Contrario a lo que se temía, no se reportaron actos vandálicos y no hubo enfrentamientos con la policía.
Manuel Zelaya viene con un nuevo discurso, más conciliador. Zelaya reconoce que el gobierno de Porfirio Lobo es legítimo, y que Honduras debe retornar a la OEA.
Esto representa un cambio diametral con el discurso extremista que antes manejaba Zelaya y la llamada «resistencia».
No entiendo las reacciones histéricas de los camisas blancas, cuando se alteran por la venida de Zelaya.
Zelaya ha abrazado el acuerdo Cartagena, el cual respeta las leyes del Estado de Honduras.
Lo malo, en mi opinión, son los distinguidos extranjeros que participaron en este evento político, apoyando abiertamente a Manuel Zelaya, quién ya no representa el Estado de Honduras. Esta abierta injerencia en los asuntos internos de Honduras es condenable.
Zelaya hizo esperar por más de dos horas a la multitud que lo esperaba, la que no resultó tan numerosa como se esperaba.