Archivo de la categoría: historia

Francisco Morazán, prócer de Centro América

Francisco Morazán Morazán nació en la ciudad de Tegucigalpa, el 3 de octubre de 1792. Fueron sus padres don Eusebio Morazán y doña Guadalupe Quezada de Morazán.

Francisco Morazán no fue alumno de academia militar alguna, ni estuvo en servicio activo en ningún cuartel para prepararse en el arte de la guerra. Su admirable estrategia militar fue innata, cultivada en el momento trágico, exigido en defensa de la Libertad y de la Justicia de los pueblos centroamericanos.

Morazán comenzó a figurar en la vida pública centroamericana el 28 de septiembre de 1821, que llegaron a Tegucigalpa los Pliegos de la Independencia, y se dio a conocer a los habitantes de la Villa, el contenido de los oficios que se denominaron: “Los Pliegos”, que no eran más que el acta de separación que el Reino de Guatemala hizo de la Madre España, el 15 de ese mismo mes y, el manifiesto que, sobre el particular emitió el capitán general del reino don Gabino Gaínza.

Durante la jefatura del Estado ejercida por el licenciado don Dionisio de Herrera, el general Francisco Morazán fue nombrado secretario; en dicho opuesto, dio a conocer su talento y valor militar en la defensa del sitio de Comayagua del 7 de abril al 9 de mayo de 1827, y se definió como estratega, librando la batalla de La Trinidad, el 11 de noviembre del mismo año, en la que obtuvo triunfo contra las autoridades centroamericanas arbitrarias, representadas en Honduras por el coronel Justo Milla.

Morazán, en su calidad de Jefe de Estado de Honduras, regresó a pacificar el país. Logrado su objetivo pacifista, Morazán se dedicó a organizar su Ejército Aliado Protector de la Ley.

Convocado el pueblo a elecciones para elegir presidente Federal, entraron en contienda eleccionaria don José Cecilio del Valle y el general Francisco Morazán. El Congreso Centroamericano hizo el escrutinio de votos y, no teniendo ninguno de los contendientes mayoría, declaró electo al general Francisco Morazán para el período 1830-1834. Morazán tomó posesión de su elevado cargo el 16 de septiembre del año de su elección.

En el primer período de gobierno centroamericano de Francisco Morazán, dedicó sus energías y entusiasmos a hacer efectivos en Centro América, los principios democráticos; se reglamentó la instrucción pública, se estableció la Academia de Estudio, se organizó el ejército, se estimuló la función de la Universidad de San Carlos, del Colegio de Abogados y del Protomedicato, se protegió a las industrias y se organizó el organizó el servicio diplomático. Durante este primer período de gobierno federal tuvo que librar en territorio salvadoreño y contra sus respectivos jefes de Estado (José María Cornejo y Joaquín San Martín).

Próximo el período para elegir nuevo presidente Federal, entraron en contienda eleccionaria don José Cecilio del Valle y el general Morazán. Por elección popular resultó favorecido Valle, más no ocupó tan delicado cargo porque falleció el 2 de marzo de 1834. El Congreso Federal, con motivo de la muerte de Valle, convocó al pueblo centroamericano a elecciones, resultando electo, por segunda vez, para el cargo de Presidente Federal, el general don Francisco Morazán, quien tomó posesión el 14 de febrero de 1835.

Se presentó ante Morazán don José de Aycinena, del Partido Conservador, para excitarle a que asumiera la DICTADURA, dada la gravedad de los actos cometidos por Rafael Carrera. El general Morazán contestó con indignación al proponente que: “no podía dar aquel paso por estar en pugna con los principios democráticos que él profesaba”. Fracasado Aycinena en su oferta al general Morazán, tocó el turno a don Manuel Francisco Pavón, quien recibió por respuesta: “que se sometía a la suerte que combatiendo por todas partes tal vez sucumbiría; pero sucumbiría con honor”. Por tercera vez don Mariano Rivera Paz, en su función de presidente del Estado y Juan José Aycinena, conferenciaron con el general Morazán, tratando de convencerle de la conveniencia de hacerle dictador. Sus gestiones no tuvieron resultado favorable. Agotadas las gestiones hechas por los políticos, los jefes de gobierno y jefes de la nobleza, ante el general Morazán, por que se decidiere por la dictadura; las damas de la aristocracia intervinieron halagando la vanidad del presidente Federal.

No logrando la nobleza y el clero de Guatemala quebrantar la moral del general Morazán por medio de la ambición de mando para que violara los principios democráticos, dispusieron prestar  su mayor apoyo a Rafael Carrera; para estimular al máximo su ambición de gloria y, por lo tanto, su esfuerzo de suprimir del escenario centroamericano al general Morazán. Mas, como el medio en todo efectivo para lograr dicha supresión era el de la emboscada, para el asesinato, pusieron en ejecución sus proyectos en el lugar denominado “El Guapinol”, siendo la víctima del disparo, el licenciado Juan E. Milla, joven hondureño, recién nombrado secretario privado de Morazán, quien marchaba al lado de su jefe.

Un segundo atentado ocurrió en la hacienda de Arrazola. Se le preparó debidamente una habitación de la casa, comunicada con otro cuarto en donde se encontraban varios individuos armados, con órdenes severas de suprimir de la vida al valioso centroamericano. A la hora de cometer su crimen, los asesinos se acobardaron y con la mayor prudencia huyeron para no ser descubiertos.

Morazán tomó posesión por segunda vez del cargo de presidente Federal el 14 de febrero de 1835. Su función, como tal, terminó al ser emitido el decreto del 30 de mayo de 1838 por el Congreso Federal, reunido en San Salvador.

En la madrugada del 16 de septiembre de 1839, un grupo de facciosos enviaron de inmediato una comisión a solicitar del jefe de Estado el depósito del gobierno en don Antonio J. Cañas, conminándole a que, si no accedía, su familia sería pasada a cuchillo. Morazán, una vez que reflexionó, dijo a los comisionados: “Los seres que mis enemigos tienen en su poder, son para mí sagrados y hablan vehementemente a mi corazón, pero soy el jefe de Estado y, mi deber es atacar; pasaré sobre los cadáveres de mis hijos, haré escarmentar a mis enemigos, y no sobreviviré un solo instante más a tan escandaloso atentado.”

Morazán marchó tras los comisionados hacia la capital. Reforzó su tropa con los ciudadanos fieles a su gobierno; tomó la plaza y rescató a su familia sin haber recibido ésta el menor daño.

Al amanecer del 25 de septiembre, Morazán, a la cabeza de 500 salvadoreños, atacó a las fuerzas aliadas, derrotándolas en dura lucha. El jefe invasor huyó herido, dejando abandonado todo lo que le acompañaba.

El 8 de abril de 1840, en el puerto de la Libertad, Morazán se embarcó en la goleta «Izalco». Desembarcó en playas panameñas. Se dirigió a la ciudad de David donde escribió su célebre MANIFIESTO AL PUEBLO CENTROAMERICANO.

Después de permanecer seis meses en David, marchó al Perú, llamado por el mariscal Gamarra, presidente de aquel país. A su ingreso le hizo varias ofertas, Morazán declinó todas ellas. Después de tres meses en la ciudad de Lima, Morazán recibió firmada el 22 de agosto, una proclama del Supremo Director del Estado de Nicaragua; en ella llamaba con urgencia a los centroamericanos a defender la soberanía de la nación, violada por los ingleses, ocupando el puerto de San Juan del Norte e imponiendo el reconocimiento del rey mosco, creado en territorio centroamericano por Inglaterra.

De acuerdo con el punto 2º del convenio de El Jocote, se convocó a una Asamblea Constituyente, la que el 10 de julio de 1842, eligió al general Morazán, Jefe Constitucional del Estado.

El 11 de septiembre de 1842, Florentino Alfaro se insurreccionó en Alajuela y marchó a San José a la cabeza de 350 hombres que estaban listos para enfrentarse al problema bélico que surgiera con Nicaragua. La familia de Morazán fue apresad en la calle, y conducida a la habitación de don José Antonio Pinto.

Morazán se dirigió a Cartago, en esta ciudad residía su amigo Pedro de Mayorga, en cuya casa se hospedó. La esposa de Mayorga informó a sus huéspedes de la acción repugnante de su esposo de haber ido a dar cuenta de la presencia de ellos en su casa, después de haberle recibido con las mayores atenciones. Minutos después Morazán, J. Miguel Saravia y Vicente Villaseñor eran reducidos a la prisión. A la sala de los prisioneros se presentó el oficial Daniel Orozco a manifestar que el ejército vencedor pedía se engrillara a los presos. Tal petición deprimió a J. Miguel Saravia que apeló a sus pistolas para suicidarse. Morazán se las quitó. Vicente Villaseñor se apuñaló en el costado izquierdo. Saravia tomó un veneno que conservaba en un anillo. Morazán se mantuvo sereno en la ruda prueba a la que le sometían sus enemigos. Solicitó no retiraran del lugar el cadáver de Saravia y se dedicó a atender a Villaseñor.

Por orden de J. Antonio Pinto, los prisioneros fueron trasladados a San José, al general Villaseñor se le condujo en hamaca. A Morazán se le permitió ir montado. Mas, al llegar al sitio de las Moras, el capitán Benavides ordenó se desmontara.

A la vista de tanta gente en actitud de recogimiento, Morazán dijo al señor Vijil: “Con qué solemnidad celebramos nuestra independencia”. Los prisioneros fueron alojados en el edificio de la Corte. En la capital josefina les condenaron sus enemigos a la pena capital.

Ningún tribunal se reunió para oir y juzgar a conciencia a los prisioneros. J. Antonio Pinto dispuso su ejecución. Tal disposición se les comunicó dos horas antes de cumplirse la orden. Morazán dictó a su hijo Francisco su testamento. Lo hizo con calma y lucidez de su inteligencia, actitudes propias de un hombre superior.

Morazán, antes de ir al patíbulo pidió se le permitiera dirigir una circular a los demás gobiernos centroamericanos, lo que no se le concedió.

Caminó con paso firme de la prisión al lugar en donde fue ejecutado. A Villaseñor le condujeron en una silla. Morazán le sentó en el banquito y le arregló el cabello diciéndole, al propio tiempo: “Querido amigo: la posteridad nos hará justicia”. Al despedirse de sus amigos legó sus restos a El Salvador y, les rogó los trasladasen a aquella tierra.

Morazán rogó al jefe de la columna que cumpliría la sentencia, le permitiera el mando del fuego. Concedida esta gracia, dijo a los tiradores: “Apuntad bien, hijos”. Luego, entreabriéndose la camisa, se quitó un relicario que entregó a don Mariano Montealegre, rogándole depositarlo en manos de su señora Josefa. Corrigió una puntería que observó mala y dijo: “Ahora bien… ¡Fuego!”. La descarga fue estrepitosa, confusa, por el humo de la pólvora se le vio levantada su cabeza y se le escuchó decir: “¡Estoy vivo!”… Una nueva descarga de fusilería cegó su vida.

La ejecución de Francisco Morazán y Vicente Villaseñor tuvo lugar a las 6 de la tarde del día 15 de septiembre de 1842, en el propio día del veintiún aniversario de la separación del Reino de Guatemala, colonia de España.

Tomado del suplemento de El Heraldo: “Evolución histórica de la independencia de Honduras”, del martes 7 de septiembre del 2010.

Efemérides del mes de Septiembre

Septiembre 6, 1531 Desígnase Trujillo como sede del Obispado, que había sido fundado en 1527 por el Papa Clemente VII.
Septiembre 8, 1525 Hernán Cortés desembarca en Puerto Caballos, hoy Cieneguita.
Septiembre 12, 1860 Fusilamiento de William Walker en Trujillo.
Septiembre 13, 1977 Los Reyes de España, Juan Carlos y Sofía, visitan Honduras.
Septiembre 15, 1821 Se proclama en Guatemala la Independencia de Centro América.
Septiembre 15, 1842 Morazán muere fusilado en San José de Costa Rica.
Septiembre 16, 1824 Dionisio de Herrera toma posesión de la Jefatura del Estado de Honduras.
Septiembre 19, 1847 Inauguración de la Universidad de Honduras.
Septiembre 19, 1974 El Huracán Fifí azota la Costa Norte de Honduras.
Septiembre 20, 1855 Muere en Tegucigalpa el Padre José Trinidad Reyes.
Septiembre 20, 1952 Nace en Catacamas el ex-presidente Manuel Zelaya Rosales.
Septiembre 21, 2009 Manuel Zelaya se recluye en la embajada de Brasil en Tegucigalpa.
Septiembre 22, 1812 Llegan a Comayagua los pliegos de la Constitución de Cádiz.
Septiembre 28, 1821 Llegan a Tegucigalpa y Comayagua los pliegos de la Independencia.
Septiembre 29, 1578 Se funda el Real de Minas de San Miguel de Tegucigalpa.

La Carta Rolston

Cortes Development Company

Puerto Cortés, 20 de Junio de 1920.

Sr. Licenciado Luis Melara.
San Pedro Sula.

Estimado Luis:

  1. Te envío un pliego de instrucciones, su portador es San Cariuther. Así mismo recibirás de él una caja. Contiene un valioso obsequio que el viejo manda para que se le entregue a Doña Anita. Prepárate el discurso. Ya se imaginará la Reina Victoria o superior. Es posible deslumbrarla.
  2. Me hace ver en todo esto el método de dureza siempre recomendado por Pemberton y el judío Lazarus. ¿No crees tú lo mismo? Desean conservar su pedestal inamovible, es mi idea.
  3. Para que nuestros grandes sacrificios y nuestras cuantiosas inversiones no hayan sido hechas en vano; debemos adquirir y apoderarnos tanto de territorios de la nación como de particulares, y todas las riquezas que nos permita nuestra capacidad adquisitiva y nuestro poder de absorción.
  4. Debemos propender al crecimiento de nuestra Empresa y, obtener todas las posibilidades que nos ofrezcan nuestros campos de explotación, en fin, debemos obtener todas las tierras que a nuestros intereses estratégicos se hagan aparecer como deseables, que garantizan nuestro futuro desenvolvimiento y desarrollo agrícola, incrementando nuestro poder económico.
  5. Debemos obtener contratos implacables, de tal naturaleza que nadie pueda sustentar competencia, ni en el futuro lejano; a fin de que cualquiera otra empresa que se estableciera y pudiera desarrollarse, tenga nuestro control y se adapte a nuestros principios establecidos.
  6. Debemos obtener concesiones, privilegios, franquicias, abrogación de impuestos aduaneros, exonerarnos de toda carga publica, de gravámenes y de todos aquellos impuestos y obligaciones que mermen nuestras utilidades y de nuestros asociados.Debemos erigirnos una situación privilegiada, a fin de imponer nuestra filosofía comercial y nuestra defensa económica.
  7. Es indispensable cultivar la imaginación de estos pueblos avasallados, atraerlos a la idea de nuestro engrandecimiento y de una manera general a políticos y mandones que debemos utilizar. La observación y estudio cuidadoso nos permite asegurar que este pueblo, envilecido por el alcohol, es asimilable para lo que se necesita y destina. Es en nuestro interés preocuparnos porque se doblegue a nuestra voluntad esta clase privilegiada que necesitamos a nuestro exclusivo beneficio; generalmente, estos como aquellos, no tienen convicciones, carácter y mucho menos patriotismo; y solo ansían cargos y dignidades que, una vez en ellos, nosotros se los haremos más apetitosos.
  8. Estos hombres no deben actuar por su propia iniciativa, deben actuar en el sentido de los factores determinantes y a nuestro control inmediato.
  9. Debemos separar a nuestros amigos que han estado a nuestro servicio, que consideramos envilecidos por su lealtad, pues tarde o temprano nos traicionarán. Alejarlos sin que se sientan ofendidos, y tratarlos con alguna deferencia para no servirnos más de ellos. Tenemos necesidad, sí, de su país, de sus recursos naturales, de sus costas y puertos que poco a poco debemos adquirir.
  10. De una manera general todas las palabras y pensamientos deben dar vuelta en torno a estas palabras: poderío, bienestar material, campos de trabajo, disciplina y método. Hay que proceder con sutileza, no exponernos a ninguna idea que nos señale, o justifique nuestra pretensión dominadora. Nada de acción bienhechora ni consideraciones, en resumen, ningún aliento generoso: Si nuestros proyectos terminasen mal, tomaríamos una nueva orientación, nos haríamos más modestos, más sencillos, más simpáticos y quizá buenos.
  11. Debemos producir un desgarramiento en la incipiente economía de este país para aumentar sus dificultades y se faciliten nuestros propósitos. Debemos prolongar su vida trágica, tormentosa y revolucionaria. El viento sólo debe soplar a nuestras velas, y sus aguas humedecer no más que nuestras quillas.
  12. Estamos pues en el punto de partida, tú conoces mejor los hombres que yo. A tu llegada te mostraré una lista de las tierras que debemos obtener, si es posible, de inmediato; debemos parar a Goodel en «Bográn State», vamos a forjarnos un plan bien estudiado para su desarrollo.

Nos veremos.

(f) H. V. Rolston.

La Prensa, 1-IV-90, p. 23.

Anális Crítico

La Carta Rolston ha circulado entre sectores de la izquierda hondureña cómo un texto de lectura obligada por su contenido revelador.

En mi opinión la Carta Rolston es claramente un fraude, un bulo, una invención, una fabricación que fue creada como instrumento de propaganda marxista, un bodrio al estilo de Los protocolos de los sabios de Sion.

Este texto, con fecha del año 1920, fue publicado por primera vez por el desaparecido periódico «Vanguardia Revolucionaria», una publicación de agitación comunista, en el verano de 1953, un año antes de la famosa huelga bananera del 54. Se nos dice que el documento fue encontrado en 1953 dentro del archivo personal del abogado Luis Melara.

El supuesto autor de la carta: Hillyer V. Rolston, era en ese tiempo el segundo hombre al mando de la compañía bananera Cuyamel Fruit Company, dirigida por Samuel Zemurray, empresario norteamericano de ascendencia judía.

La «doña Anita» que se menciona en el texto es una referencia a la esposa del presidente Rafael López Gutiérrez (1920-1924).

Otro personaje que menciona el texto es el señor Pemberton, quien fue el creador de la Coca Cola.

El primer indicio de fraude es el lenguaje que se emplea en la carta: un español bien cuidado, de estilo literario, incluso poético, como cuando dice: «El viento sólo debe soplar a nuestras velas, y sus aguas humedecer no más que nuestras quillas«. ¿Cómo se dirá eso en inglés? No hay ningún indicio en el texto de ser una traducción del idioma inglés, o tener giros propios del idioma inglés, el cual es el idioma nativo del supuesto autor.

El segundo indicio es el contenido del mensaje y el propósito del mismo. ¿Cómo es que de la nada aparece un discurso sobre la orientación amoral de la empresa y una denuncia de la falta de patriotismo de los empleados públicos hondureños? Uno esperaría que los temas tratados por hombres de negocios sean eminentemente prácticos, sin muchas divagaciones filosóficas. Incluso si eres un empresario malvado, no necesitas hacer alarde de tu maldad todo el tiempo. Se adivina cuál es la audiencia a la que está destinado el texto, y no es el licenciado Melara, sino el público hondureño en general, y los empleados de las compañías bananeras en particular, que experimentarán indignación moral al leer el panfleto.

Aquí se cuestiona el carácter moral del pueblo hondureño: «La observación y estudio cuidadoso nos permite asegurar que este pueblo, envilecido por el alcohol, es asimilable para lo que se necesita y destina«. Esto se escribe para que el empleado bananero se sienta indignado al ser cuestionado su carácter moral. Se le dice que él es fácilmente manipulado por el capital extranjero, por lo que se le exige que se rebele a las bananeras y al gobierno. Los comunistas luego cosecharán los frutos de esa rebelión.

Se hace una advertencia a los que esperan seguir recibiendo recompensas de las compañías bananeras de que serán traicionados por su lealtad: «Debemos separar a nuestros amigos que han estado a nuestro servicio, que consideramos envilecidos por su lealtad, pues tarde o temprano nos traicionarán. Alejarlos sin que se sientan ofendidos, y tratarlos con alguna deferencia para no servirnos más de ellos«. Esto se escribe para que los empleados y funcionarios que se sienten beneficiados por las compañías bananeras desconfíen de ellas y las traicionen.

«De una manera general todas las palabras y pensamientos deben dar vuelta en torno a estas palabras: poderío, bienestar material, campos de trabajo, disciplina y método«. Los autores del panfleto nos quisieran dar a entender que todas estas cosas son malas. «¡Abajo la disciplina, viva la anarquía!…» Absurdo.

«Hay que proceder con sutileza, no exponernos a ninguna idea que nos señale, o justifique nuestra pretensión dominadora«. Cómo la sutileza de escribir una carta describiendo lo malvados que somos.

«Nada de acción bienhechora ni consideraciones, en resumen, ningún aliento generoso…». Somos malos malosos, y no haríamos algo bueno que no nos beneficiara ni por accidente.

Particularmente delatador es este pasaje: «Debemos producir un desgarramiento en la incipiente economía de este país para aumentar sus dificultades y se faciliten nuestros propósitos. Debemos prolongar su vida trágica, tormentosa y revolucionaria«.

Esta política de «desgarramiento» de un país no es algo que busque un empresario con fines de lucro. Un país con «vida trágica, tormentosa y revolucionaria» no es un país apto para recibir la inversión extranjera. Los empresarios requieren un clima de estabilidad política para asegurar una retorno a su inversión, por eso es que las compañías bananeras apoyaron al gobierno del general Tiburcio Carías Andino, por que les proveía estabilidad cuando lo que sucedía anteriormente eran revueltas políticas que sucedían periódicamente conocidas como «montoneras».

Un país con vida «trágica, tormentosa y revolucionaria» es precisamente lo que buscaría un agitador comunista. Aquí los autores del panfleto se delatan. Acusan a sus enemigos de sus propios objetivos.

En realidad Samuel Zemurray no era el típico malvado capitalista que nos pinta la carta, ya que colaboró con la política del «New Deal» de Franklin Delano Roosevelt, ayudando a redactar los códigos de la Administración de Ajuste en la Agricultura y contribuyó financieramente con causas izquierdistas, como la revista «The Nation», a pesar de que Zemurray había escrito a «The Nation» en 1950 para corregir un artículo anterior en el que se refería a la United Fruit Company como «un obstáculo para el progreso en América Central». *

Existe un grano de verdad en la carta, y es que los directivos de grandes empresas no siempre tienen en cuenta el bienestar público al hacer sus cálculos económicos, o no siempre es su interés principal. Buscan a veces conseguir beneficios, concesiones, privilegios y obstaculizar a sus competidores. Esto no implica, sin embargo, que sean personajes malvados de caricatura, como los que se describen en este texto, o que siempre se salgan con la suya.

A pesar de las críticas, las compañías bananeras contribuyeron al desarrollo de la zona norte del país.

* Ver artículo de Wikipedia en inglés sobre Samuel Zemurray.

De cómo una transnacional atenaza a un pequeño país: Honduras

Esta es la tela de araña que la Standard Fruit Company ha formado sobre Honduras. Lo que aparece ante el público es solo la Standard, la bananera; pero toda esa tela de araña está a la sombra y es real y seguro que multiplica por muchas veces la fuerza de la bananera.

¿Quién duda que en un país tan pequeño y pobre como Honduras no puede mover un dedo sin permiso del pulpo? ¿Será aventurado decir que todos los productos agrícolas: bananos, piñas, azúcar, carne, aceite, que la Standard saca del país no le cuestan un dólar a la Standard, que se paga con creces con el resto que produce —el sudor de hondureño— y comercia en el país? Claro que da trabajo y sueldos; pero los sueldos son para que los brazos no se mueran. Y si le viene bien suplir los brazos por máquinas, pues lo hace y deja a los brazos muriéndose.

Lo que está saliendo del país son alimentos, y están saliendo de un país pobre, con hambre y miseria, y es llevado a países ricos que viven sobrealimentados.
La historia de estos pulpos no ha sido muy limpia: han puesto y han quitado gobiernos a su antojo, han corrompido a políticos y militares y han sido capaces de retirarse de una región, después de haberle quitado el jugo, llevándose en el último tren los rieles del ferrocarril que ya no van a usar y dejando a las gentes desesperanzadas, sin educación para seguir por sí mismas y con una infraestructura pensada sólo para el tiempo de permanencia de la transnacional.

La nota más amarga de la mala conducta de estas compañías la tiene Guatemala. La época probablemente más bonita de su historia —la revolución del 44 al 54— finalizó porque la United Fruit Company veía peligrar sus intereses por una ley sobre tierras ociosas que le afectaba, y por la apertura de una carretera que iba a poner al reino de la frutera en contacto con el resto del país. La UFCo movió la enorme maquinaria bélica del Reino del Norte, invadió Guatemala, puso de presidente al General invasor, Castillo Armas, y abortó una primavera.

Las bananeras entran a Honduras con el pretexto de hacer ferrocarriles. Hoy, después de 100 años, Honduras no tiene un solo kilómetro de ferrocarril. Las decisiones de estas compañías se toman, en San Francisco, a miles de kilómetros geográficos y a años luz de los intereses de Honduras. Una potencia como esta tela de araña da a entender, que hubiera sido muy capaz de producir desarrollo humano si hubiera sido su voluntad. La voluntad fue otra, como demuestra la carta que transcribimos a continuación:

La Carta Rolston

Tomado del libro “La Fábrica de la Miseria”.