Por: Rafael Heliodoro Valle
Alas blancas y azules, bandera,
alto ensueño clavado en la cruz,
solio insigne de la primavera,
milagrosa magnolia de luz.
En el alba —con manos seguras—
te ilumina radiante ilusión
y en tus pliegues el aire de Honduras
se estremece como un corazón.
Claro espejo en que tiemblan montañas
y trasuntos de gloria en que están
el gemelo Jazmín de Cabañas
y el azul que adoró Morazán.
Tus colores enseñan caminos
tus estrellas erigen altar,
y compendias aromas de pinos
y mañanas sublimes del mar.
Que jamás te mancillen las manos
de los viles, y nunca, jamás
se refugien en ti los tiranos
ni a tu sombra respiren en paz.
Alegría tan solo por verte
donde el númen de Honduras está
más allá de la gloria y la muerte,
más allá del amor, más allá.
bueno esta bueno pero no es para mi si no para mi vecinita 😛