Nació en La Libertad, Comayagua (1890), falleció (1959). Autor de: Nociones de agricultura. Tegucigalpa, 1921, El cultivo del café en Honduras. Tegucigalpa, 1946, Patrios lares. Tegucigalpa, 1946, y numerosas cartillas relativas al cultivo del cafeto. De acuerdo a José Reina Valenzuela, «dedicó sus estudios no solo al agro hondureño sino a recopilar sus tradiciones y leyendas, recogiendo pacientemente la música nacional en pueblos y aldeas para formar el alma musical de nuestro folklore».
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Juan Pablo Wainwright Nuila
Nació en Santa Bárbara (1894), de padre inglés y madre hondureña, murió en Guatemala (1932). Graciela Amaya opinó de él así: «Luchador incansable, dedicó la mayor parte de su vida a la organización y educación de la clase obrera y a la propaganda de las ideas socialistas…» Alfredo Schlessinger sostiene: «En 1928 se inicia en las filas del comunismo que encuentra en él a su partidario más ferviente; se traslada a la costa norte de Honduras, donde organiza a los trabajadores; provoca huelgas violentas contra la United Fruit Company… logra fugarse y se traslada a Guatemala, donde trabaja de manera efectiva en pro del desenvolvimiento del comunismo, que tuvo en él a uno de sus elementos más destacados, más activos y más capacitados…»
Fue fusilado en Guatemala el 18 de febrero de 1932, acusado de realizar «una campaña de propaganda disociadora encaminada a sembrar la discordia entre el pueblo guatemalteco». Citando a Schlessinger, Wainwright, en su breve vida, recorrió los Estados Unidos, México, Canadá (donde se alistó en el Ejército, combatiendo en Europa durante la Primera Guerra Mundial, siendo condecorado y recibiendo el grado de Teniente), para luego trabajar como marino. Al regresar a su país se dedicó al comercio, pero al ser perseguido por apoyar al Partido Liberal en la guerra civil de 1924, se dirigió a El Salvador en 1925, donde se casó y procreó dos hijas. En 1928 se inició en la militancia comunista, trasladándose a la Costa Norte hondureña donde organizó a los trabajadores bananeros y promovió huelgas, siendo apresado en el Castillo de Omoa, fugándose y trasladándose a Guatemala, viajando entre este país y El Salvador en actividades proselitistas, suponiéndose tuvo participación en el alzamiento campesino de 1932 en ese país, el cual fue violentamente reprimido por el Presidente Maximiliano Hernández Martínez. Al reingresar a Guatemala corrió la suerte arriba indicada. «Era un hombre silencioso, hosco, paciente y resignado: condiciones que parecen estar en pugna con su energía, actividad y dinamismo desplegados al servicio de una causa. Su mirada era fuerte y sugestiva, le ayudaba en su campaña propagandística para conquistar espíritus e influenciar a las armas, formando de cada convertido un sacerdote fanático del comunismo, del cual era un convencido y un creyente fervoroso».
De él dijo Rafael Heliodoro Valle: «un hombre que supo entregarse íntimamente a su idea. Fue viajero Mosca en muchos ferrocarriles del mundo como si hubiera tenido pase en todos ellos; fue pescador en Alaska, cortó madera, fabricó carbón, sirvió de mozo de cordel en los hoteles y fue soldado en Canadá. Y un día volvió a su trópico de donde era, a luchar a brazo partido por la felicidad de los que, como él, han padecido miseria y tienen esperanza. Y fue agitador en las fincas de banano, provocó huelgas, sufrió cárceles, tomó parte en conspiración, y fue fusilado…»
Ramón Lobo Herrera: contra la violencia y la dependencia capitalista o comunista
Por: Augusto Irías Cálix
RAMÓN LOBO HERRERA fue una personalidad destacada de la intelectualidad olanchana, profesional del Derecho capacitadísimo, sentó cátedra como Maestro de Filosofía en el Instituto «La Fraternidad» de Juticalpa, donde con su palabra pausada y con principios afirmativos de un amplio conocimiento y dominio de la mayor parte de las ciencias del saber humano, supo incursionar en todas las líneas, tesis, teorías y corrientes ideológicas, filosóficas y sociológicas del conocimiento universal.
Este preclaro ciudadano fue un gran apasionado de los principios en que se sustentó la «Revolución Francesa»; intuyó que en tiempos no lejanos nuestro pueblo tendría que rebelarse contra la explotación de que ha sido víctima; primero, por los conquistadores españoles; después, por los ingleses que se apoderaron de las Islas de la Bahía y que incursionaron con corsarios y piratas para conquistar territorios y, por último, el colonialismo norteamericano que controla, domina, explota y limita nuestro desarrollo económico, imponiendo precios a nuestros productos de exportación que lindan con la limosna, con el aumento de intereses de préstamos leoninos que nos imposibilita pagar la deuda externa en la próxima centuria; igual con los altos precios de las importaciones de maquinaria y equipos sofisticados.
Rebatía, analizaba y sacaba sus propias conclusiones sobre las teorías y principios filosóficos sustentados por los clásicos del pensamiento universal; de lemas, teoremas, leyes físicas y metafísicas expuestas por las grandes lumbreras del pensamiento clarividente de personalidades como Sócrates, Aristóteles, Raimundo Lulio, Pericles, Demóstenes, Demócrito, Augusto Comte, Spinoza, Spencer y Ramón del Valle Inclán, etc., etc.
En su tiempo se materializaron los principios ideológicos del socialismo del judío-alemán Carlos Marx y su amigo Engels; comentó ampliamente todos sus criterios y fundamentos, y en muchos aspectos coincidió pero nunca estuvo de acuerdo en la conquista del poder por la violencia, al precio de la sangre y sacrificio de nuestros humildes compatriotas.
No estuvo de acuerdo con la dependencia de las grandes potencias que se disputan el control mundial y la explotación de las pequeñas naciones subdesarrolladas.
Discrepó de la dependencia norteamericana o «capitalista», y de la rusa o «comunista». Estuvo acorde con los cambios y conquistas sociales para mejorar las condiciones de vida de los hondureños; igual que coincidió con un socialismo humanizado, verdaderamente democrático, respetuoso a la justicia y garante de la vida y propiedades.
No comulgaba con el internacionalismo como forma de injerencia o intervención política y económica para acuerpar los intereses estratégicos de cualquier superpotencia. Propugnaba por un nacionalismo patriótico, que hiciera realidad la independencia y emancipación política y económica de Honduras.
Le tocó vivir en un período convulso de nuestra historia, en que se hacían revoluciones sin fines ideológicos y patrióticos, y únicamente para acuerpar las ambiciones de mando de grupos privilegiados, que deseaban usufructuar las alturas del poder y los beneficios económicos consiguientes.
Tuve la oportunidad de convivir con él en mi infancia, en su casa de Juticalpa, con una pared de por medio; tenía largas y profundas pláticas diarias con mi padre, el doctor Romualdo Irías Cálix. Sentía yo una profunda admiración por él, cuando expresaba sus autorizados y bien fundamentados criterios sobre diferentes aspectos de la vida nacional.
Cuando mi padre le hacía alguna pregunta, se concentraba, su rostro se ponía inmóvil y parecía que sus respuestas eran consultadas con los poderes y fuerzas cósmicas del universo.
Siempre he creído que el doctor Lobo Herrera tenía visión profética, que vivió en una época que no le correspondía, porque sus pensamientos se proyectaban con tal magnitud y fuerza, que vislumbraban la vivencia y realización de futuros acontecimientos.
Si hubiera nacido en un país europeo como Francia o Italia, etc., se le hubiera considerado como un genio o un predestinado; pero desgraciadamente las incomprensiones del medio ambiente y la ceguera intelectual de sus contemporáneos no supieron captar todo los destellos y las enseñanzas que se podían obtener de este ser superdotado y clarividente.
Su poder mental era tan grande y poderoso que no se podía circunscribir a nuestros límites físicos y astrales. De haber sido presidente de Francia, en la «Ciudad Luz», a la que amaba tanto, casi como a Olancho, hubiera realizado profundas reformas sociales con proyecciones futuristas a nivel mundial.
Su vida se podía catalogar como la de un místico, atormentado, inconforme, inquieto, sofisticado, incomprendido y constante luchador por el perfeccionamiento espiritual y material del ser humano.
Gozó de una sólida posición económica que le dejaron sus padres; y su fama, como profesional del Derecho, le inundaron su bufete de tanto trabajo y que aunque le llenaban sus arcas diariamente le agotaron su resistencia y capacidad física.
Su hermano, FRANCISCO LOBO HERRERA, brillante juventud estudiosa, murió en acción de guerra en «El Corpus», Choluteca, junto con POLICARPO IRÍAS MENDOZA, también intelectual de altos kilates y olanchano —hermano de mi padre—, luchando por redimir esta patria tantas veces mancillada por seudo demócratas, que en nombre de la libertad esclavizaban estos pueblos.
Su lápida funeraria bien podía llevar este epitafio:
«Aquí yace un hombre que con sus ideas, iluminó el sendero de la superación multilateral de sus conciudadanos».
Agora y’es tarde
Por: Daniel Laínez
Eran bien fundaos todos mis temores;
que vayan al diantre todos los dotores
con sus polquerías, que agora y’es tarde…
Agora y’es tarde,
querida hermanita,
ya duerme pá siempre nuestra magrecita…
Botá toititas esas medecinas;
guindá de la puerta las negras cortinas;
pero antes de todo
ayúdame a vestirla de cualesquier modo…
pongámosle aquella brillante camisa
que trujo del pueblo en la feria pasada,
aquella camisa
de seda floreada.
Pongámosle aquellas enaguas de lana
que el día é su santo le trujo ña Juana;
y el escapulario,
y aquel collarcito de negros pacones
con qu’ella mesmita rezaba el rosario
a toitos los santos de sus devociones…
Bien te lo decía
que al brincar la luna se nos morería…
ya lo presentía,
querida hermanita,
ya lo presentía….
La gallina zapa toitita la noche pasó cacareando
Que triste cantaban los gallos en los corredores….
Toitita la noche
pasaron cantando,
toitita la noche….
¡Qué noche tan triste, tan larga y oscura!
Mi cuerpo temblaba de justos temores,
pos ya presentía
que al brincar la luna se nos morería….
¡Sé juerte, hermanita, no seas cobarde!
yo voy ora mesmo a’brir la sipultura….
y si acaso se asoman po’ aquí los dotores,
deciles llorando qu’agora y’es tarde….
¡Que vayan al diantre con sus medecinas!
Deciles qu’ es tarde, querida hermanita….
¡que duerme pá siempre nuestra magrecita!
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Daniel Laínez
Por: Mario R. Argueta (2004)
Nació en Tegucigalpa (1914), falleció (1959). Autor de: Voces íntimas. Versos. Tegucigalpa, 1935. Cristales de Bohemia. Poesías. Tegucigalpa, 1937. A los pies de Afrodita. Sonetos. Tegucigalpa, 1939. Islas de pájaros: poemario marino. Tegucigalpa, 1941. Rimas de humo y viento. Poemas para niños. Tegucigalpa, 1945. Estampas locales. Tegucigalpa, 1948, Antología poética. Tegucigalpa, 1950. Al calor del fogón. Poemas regionales. Tegucigalpa, 1955. Un hombre de influencia. Tegucigalpa, 1956. Poemario. Tegucigalpa, 1956. Manicomio. Tegucigalpa, 1980. La Gloria. Tegucigalpa, 1983.
Premio Nacional de Literatura «Ramón Rosa» en 1956. Para Francisco Salvador Aguilar, fue Laínez «muy conocedor del lenguage y mentalidad de la clase popular. Escribió varios ejercicios teatrales: «Timoteo se divierte», «Un hombre de influencia», y «Una familia como hay tantas». Su tesis es social, de diálogo fácil, vernáculo, pero hay que destacar el juego del idioma y la forma del lenguaje. Supo hacer hablar a sus personajes a la manera hondureña, con médula verdadera. Aficionado un poco al humor negro, lleva sus obritas hacia lo grotesco y les inyecta cierto sentimentalismo».
Perteneció a la generación literaria de 1935. De acuerdo a Manuel Salinas, «La producción literaria de Daniel Laínez es variada. Quizá es el escritor más prolífico de la generación del 35. Trabajador incansable en el arte creador publicó 13 libros, donde cultivó la poesía, el cuento, la novela, el teatro y el ensayo… incursiona luego en un campo totalmente nuevo y poco tratado por los poetas hondureños: la literatura infantil… también cultivó la prosa narrativa… En la rama de teatro Daniel Laínez publicó en 1946 la pequeña pieza «Timoteo se divierte», especie de sainete, juguete cómico como lo llamaba él, y en 1956 «Un hombre de influencia», breve comedia en tres actos».