Una de las promesas olvidadas de Mel en su discurso de toma de posesión fue la de descentralizar el Estado. Después de todo, este parece ser el concepto del «Poder Ciudadano».
En mi opinión, este era el único concepto rescatable de su improvisado discurso.
Ocurrió todo lo contrario, en vez de empoderar al ciudadano común, Mel se endiosó a sí mismo. En vez de delegar más poder a otros, se quejó de que no tenía suficiente poder. Y al parecer cuatro años le parecen pocos.
En Honduras ha existido la costumbre de concertar con los sectores interesados las medidas que los afectan. El diálogo ha sido el respiradero que ha sorteado las crisis políticas que afectaron a otros países centroamericanos.
Mel ha rechazado esta sana costumbre, y cree que el país se puede gobernar como quien jinetea un caballo. Mel es como un quijote, que en su afán de buscar justicia comete torpes desmadres.
Si quieres ver sufrir a un vivo, ponle a un tonto atrás, reza un refrán hondureño. Y Mel tiene sufriendo a la gente sensata con sus múltiples locuras.
¿Clonar a Mel?
A juicio de Milton Jiménez Puerto, Mel ha logrado descentralizar el gobierno al trasladarse constantemente a diferentes partes del país.
Al parecer Milton Jiménez no entiende que descentralizar significa delegar el poder, pasar del centro a la periferia.
Suponiendo que pudiéramos crear muchos clones de Mel, y colocar uno en cada ciudad de Honduras, para que la dirija, no habríamos creado más descentralización, ¡Tendríamos una dictadura de pesadilla!