Gina Kawas escribe un artículo en el que trata de sostener la tesis de que el socialismo está luchando contra la libre empresa.
Para ella el problema del socialismo es que en él las instituciones del Estado tienen «demasiadas facultades» y que esto termina degenerando en una burocracia ineficiente. Esta es la conocida tesis de que las empresas privadas siempre son más eficientes que las organizaciones del Estado.
Poniendo como modelos de socialismo latinoamericano a países como Venezuela, Bolivia, Brasil, Ecuador y Brasil; ella considera que estos Estados «a través de bonos y subsidios mantienen en dependencia a sus poblaciones, pero no promulgan la verdad innegable que el mejor programa social es generar empleo».
¿Y cómo se puede generar más empleo? Sencillo, mediante la libre empresa. Es decir, permitiendo que sean las empresas privadas las que provean de bienes y servicios, sin mayor intervención del Estado.
La consecuencia de esta concepción de la libre empresa es la privatización. Para generar mayor empleo habría que privatizar todas las empresas estatales, como las que proveen de electricidad y las empresas de telecomunicaciones. En Honduras, Gina Kawas sostendría que privatizar empresas como Hondutel, ENEE y SANAA produciría más empleo y resultaría en una mayor eficiencia económica. Pero no hay porque detenerse en estas grandes empresas; siguiendo esta misma lógica, también hay que privatizar los hospitales y centros de salud públicos, privatizar escuelas, colegios y universidades.
Es evidente que un programa de privatización de tal estilo recibiría una fuerte oposición popular, por lo que se necesitaría un gobierno de corte dictatorial para implementarlas. De hecho esto ya ha sucedido, como en el caso del Chile de Pinochet. Tal parece entonces que la democracia y la «libre empresa» no son compatibles.
Siguiendo la concepción de socialismo de Kawas, Honduras es un estado socialista, por la restricciones que tiene la empresa privada en Honduras y por el número de empresas públicas. El Partido Liberal y Nacional, de conocida tendencia conservadora, también serían partidos socialistas. Tal concepción de socialismo no es la que defienden los sectores de izquierda en Honduras, que consideran que el Estado de Honduras está siendo dirigido por una élite corrupta, en la cual se encuentran poderosos empresarios que utilizan al Estado para obtener grandes beneficios en contra de los intereses de la mayoría de la población.
Un socialismo sin representación popular no es socialismo. Un socialismo en el que una élite burocrática manipula a la población con bonos y dádivas para comprar voluntades no es a lo que aspira los sectores con simpatías de izquierda, aunque lamentablemente la teoría no siempre concuerda con la práctica.
Tampoco es evidente que la privatización generaría más empleo. En el caso de la Empresa Nacional de Energía Eléctrica, una privatización podría provocar un aumento a las tarifas, lo que sería perjudicial para la actividad económica.
No es evidente que las empresas privadas siempre sean más eficientes que las empresas estatales. En Honduras, como parte de una estrategia de privatización no declarada, se abandona deliberadamente a las empresas estatales a una gestión negligente, con lo que la idea de que las empresas del Estado son ineficientes se convierte en una profecía auto-cumplida para justificar su privatización.
Con las políticas de privatización se socializan las pérdidas y se privatizan las ganancias, beneficiando solo a un pequeño grupo de empresarios favorecidos por el Estado.
En lo que respecta a los países mencionados por Kawas, muchos de ellos cuentan con mejores indicadores económicos que Honduras, por lo que la idea de que imitar algunas de sus políticas nos afectaría económicamente no encuentra asidero. Para el caso de el país vecino de Nicaragua, algunas empresas transnacionales están emigrando de Honduras a Nicaragua por que encuentran allí un mejor ambiente para desarrollar sus actividades.
Recientemente se aprobó en Honduras un paquete de medidas fiscales que resulta una onerosa carga para el sector empresarial, especialmente para la pequeña empresa y para los sectores de bajos ingresos. Estas medidas, impuestas por el conservador Partido Nacional sin consultar con la población, se pueden considerar socialistas según la concepción de socialismo de Kawas. Irónicamente, el Partido Libertad y Refundación (LIBRE), que se considera de izquierda, sería un campeón de la libre empresa en este aspecto. El Partido LIBRE también propone la eliminación de exenciones tributarias y combatir a los monopololios y oligopolios, con lo que también se contribuiría a la libre empresa.
Con todo esto es claro que resulta una falsa dicotomía pretender que la derecha defiende siempre la libre empresa y que la izquierda siempre se opone a ella. Por otro lado no está claro que la concepción tradicional de «libre empresa» resulte siempre en la implementación del bien común. Por ejemplo, en lo que respecta al libre comercio, es sabido que la eliminación de aranceles puede perjudicar a los empresarios nacionales, aumentando el desempleo y la pobreza. En este sentido la izquierda se ha opuesto al libre comercio, y con buenos argumentos.
No todas las izquierdas son iguales. ¿Qué es mejor? ¿Una derecha corrupta o una izquierda inteligente? Según el empresario hondureño Adolfo Facussé: «Yo no me asusto con las ideas de izquierda, de una izquierda inteligente (…) a El Salvador no le ha ido mal, en Nicaragua los empresarios están contentos. Nosotros, sin tener un gobierno de izquierda tenemos un gobierno imbécil. A los empresarios no nos conviene gente muerta de hambre, gente pobre».