Archivo de la categoría: cultura hondureña

Chistes

Un sujeto toca la puerta de una casa y, tan pronto como un hombre abre, dice:

—¿Podría usted contribuir con el Hogar de ancianos?

—¡Claro! Espere un poco, que voy a buscar a mi suegra.

***

Una mujer entra en el confesionario de una iglesia, en Hollywood, Estados Unidos.

—¡Padre, quiero confesarme!

—Por supuesto, hija mía. ¿Cuáles son tus pecados?

—Le fui infiel a mi marido, padre. Soy un maquilladora de artistas y hace dos semanas me acosté con Leonardo DiCaprio. La semana pasada, dormí con Brad Pitt, y esta semana dormí con Richard Gere.

—Lo lamento hija, pero no puedo darte la absolución.

—¿Por qué? ¿No es infinita la misericordia del Señor?

—Sí, hija, la misericordia del Señor es infinita. Pero él jamás creerá que estés arrepentida…

***

Dicen que tomar leche da mucha fuerza. ¡Tomé leche! Intenté empujar una pared y nada pasó.
Cansado, bebí un litro de guaro. ¿Sabes que pasó? La pared se movió solita.

***

Pepito entra en casa casi sin aliento:

—¡Mamá, mamá. Dame un peso para darle a un tipo allí en la calle!

Orgullosa, ella le da el dinero al hijo y le pregunta:

—¿A qué tipo vas a dar el dinero, mi ángel?

—A aquel que está allí gritando: «¡Van las palomitas de maíz calentitas!»

***

La abuela regaña al nieto:

—Pepito, ¿por qué le tiraste una piedra en la cabeza a tu primo?

—¡Él me pellizcó!

—¿Y por qué no me llamaste?

—¿Para que? Usted no le iba a acertar con la piedra…

***

Esta es la historia de un tipo que va al baño en un lugar público. El primer puesto está ocupado y entra en el segundo. Tan pronto como se sienta en la taza del inodoro, oye:

—¡Hola! ¿Cómo estás?

Sorprendido, se dice para sus adentros que es un lugar extraño para hacer amigos, pero ¡bueno, no siempre se elige!

—Bien, gracias —dijo él, avergonzado.

—¿Qué estás haciendo?

—Bueno, estoy haciendo lo mismo que tú… caca.

Y entonces él escucha:

—Oye, te llamo más tarde, ¡Hay un idiota al lado que responde a todas mis preguntas!

***

Ella: Te amo.
Él: Yo también me amo.

***

Si todos te da la razón, o bien tienes una inteligencia notable o es que eres el jefe…

***

Hay un matrimonio que hace feliz a un hombre: el de su hija.

***

Un político está tranquilamente tomando el sol en la playa, cuando una bella señora se acerca:

—Hola, ¿qué hace usted por aquí?

El hombre, queriendo mostrar que los políticos también pueden tener vena poética, responde con aire conquistador:

—Robando rayos del sol …

La mujer, sonriendo y meneando la cabeza, dice:

—Ah… ustedes, los políticos, siempre trabajando…

***

Faltando dos días para la boda, el novio, muy católico, va a buscar al sacerdote:

—Padre, he venido aquí a proponerle un negocio. Yo le traigo mil pesos, pero a cambio quiero que usted corte algunas cositas del discurso de la boda: «Amar, honrar, ser fiel, etc.». ¡Sólo omita esa parte y listo!

El sacerdote acepta el dinero, no dice nada y el novio queda completamente satisfecho. Llega el día de la boda. El sacerdote mira bien al novio y le dice:

—¿Prometes vivir sólo para ella, obedecer a cada una de sus órdenes, llevarle café a la cama todos los días y jurar ante Dios que nunca tendrá ojos para ninguna otra mujer?

El novio, completamente avergonzado y sin salida, acaba asintiendo. Más tarde, durante la fiesta, llama al sacerdote a un rincón:

—¡Pucha, pensé que habíamos hecho un trato!

El sacerdote le devuelve los mil pesos:

—Lo siento, hijo mío. Pero ella triplicó tu oferta.

***

Los funcionarios públicos son un poco como los libros de una biblioteca.

—Los que están más arriba son los que menos sirven.

***

Un joven ejecutivo estaba saliendo de la oficina, cuando ve al presidente de la empresa frente a la máquina de picar papeles, con un documento en la mano.

—Por favor —dice el presidente— esto es muy importante y mi secretaria ya salió. ¿Sabes cómo funciona esta máquina?

—¡Lógico! —responde el joven ejecutivo, sin perder la oportunidad de lucirse ante el jefe. Enciende la máquina, coloca el documento y aprieta un botón.

—¡Excelente! Muchas gracias —agradece el presidente— sólo necesito una copia.

***

Un niño llamó al padre en medio de la noche y le dijo:

—¡Papá, hay muchos zancudos en mi cuarto!

El padre respondió, con sueño:

—Apaga la luz para que se vayan…

Luego apareció una luciérnaga. El niño llamó al padre otra vez:

—¡Papá, socorro! ¡Ahora los zancudos vienen con linternas!

***

En la clase de química el profesor pregunta:

—¿Cuáles son las principales reacciones del alcohol?

El alumno responde:

—Llorar por la ex, creerse rico, envalentonarse y ligar con una mujer fea…

Profesor:
—¡Sacó 10!

***

En la comisaría:

—Señor comisario, mi marido salió de casa ayer por la noche, dijo que iba a comprar arroz y hasta ahora no ha vuelto. ¿Qué hago, doctor?

—¡No sé, haga macarrones!

***

Un hombre está en casa, cuando su novia llega, toca el timbre y entonces él pregunta:

—¿Quién es?

Y ella responde:

—¡Es el amor de su vida!

Y él dice:

—¡Pero el guaro no habla!

***

En el manicomio un loco saltó en la piscina para matarse, otro loco saltó y salvó al loco que se ahogaba.

Al día siguiente el director del hospicio fue a hablar con el loco héroe:

—¡Muchacho, estamos sorprendidos con su acción, revaloramos su caso y usted será dado de alta! Va poder ir a su casa, pero tenemos una mala noticia, ese amigo suyo quería todavía matarse y lo encontramos hoy temprano ahorcado.

El enfermo respondió:

—Yo fui quien lo colgó allí para secarlo.

***

La esposa entra en la oficina del marido con la madre al lado y dice:

—¿Querido, es verdad que tu socio acaba de morir?

—Sí, ¿por qué?

—¿Puedes poner a mamá en su lugar?

—Habla con el sepulturero, por mí no hay problema.

***

El chico apasionado le dice a su amada:

—Puedo no ser rico, no tener dinero, apartamentos de lujo, carros importados o empresas, como mi amigo Carlos Eduardo, pero te amo mucho, te adoro, eres mi vida.

Ella lo observa con lágrimas en los ojos, lo abraza y le dice bien bajito al oído:

—Si me amas de verdad, preséntame a ese tal Carlos Eduardo.

***

En un hermoso día, la suegra toca la puerta de la casa de su yerno, con la maleta hecha. El hombre va a atender y se sorprende con la visita.

A la suegra le extraña la reacción del yerno y pregunta:

—¿Por qué la sorpresa? ¿Mi hija no le advirtió que vendría a pasar las vacaciones aquí con ustedes?

Y dice el hombre:

—Sí, ella me lo dijo. Pero pensé que era sólo para que se me pasara el hipo…

***

Tres hombres platican. El primero dice:

—¡Mi esposa, antes de dar a luz, leyó «Los tres mosqueteros» y ella tuvo trillizos!

El segundo responde:

—¡En mi caso, mi esposa leyó «Los dos huérfanos» y ella tuvo gemelos!

El tercero, angustiado, exclama:

Disculpen, tengo que salir, mi esposa está embarazada y está leyendo «Alí Baba y los cuarenta ladrones».

***

Juan va a un bar con su nuevo BMW, que estaciona frente al bar. Él entra, pide una cerveza, se la bebe, va al baño, quiere irse, pero su carro ya no está allí, por lo que regresa al bar y dice:

—¿Dónde esta mi carro? Si no me lo devuelven, haré lo que mi padre hizo aquí hace tres años en este bar.

Un hombre dice:

—Está bien, te regresaremos tu carro.

Todos en el bar se preguntan qué hizo su padre aquí hace tres y se lo preguntan:

—¿Pero qué hizo tu padre hace tres años?

Juan responde:

—Bueno, él se fue a pie.

***

Las mujeres prefieren ser hermosas antes que inteligentes porque en los hombres hay más idiotas que ciegos.

***

¿Cuál es la diferencia entre el hombre y el camello?

—El camello puede trabajar 10 días sin beber, y el hombre puede beber 10 días sin trabajar.

***

Un maestro dijo a sus alumnos:

—Los hombres inteligentes están siempre dudando. Sólo los tontos son constantemente afirmativos.

—¿Está seguro? —le pregunta un alumno.

—¡Completamente seguro!

***

Una mujer gorda en el baile es invitada a bailar con un extraño. De repente un pedo se le escapa. Avergonzada, se dirige a su caballero:

—¡Disculpe, se me escapó!, espero que esto quede entre nosotros.

—¡No, yo más bien espero que circule!

***

¿Dónde se encuentra la lana virgen?

—En las ovejas feas.

***

Tu madre es tan inteligente que tú debes ser necesariamente un hijo adoptado.

***

En la farmacia, la vendedora dice:

—Tenemos champús para el cabello grasoso, champús para cabello seco, champús para cabello normal …

El cliente le dice:

—¿Tiene champú para el cabello sucio?

***

Pepito llega a la escuela un lunes por la mañana:

Profesora: —Pepito, ¿dónde está tu tarea de matemáticas?

Pepito: —Se suicidó, señora.

Profesora: —¿Cómo así?

Pepito: —Tenía demasiados problemas…

***

Un padre le dice a su hija:

—¿Por qué tratas a tu hermano de idiota? ¡Le tienes que decir de inmediato que lo sientes!

Se vuelve hacia su hermano y le dice:

—¡Valentín, lamento que seas un idiota!

***

Pepito come impúdicamente en la mesa. Su padre exclama:

—Pepito, comes como un lechón, ¿sabes qué es un lechón?

Y Pepito responde:

—¡Sí, papi, es el hijo del cerdo!

***

Los ex son como la prisión, si vuelves allí es porque no entendiste la lección.

***

—Mamá, mamá, ¿es cierto que cuando estamos muertos, volvemos a ser polvo?

—¡Sí, querido!

El niño pequeño va a la habitación y vuelve unos minutos más tarde…

—Mamá…

—¿Qué pasa?

—Creo que hay un cadáver bajo el armario.

***

Juan le dice a su novia:

—Entregué el examen en blanco a la profesora.

—¡Ay, yo también! ¡La maestra va a pensar que nos copiamos!

***

¿Cuál es el punto en común entre un maestro y un termómetro?

Respuesta: ¡Temblamos cuando marcan cero!

***

La rubia va al médico y él pregunta:

—¿Te dije que tomaras el medicamento a las 9:00, por qué lo tomaste a las 6:00?

La rubia responde orgullosa:

—¡Doctor, lo tomé a las 6:00 para tomar a las bacterias por sorpresa!

***

Un hombre riendo mucho le cuenta al amigo:

—Hoy a las 3:30 de la mañana entró un ladrón allá en casa …

El amigo dice:

—¡Caramba! ¿Un ladrón entró en tu casa y tú te estás riendo? ¿Y que se llevó él?

Y el hombre responde:

—Se llevó una paliza… Mi mujer creyó que era yo que andaba borracho.

***

En el bar, después de muchas cervezas, dos amigos se despiden:

—Bueno, ya me voy, porque si llego tarde, mi mujer va a quedar histórica de nuevo.

El amigo riendo, dice:

—¡Es histérica, burro!

—No, es realmente histórica. Ella queda recordando todas las promesas que yo hacía cuando éramos novios.

***

¿Por qué en el día de los Enamorados el comercio vende más que en el día de las madres?

—¡Porque solo tenemos una madre!

***

Un pastor estaba predicando en la plaza pública diciendo:

—¡Sal, demonio!

Y un borracho responde:

—¡No sale! ¡La plaza es pública!

***

La esposa le dice a su marido:

—Si yo hubiera sabido que tú eras tan pobre, no me habría casado contigo.

El marido responde:

—Pero no fue por falta de aviso…. Yo siempre te dije: TÚ ERES ES TODO LO QUE TENGO.

***

El timbre suena en la casa de un tipo muy tacaño.

Cuando él atiende la puerta se encuentra con dos monjas pidiendo donativos.

—Hijo mío, nosotras somos hermanas de Cristo y…

Él interrumpe y dice:

—¡Caramba! ¡Como están de conservadas ustedes!

***

El hombre va al motel con la amante. Llegando se encuentra con el carro del suegro en una de las suites.

Como no se llevaba muy bien con el suegro, resolvió disimuladamente rayar toda la pintura del carro.

Al día siguiente va a la casa del suegro, ve el carro todo rayado y finge sorpresa:

—¿Qué pasó, suegro?

El suegro responde:

—Ayer presté el coche a tu mujer para para que fuera a la iglesia y lo rayaron todito.

***

El médico estaba saliendo con una hermosa enfermera y ella terminó quedando embarazada…

Él no quería que su mujer lo descubriera, le dio dinero a la enfermera y le pidió que regresara a su ciudad natal, en Minas Gerais, y tuviera el bebé allí.

—Pero, ¿cómo voy a avisarle cuando el bebé nazca?

—Envíe una postal y escriba «PAN DE QUESO». Yo me haré cargo de los gastos del niño.

Pasaron algunos meses…

Un día, cuando el médico llegó a casa, la esposa dijo:

—Recibiste una tarjeta postal de Minas Gerais y no puedo entender el significado del mensaje.

Él leyó la tarjeta y cayó al suelo, con un violento ataque al corazón.

Fue llevado a la emergencia del hospital y el cardiólogo le preguntó a su esposa:

—¿Sucedió algo que pudiera haber causado el ataque?

—Él sólo leyó esta tarjeta postal: «CINCO PANES DE QUESO, TRES CON CHORIZO Y DOS SIN CHORIZO».

***

El hombre, muy machista, conversa con Dios:

—Oh, Señor, ¿por qué hiciste a mi mujer tan bonita?

—Para que puedas amarla —respondió Dios.

El sujeto pregunta:

—Pero, Señor, ¿por qué la hiciste tan tonta?

El Todopoderoso respira profundamente y responde:

—Para que ella pueda amarte.

***

Durante un congreso sobre salud alimentaria, el orador hace una pregunta:

—¿Cuál es el alimento que causa sufrimiento extremo, durante años, después de ser comido?

—Después de un largo silencio, de en medio de la platea, un anciano levanta la mano y responde:

-¡El pastel de boda!

***

Pepito llega a casa y dice:

—Mamá, descubrí que soy más inteligente que la maestra.

Y la madre dice:

—¿Porque piensas eso?

—Porque pasé el año y ella continuó en el mismo.

***

Una niña de siete años admitió tranquilamente a sus padres, que Pepito le había dado un beso después de la clase.

—¿Y cómo sucedió eso? —preguntó la madre asustada.

—No fue fácil —admitió la pequeña niña— pero tres niñas me ayudaron a sujetarlo.

***

El oficial al yerno de la víctima:

-¿Quiere decir que usted vio a un hombre agrediendo a su suegra y no hizo nada?

Y el yerno, dice:

-Yo iba a ayudar, pero pensé que dos tipos golpeando a una vieja ya era demasiado cobardía.

***

El viejo acaba de morir.

El sacerdote encomienda el cuerpo y hace muchos elogios:

-¡El finado era un gran marido, un excelente cristiano, un padre ejemplar!…

La viuda se vuelve hacia uno de los hijos y le dice al oído:

-¡Anda hasta el ataúd y mira si es tu padre el que está dentro…

***

Una pareja pasando por grandes problemas financieros, estaba esperando el autobús, cuando una mofeta pasa lentamente al lado y el hombre tiene una idea:

—¿Atrapamos esa mofeta para la cena?

La mujer dice:

—¡Jamás vamos a llevar eso en el autobús! ¿Adónde colocaríamos ese animal?

—Es cuestión de sólo ponerlo debajo de tu falda —dijo el hombre.

—¿Y el tufo? —pregunta la mujer.

El marido dice:

—La mofeta que se friegue.

***

Para celebrar el Día de San Valentín, una pareja fue a cenar fuera.

Mientras escogían los platos, él intentó recordar algo hermoso para decirle a su novia.

Mira hacia el lado y oye una pareja de novios:

«¿Quieres miel, mi abejita; quieres fresas, mi fresita?»

Inspirado, el muchacho, se vuelve hacia la novia y le dice:

—¿Quieres jamón, mi puerquita?

***

La aseadora del banco, airada, dice al gerente:

—¡Voy a renunciar! ¡Usted no confía en mí!

El gerente, sorprendido, dice:

—¿Pero qué pasa, Marina? Usted trabaja aquí desde hace veinte años, yo hasta dejo las llaves de la caja fuerte sobre mi mesa!

—¡Lo sé! —dice la aseadora, llorando— ¡Pero ninguna de ellas funciona!

***

En una pequeña ciudad del interior, en una familia muy tradicional, la hija le dice a su madre:

-¡Mamá, mamá….! ¡Mi novio me sedujo y ya no soy virgen!

-Entonces corte un limón y chúpeselo.

-¿Y eso me va a devolver mi virginidad?

-No, pero eso va a hacer desaparecer ese aire de felicidad que tienes estampado en la cara.

***

Dos amigas conversando:

—¡Hola! Cómo estás? ¡Cuánto tiempo! ¿Cómo va el marido?

—¿No te diste cuenta? Él murió hace quince días.

—Ah, no lo sabía. Mis pésames. ¿Y cómo sucedió?

—Le pedí que fuera a comprar azúcar al supermercado, allí pasó un autobús y lo atropelló.

—Pero qué cosa tan triste. ¿Y qué hiciste?

—¡Me tomé el café sin azúcar!

***

El mendigo se acerca a una señora y pide una limosna.

Y ella luego dice:

—En lugar de pedir, ¿por qué no va a trabajar?

El mendigo mira a la señora de pies a cabeza y responde:

—¡Señora, estoy pidiendo limosna, no consejos!

***

El jefe de un departamento de recursos humanos explica a un candidato soltero de porqué no va a contratarlo:

—Lo siento, pero nuestra empresa sólo trabaja con hombres casados.

—¿Por qué? ¿Acaso son más inteligentes y más competentes que los solteros?

—No, pero están más acostumbrados a obedecer.

***

Un gato y una gatita se declaraban su amor sobre la tapia trasera de la casa. El primero se inclinó hacia la gata y le dijo al oído:

—Linda, por ti sería capaz de morir. Ella lo miró tiernamente y preguntó:

—¿Cuántas veces?

***

—Te lo juro, Pepito, que eres mi único amor.

—No me llamo Pepito, me llamo Paco.

***

El gato maullaba y maullaba y ningún ratón se dejaba atrapar. Entonces empezó a ladrar y los ratones salieron tranquilos de su madriguera. El gato atrapó a uno; y el ratoncillo le dijo:

—Ey tramposo: si usted es gato, ¿por qué ladra?

Y el gato, muy serio, le respondió:

—Mijito, es que hoy en día el que no sepa siquiera dos idiomas se muere de hambre.

***

Un joven va donde el adivino a que le diga qué número de billete de lotería debe comprar. El adivino le dice:

—¿Cuántas novias ha tenido usted?

—35

—Entonces compre el número 2,235.

El muchacho compró el 2,235. Y luego… zas, el número ganador fue el 2,200. Todo rabioso, exclamó:

—Eso me pasa por mentiroso.

***

—¡Ayúdame, doctor! —suplicó el anciano paciente—. Estoy muy preocupado porque tengo cien años y todavía me alborotan las muchachas.

—Bueno —sonrió el facultativo—, el suyo es un caso ciertamente insólito, pero no tiene nada de malo. ¿Por qué pide ayuda?

—Porque persigo a las muchachas, pero ya no recuerdo para qué.

***

La mujer de un púgil de profesión comentaba:

—Esto de estar casada con un boxeador es de veras emocionante. Cada vez que vuelve a casa parece un hombre distinto.

***

—Yo conozco una palabra de cuatro letras que si le quita una, queda una.

—Eso es imposible. ¿Qué palabra es?

—»Luna»; si le quitas la «l», queda una.

***

Profesor, estoy dispuesta a hacer cualquier cosa para pasar la materia —dijo la espectacular rubia, cuya blusa estaba a punto de estallar.

—¿Cualquier cosa? —preguntó el profesor.

—Cualquier cosa —repitió la joven en son de promesa.

—Entonces, estudie. Estudie querida, estudie.

***

Se sube una señora a un autobús lleno de pasajeros y se da cuenta de que la mayoría de asientos iban ocupados por hombres y dice:

—Caramba, aquí no hay caballeros que cedan los asientos. Y le contesta un hombre:

—Caballeros sí hay, lo que no hay son asientos.

***

—¿Qué es lo que más te gusta de mí, querido? —le preguntó la mujer a su marido— mi hermoso rostro o mi cuerpo escultural?

—Tu sentido del humor.

***

Dice Pedrito:

—Mamá, tú me engañaste. Dijiste que mi hermano es un angelito.

—No te he mentido, hijito, es verdad.

—No es verdad, porque yo lo arrojé por la ventana y no voló.

***

Un misionero se topó un mal día en la selva con un león feroz.

—¡Voy a devorarte! —rugió el rey de las fieras— ¡Prepárate a morir!

El evangelizador se postró de rodillas y se puso a orar con más fervor que nunca. En eso miró cautelosamente por entre los dedos y vio que el animal también se había arrodillado, y se cubría los ojos con las patas delanteras.

—¡Milagro! ¡Milagro! —gritó— ¡Mis rezos han enternecido el corazón de esta fiera!

—¡Cállate! —ordenó el león— Estoy bendiciendo la cena.

***

—¡Papá, papá!

—Cállate, no quiero que me des quejas mientras estoy comiendo.

El hombre termina de comer y dice:

—Ahora sí, dime lo que me querías decir.

—Era que… dentro de la sopa iba un gusano.

***

Llega un joven chistoso a un bus que ya llevaba muchos pasajeros de pie y grita:

—¿Ya está llena el Arca de Noé? Un señor muy serio miró y dijo:

—Suba… me parece que faltaba el burro.

***

Un grupo de niños va gritando por la calle:

—No necesitamos alcalde.

En la vuelta de una esquina se encuentran con el mismo alcalde, quien echa mano a uno de ellos y le pregunta:

—¿Por qué no necesitan alcalde?

—Pues… porque ya lo tenemos.

***

Como médico es asombroso. Figúrate que ha conseguido curar a mi mujer después de que dos docenas de especialistas fracasaron. A él le debo mi felicidad.

—¿Es cierto que tu esposa padecía de los nervios y que estaba imposible. ¿La curó?

—Completamente.

—¿Qué remedio puso en práctica?

—Pues nada; le dijo simplemente que todos aquellos trastornos que sufría eran síntomas de vejez.

***

La semana pasada vi un caballo que tenía el lado derecho completamente blanco.

—¿Y el izquierdo?

—¡También!

***

El profesor explica los tres reinos de la naturaleza:

—Las vacas pertenecen al reino animal. El petroleo pertenece al reino mineral…

Luego pregunta:

—¿Y los árboles del parque a qué pertenecen?

—Al municipio —responden los alumnos.

***

—Prometo que, si votan por mí, les construiré escuelas, hospitales, carreteras y hasta un puente —afirmó el candidato durante su discurso de campaña en un pueblecito.

—¿Para qué queremos un puente —protestó un ciudadano— si ni siquiera tenemos río?

—No se preocupen. También les construiré uno.

***

De modo que te han suspendido de historia ¿eh?

—¡Claro! Me preguntaron cosas de cuando aún no había nacido.

***

Recuerden que nadie puede ser el primero en todo —decía un profesor a sus alumnos.

—¿Y qué me dice usted de George Washington? —replicó el estudiante más descarado de la clase—. Siempre nos han enseñado que fue «el primer presidente de su país, el primero en la guerra, el primero en la paz y el primero en el corazón de sus compatriotas».

—Todo eso es cierto —asistió con ágil ingenio el profesor— pero no olvide usted que se casó con una viuda.

***

San Pedro y el demonio discutían un día a quién tocaba componer la cerca rota que separa el cielo del infierno. Por fin, exasperado, el santo exclamó:

—¡La arreglarás tú, Satán, o te demandaré!

—Demándame si quieres —repuso confiado Satán—. ¿En dónde conseguirás un abogado?

***

Un terrible tigre persigue a un misionero. Éste le dispara todos los tiros de la carabina, y nada. Luego le dispara todos los tiros de su revólver, y nada. Entonces saca su gran cruz, y dice:

—Voy a ver qué tanta fe tengo.

Y enfrentándose al tigre le da una bendición con la cruz. El tigre se detiene y se arrodilla. El misionero está feliz de su gran fe, cuando oye que el tigre está diciendo:

—Bendecid, Señor, el alimento que voy a tomar…

***

Dos muchachas cambian impresiones acerca del porvenir, y una comenta:

—Desengáñate; los hombres son como los autobuses: pasan muchos, pero el que tú esperas nunca llega.

***

El muchacho pide permiso a la madre para acompañar a su hija.

—No; no puedo consentirlo —contesta la madre.

—¿No se fía usted de mí?

—Sí señor. Le creo un chico formal.

—Entonces ¿es que no tiene confianza en su hija?

—¡Ya lo creo! De quien no me fío es de los dos juntos.

***

Un niño en la escuela de párvulos le contaba con frecuencia a la profesora que le iban a traer un hermanito. Un día la mamá le permitió al chiquitín que le pusiera la mano sobre el abdomen para que sintiera los movimientos de la criatura por nacer. Desde entonces el niño no volvió a hablar del esperado advenimiento, hasta que un día la maestra le preguntó:

—¿Qué pasó con el hermanito que te iban a traer? Con el rostro nublado de tristeza, el chiquillo repuso:

—Creo que mamá se lo comió.

***

Dos viejos amigos —médicos amigos ambos— se encuentran después de muchos años:

—¿Qué te ocurre, coleguita, que pareces desesperado?

—Es que necesito un siquiatra.

—¿Pero acaso no lo eres?

—Sí, pero yo cobro muy caro.

***

—Doctor, vengo a demandar a mi vecino.

—¿Porqué?

—Porque me ha llamado «macaco».

—¿Y cuánto hace que lo llamó así?

—Hace dos años.

—¿Y hasta ahora se le ocurre presentar el pleito?

—Se lo diré. Es que esta mañana he visto por primera vez un macaco.

***

¿Cuántas veces os he de decir que no quiero que os peleéis?

—Si no peleamos tío; es que jugamos a papá y mamá.

***

Una madre a su hija quinceañera:

—Puedes ir donde quieras y hacer lo que desees, pero antes tienes que aprender a decir la palabra «no» en quince idiomas.

***

El hombre se sentía morir. Y llamó a su esposa:

—Vas a prometerme una cosa.

—Lo que quieras —dijo ella conmovida.

—Que antes de un año, después de mi muerte, te casarás con José.

—Pero, ¡querido!… Sí siempre has dicho que nunca le perdonarás las granujadas que te hizo.

—Por eso quiero que te cases con él, mujer.

***

El buen señor, con traje nuevo por ser día de fiesta, es atropellado por un ciclista y se levanta ileso, pero con el traje estropeado.

—Ha tenido usted suerte— le dice el ciclista.

—¿Suerte?

—Sí, por ser domingo. Los días de trabajo conduzco un camión.

***

—¡Cuando yo bebo, todo el mundo bebe! —gritó u hombre en el bar, y todos los presentes acudieron a la barra. Terminando su whisky, el tipo aquel volvió a vociferar:

—¡Cuando yo tomo otro trago, todo el mundo toma otro trago!.

Todos bebieron nuevamente, agradecidos. El hombre apuró su segunda copa, sacó de su bolsillo dos dólares y los puso sobre el mostrador al tiempo que daba un puñetazo.

—¡Cuando yo pago —rugió— todo el mundo paga!.

***

La joven estaba exhausta antes de terminar su luna de miel. ¡Tal era el ardor de su marido, de 75 años de edad! Aprovechando que él había ido a afeitarse escapó del cuarto y bajó, tambaleante, a la cafetería del hotel.

—¿Qué le pasa, señora? —le preguntó la mesera— ¿Cómo es posible que, siendo él un vejestorio, se haya agotado usted tan pronto?

—¡Ese hombre me engañó! Cuando dijo que llevaba sesenta años ahorrando, ¡creí que hablaba de dinero!

***

Estaba la esposa componiendo una poesía cuando llegó su marido con la camisa llena de rotos. Ella le dice:

—Mijito, ayúdame a completar este verso: «¿Qué le dirá la dulce brisa del piélago compungido?».

El responde:

—Pues… que le cosas la camisa al pobre de tu marido.

***

Un médico le dice a un enfermo mental:

—¿A usted no le ha sucedido que oye voces sin ver a las personas?

El enfermo:

—Sí

—¿Y cuándo?

—Cuando hablo por teléfono.

***

Una señora va a ver a un siquiatra famoso para que le recomiende un método para tratar a su marido.

—Usted profesor, que conoce todos los rincones del alma humana, dígame como hacer feliz a mi marido.

—Trátele como a un perro.

—¡Profesor!

—Sí, mujer, como a un perro. Muchas caricias, permítale poner los pies en las butacas y, sobre todo, no le moleste mientras come.

***

—Doctor, ¿sí lograré llegar a los 90 años?

—¿Fuma usted?

—No

—¿Toma trago?

—No.

—¿Va al cine?

—No.

—¿Le gusta comer mucho?

—No.

—Entonces… ¿para qué quiere llegar a los 90 años?

***

El presidente Julio Lozano va en un avión, con cien billetes de a lempira en una bolsa, en un tiempo en que estos billetes tenían más valor y dice:

—Voy a tirar estos cien billetes de lempira para hacer felices a cien hondureños.

Entonces alguien que iba en el avión le dice:

—Mejor tírese usted para que haga felices a todos los hondureños.

***

Van dos hondureños de visita a Rusia y uno de ellos le pregunta al otro :

—Vos maje ¿y cómo vamos a pedir la comida?

El otro le responde: Puesmm, Dejáme eso a mí, ¡ya vas a ver como me entiendo con estos rusos hijos del maiz!

Llama al mesero y le dice:

Kieroski arrosky blancosky, konsky, frijolosky negrosky, y pollosky.

Al poco rato, el mesero le trae arroz con frijoles negros y pollo tal y como lo había pedido.

A lo que el otro catracho dice:

¡Pucha Vos! ¡paaaaaaapo, pero que fácil es esto!

Entonces el mesero que los oye, les dice:

Tuvieronsky suertosky que yo soy de Sanpedrosky, porke sinosky, iban a komer mierdosky, los dosky!

***

Estaban un alemán, un gringo y un hondureño en el infierno.

El diablo les dio tres tareas: 1) Matar a un león a cachetadas 2) Hacer el amor con una mujer 100 veces 3) Tomarse 10 litros de Yuscarán

El que pasara estas tres pruebas se iba a ir al cielo.

Primero entra el alemán con sus aires de grandeza y dice:

—Vamos, a mi tráiganme a la mujer, y empieza n: 1,2, 3, 4, 10, 30, 43…., y sale gritando:

—¡Ya no puedo más!

—¡AL INFIERNO! —dice el diablo.

Después entra el gringo:

—Bueno, a mi tráiganme al león. Lo encierran en la jaula, y se oye: grrr, grrr, grrr, grrr, grrr, grrr; después de 1 hora sale:

—¡Ya no puedo más!

—¡AL INFIERNO! —dice el diablo.

Y al fin entra el hondureño y dice:

—Estos mulas, empezaron por lo más difícil, a ver, ¿dónde esta el Yuscarán?

Y lo llevan a la bodega y se toma los 10 litros de Yuscarán y sale borrachísimo: —A ver pisados, tráiganme al león. Y lo encierran con el león y se oye: grrr, grrr, grrr, grrr, grrr, grrr, ….

Y al cabo de 3 horas se oye: miau, miau, miau, miau, purrrrrr, miau

Poco después sale el hondureño y dice:

—A ver hijos del maiz, ¿dónde esta la vieja que hay que matar a cachetadas?

***

—Mamá, mamá ¿los corazones tienen piernas?

—No hijo, ¿por qué? —Porque anoche papá estaba encerrado en el cuarto con la trabajadora gritando «abrí las piernas, corazón».

***

Un gringo pasaba por la ciudad de San Pedro Sula cuando de repente vio a un «negro» orinando en la pared entonces el gringo lo graba con su cámara. Luego el gringo pasa el video por toda la red (Internet), los tenían en los celulares y hasta en cadena nacional… Entonces un catracho se enoja y agarra una cámara y se va para los Estados Unidos para ver que hacían los gringos, pero nada todo bien limpito, cuando de repente mira a un «negro» orinando en una pared también y entonces lo sigue grabando hasta que… el negro va volteando la mirada poco a poco hasta que lo ve y grata…!!! «UN SALUDO PARA MI GENTE DE LA CEIBA»… muy feliz, muy feliz.

Fuente: Canasta Folklórica Hondureña de Eduardo Sandoval. piadas.com.br. humour.com/blagues/

Trabalenguas

Los trabalenguas son expresiones de difícil pronunciación que se enseñan a los niños para que suelten la lengua y para agilizar su memoria, y que no pocas veces ellos repiten como meros pasatiempos en los que cada uno quiere demostrar su habilidad para decirlos sin tropiezo.

  1. Si ‘cantante’ significa ‘que canta’, ¿por qué se llaman cantoras y no cantantes las aves que cantan?
  2. El tiempo preguntó al tiempo cuánto tiempo el tiempo tiene. El tiempo respondió al tiempo que el tiempo tiene el tiempo que el tiempo tiene.
  3. El ratón royó la rica ropa del rey de Roma. La rabiosa reina rasgó el resto y después resolvió remendarlo.
  4. Si percibiste, percibiste. Si no percibiste, pretende que percibiste para que yo perciba que percibiste. ¿Percibiste?
  5. En rápido rapto, un rápido ratón raptó tres ratas sin dejar rastros.
  6. El sabio no sabía que el sabio sabía que el zorzal no sabía silbar.
  7. Sabiendo lo que sé y sabiendo lo que sabes y lo que no sabes y lo que no sabemos, ambos sabremos si somos sabios, sabidos o simplemente sabremos si somos sabedores.
  8. Quien la paca cara compra, la paca cara pagará.
  9. ¡La mujer barbada tiene barba boba bañada y un barbado bobo todo babeado!
  10. Concluimos que llegamos a la conclusión de que no concluimos nada. Por lo tanto, se concluye que la conclusión concluirá cuando todas hayan concluido que ya es hora de concluir una conclusión.
  11. Un nido de garrapatas, lleno de garrapatitas. ¿Cuál es el buen garrapateador que lo desgarrapateará?
  12. En un nido de mafagafos hay siete mafagafiños. Cuando la mafagafa gafa, gafan los siete mafagafiños.
  13. El dulce preguntó al dulce cuál es el dulce más dulce que el dulce de patata dulce. El dulce respondió al dulce que el dulce más dulce que el dulce de patata dulce es el dulce de dulce de patata dulce.
  14. ¡El original no se desoriginaliza! ¡El original no se desoriginaliza! ¡El original no se desoriginaliza! ¡Si lo desoriginalizáramos, original no sería!
  15. El gato escondido con la cola de fuera está más escondido que la cola escondida con el gato de fuera.
  16. A lo lejos, ululan perros lúgubremente a la luna.
  17. Los naturistas son naturalmente naturales por naturaleza.
  18. El padre poca capa tiene, porque poca capa compra.
  19. Próximo de aquel páramo parlotea un petirrojo pardo.
  20. El principio principal del príncipe comenzaba principalmente en el principio principesco de la princesa.
  21. Hay cuatro cuadros tres y tres cuadros cuatro. Siendo que cuatro de estos cuadros son cuadrados, uno de los cuadros cuatro y tres de los cuadros tres. Los tres cuadros que no son cuadrados, son dos de los cuatro cuadros y uno de los cuadros tres.
  22. No confunda ornitorrinco con otorrinolaringólogo, ornitorrinco con ornitólogo, ornitologista con otorrinolaringólogo, porque ornitorrinco, es ornitorrinco, ornitologista, es ornitólogo, y otorrinolaringólogo es otorrinolaringólogo.
  23. Toco prieto, puerco fresco, cuerpo crespo.
  24. Dijeron que en mi calle hay un paralelepípedo hecho de paralelogramos. Seis paralelogramos hacen un paralelepípedo. Mil paralelepípedos hacen una paralelepipedovía. Una paralelepipedovía tiene mil paralelogramos. ¿Entonces una paralelepipedovía es una paralelogramolandia?
  25. La calle de paralelepípedo está toda paralelepipada.
  26. La vida es una sucesiva sucesión de sucesiones que se suceden sucesivamente, sin llegar a buen suceso.
  27. Fui a cazar un zorzal, cacé el zorzal sólo, soqué el zorzal en el saco socándolo con un solo sopapo.
  28. El tejedor teje el tejido en siete sedas de Sión. Ha sido la seda tejida del tipo del tejedor.
  29. Un trío de trancas trancó Tancredo.
  30. Si cada uno va a la casa de cada uno es porque cada uno quiere que cada uno vaya allí. Porque si cada uno no fuera a la casa de cada uno, es porque cada uno no quería que cada uno fuera allí.
  31. Si el vaivén fuese y viniese, el vaivén iría, pero como el vaivén va y no viene, el vaivén no va.
  32. Pareciendo patética la petición producida por la postulante, prevemos la posibilidad de partirla en pedazos por cuanto perecen los presupuestos primarios permisibles para propugnar por el presente pleito, pues prejuzgamos la pugna pretérita perfectísima.
  33. Alcohólicos acólitos católicos.
  34. Traiga tinta en treinta tazas.
  35. Respeto al perfecto prefecto.
  36. Caro conde que cantas, tanto cantas que encantas.
  37. Sereno está, sereno estará, si no estuviere sereno se reserenará.
  38. Quien siembra semillas secas de sorgo, siempre semillas secas de sorgo cosecha.
  39. Lo que es, es; lo que no es, no es; lo que es, no es lo que no es; lo que no es, no es lo que es.
  40. Puerta abierta para quienes portan la prenda. Para quienes no la portan, que partan, porque poco importa abrir la puerta.
  41. Sabe quién sabe si sabe quién sabe que sabe que no sabe si sabe que sólo quién sabe que no sabe sabe más que quién no sabe.
  42. Un emperador impío de un amplio imperio hizo estallar la guerra por un peral; creía conquistar el mundo entero -el emperador- pero perdió el amplio imperio.
  43. Una rara rana negra se arrastró en la arena una noche. Una rara rana blanca se arrastró rendida en la arena.
  44. ¿Cuántas ramas de roble roería un roedor si un roedor pudiera roer ramas de roble?
  45. La razón de la sinrazón que a mi razón se hace, de tal manera mi razón enflaquece, que con razón me quejo de la vuestra fermosura. (Cervantes)
  46. Fulano, zutano y mengano compran propano temprano.
  47. Chela y Chila quieren chilate y chocolate. Chela toma chocolate y Chila chilate.
  48. Yo soy Pancho catracho, chamaco muy macho y me chocan los cachos.
  49. Pimpa, pon para Pepín pan y a Pimpín ni pimpón.
  50. Pedro Pascual Pérez pita pita Pascual Pérez Pedro.
  51. Francisco arisco busca el bosque en un risco brusco.
  52. Crispín crespa la cola y la mula crispa no la crespa por el potro potrinquín.
  53. Digo que donde digo no digo digo, digo Diego.
  54. Por la mañana Mariana desenmaraña con maña la maraña.
  55. Como se posa sobre la rosa hermosa la mariposa Rosa.
  56. Esa Mela mujerzuela es mala muela y mula.
  57. El cloro aclara la cara de Clara y Clara aclara la cara con cloro.
  58. Paco Peco, chico rico, insultaba como un loco a su tío Federico. Y éste dijo: «Poco a poco, Paco Peco, menos pico.»
  59. Pablo entabla con una tabla a Pabla en el establo.
  60. Carlos Ríos pasó por un puente y un río. Tantos ríos, pocos puentes. Pocos ríos, tantos puentes.
  61. Rosa Riza roza raso raso roza Rosa Riza.
  62. Juan junta juncos en conjunto, en conjunto junta juncos Juan.
  63. Desesmerila el esmeril, Mel.
  64. No hables como Blas habla porque si hablas como habla Blas, blasfemas.
  65. Enfoca la foca con el foco Paco pica poco gordinflaco y barraco.
  66. Allá viene el viejo Félix con el viejo fuelle en la espalda.
  67. ¿Pedrero de la catedral: está aquí el padre Pedro? —¿Qué padre Pedro? —El padre Pedro Pires Pisco Pascual. —Aquí en la catedral hay tres padres Pedros Pires Piscos Pascuales, como en otras catedrales.
  68. ¿Quién era Hera? Hera era la mujer de Zeus.
  69. Jorge el cerrajero hace cejas en el cerraje de la cerrajería.
  70. Si Darío me diera el diario le daría un salario a diario.
  71. Pablo con poca plata compró un establo en el Tablón.
  72. ¿Si Faría golpeara a Faría, que haría Faría a Faría?
  73. Si Panchita plancha con una planchita, ¿con cuantas planchas plancha Panchita?
  74. Corría Tristán Tristón tras tres tristes tigres.
  75. Pepe Quito contó de cuentos un ciento, y un chico dijo contento: —¡Cuántos cuentos cuenta Quito!
  76. Adolfo toca solfa en el golfo con alfalfa, en el golfo toca solfa Adolfo.
  77. Manuela mela con cautela la mula aunque le duela la muela mala.
  78. Hugo tuvo un tubo que al final anduvo como verdugo con el tubo Hugo.
  79. Se empapaya con papaya Peyo así como Peyo me empapayaré yo.
  80. ¿Qué es lo que quiere Cacá? Cacá quiere caqui. ¿Qué caqui quiere Cacá? Cacá quiere cualquier caqui.
  81. Camarón caramelo encaramela mi corazón.
  82. Paulo Pereira Pinto Peixoto, pobre pintor portugués, pinta perfectamente, puertas, paredes y pilas, por parco precio, patrón.
  83. Mojo jamón y lo jamo; jamo jamón y lo mojo.
  84. En un pradín verdín hay un potrín con la cola blanca y negra la crin. El que diga tres veces en un pradín verdín hay un potrín con la cola blanca y negra la crin, se le dará el potrín, que hay en el pradín verdín con la cola blanca y negra la crin.
  85. Sin mengua traba la lengua el trabalengua con traba.
  86. Del pelo al codo y del codo al pelo, del codo al pelo y del pelo al codo.
  87. No tapes la tapa de tripas con tétricos trapos trapero tramposo.
  88. Un pajarito yo vi, en una pajarería, de pájaro el pajarero: ¿cuántos pájaros había?
  89. Quiero querer a quien quiero y aunque quiera creer en quien creo no me quiere.
  90. Hoy por hoy no voy al Poy, porque si voy al Poy hoy no doy.
  91. Como no pica ni pisca de pez en la pesca no pesca ni pisca de pez el pescador.
  92. Dame loroco loco un poco si no me das loco loroco un poco no toco.
  93. Este tonto atarantado me ataranta tanto que de tanto atarantarme hasta me atormenta el tonto.
  94. A pura casaca saco de la casa la casaca aunque el saco no me soca.
  95. Los ojos tienen sus niñas; las niñas tienen sus ojos, y los ojos de las niñas son las niñas de mis ojos.
  96. Coloca la cola en el local loca y poco a poco coloca el coco loca.
  97. Me tomo la tableta y entablillo la tablita bien entablillada.
  98. No te atragantes tanto atragantado tragón de tragos.
  99. Esa hojarasca hosca descajada en el vasto bosque brusco.
  100. Había una vez un mero moro enamorado de una mera mora, pero la mera mora le dijo al mero moro: —Yo de ti no me enamoro por ser tan maromero.
  101. Sucesión de sucesos sucedidos en la sucesión del tiempo es historia.
  102. Croc, corroc, crojan las rocas en un carro cargado de rocas.
  103. Un tropel de traperos trapean con trapos detrás del tractor.
  104. Si lo que sirve la sierva no sirve de que sirve que la sierva sirva.
  105. Con feliz indiferencia informó el informal infortunado infractor.
  106. Disfruta la fruta en la gruta, si la fruta no disfrutas sos bruta.
  107. No pude podar la parra por esa perra emperrada.
  108. La novia nívea no vio al nuevo novio níveo.
  109. Veinte vientos viendo veinte vientos en la fuente.
  110. Preguntemos preguntas preguntadas para que los preguntones no nos pregunten nada.
  111. Me han dicho un dicho que han dicho que he dicho yo. Ese dicho está mal dicho, pues si lo hubiera dicho yo, estaría mejor dicho que el dicho que han dicho que he dicho yo.
  112. Curro corre por el cerro tras el traje.
  113. Yo no quiero a quien quiero que me quiera, y no obligo a nadie si no quiere quererme como yo quiero que me quiera.
  114. En parapeto tapa la pata del pato la pata.
  115. Si es así lo que usted dice, y usted dice como es, como usted dice así es.
  116. Pa’ que seque el saco seco soca el saco y la casaca.
  117. Desengarrafona garrafón la garrafa.
  118. Si yo no como como comes ya no comas como como.
  119. Andes o no andes nunca andes por los Andes.
  120. Arrastran en el rastro ristras de rostros sin dejar rastro.
  121. Saca el saco de sal al sol piricuaco para que al sol el saco de sal se seque.
  122. «Yo sólo sé que nada sé y si no sé, sé que sé nada».
  123. Jaque mate jaca el rey mate jaque jaca el rey.
  124. Cuando yo no tenía, te daba, ahora que tengo, no te doy, busca a quien no tenga que te dé, que cuando yo no tenga, te daré.

Fuentes: «Adivinanzas, refranes, bombas y trabalenguas» de Francisco Arístides Medina (Ediciones Culturales Fama), «Canasta Folklórica Hondureña» de Eduardo Sandoval (JES), Trava-línguas difíceis, 65 trava-línguas super difíceis, Gli scioglilingua.

Jazmines del Cabo

Por: Rafael Heliodoro Valle

¿Por qué causas misteriosas
la música de un violín
o el perfume de un jazmín
nos recuerdan muchas cosas?
Sortijas de aguas preciosas,
pañuelos de raso y tul,
cartas dentro de un baúl,
valses del tiempo pasado,
y lo del cuento azulado:
«Este era un príncipe azul».

Esa flor nítida es una
cosa de la primavera:
un jazmín que ella nos diera
en una noche de luna.
Quién sabe por qué fortuna
esa romántica flor
puede expresar el temblor
sutil que en el alma vive,
eso que nunca se escribe
en una carta de amor.

Suave la hacen los cariños,
triste las penas secretas,
y la arrancan los poetas
y la deshojan los niños.
Si está sobre los corpiños
su perfume nos evoca
el beso, cuya miel loca
deja sobre el corazón
la inefable sensación
de una hostia en la boca.

Cuando en los días primeros
se conjuga el verbo amar
sus flores en el solar
se abren a los aguaceros…
Días tibios y ligeros,
días de balcón y esquela
de rondar la callejuela
y de escribir madrigales;
páginas sentimentales
de nuestra mejor novela.

Días de embriaguez divina,
—todo por unas pestañas—
cuando se ven las montañas
coronarse de neblina.
Cuando hay una bandolina
temblando ante rejas raras,
cuando se cunden las varas
de jazmines y de rosas
y parecen más hermosas
las noches frescas y claras…

Y cuando el alma, en su brío,
lo que tiene el jazmín toma:
si al abrirse, riega aroma,
si al sacudirse, rocío.
Si alguien nos dice «eres mío»
todas las cosas son bellas,
y nuestras móviles huellas,
de pálidos soñadores
van sobre puentes de flores
y bajo palios de estrellas.

Entonces en giro blando,
son —envueltas en aromas—
hacia el viento las palomas
jazmines que van volando…
En esos días­ es cuando
tenemos palacios reales
con terrazas de cristales
y bruñidos pavimentos
y son de verdad los cuentos
de los reyes orientales.

Jazmines de sedas finas
y de carnes aromosas,
y más buenos que las rosas
porque no tienen espinas.
Platas de fragantes minas,
incensarios de placer,
novios para la mujer
sin novio que haga canciones,
quieren como corazones
cuando se dan a querer.

Y aquellos de la sumisa
edad cuando nos ensalma
la novia, el jazmín del alma,
la hostia, el jazmín de la misa.
Y los que peina la brisa
cuando moja los barrancos,
los que están junto a los bancos
y los parques y los muros;
jazmines bellos y puros
como algunos dientes blancos.

Los de silvestre hermosura
que eran —con piedad contrita—
regados por la abuelita
en la madrugada pura.
(La abuela por su blancura
en el recuerdo me sabe
a un jazmín de lo más suave
que se coge en los sembrados,
un jazmín de los lavados
con el agua de la llave…)

Es jazmín con viejos oros
el marfil de los pianos.
¡Yo he visto volar dos manos
sobre jazmines sonoros!
Con sus egregios decoros,
como nacido entre brumas,
daba el champán sus espumas
en las copas champañeras,
entre un blancor de pecheras
y de abanicos de plumas…

Niña de mi devoción,
déjame que ahora duerma
viendo el brillo de la esperma
esparcida en el salón.
Me acuerdo, con la emoción
casta del primer anhelo
de tus mejillas de cielo;
de blancura adorable
y hasta del inolvidable
perfume de tu pañuelo…

¡Oh, Julieta, oh, Margarita!
tu evocación es al fin,
a manera de un jazmín
de primavera bendita.
¡Oh, balcón de aquella cita
por lo romántica, loca,
pues cualquier palabra es poca
para decir lo que yo
sentí cuando ella me dio
de comulgar en su boca!

Jazmines de noble cuna
los de mis cánticos; puestos
a serenarse en los tiestos
que trasplanté de la luna.
¡Buenas noches! En la bruna
tiniebla un surtidor mana.
¡Jazmines hasta mañana!…
De aroma haciendo derroche,
entrad, porque en esta noche
quedó abierta mi ventana.

Imagen por ccmerino.

Rafael Heliodoro Valle

Por: Marcos Carías Reyes

Para nosotros continúan siendo los de «Jazmines del Cabo» los versos más queridos y familiares de Rafael Heliodoro Valle. Otros más hondamente sentidos nos habrá dado su armoniosa lira: «Víspera de la Muerte»; otros de más complicada factura; algunos tal vez más finos, mejor acabados; pero «jazmines del Cabo» no se han borrado de nuestra memoria — y hace ya buen rato que los leyéramos por vez primera. Esta persistencia que ha dominado suavemente, musicalmente, al olvido, sólo la adquieren aquellos seres, aquellas cosas, aquellas palabras, que se grabaron muy hondo, con intimidad de hogar, con esa dulzura propia de los recuerdos infantiles que, quizás borrados periódicamente, se presentan, de improviso, en medio de las asperezas y de las mutaciones de la realidad cotidiana, como revienta de modo inexplicable un lirio en un predio lleno de cardos.

¿Por qué tienen ese privilegio algunos sitios, palabras o aires musicales; o ciertos perfumes y colores? ¿Por qué ese poder de evocación, seducción, con que nos atraen y nos conquistan? Eso nos ha ocurrido con «Jazmines del Cabo», en los cuales el poeta formuló idéntica pregunta:

«Por qué causas misteriosas
la música de un violín
o el perfume de un jazmín
nos recuerdan muchas cosas?

Igual que Luis Andrés, Heliodoro Valle nació en Comayagüela, mas no quiso ser «embrujado» y un buen día ató las maletas y marchóse a México. La urbe donde se alza con rotunda virilidad de su rebeldía el indio Cuatimozín, mostrando sus tensos músculos y el carcaj con las flechas que hicieran llorar a Cortés, lo adoptó como hijo suyo. Pero es que el insinuante muchacho de Comayagüela —tez blanca, marfilina, nariz patricia, palabra desbordada— era digno de tal adopción. Desde entonces, Heliodoro Valle sueña en Honduras, bajo su cielo, a la claridad del «lucero chilatero» y de la «luna lunera, cascabelera», pero vive en México.

El México Imponderable entregósele rendida y cabalmente con sus valles estupendos, sus negros o blancos volcanes, sus torrentes, sus ciudades, sus catedrales, sus conventos, sus duendes y sus jarabes y sus nopales. Y Heliodoro ha sabido hacer honor —altísimo honor— a tal entrega. Buena parte de su producción, entre ella algo de lo más fundamental y perdurable está dedicada a la tierra de Anáhuac. Y ésta vive y alienta: le da sus jugos y zumos; sus aguas y sus fuegos; sus personajes reales y sus mitos, en crónicas y relatos; en investigaciones históricas y etnológicas; en cátedras y estudios.

Desde el adolescente «Perfume de la Tierra Natal» a los poemas de «Contigo» han transcurrido varios lustros de labor fecunda y a la vez selecta. Porque Heliodoro Valle es un filigranista de la prosa, aunque escriba para el diario, entre el ruido de las máquinas y las urgencias del periodismo. Quedóse allá lejos el «Perfume de la Tierra Natal» con el «Rosal del Ermitaño»; creció el joven árbol; aferróse firmemente a la entraña telúrica mientras subían sus ramas hacia las nubes y se expandían en demanda de horizontes. Y advinieron muchos libros más. Poesía, Historia, Crónica, divulgaciones artísticas. Buzo audaz penetra en los océanos del pasado; acércase a Iturbide, lo atisba y lo retrata, desnudo, dentro del marco de su época. Incansable y minucioso investigador sacude el polvo de los viejos archivos, abre las ventanas, lanza fuera las polillas y hace que la luz penetre en ellos. Es así como nos halaga con las «Cartas de Bentham a José del Valle», «Bibliografía de Manuel Ignacio Altamirano», «Cronología de la Cultura», «Santiago en América»; con relatos de virreyes, de conquistadores, de marquesas y de bucaneros; con episodios de poetas o de generales en estas ubérrimas tierras de México y Centro América. Y van pasando cual en kaleidoscopio mágico las páginas de «El Espejo Historial», «Cómo era Iturbide», «El Convento de Tepotzotlán», «La anexión de Centro América a México»…

En sus recientes poemarios: «Unísono Amor», «Contigo», el Poeta encontró en su lira nuevas sonoridades; nuevas y extrañas entregas de amante absolutamente conquistada; y ni los años, ni los cactos, ni las nieves han agostado, secando su poderosa savia, a este magnífico artista.


Es Heliodoro Valle el más polifacético, el más difundido y fecundo de los escritores hondureños. Hombre poliédrico, todas sus aristas son brillantes. Catedrático, e incansable en el estudio, en la auto-educación, su cultura no sólo es vasta, sino también profunda y maciza. Pero, en la copa de ese robusto árbol viven muchos pájaros que trinan. Sus raíces se hunden bastante adentro en la Historia y en la Filosofía: por el tronco corre vigorosa la linfa del Ensayo; y en la copa dicen maravillosas frases el verso, la crónica y la anécdota. Es también Heliodoro Valle el más generalmente admirado, en el exterior, de los escritores hondureños. Su innata capacidad de trabajo, su inagotable dinamismo, lo utiliza en modo peculiar, en las labores a las cuales ha consagrado su vida: pertenece a la plana del «Excelsior», del cual es redactor permanente; colabora en innumerables revistas y diarios, en diferentes lenguas; edita sus libros; hace crítica; dicta conferencias; sirve cátedras; actúa en la radio. Una actividad mental y física asombrosa. Y no se piense que para desarrollar tan complicada labor vive encerrado en un gabinete. No. Asiste a reuniones culturales, se confunde en el tráfago cotidiano de la urbe, se divierte, viaja. Es increíble como lo ha logrado, como puede hacer todo cuanto ha hecho y hace y mantenerse todavía fuerte y optimista.

Aún vivía en nuestra mente la imagen del poeta de «Jazmines del Cabo», confundida con los gratos recuerdos de la niñez, cuando, en 1943, durante una breve visita, lo hallamos en México; naturalmente, no es el mismo joven de corte byroniano; muchos años han transcurrido. Sin embargo, su noble continente ha ganado con la aureola de su gran personalidad y no se añoran con pesar, como generalmente ocurre, los adornos juveniles que el tiempo ha ido marchitando.

Varias veces lo hemos encontrado, con posterioridad; siempre nervioso, ágil, atareado, exigiendo rendimiento máximo a cada hora; exprimiendo el jugo a cada minuto. Cuando efectuó la que no será —es la esperanza— su última visita a nuestra amada Tegus quisimos retenerlo bajo el alero familiar. Acudió, pero como de costumbre, con todos sus nervios trepidantes. Y, rápido, inquieto, el hombre que imperativamente exige al tiempo que se detenga: o corre con la velocidad de los segundos, interrogó respecto a varias personas, cosas, lugares y sucesos; dejó en nuestras manos un ejemplar de «Don Gil de las Calzas Verdes», literatura clásica castellana, ediciones de Manuel Altoaguirre y, luego: «está muy buena su biblioteca… está muy buena», ¡vaya… muy buena su biblioteca!— él que es un Gran Señor del Libro; él que no ha agotado todos los libros porque su sed es insaciable. Horas después rodábamos por una sinuosa carretera, bordeada de altos y nudosos pinos, con verdes follajes. El autor de «Éxtasis Humilde» colmaba nuestra ansiedad con su charla tan inagotable como amena. Y nos repetía sus cordiales apremios: «Esa carta debo llevármela. Usted me la dará… no es así?» Se trata de un pedazo de papel ya amarillento, escrito en el Cuartel de Artillería y enviado a nuestro señor padre. Mas, ese amarillento pedazo de papel está redactado de puño y letra y lleva la firma de Juan Ramón Molina. El altivo creador de «A una Muerta» incurrió cierta vez en el enojo del Presidente General Terencio Sierra y éste lo recluyó en el Cuartel de Artillería. Varios amigos del poeta quisieron ayudarlo recurriendo en demanda de amparo ante los tribunales de justicia y de ahí el origen de la carta que Heliodoro deseaba incorporar a sus colecciones autógrafas. Gustosos la hubiéramos cedido, pero la nota de Juan Ramón habíase extraviado entre los volúmenes. Días después dimos con ella, refugiada en las páginas de una antigua edición de la Biblia.

Durante la noche, entre nepente y nepente, en un corro de amigos — admiradores, Heliodoro Valle hinchó las velas de su conversación y cual peces voladores en mar azul revolotearon los recuerdos, las interrogaciones, los nombres y las anécdotas… ¡qué genial artista es Heliodoro Valle!

En su casa de San Pedro de los Pinos vive el poeta-pensador; el cronista-poeta; el historiógrafo-periodista y catedrático. Encontró compañera laboriosa y comprensiva en doña Emilia Romero, que vino de Lima, la de los azulejos, en una carabela de amor y literatura. Y, mientras él sueña, medita, investiga, trabaja, los jazmines del cabo siguen perfumando en tiestos de barro ¡aroma de jazmines del cabo, olor de tierra mojada!, bajo la claridad del lucero chilatero y de la luna mayor, en estas luminosas noches de Honduras y en sus diáfanos atardeceres.

Tomado del libro «Hombres de Pensamiento», por Marcos Carías Reyes. Colección Rescate del Libro Antiguo Hondureño.

Elogio a Medardo Mejía

Por: José María Palacios Mejía

Medardo Mejía

Por: José María Palacios Mejía

Frente a la entrada de la Facultad de Medicina de la Universidad de San Carlos, en Guatemala, cuando salíamos de una de las actividades del Primer Congreso Centroamericano de Estudiantes Universitarios, que ahí se había celebrado, se encontraba un señor a quien yo no conocía. Uno de los compatriotas que estudiaba en esa universidad, dijo: «es Medardo Mejía». Para entonces no había leído nada de él, pero sí era sabedor de quién se trataba, de su prestigio, de su renombre como escritor, como periodista, como poeta; en especial como un luchador por los derechos de los desposeídos del mundo. No pude dominar la emoción que me embargó, al sentirme frente a aquel hombre que desde muy niño había admirado, por las referencias que de él había escuchado de mi padre y de una tía, que lo conocían. De inmediato, me dirigí a él y saludándolo con la expresión —no sé de dónde me salió— de «hermano», le di un abrazo; con las dos manos me separó, viéndome con sorpresa y casi como con burla, para luego preguntarle a una persona que lo acompañaba, «y éste que me está tratando de hermano, ¿quién es?». Me sentí amohinado; él supo valorar el efecto que en mí había producido su actitud y, en un gesto muy cordial, me tomó del brazo y se interesó en conocer mi nombre, mi lugar de origen, en fin. Así principió una amistad que duró hasta su muerte. Antes de regresar a Honduras pasé a visitarlo en su lugar de trabajo e igual hice al año siguiente (1953), en tránsito hacia Rumanía, en donde tendría lugar otro evento estudiantil. En esta ocasión me obsequió su libro «Arévalo, el humanismo en la Presidencia», primero de su pluma que leí.

Cuando él estuvo de nuevo en el país, después de la caída del régimen democrático del coronel Jacobo Arbenz Guzmán, en la que jugó un papel vergonzoso nuestro gobierno, fui beneficiario de su sabiduría, en las conversaciones en que yo prácticamente sólo escuchaba y preguntaba. Hubo una época en que me llegaba a la Imprenta La Democracia de don «Milo» Ayes, en donde con frecuencia encontraba a Medardo, y era, en realidad, un verdadero deleite y una oportunidad de aprender, escuchar los diálogos en que, con profundidad, abordaban los más disímiles temas, en especial los que hacían relación a los problemas del país, había ocasiones en que se referían a cuestiones jurídicas, entonces, con suma prudencia, me atrevía a meter baza.

El 20 de octubre anterior se cumplieron cien años de haber venido al mundo en San Juan de Jimasque, aldea del municipio de Manto, en Olancho. Con ese motivo, el último número —tal parece que ya no habrá más— de la revista de la Universidad Pedagógica Francisco Morazán que hasta esa edición dirigió el doctor Víctor Manuel Ramos Rivera, fue dedicado precisamente a tan ilustre olanchano. Y, también, la Secretaría de Relaciones Exteriores, con igual motivo, publicó un valioso libro, en el cual, así como en la revista, encontramos parte de su producción, en poesía, narrativa, ensayo, historia. Ahí volví a leer el estudio sobre el maravilloso poema de José Antonio Domínguez, «Himno a la materia»; volví a leer el «Canto a Victoria López», y otros trabajos más. Por primera vez me encontré con el poema a Edgar Allan Poe, con la polémica entre Salatiel Rosales y el padre Augustín Hombach, sobre la teoría del autor de «Origen de las Especies» y de «Origen del hombre». Me impresionó sobremanera su escrito autobiográfico «Refiere, Anisias, el paso de aquel milpero». En cuanto a narrativa, me ha hecho reflexionar «La silla vieja», tanto por el mensaje que contiene, como porque me ha hecho recordar un relato de José Saramago, intitulado «Silla», que aparece en la obra «Casi un objeto». El hondureño nos cuenta que «En el interior de la casa reinaba un silencio grande, grandísimo. A tal grado que dejaba oír el claveteo de la polilla en un libro desencuadernado», el portugués nos habla de que la carcoma (un coleóptero del género hilotrupes o anobium) va royendo el asiento de Antonio Oliveira Salazar hasta que se desploma la dictadura que por treinta y seis años hizo sufrir al pueblo lusitano. Es impresionante ver cómo dos escritores, que en distintas épocas y en situaciones diferentes, teniendo la misma concepción del mundo y de la sociedad, manejan mutatis mutandis una temática similar.

Termino estas líneas haciendo memoria de una anécdota de la cual fui testigo. Durante algunos años tuve el honor de formar parte de la planta de maestros del mejor centro de educación comercial que, así lo creo, ha habido en Honduras, el Instituto Héctor Pineda Ugarte, dirigido por el el licenciado don Gustavo Adolfo Alvarado, maestro y caballero distinguido, respetado y querido por los estudiantes; y no sólo por ellos. Pues bien, la historia que quiero contar es la siguiente; una tarde, a la salida de clases, estábamos Don Gustavo Adolfo, algunos maestros y varios alumnos, en amena conversación, a la entrada del colegio; en esos momentos pasaba Medardo por la otra acera, frente a la Imprenta López, con su andar cansino; el licenciado Alvarado le preguntó a los estudiantes: ¿saben ustedes quién es ese señor? Los muchachos contestaron que no lo conocían; el maestro, entonces, les dijo, con mucho énfasis y en tono admonitorio: «Pues tienen el deber de conocerlo, ahí va el cerebro mejor organizado de Honduras, se llama Medardo Mejía».

Tegucigalpa M. D. C., diciembre de 2007

Tomado de la «Revista de la Academia Hondureña de la Lengua». Enero-junio de 2007.