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Himno a Lempira

Lempira fue un líder indígena de origen lenca que comandó con éxito una alianza de tribus contra las fuerzas del imperio español en lo que hoy son los territorios de Honduras, por esa razón él se convirtió en un símbolo de la resistencia anti-imperialista, anti-colonial, anti-española y anti-blanca, así como símbolo de la identidad hondureña. Cuenta la historia que los españoles no lo pudieron vencer en buena lid y tuvieron que recurrir a un engaño traicionero. Vinieron a él con una bandera blanca simbolizando paz, y cuando se descuidó le dispararon con un arma de fuego. Hay quienes ponen en duda esa historia, como el historiador Mario Felipe Martínez (ver acá).

La moneda nacional de Honduras lleva el nombre de Lempira en honor a este reconocido personaje. Esto se hizo el 9 de marzo de 1931 con el decreto número 114. El billete de a uno lleva una efigie que lo representa, así como las monedas de veinte y cincuenta centavos.

El 20 de julio de cada año se celebra en Honduras un día de fiesta cívica nacional dedicado a Lempira. Esta fecha fue establecida formalmente mediante el decreto constitucional número 80-96 y publicado en «La Gaceta» número 28027 del martes 27 de agosto de 1996, aunque ya se celebraba mucho antes en las escuelas. En las escuelas de educación primaria se representa ese día el drama de la traición mencionada antes, y hay concursos de «indias bonitas». Es decir, que hay desfiles de niñas vestidas de indias.

Himno a Lempira

Letra: Luis Andrés Zúniga
Música: Francisco Ramón Díaz Zelaya.

CORO

Hondureños en épica lira
y en estrofas de magno fulgor
entonemos un himno a Lempira,
al patriota de heroico valor.

SOLO

Gran caudillo de huestes bravías
nuestros valles y agrestes montañas
contemplaron sus rudas hazañas
por ser libre por siempre luchó.
Semidios en su afán libertario,
él fue grande con todo grandeza,
él fue puro puro con toda pureza,
y a la patria su vida ofrendó.

SOLO

Invencible, soberbio, grandioso
de alma audaz y de cuerpo de acero
para herir al terrible guerrero
fue precisa la odiosa traición.
Y sin lucha valiente y sin gloria
al caudillo por fin derribaron;
mas los Andes nevosos temblaron
al caer en el gran Congolón.


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Lempira está en nosotros…

Lempira está en nosotros con su grito constante. El Señor de Piraera y el aguerrido Mota, recorren nuestras venas en busca de la Patria. Etempica en sus sueños vio llegar a Montejo y midió sus impulsos desde el llano a la cumbre. Copantl Galel entona su caracol gigante, cuyas notas resuena como un eco lejano. Cicumba lo comprende y prepara sus hombres, el Ulúa es testigo de sus cruentos combates. Benito es el baluarte de Olancho y Comayagua, sus puntos de vanguardia nada saben del sueño. Toreba lo secunda de Trujillo al Guayape, el temible guerrero del ataque al ataque. Nosotros somos ellos, su tierra es nuestra tierra. Todos en un abrazo somos un solo aliento.

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Refranes sobre indios

  1. Indio comido, puesto al camino.
  2. Conforme es el indio, es la maleta.
  3. El indio montañero a todos sin excepción palea.
  4. El indio no se ablanda ni siquiera en el amor.
  5. Demasiados caciques y pocos indios.
  6. Si poropo almuerza india, poropo le da a indio.
  7. Según el indio, así es el motete.
  8. Muchos indios y pocas tortillas.
  9. Un indio menos, una tortilla más.
  10. Un indio menos, un plátano más
  11. Se me subió el indio.

La historia del cacique Lempira

El cacique Lempira

Lempira fue un importante líder de la resistencia indígena contra la dominación española. Su zona de operaciones fue un extenso y áspero territorio en la mitad sur de lo que ahora es el departamento de Lempira en Honduras.

El cronista Antonio de Herrera describe a Lempira —cuyo nombre significa ‘Señor de la Sierra’— como “de mediana estatura, espaldudo y de gruesos miembros, bravo y valiente y de buena razón, nunca tuvo más de dos mujeres y murió de 38 a 40 años”.

En el año de 1537, después de la muerte del cacique Entepica, de quien fue lugarteniente, Lempira logró convocar a 200 pueblos para que pelearan unidos contra los españoles, incluyendo a la tribu de los Cares, tradicionales enemigos de la tribu de los Cerquines a la que pertenecía Lempira.

Lempira logró persuadir a 30,000 hombres para luchar por su libertad, y ofreció ser su capitán para conducirlos a la victoria, prometiendo afrontar los mayores peligros, porque consideraba inaceptable que tantos hombres valientes fueran sometidos por unos pocos extranjeros.

Los guerreros se posicionaron en sitios altos y fortificados, llamados “peñoles” por los españoles, a los que conducían a toda la comunidad con abundantes provisiones.

Los principales peñoles de la alianza indígena fueron el cerro Gualapa, el pico de Congolón, el cerro de Coyocutena, el Peñón de Cerquín, el cerro de El Broquel y las lomas de Gualasapa.

Pero el atrincheramiento más importante fue sin duda el Peñón de Cerquín, dirigido por el propio Lempira. El gobernador español de la provincia, Francisco Montejo, entendió que si se quería avanzar en el proceso de la conquista había que apoderarse de esta fortaleza, para lo cual designó al capitán Alonso Cáceres, quien con sus hombres sitió al peñol durante seis meses; pero los indios —que estaban con sus mujeres e hijos bien aprovisionados de víveres— resistieron valientemente el sitio, causando numerosas bajas españolas con sus fechas provistas de agudas piedras de pedernal.

Viendo la valiente resistencia indígena el capitán Alonso Cáceres decidió tomarse la fortaleza por medio de la traición. Para ello dispuso que un soldado se aproximase con su caballo a una roca donde Lempira estaba de pie, y que, mientras le hacía proposiciones de paz, otro soldado cabalgando a la grupa, le disparara con su arcabuz. La estratagema se cumplió al pie de la letra, y al morir el capitán indígena, la numerosa tropa que lo acompañaba se dispersó por los montes, y poco después se rindió a los españoles.

El cronista Herrera narra así el episodio de la traición: “el capitán Cáceres ordenó que un soldado se pusiese a caballo, tan cerca que un arcabuz le pudiese alcanzar de puntería, y que este le hablase, amonestándole, que admitiese la amistad que se le ofrecía; y que otro soldado estando a las ancas, con el arcabuz le tirase; y ordenado de esta manera, el soldado trabó su plática y dijo sus consejos y persuasiones, y el cacique le respondía que ‘la guerra no había de cansar a los soldados ni espantarlos, y que el que más pudiese vencería’; y diciendo otras palabras arrogantes, más que de indio, el soldado de las ancas le apuntó cuando vio la ocasión, y le dio en la frente, sin que le valiese un morrión, que a su usanza tenía, muy galano y empenachado”.

Por tradición se sostiene que Lempira cayó en el sitio de Piedra Parada, cerca de el Pico Congolón, aunque también hay otro sitio conocido como Piedra Parada cerca de Erandique; pero las investigaciones en el terreno conducen a pensar que el héroe indígena pereció en el propio Peñón de Cerquín.

El historiador hondureño Mario Felipe Martínez ha puesto en duda la versión de la muerte de Lempira de Antonio de Herrera, después de descubrir en el Archivo de Indias una probanza que presentó en 1558 ante las autoridades españolas de México el soldado Rodrigo Ruiz.

El documento es de suma importancia, porque confirma la existencia real de Lempira —al que algunos hondureños de escasa fibra patriótica consideran una leyenda— el nombre del cacique (al que se refiere como El Empira), la descripción de la guerra y el escenario de la misma.

El propósito del soldado Rodrigo Ruiz al escribir esta probanza era impresionar a las autoridades españolas con el fin de obtener una pensión para los últimos años de su vida. Allí Rodrigo cuenta la hazaña de haberse enfrentado solo ante Lempira, provisto de su espada y rodela, llevando su cabeza como trofeo y recibiendo en el camino muchas heridas de parte de los indios, heridas que casi le provocan la muerte.

Aunque Rodrigo apoya su dicho con el informe de varios testigos —algunos supuestamente presenciales— no se puede confiar totalmente en el testimonio de unos compañeros de guerra dispuestos a ayudar a su amigo en un hecho de unos veinte años atrás.

Por su parte el obispo Cristóbal de Pedraza —quien se destacara por su defensa de los indígenas— en una fecha tan fresca como lo es el 18 de mayo de 1539 informa desde Gracias a los Reyes de España que a Lempira fue necesario vencerlo con ‘cierta industria’, es decir, no en combate frontal, como dice Ruiz.

Fuente: Evolución Histórica de Honduras.
Longino Becerra. (2009)

Efemérides del mes de Julio en Honduras

Julio 1°, 1823 Las provincias que formaban el Antiguo Reino de Guatemala se declaran libres e independientes de España, de México y de cualquier otro país extranjero, así del antiguo como del nuevo mundo.
Julio 1°, 1950 Inicia sus operaciones el Banco Central de Honduras.
Julio 1°, 1950 Inicia sus operaciones el Banco de Fomento.
Julio 1°, 1985 Desaparece el Centro Regional de Entrenamiento Militar (CREM) y se forma el Décimo Quinto Batallón de Infantería, al mando del Teniente Coronel Ángel Ricardo Luque Portill.
Julio 4, 1983 Creación del departamento de Cortés.
Julio 4, 2009 La OEA suspende injustamente a Honduras de su derecho a participar en ese organismo interamericano luego de la sucesión constitucional del 28 de junio.
Julio 6, 1828 Morazán triunfa en Gualcho sobre las fuerzas comandadas por Vincente Domínguez.
Julio 11, 1893 Creación del departamento de Valle.
Julio 14, 1848 Nace en Tegucigalpa el Dr. Ramón Rosa.
Julio 14, 1969 Día de la alevosa agresión de El Salvador contra Honduras.
Julio 20, 1536 Fundación de la ciudad de Gracias por el Capitán Juan de Chávez
Julio 30, 1502 Cristóbal Colón, en su cuarto viaje, descubre la isla de Guanaja que él llamó “Isla de Pinos”.

Al General Cabañas

José Trinidad Cabañas

Por: Rafael Heliodoro Valle

Su vida fué como la luz del día;
todos dicen que a nadie le hizo mal;
y en su honor todo el mundo repetía:
«¡Qué manos tan puras las del General!»

Tal como el bronce, así era de trigueño;
y por honrado, tal como la miel.
¡Dicen que de estatura era pequeño,
pero un gigante sobre su corcel!

En su talón sintió la espina ingrata
y en sus sienes el lirio del decoro.
¡Y su barba de plata
y la espada de oro!

Merece el mármol porque no mentía
y así tan buenos pocos pueden ser;
¡Tuvo su ancianidad, la lejanía
de una montaña en el atardecer!

Ahora Honduras su retorno espera;
nos hace falta el sol de su Ideal:
¡En lo blanco y lo azul nuestra bandera
se parecía mucho al General!

Tomado del Libro de Lectura de Quinto Grado de Miguel Navarro. 1945.