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El Patriotismo en la Cuna

Letra: Presentación Centeno
Música: Rafael Coello Ramos

Qué dicha tan grande
nacer en Honduras,
como lo desearan
todas las criaturas.

Arrú, arrurú
arrú, arrurú
arrú, arrurú
arrurú, rurú, rurú.

Honduras hermosa,
Patria de mi niño,
que te amen tus hijos
con tierno cariño.

Arrú, arrurú…

Dicha te pedimos
para este niñito
que viva contento
como un pajarito.

Arrú, arrurú…

Duérmete mi niño
promesa segura
de tu amada tierra
llena de aventura.

Arrú, arrurú
arrú, arrurú
arrú, arrurú
arrurú, rurú, rurú.

Duérmete soñando
con mamá y papá
con tu bella patria
que su amor te da.

Arrú, arrurú…

Dormido te quedas
niñito risueño,
que seas por siempre
un buen hondureño.

Arrú, arrurú…

El Olanchano

Por: Enrique Ortez Colindres

Anteproyecto.

Un día, en París, me puse a reflexionar sobre mis orígenes y, se me vino la idea de escribir algo sobre mis antepasados oriundos del departamento de Olancho, uno de los más grandes de la República de Honduras y, destacar algunos rasgos característicos y sobresalientes de su personalidad.

Habiendo nacido de madre olanchana y en las pródigas tierras de Olancho, he convivido con su gente la mitad de mi vida, parte de la escuela primaria (4 años), en la escuela Manuel Bonilla, tres años de mi secundaria en el Instituto La Fraternidad, y unos 30 años ya en mi edad adulta, frente a un proyecto agrícola en el Valle de Ulúa, jurisdicción del municipio de Silca.

En ese largo camino recorrido he podido captar una serie de rasgos característicos de los habitantes de este departamento, que como los tejanos en Estados Unidos, tienen un especial carácter e idiosincracia, los cuales trataré de referir para dejar plasmado el boceto o retrato de este hondureño que, a veces siento ha hecho de su departamento otra Honduras.

Nuestro país desde la época colonial no ha podido integrarse, por una serie de circunstancias adversas, entre ellas la falta de una adecuada infraestructura. Para cualquier observador que haya permanecido un tiempo con nosotros podrá darse cuenta que existen cuatro Honduras en una: 1. La Honduras bananera que cubre la costa norte y los principales departamentos, (Cortés, Atlántida, Yoro y Colón), 2. La Honduras parásita, que está representada por el departamento de Francisco Morazán, sede del gobierno, y cuya principal industria es la política. 3. La Honduras foránea, que es la parte occidental, Copán, Ocotepeque y Lempira, adonde ha tenido más influencia El Salvador y Guatemala sobre esos departamentos que nuestras propias autoridades, y adonde ha circulado más el Colón y el Quetzal que el Lempira, y que no incluye Choluteca ni Valle, que es un enclave pacífico aparte, y 4. La Honduras de nadie, que la conforman Olancho y Colón, que por su falta de vías de comunicación adecuadas, su extensión superficial y su escasa población, la han hecho por varios años mantenerse desconectada del gobierno central y de sus planes de desarrollo.

Razas.

Racialmente, el olanchano es una mezcla de varias razas, el ladino con indio, mulato, india con negro, zambo. Le pregunté a mi mujer que otra raza podía existir, para el caso india, y me dijo: “Decíme uno”. Y honestamente no le pude contestar, pues en efecto todos tienen el pelo musuco. Existen varias tribus de otras razas como son los payas, por el lado de San Esteban, los tawankas en Krausirpi, en el triángulo que forman Gracias a Dios, Colón y Olancho; en Occidente los Mayas y los Lencas; en el sur los Chorotegas y los Pipiles; y los llamados negros, de los cuales se recibían procedentes de la isla de San Vicente; y de indios de Venezuela y de Brasil, los llamados garífunas, en Sambocreek en Atlántida, en La Nueva Armenia,La Masica, Ceibita, San Juan Tornabé y Punta de Sal en Tela, y Cristales en el departamento de Colón, cerca de los cerros Capire y Calentura.

Los mulatos que habitan principalmente en los municipios de Concordia, Silca y Salamá, hicieron su hábitat en el sitio del Murciélago y en el Valle de Lepaguare, Olancho, provienen de una embarcación negrera que se dio vuelta en la costa norte cerca de Trujillo, y al desear salvarse se internaron en la selva de Colón y después pasaron a Olancho, adonde los ocuparon después para la extracción de metales, principalmente en las minas del río Guayape y en Agalteca.

Para vivir en Olancho.

Mi abuelo, el abogado Néstor Colindres Zúñiga, era olanchano de cepa originario de Concordia. Su padre se llamaba Juan Colindres, y su madre Petronila Zúñiga. Mi bisabuelo don Juan se ganaba la vida llevando a Guatemala, con posterior destino a Cuba, partidas de ganado, y esa fue la razón para que mi abuelo, el abogado Colindres Zúñiga, estudiara su carrera de Derecho en la Universidad de San Carlos de Borromeo. Fue un magnífico profesional del derecho y su tesis versó sobre el Espíritu de las Leyes de Montesquieu.

Mi abuelo me decía que si quería vivir en Olancho debía respetar tres importantes reglas: a) No le toques la mujer a un olanchano, b) no le debas un centavo y c) no le traspases un hilo de alambre. Y yo le he agregado una más a mis hijos: e) no bebas con los olanchanos.

Medidas.

En Olancho las distancias solían medirse por jornadas a caballo, lo que da origen a la “caballería”, que si es antigua arroja 64 manzanas, y si es moderna tiene 50 de ellas. Cuentan que para medir los grandes sitios un jinete montado en su corcel encendía un puro, y cuando éste se le terminaba concluía su jornada, y ello equivalía a su vez a una caballería de tierra.

Se debe tener cuidado cuando se piden direcciones, puesto que gran número de sus pobladores no saben diferenciar el kilómetro, la legua y especialmente las medidas métricas. Ello se debe a la influencia española que colonizó el país y el departamento. Me contaba para el caso un auténtico olanchano, Manuel Zelaya Ordóñez, “Melón”, que una vez viajando por la zona de los payas se le accidentó su caballo y tuvo que “echarse la montura al lomo”, y al encontrar a uno de estos olanchanos tribales, le preguntó que dónde quedaba el pueblo más cercano, y aquel le dijo que a unos 4 kilómetros de distancia. Me refería “Melón” que después de haber caminado con la pesada carga unos diez kilómetros aún no encontraba el pueblo, el que vino a encontrar como a los quince kilómetros de camino. Días después “Mel” volvió a pasar ya en su cabalgadura y encontró nuevamente al Paya que le había dado la dirección, y al verle le reclamó que si no se había equivocado al darle sus cálculos sobre la distancia, comentándole que si no serían “leguas” en vez de kilómetros la verdadera distancia o la lejanía a la que se refería, y el informante cuando escuchó pronunciar la palabra “leguas” le respondió: “de esas, de esas fue que le dije”.

Moneda de pago.

Por otra parte, el olanchano es sumamente desconfiado y muy cuidadoso con lo que dice. Para el caso, si viene de cortar café de la montaña, y ha sacado en el corte unas mil latas, y usted le pregunta que si tiene cafetal y que cuánto le produce, él le contesta: “Sí, tengo unos granitos”. Si para el caso le pregunta a un hacendado que si tiene ganado, le responde: “Sí, tengo unos centavitos”. El olanchano cuando hace operaciones de compraventa de café, ganado o grano, anda los billetes doblados en dos en la bolsa de adelante, y menciona los colores de los billetes que usa, porque sus transacciones solo las hace con billetes de cien o de cincuenta. Jamás un olanchano le va a pagar por un torete con una cantidad que termine en veinte, diez o cinco.

Pasión por las armas.

La mayor ilusión de un olanchano —desde que es un mozalbete— es cargar un arma, ya sea colgada, por fuera o camiseada. Su arma preferida es el revólver 357, y el mayor piropo que alguien le puede echar cuando se la ven es decirle: “¡Qué mazo el que carga compañero!” o “¡Qué bruta la que carga!”. O si lo quiere alegrar coméntele: “¿Qué marca es ese nudo de ocote que carga?” o “Enséñeme esa libra de moho”. Otra de sus armas preferidas en sus orígenes y para el olanchano humilde es el machete, destacándose entre ellos el más largo, se usó tanto en los combates cuerpo a cuerpo en una aldea del departamento, entre Catacamas y San Esteban, que se llama “Guaricamo”, que llegó a ser sinónimo de machete bien afilado, como lo que sucedió con las navajas de rasurar “Gillettes”, que se hicieron sinónimo de hojas de afeitar. Cuando el olanchano puede adquirir su revólver, sino es 357 por ser muy caras, prefiere comprar una 38 especial Smith & Weston, la prefiere “marcar vieja”, y para comprarla le hala el martillador, le aprieta el gatillo con el dedo puesto sobre aquel para que no se vaya o percuta de una sola vez y se la pone junto al oído para escuchar con atención si se oyen los tres “tics” de sus engranajes, lo que les indica que el revólver está nuevo o no está gastado.

Patriotismo o provincialismo.

Muchos de los olanchanos creen que Olancho no es su departamento, sino su patria, y sienten mucho orgullo de haber nacido en las pampas olanchanas. Mi madre para el caso, cuando tuvo sus tres hijos: Rosario, Gustavo y el que escribe, los fue a tener a Juticalpa. Hay otros hondureños que llevan a sus mujeres a parir a los hospitales de los Estados Unidos para poder ostentar después la nacionalidad americana.

En tiempos del famoso coronel Padilla, en la década de los 70’s, al entrar al departamento de Olancho por la carretera que viene de Tegucigalpa, se podía leer un gran rótulo que decía: “Bienvenido al libre y soberano territorio de Olancho”. Sobre este original sentimiento patriótico me contaba el coronel Rafael Aguilar Cerrato, quien fue por muchos años cónsul de Honduras en Hamburgo, que una noche transitando por los muelles de este famoso puerto, oyó en un bar por el que pasaba varios disparos, y que al sonar el último también escuchó un grito que decía: “¡Viva Olancho hijos de la gran puta!”. Hace tanta gala de su orgullo y valentía, que antes cuando alguien llegaba a un restaurante o a un bar, y se veía que entraba a su vez un olanchano, se escuchaba decir: “Vámonos que aquí ya se va armar la de San Quintín”. Ya que un olanchano con tragos se vuelve pendenciero. Si cuando alguien está tomando sus cervezas o su flor de caña no le habla al entrar, éste dice: “¿Porqué no me hablás?”. Y si le habla, éste le responde: “¿Y a vos qué te pasa?”. En tal forma que si uno enchuta pierde y si no enchuta también.

Ha llegado a tal extremo el comentar este valor que según algunos, cuando quieren molestarles ya no existe o no lo poseen, que cuando existió en Catacamas el famoso hermafrodita llamado “La Chantal”, para hacerle burla a los olanchanos que de estos y de su valor ya solo había quedado la leyenda, puesto que la fama de un hombre de Olancho se había venido abajo cuando decidió definirse por ser mujer en vez de hombre. En una ocasión oí este tipo de comentarios hechos en sorna y burla a un olanchano amigo originario de la aldea de Jimasque del municipio de Manto, y éste respondió a los hirientes comentarios: “Oiga amigo, nosotros los olanchanos tenemos güevos hasta para cortarnos los güevos…”.

La música y el baile.

Las radiodifusoras en el departamento de Olancho suelen escucharse en los receptores de baterías en las aldeas rurales. Al olanchano le encanta escuchar rancheras cuando está lazando, capando o herrando. Sus conjuntos preferidos son: Los Tigres del Norte, Bronco y Los Bukis. Las rancheras primero de Jorge Negrete, después de Pedro Infante, luego de Vicente Fernández, y recientemente las de su hijo Alejandro, se escuchan con preferencia por todas partes. México y su folklore tienen una gran influencia en Olancho, donde a sus habitantes les gusta también las carreras de caballos, las carreras de cintas y el juego de gallos. Todo llega a concluir, a diferencia de otros departamentos como los de la costa norte y occidente, que en Olancho no existe un folklore propio, sino que se imita profusamente el mexicano.

Exponentes de Olancho.

En el campo político se destacan como presidentes el general Manuel Bonilla y Francisco Beltrán, el primero de ellos dejó en su período redactadas las principales leyes del país, Código Civil, Códigos de Procedimientos y Código Penal. Beltrán por su parte fue quien ordenó la construcción del precioso Palacio Presidencial, a orillas del río Choluteca, que hoy se conserva como museo.

En el mundo de las letras se destacan grandes y profundos pensadores, entre los que cabe mencionar a Alfonso Guillén Zelaya, Froilán Turcios, Federico Peck, Medardo Mejía y la poetisa Clementina Suárez.

Respuestas ocurrentes.

Ese mismo grado de ingenuidad lo suelen utilizar también los olanchanos cuando no quieren asumir responsabilidades y se hacen los papos. Por ejemplo, cuando la muchacha de la cocina quiebra un vaso o los platos y se oye el “chililín”, no crea usted que va a asumir responsabilidades… Si usted la concreta y le dice: “¿Qué pasó?”, guarda silencio, y si usted insiste en la pregunta tratando de confirmar los sucedido, preguntándole nuevamente quién quebró el vaso, ella, o el olanchano que se encuentre en similares circunstancias, se encoge de hombros y responde: “¡Sabe!”.

¡Sólo un olanchano sabe como piensa otro olanchano!

(París, 21 de junio de 1998)

Tomado de “La Tribuna”, del 12 de septiembre del 2010.

Himno al Maestro

En Honduras se celebra el día del maestro el 17 de septiembre. El acuerdo oficial que dio origen a esta celebración se dio en el año de 1923.

Dice el Decreto Gravissimum Educationis, del Concílio Vaticano II, sobre la educación cristiana, acerca de la misión de todos los educadores: «Hermosa es, por tanto, y de suma importancia la vocación de todos los que, ayudando a los padres en el cumplimiento de su deber y en nombre de la comunidad humana, desempeñan la función de educar en las escuelas. Esta vocación requiere dotes especiales de alma y de corazón, una preparación diligentísima y una facilidad constante para renovarse y adaptarse».

La UNESCO declaró el 5 de octubre día mundial del maestro «en homenaje al invaluable trabajo de los maestros del mundo y sus aportes en el desarrollo de los seres humanos y, por tanto, al progreso de las naciones. Naciones Unidas reconoce que el maestro —con su trabajo a menudo silencioso— es la piedra angular de todo proceso que aspire a elevar la calidad educativa de las personas y es la base de la riqueza intelectual de las sociedades».

Un buen maestro juega el papel de educador, guía, motivador y amigo. Todo lo que uno logra en la vida se lo debe a los maestros.

Según Francisco Morazán: «Un pueblo que rompiendo las cadenas de la esclavitud, se arroja, digamoslo así, de repente en el camino de la libertad, no puede marchar sin tropiezos por él, sino buscando en la educación el cultivo de su inteligencia e instruyéndose en el cumplimiento de sus deberes».

Según José Martí: «Educar es depositar en cada hombre toda la obra humana que le ha antecedido: es hacer a cada hombre resumen del mundo viviente, hasta el día en que vive: es ponerlo a nivel de su tiempo, para que flote sobre él, y no dejarlo debajo de su tiempo, con lo que no podrá salir a flote; es preparar al hombre para la vida».

Himno al Maestro

Letra: Miguel Morazán
Música: Ignacio V. Galeano

Coro

Del que enseña alabemos el estro,
bendigamos su vida y su ejemplo
veneremos la escuela que es templo
donde oficia abnegado el Maestro.

SOLO I

Gloria a ti, ignorado mentor,
que prodigas tu esfuerzo y tu luz
y que llevas a cuestas la cruz
caminando resuelto al Tabor.
Que cultivas la sabia simiente
laborando constante con calma
que iluminas al niño la mente
transformándole el cuerpo y el alma.

SOLO II

No vaciles la marcha en seguir,
no abandones la obra, cruzado:
¡Adelante!, te grita el pasado,
Adelante!, grita el porvenir,
Conjurad la viciosa amenaza
del ambiente, ese ingrato y artero,
y lucid victorioso y austero,
de virtud vuestra noble coraza.

Decreto del Día del Maestro

El acuerdo detalla lo siguiente:

Tegucigalpa, 28 de Septiembre de 1923.

CONSIDERANDO: que es deber del Gobierno
estimular por cuantos medios tenga a su alcance los nobles esfuerzo
realizados por los maestros en beneficio de la juventud estudiosa, el
Presidente de la República,

ACUERDA:

Destinar el 17 de septiembre de cada año,
empezando por el presente, para la celebración de una fiesta popular y
general en toda la República, que se denominará “DIA DEL MAESTRO”,
consagrado exclusivamente a enaltecer las labores de los apóstoles de la
enseñanza.

Comuníquese.

LOPEZ GUTIERREZ.

El Secretario de Estado en el Despacho de Educación Pública,
Federico C. Canales.

Pensamientos

«Todavía hay quienes quieren un magisterio timorato, sumiso y arrinconado… incapaz de levantar su voz; pero aquellos que quieren ese tipo de maestros, seguramente son un pueblo de esclavos».
—L.B. Prieto

«Lo único que sé, es saber que nada sé; y esto me distingue de los demás filósofos; que creen saberlo todo».
—Sócrates

«El profesor mediocre habla, el buen profesor explica, el maestro superior demuestra y el gran maestro inspira».
—William Ward

«Una cosa es saber, y otra cosa es saber enseñar.
—Marco Tulio Cicerón

Tan solo por la educación puede el hombre llegar a ser hombre. El hombre no es más que lo que la educación hace de él.
—Emmanuel Kant

«Quién enseña al hombre a morir, le enseña a vivir».
—Montaigne

«Nada es más dulce y halagüeño que instruir y formar los espíritus».
—Marco Tulio Cicerón.

Los diez mandamientos de la enseñanza

Por: Guy Ferland

  1. Los alumnos pasan, los profesores se quedan.
  2. Menos, pero mejor.
  3. Adapta tus clases a los alumnos, no al contrario.
  4. El reconocimiento de tus alumnos es tu único salario.
  5. Diversifica las actividades pedagógicas y el ritmo de las clases.
  6. El contenido de las clases es menos importante que la forma, la manera de transmitirlo.
  7. Un ataque (un comienzo de clase difícil) y una caída (un final de clase seductor)
    en cada clase, si es posible.
  8. Establece un vínculo de confianza y de respeto mutuo con los alumnos.
  9. Tú enseñas para tus alumnos, no por probar alguna otra cosa.
  10. Sé tu mismo en tu enseñanza, no juegues un rol de ficción.

Refranes

  1. La maestra no necesita de regla para educar.
  2. Nada enseña tanto como el sufrir y el llorar.
  3. No hay que predicar la moral en calzoncillos.
  4. El tiempo enseña más que cien maestros.
  5. Nadie es profeta en su tierra.
  6. La práctica hace al maestro.

Bomba

Él:

Aquí vengo con talento
desde el pueblo de Zamora
porque quiero casamiento
con una bella profesora.

Ella:

Nada le pide el gaznate
a este viejo presumido
aquí anda de chichipate
sólo le falta el berrido.

Oración del Hondureño

Por: Froylán Turcios

¡Bendiga Dios la pródiga tierra en que nací!

Fecunden el sol y las lluvias sus campos labrantíos; florezcan sus industrias y todas sus riquezas esplendan magníficas bajo su cielo zafiro.

Mi corazón y mi pensamiento, en una sola voluntad, exaltarán su nombre, en un constante esfuerzo por su cultura.

Número en acción en la conquista de sus altos valores, factor permanente de la paz y del trabajo, me sumaré a sus energías; y en el hogar, en la sociedad o en los negocios públicos, en cualquier aspecto de mi destino, siempre tendré presente mi obligación ineludible de contribuir a la gloria de Honduras.

Huiré del alcohol y del juego, y de todo cuanto pueda disminuir mi personalidad, para merecer el honor de figurar entre sus hijos mejores.

Respetaré sus símbolos eternos y la memoria de sus próceres, admirando a sus hombres ilustres y a todos los que sobresalgan por enaltecerla.

Y no olvidaré jamás que mi primer deber será, en todo tiempo, defender con valor su soberanía, su integridad territorial, su dignidad de nación independiente; prefiriendo morir mil veces antes que ver profanado su suelo, roto su escudo, vencido su brillante pabellón.

¡Bendiga Dios la pródiga tierra en que nací!

Libre y civilizada, agrande su poder en los tiempos y brille su nombre en las amplias conquistas de la justicia y del derecho.


Froylán Turcios

Froylán Turcios nació el 7 de julio de 1875 en la ciudad de Juticalpa, Olancho. Fue escritor, poeta, periodista y político. Es considerado uno de los intelectuales más importantes de principios del siglo veinte. Ejerció el puesto de Ministro de Gobernación, fue diputado del Congreso Nacional y delegado de Honduras ante la Sociedad de Naciones en Ginebra, Suiza. Fue un patriota que se opuso firmemente al intervencionismo norteamericano en Honduras.

En su función de periodista dirigió diario El Tiempo y fundó varias revistas, como «Ariel» y «Esfinge». Es autor de la Oración del Hondureño. Escribió varios libros de novelas, cuentos y poesía. Escribió la letra del Himno al Árbol y el Himno a Morazán. Muere en San José de Costa Rica, el 20 de noviembre de 1943, de un paro cardíaco. Sus restos mortales fueron sepultados en Tegucigalpa.


Froylán Turcios

Por: Carlos Manuel Arita Palomo

Maestro de la prosa y del ensueño
artífice de imágenes preciosas,
fueron las nueve musas su beleño
y las letras sus armas primorosas.

Su vida fue como un hermoso sueño
lleno de evocaciones luminosas,
y no ha habido en la historia un hondureño
que sembrara en la patria tantas rosas.

Deslumbraron cual gemas sus escritos,
tiene su obra: alientos infinitos,
y es afluente del Guayape su canción.

Son «Esfinge» y «Ariel» como un santuario,
nos legó en sus memorias un ideario
y está en Annabel Lee su corazón.