Por Humberto Porta Mencos (guatemalteco)
Los pinos de Honduras son pinos añejos,
pinos de leyenda que miran muy lejos….
Son los centinelas de aquellas montañas
pobladas de humildes y antiguas cabañas,
montañas inmensas de esta ingenua Honduras
de fértiles campos y selvas oscuras.
Hay pinos enfermos, llenos de tristeza;
y pinos gigantes de una gran belleza,
pinos que pretenden con orgullo vano,
del azul espacio penetrar lo arcano.
Pinos que sintieron las certeras flechas
hundirse en sus troncos, o rodar deshechas,
en aquellas guerras; cuando las espadas
de los españoles quedaron manchadas,
con la sangre roja de esos aguerridos
indios, que murieron… ¡Pero no vencidos!
Los pinos de Honduras son pinos añejos,
pinos de leyenda que miran muy lejos….
Pinos que cubrieron ricas esculturas,
raras en sus formas y en cinceladuras:
esculturas hechas en la dura piedra,
las cuales hoy cubre medrosa la hiedra.
Pinos seculares, gentiles señores,
que vieron un día los conquistadores
pasar por los campos, persiguiendo reyes,
incendiando pueblos y violando leyes.
¡Hay…! También miraron, con doliente lloro
de los pobres indios repartirse el oro!
Los pinos de Honduras son pinos añejos,
pinos de leyenda que miran muy lejos…