdo a Manuel Salinas, «La producción literaria de Daniel Laínez es variada. Quizá es el escritor más prolífico de la generación del 35. Trabajador incansable en el arte creador publicó 13 libros, donde cultivó la poesía, el cuento, la novela, el teatro y el ensayo… incursiona luego en un campo totalmente nuevo y poco tratado por los poetas hondureños: la literatura infantil… también cultivó la prosa narrativa… En la rama de teatro Daniel Laínez publicó en 1946 la pequeña pieza «Timoteo se divierte», especie de sainete, juguete cómico como lo llamaba él, y en 1956 «Un hombre de influencia», breve comedia en tres actos».