Se dice que hay más democracia en Honduras, debido a los avances en el proceso electoral.
Ahora hay voto domiciliario, antes la gente de las aldeas tenía que trasladarse a la ciudad para votar.
Ahora hay elecciones primarias, antes los candidatos presidenciales se elegían en las convenciones del partido.
Antes los candidatos a diputados y alcaldes se elegían «por el arrastre» de los candidatos presidenciales, ahora hay voto separado para alcaldes y diputados. Se puede «cruzar el voto» y ver la foto de cada candidato.
Antes la gente votaba por tradición política familiar, ahora la gente está más abierta a votar por el que creen que es mejor candidato.
Hemos cambiado para mejorar. ¿Verdad?
No es tan sencillo.
El voto domiciliario favorece el fraude al hacer más difícil la vigilancia en aldeas y caseríos.
Las elecciones internas resultan muy costosas, se produce mayor contaminación visual y auditiva debido al aumento de la propaganda política.
El aumento de la propaganda política aumenta el costo de una candidatura, volviendo a los candidatos más vulnerables a la manipulación de los grupos de poder económico y a la temible influencia del narcotráfico.
La gente vota por una imagen publicitaria, en vez de una hoja de vida. Muchos candidatos son desconocidos para la mayoría de las personas. Es difícil tomar una decisión informada.
Al votar por los que se perciben como más buenos, guapos o simpáticos, se pierde de vista el hecho de que es necesario comparar ideas y programas de gobierno.
No hemos avanzado en la democracia, hemos retrocedido.
Para que haya una mayor democracia es necesario una mayor delegación de poder al ciudadano común, una mayor descentralización. En esto consiste el verdadero «poder ciudadano», no en un eslogan vacío. Esta es una tarea que queda pendiente.
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