- El calificativo de “república bananera” se aplicó primero a Honduras por el escritor norteamericano O. Henry, por la influencia que tuvieron en su tiempo las compañías estadounidenses bananeras.
- El idioma oficial de Honduras es el español.
- Se dice que Cristobal Colón dijo después de salir de una tormenta: “Gracias a Dios que hemos salido de estas honduras”. Y le llamó Honduras al territorio, y Gracias a Dios al cabo de donde salió.
- Se le llamó “la guerra del futbol” al conflicto armado que se dio como resultado de la agresión militar de El Salvador contra Honduras, luego de un partido entre estos dos países. El verdadero objetivo de la agresión salvadoreña era contener su presión demográfica.
- A los hondureños se les conoce como “catrachos” por causa del general Florencio Xatruch, que combatió en Nicaragua contra el filibustero William Walker. “Catracho” es una deformación del nombre Xatruch. “Ahí vienen los xatruches” decían al principio; dentro de un tiempo decían: “Ahí vienen los catrachos”.
- La capital de Honduras está formada por dos ciudades: Tegucigalpa y Comayagüela.
- La moneda de Honduras es el lempira, y se llama así en honor a un cacique indígena que luchó hasta la muerte contra los conquistadores españoles. Se supone que el billete de a un lempira tiene un rostro estampado que representa el rostro del legendario cacique, pero en vez de eso contiene la imagen de un indio piel roja norteamericano.
- Honduras se encuentra ubicada en la cintura o itsmo que une a Norteamérica con Suramérica, y que fue el resultado del choque de esas dos masas continentales. Si no fuera por la existencia del itsmo centroamericano —en el que Honduras se encuentra en la parte central— las corrientes marinas hubieran tomado otras direcciones, el clima hubiera sido diferente en África, y el ser humano no hubiera evolucionado como lo hizo.
- La base militar de Soto Cano, conocida como Palmerola, es de una importancia estratégica para Estados Unidos.
- Por su posición geográfica estratégica, Honduras es paso obligado para el narcotráfico que viene de Suramérica.
- Se cree que en Trujillo se celebró la primera misa en el continente americano.
- La Biósfera del Río Plátano fue nominada como una de las siete nuevas maravillas del mundo.
- En Honduras no hay volcanes activos, y solo hay un lago natural: el Lago de Yojoa.
- En Comayagua se encuentra uno de los relojes más antiguos del mundo.
- En Yoro se da el fenómeno de la lluvia de peces. Literalmente, los peces caen del cielo.
- La mayor parte de la población es de religión católica, y la Virgen de Suyapa —representada por una diminuta estatuilla— se considera la Patrona de Honduras. También hay un crecimiento importante de las sectas evangélicas, que se disputan los fieles con la Iglesia Católica.
- Al contrario de lo que ocurre en tierra firme, en las Islas de la Bahía predomina la religión protestante, debido a la temprana influencia inglesa.
- Con la cantidad de arrecifes coralinos que hay en Islas de la Bahía, Honduras es el segundo país del mundo con más arrecifes coralinos después de Australia.
- Además de recibir regalos en Navidad, los niños son celebrados y reciben regalos el 10 de septiembre, día del niño hondureño.
- Los mayas fueron la cultura precombina más avanzada en el actual territorio de Honduras, pero cuando los conquistadores españoles llegaron esa magnífica cultura había desaparecido. Los habitantes mayas no por eso desaparecieron, pero volvieron a niveles inferiores de desarrollo; no se sabe si por causas naturales o por el colapso de su organización social. Las ruinas de Copán son los vestigios mayas más importantes de Honduras.
- La mayoría de los hondureños son mestizos.
- Las etnias de Honduras que se mencionan en los libros de texto son los lencas, tolupanes, pech, tawakas, chortís, misquitos y garífunas. También son importantes en Honduras los árabes, judíos y chinos.
- El héroe nacional más importante de Honduras es Francisco Morazán, que luchó por la unión de Centroamérica y que murió fusilado por sus ideales en Costa Rica.
- El 15 de septiembre se celebra el día de la Independencia de Honduras, que coincide con el de los demás países de Centro América.
- La flor Nacional de Honduras es la Rhyncholaelia digbyana (conocida anteriormente como Brassavola digbyana) que sustituyó a la rosa en 1969.
- El mamífero nacional es el venado de cola blanca, el ave nacional es la guara roja.
- La bandera hondureña está formada por tres franjas horizontales, las franja superior e inferior son azules, y la franja del centro es blanca. En la franja blanca se encuentran cinco estrellas azules, que representan a las cinco repúblicas de la Unión Centroamericana, y la estrella del centro representa a Honduras.
- El himno nacional de Honduras consiste de un coro y siete estrofas, pero solo se acostumbra a cantar el coro y la última estrofa.
- El deporte preferido es el futbol, el cual es pasión de multitudes.
- Los principales productos de exportación son el banano y el café.
- Las remesas representan alrededor de la cuarta parte del PIB, y alrededor de tres cuartas partes de las exportaciones.
- La población por debajo de la línea de la pobreza era de 50.7% en el 2004.
- La población es alrededor de 7.8 millones de habitantes.
- La extensión territorial de Honduras es de 112,090 kilómetros cuadrados.
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Telegramas Singulares
Por: José Armando Sarmiento Montoya
Olancho es una tierra donde el realismo mágico parece que hubiera nacido, antes que los grandes novelistas lo convirtieran en tema de éxito editorial. Pero hay una parte de esa singularidad olanchana que todavía no se ha divulgado y es el ingenio de sus habitantes.
Antes que caiga al olvido, vamos a dar a conocer unos telegramas ingeniosos cruzados por un matrimonio a principio del siglo [XX].
Manuel Bonilla, cuando joven tuvo un amigo íntimo, compañero de correrías amorosas y de serenatas románticas, llamado Rafael Becerra, más conocido por Ballito, con quien había formado un dueto musical. Ballito tocaba la guitarra y don Manuel la flauta; la vida separó a los viejos amigos.
Don Manuel buscó su destino por los caminos de la guerra y Ballito se quedó en Juticalpa ejerciendo el oficio de zapatero, dando conciertos de guitarra por las tardes a sus amigos y vecinos que lo buscaban para disfrutar de su plática chispeante y de su carácter jocoso.
Don Rafael Becerra estaba casado con una señora de nombre muy sujestivo llamada Pura Meza de Becerra. Cuando don Manuel llegó a la Presidencia mandó a llamar a su viejo amigo de la adolescencia y lo nombró segun parece, Jefe del Presidio de la Capital.
Cuando el Gobierno de don Manuel dio el primer baile de gala, invitó a don Rafael a la fiesta. Ballito, deseoso de rozarse con la alta sociedad tegucigalpense, envió a su esposa, residente en Juticalpa, el siguiente telegrama: “mándame leva, lánzome baile palacio”. La esposa le contestó, para consternación de Ballito, así: “Leva roída, masticación ratones”.
Según dicen viejos olanchanos, los telegramas los conservan los ancianos profesores Olga y Armando Sarmiento, vecinos de Juticalpa y nietos de la pareja protagonista de esta historia.
Canción de la Espera Infinita
Por: Jorge Federico Travieso
Pesa a veces la vida y el hombre desespera.
Pesa el pesar y pesa la dicha que no fue;
la esperanza musita: espera, espera, espera,
y el corazón cansado responde: ¿para qué?
¡Cuando yo sea grande! oh, frase verde y fresca
que florece en los labios cuando principia abril,
¡cuando yo sea grande! espera, espera, espera,
y la niñez se prende perdida al porvenir.
¡Cuando tenga dinero! ¡Cuando ella me sonría!
¡Cuando lleguen las glorias por caminos de ayer!
¡Cuando tenga el secreto de la muerte y la vida!
¡Cuando Dios me visite tras un atardecer!
Y las cosas que llegan ya no tienen aroma,
el corazón cansado pregunta: ¿para qué?
Espera, espera, espera, la esperanza pregona
y otra vez nos ponemos a esperar y a creer.
Pero un día se hiela la canción en la boca,
la esperanza no tiene ni aguijón ni poder,
el amor está lejos, como estrella en derrota,
y Dios está lejano como sol por nacer.
Erguido ante el poniente el corazón enreda
su pregunta de siempre, ¿para qué?, ¿para qué?
Y musita la muerte: espera, espera, espera,
¡y otra vez nos ponemos a esperar y a creer!
Citas relacionadas
«La vida humana debe ser algún tipo de error. La verdad de esto será lo suficientemente obvia si tan solo recordamos que el hombre es un complejo de necesidades difíciles de satisfacer; y que incluso cuando están satisfechas, todo lo que obtiene es un estado indoloro, donde no queda nada más que abandonarse al aburrimiento. Esta es una prueba directa de que la existencia no tiene valor real en sí misma; ¿Porque qué es el aburrimiento sino el sentimiento de la vacuidad de la vida? Si la vida —el deseo por la cual es la esencia misma de nuestro ser— tuviera algún valor intrínseco positivo, no habría tal cosa como aburrimiento en absoluto: la mera existencia nos satisfaría en sí misma, y no deberíamos necesitar nada».
— Arthur Schopenhauer
«Alcanzar algo deseado es descubrir lo vano que es; y … aunque vivimos toda nuestra vida con la expectativa de mejores cosas, a menudo al mismo tiempo nos lamentamos por lo pasado. El presente, por otro lado, se considera algo bastante temporal y sirve solo como el camino hacia nuestra meta. Es por eso que la mayoría de los hombres descubren cuando miran hacia atrás en su vida que han vivido todo el tiempo de manera interina, y se sorprenden al ver que lo que dejaron pasar tan despreocupadamente e indiferentemente era precisamente su vida, era precisamente la expectativa en la que ellos vivieron.»
– Arthur Schopenhauer
«Cierto es que el trabajo, la preocupación, el afán y los problemas forman parte de la suerte que les toca a casi todos los hombres durante toda su vida. Pero si todos los deseos se cumplieran tan pronto como surgieran, ¿En qué ocuparían los hombres sus vidas? ¿Qué harían con su tiempo? Si el mundo fuera un paraíso de lujo y comodidad, una tierra en la que fluye leche y miel, donde todos los Jack obtuvieran a su Jill a la vez y sin ninguna dificultad, los hombres morirían de aburrimiento o se ahorcarían; o habría guerras, masacres y asesinatos; para que, al final, la humanidad se infligiera más sufrimiento que el que ahora tiene que aceptar a manos de la Naturaleza.
— Arthur Schopenhauer
«La vida es lo que sucede mientras estás ocupado haciendo otros planes.
— John Lennon
«Nuestra situación no es muy diferente de la de un burro que tiene una zanahoria colgada justo delante de sus ojos; nuestra zanahoria se llama felicidad; persiguiéndola, corremos como tontos en busca de algo que nunca alcanzaremos. Tenemos la impresión de que nacemos para ser felices porque estamos visceralmente atrapados en la lógica interna de nuestra naturaleza biológica; la condición de ser vivo nos impone como referenciales supremos el placer y el sufrimiento. Sin embargo, el placer es sólo un mecanismo psicológico para influenciar nuestro comportamiento, no una realidad a la que estamos caminando. Esto queda claro si consideramos el hecho de que, al alcanzar la satisfacción de algún deseo, tendremos sólo unos instantes de placer como recompensa y, a continuación, ya nos empiezan a molestar nuevas necesidades que nos volverán inquietos; no pasará mucho tiempo para que partamos nuevamente a la acción, en un ciclo de insatisfacción que sólo terminará con la muerte del individuo o con la adquisición de un grano de sentido común.
— André Cancian
Himno a la Materia
“Obra poética de sus manuscritos”
Por: José Antonio Domínguez
¡Oh, materia sublime, eterna y varia,
que con el gran prodigio de tu esencia
y el arcano infinito de tus formas
como madre perenne, siempre joven
a quien su propia fuerza fecundara,
llenas la inmensidad del Universo
y eres causa y efecto misterioso
de cuantos seres bullen y rebullen
con aspecto de vida en los espacios,
desde los vastos mundos y los soles
que por la noche brillan como antorchas
suspensas en el éter cristalino,
hasta los invisibles infusorios
que habitan en miríadas y millones
en el fondo irisado de una gota
de rocío…!
¡Oh, prolífica y sagrada
materia que en el vasto mecanismo
de la augusta creación tienes tu imperio
de onmímodo poder, y a todas horas
ordenas y ejecutas por ti misma
las leyes admirables que presiden
la vida universal, diversa siempre
del coro de criaturas que en ti nacen
y a ti vuelven al fin: obras perfectas
en cuanto cabe serlo en lo infinito,
que ora inmensas cual moles desmedidas,
ora medianas, ora imperceptibles,
de ti el cuerpo reciben y el aliento
que sujeta sus órganos y hace
que cumplan por lo menos el destino
de nacer y morir!
¡Salve mil veces
oh, materia infinita y soberana!
De la que surge sin cesar creadora,
ordenándolo todo con maestría,
la fuerza, ese milagro portentoso,
especial de alma-mater de tu seno
que incontrastable, inteligente y pura,
cual si Dios mismo su poder rigiese
produce los fenómenos más grandes,
combina los agentes más fecundos,
da vida a los primarios elementos
y organiza la vida de los seres
que brotan de los mundos, de igual modo
que hace que giren éstos en sus órbitas,
por la atracción tan solo suspendidos
alrededor del sol!
En ti reside,
de ti dimana y hacia ti refluye
la vida universal que no se agota
y es como inmenso genesiaco río
que al recorrer su seno lo fecunda,
porque lleva en sus ondas la simiente
de que brotan en mágicos regueros
las vidas de que surgen nuevas vidas,
que al llenar su misión dejan el germen
de nuevos seres que al vivir difunden:
porque en el laboratorio de lo creado
en tanto que unos mueren otros nacen
y la vida se extiende y se derrama
buscando nuevos moldes y por último
se transforma y renace de la muerte
cual fabuloso Fénix.
¡Oh, materia!
Tú eres lo único eterno; tú no acabas:
tú no aumentas, tú no disminuyes:
eres principio y fin de cuanto existe;
de ti depende todo y a ti torna.
Eres la misma aunque diversa siempre,
pues tu esencia suprema, indestructible,
es tan compleja y a la vez tan una
que recorre una escala interminable,
de formas, de organismos y de vidas,
y en labor incesante por doquiera
renueva sus creaciones y persiste
esparciendo destellos de sí misma
que encarnan nuevas vidas cual si fueses
¡oh, materia! alma y vida del gran todo
llamado Creación.
Tú solamente
no has tenido alborada ni podrías
tener jamás ocaso. Cuanto alienta
lo mismo en lo pequeño que en lo grande
está sujeto al tiempo: vive y muere:
es decir, se transforma y en ti queda:
pues la vida del ser solo es fenómeno
de resplandor fugaz. Los mismos
soles y los mundos de fábrica tan sólida
tienen su fin; tras incontables años
llega el día en que extinto su calórico
giran en los espacios insondables
cadáveres helados e insepultos,
en tanto que quizás en otros cielos
nuevos mundos se forman donde pronto
brotarán nuevos seres.
¡Oh, prodigio!
Mas si la vida individual es breve
y pasa como sueños y luego se hunde
en la noche espantosa del olvido,
no es así la vida universal. En vano
la muerte apaga con su helado aliento
las llamas de la vida una tras otra.
Una vida en verdad es casi nada;
pero el conjunto inmenso de las vidas
que forman el vastísismo Universo
eso es algo magnífico y grandioso
que no puede abarcar el pensamiento,
que no puede extinguir soplo ninguno,
que a todo cataclismo sobrenada
y en inmortal cadena se prolonga
llenando lo infinito.
Lo que el hombre
llama muerte y la teme a cada instante,
es solo una apariencia, un accidente
que prepara ¡oh, materia! tus desechos
a nuevos organismos, sin que pueda
amenguar el poder de tus creaciones
porque previsto se halla y mucho sirve
en el plan colosal de sus sistemas.
La muerte para ti solo es acaso
como un abono que te das a ti misma
tal vez por mantener ágil e incólume
de tu vigor el germen patentísimo;
o quizás como un baño en cuyas aguas
rejuveneces tus gigantes miembros
por cuyas venas corre siempre nueva
savia de eternidad.
La muerte nunca
destruye, ni podrá de modo alguno
la más mínima parte de tu masa;
ella es quizá el agente más activo
que en el taller más inmenso de los seres
esparce los raudales de la vida
que de ti mana en incansables ondas.
Ella no mata; en realidad divide,
y separa elementos que bien pronto,
al combinarse en prodigiosas mezclas,
dan vida inesperada y repentina
a extraños organismos que se forman
como por ley fatal, pero que es siempre
la providencia eterna de las cosas
que también es corono deslumbrante
de sus grandes virtudes.
¡Oh, materia!
Sin duda cuando creas y transformas,
cuando enciendes la antorcha de una vida
o cuando apagas esa antorcha, no haces
ni bien ni mal: o al menos no meditas
tan extraños efectos que anonadan
la obscurísima mente de los hombres;
reside en ti la perfección suprema
de la inconsciencia que por ley divina
bajo el influjo de potentes causas,
lo mismo crea un mundo prodigioso
que da vida a un insecto. Eres hermosa,
eres sublime cuando das la vida
lo mismo que al quitarla en apariencia
sin que te importe a quién.
¿Sabes acaso
que el hombre, ese pigmeo miserable,
te desprecia creyéndose en la tierra
el rey de lo creado, un ser distinto
y superior a ti, que tiene un alma
en donde se concentra lo infinito
y eterno de las cosas, viva chispa
que no puede morir; porque su origen
arranca del aliento luminoso
del divino arquitecto de los mundos
del que sacó del fondo de la nada
el principio de todo, el caos mismo,
que al condensarse y adquirir contornos
te dio el cuerpo y la vida que trasmites
a cada ser que en la extensión vacía
se despierta a vivir?
¿Has hecho caso
jamás de sus abstrusas ambiciones,
engendros del delirio de su mente,
que a comprender no alcanza cosa alguna
de cuanto encierra el panorama espléndido
de la naturaleza que es tan solo
como un movible espejo de sus formas
diseminadas infinitamente
por los incalculables horizontes
apenas escuchados, porque nunca
la ciencia humana explorará el misterio
de tu extensión ni encontrará la clave
que la ayude a explicarse los enigmas
que ve por todas partes, ni siquiera
conocerá la esencia milagrosa
del átomo más leve?
El hombre iluso,
nacido del calor de tus entrañas
e hijo tuyo a toda hora, no comprende,
no quiere comprender, que su existencia
es como todo lo que alienta y vive
en la esfera del orbe, solamente
el resultado de fatales fuerzas
que por virtudes propias al fundirse
producen el fenómeno que informa
la gran vitalidad de un organismo;
no comprende que salvo la excelencia
de ciertas facultades que requieren
medios propios en él para externarse,
su vida se equipara por completo
a la de tantos seres multiformes
que como él también viven.
No comprende,
en su orgullo satánico engreído,
que su vida es levísima burbuja
que el roce más ligero despedaza;
no comprende que él es menos que un grano
de arena que se pierde y se confunde
en las inmensidades de un desierto:
átomo del océano infinito
que se piensa ¡oh blasfemia inexorable!,
imagen del Dios mismo. ¿Acaso ignora
que hay en el éter incontables mundos
superiores mil veces a la Tierra,
mundos que han de poblar sin duda seres
más perfectos que el hombre, ya en figura,
ya en fuerza y en facultad o porque tengan
más nobles atributos?
Pobre hombre,
infeliz individuo condenado
a ser el habitante de un planeta
de los más inferiores que gravitan
en el éter azul de lo insondable,
alrededor de un sol, como si fuesen
enormes colibríes revolando
en torno a inmensa flor. El hombre vive
sobre un planeta opaco y pequeñísimo
donde la vida es corta y sin objeto:
gusano miserable que se sueña
muchas veces gigante, y por desdicha
despierta de su sueño de locura
para caer en seguida en otro sueño,
y así pasa entre sombras y quimeras
hasta que muere al fin.
¿Acaso tiene
misión alguna individual el hombre?
¿No es verdad que a pesar de cuanto digan
sobre la triste tierra el hombre pasa
en perpetua niñez y luego se hunde
en la tremenda noche inescrutable,
sin dejar ni la huella de su paso,
porque implacable con su mano el tiempo
todo lo borra al fin? ¿Cuál es entonces
el destino del hombre? ¿Por qué vive?
¿A qué viene a este valle de miserias
si no es a perpetuar sin proponérselo
su propia imagen que al vivir prosigue
en la misma ignorancia, fatalmente
trasmitiendo la vida sin pensarlo
a nuevos infelices?
¡Ah!, la vida,
la vida individual es para el hombre
una cosa tristísima: hasta es justo
dejar que el pensamiento se solace
soñando nueva vida tras la tumba.
¡Es tan triste vivir breves momentos
para morir después, que a ser posible
fuera mejor exterminar la especie
e impedir que el dolor la perpetúe
vedándole al amor reproducirse!
¡Ay, infeliz del que por suerte cae
en el círculo odioso de la vida,
porque juguete de inclementes hados,
irá sin rumbo padeciendo siempre
hasta hallar su sepulcro…!
Mas, con todo
a pesar de que el mundo de los hombres
no nos brinda la dicha ni podemos
hallar un alto fin que satisfaga
nuestra osada ambición, es indudable
que el mundo, el Universo, cuanto existe
si no nos dan felicidad alguna,
tal vez porque jamás nos conformamos,
son un bello espectáculo, una cosa
tan grande, tan magnífica y sublime
que muchas veces sin quererlo el labio
lleno de admiración se abre entusiasta
para entonar un himno laudatorio
al estupendo autor de tanto hechizo,
de tanta maravilla incomprensible
y de tanto esplendor.
Cuando extasiado
contemplo la hermosura de un paisaje,
en la hora misteriosa del crepúsculo,
o admiro por la noche el firmamento
constelado de ardiente argentería;
cuando absorto y suspenso me divago
recordando en mi espíritu el efecto
de los mágicos cuadros que a mi vista
llenaron de estupor, ya en pleno bosque,
ya en las cúspides altas, o bogando
sobre el dorso del mar; yo me deleito
con transportes de gozo indefinible;
yo me alegro en verdad de la existencia
para ver y sentir, y dentro del alma
encontrar la certeza de algo grande
que eleva el corazón.
Cuando así pienso,
cuando el escepticismo se adormece,
a través de la fe yo miro el mundo
como amable mansión y hallo la vida
en conjunto de todos los hermanos
como un vasto taller de donde surgen
para la sociedad inmensos bienes,
el progreso constante, el noble imperio,
de la fraternidad, la dicha misma
brindando su porción a cada uno;
todos unidos en grandioso anhelo
cumpliendo algún destino se figuran
ver a Dios que les ve tras de las nubes
y les sonríe como padre amante
con entrañable amor.
Pero todo eso
es sólo un espejismo de la mente;
todos los seres que lo creado encierra
sólo somos visiones muy fugaces.
Todo fenece al fin, la vida es sueño
que se pierde entre dos noches abscuras.
La muerte misma es ilusión. Tú sola,
oh, materia grandiosa e ilimitada,
persistes sobre todo eternamente.
¿Eres hija de Dios? ¿Eres Dios mismo?
Yo no sé que eres tú, ni a ti te importa
que yo crea o que dude. Inexorable
y muda a mis preguntas permaneces
como si fueses sorda e insensible,
¿Qué le importa al coloso formidable
lo que piense una oruga?
Tú sin duda
no debes ni pensar. No te hace falta
porque tus pensamientos son acciones.
Eres tan grande, en realidad tan grande,
que delante de ti todo es pequeño.
Y pensar que muy pronto, yo si acaso
soy átomo que piensa porque vive
dejaré de alentar para perderme
y fundirme en tu seno hecho partículas
que la combinarse han de dar vida luego
ora a viles insectos y gusanos,
ora a yerbas y arbustos al mezclarse.
¡Pensar que este fenómeno radiante
de mi vida infeliz ha de extinguirse
cual si no hubiese sido!
¡Qué tristeza!
El hombre es en la tierra cual sonámbulo
que dirige fantástico destino
o torpe acaso sin razón ninguna;
mas, no les escarnezcamos, que no es justo:
su desgracia fatal no es culpa de nadie;
pues nada en realidad es malo o bueno.
Por eso resignado y conmovido,
yo te canto, ¡oh, materia despiadada!
Eres monstruo a la vez que santa madre;
mezcla de sombra y luz; conjunto inmenso
donde todo comienza y todo acaba
como en terrible mar. ¡Salve mil veces
cuna y sepulcro de los mismos astros!
¡Digna obrera de Dios!: ¡mil veces salve!