Nació en El Rosario, Copán (1932). Investigador de temas históricos, económicos y políticos relacionados con Honduras. Autor de Violencia y Revolución (19..), El problema agrario en Honduras. La Habana, 1964. América Latina. Tegucigalpa, s.f, Los militares patriotas y la revolución hondureña. Tegucigalpa, 1972. (Utilizando el seudónimo de Asdrúbal Ramírez), El Partido Comunista de Honduras y el Maoísmo ante el proceso reformista burgués. Tegucigalpa, s.f., Cuba, veinte años de victoria. Tegucigalpa, 1978, La comunidad primitiva en Honduras. Tegucigalpa, 1981. Evolución Histórica de Honduras. Tegucigalpa, 1983. El Cabuyador: Cuentos de Honduras para niños hondureños (1986), Copán para niños (1987); Cuando las tarántulas atacan (1987); Moral para niños (1988); La guerra de las oropéndolas (1989); Honduras: 40 pintores (1989) (en colaboración con Evaristo López). Pablo Zelaya Sierra: Vida y trayectoria artística (1991). Gregorio Sabillón: Vida y obra (1991), Marxismo y realidad nacional hoy (1991). Ideas pedagógicas de Francisco Morazán: Vigencia de la educación popular (1993). Morazán Revolucionario (1992). El Poder Político (1994); Ética del Maestro (1996); Moisés Becerra: un pintor comprometido con su pueblo (1998); Ética para jóvenes (2,002).
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Lo que México le debe a Francisco Morazán
Conferencia del historiador mexicano Luis Chávez Orozco en 1941. El señor Chávez Orozco fue embajador de México en Honduras.
Distinguido auditorio:
He sido invitado por la directiva del Instituto Internacional de Cultura Hondureña a participar en este ciclo de conferencias. Yo, por mi parte, he aceptado agradecido, por la oportunidad que se me brinda para entrar en contacto intelectual y directo con el pueblo de este país que tan gentil acogida me ha brindado.
Hay, sin embargo, un motivo más para hablar sobre Morazán y ese es quizá el más importante de los que determinan el tema de mi plática. Tenemos los mexicanos una deuda con Morazán y yo, como mexicano y como historiador, vengo a pagarla.
Yo estimo que Morazán, como Bolívar, como Morelos, como Martí y como Washington, dentro de sus aspectos poliformes, tiene facetas cuyo brillo se proyecta hacia adelante y trazan un camino a la democracia continental, y considero que nuestra acción defensiva contra todas las asechanzas que pueden presentarse, será más eficaz, porque será más popular, si la ponemos al amparo de la doctrina por la cual lucharon con tanto heroísmo.
Decía yo al principio que como historiador y como mexicano, declaraba que mi país contrajo una deuda con Morazán y que se deseaba pagar esa deuda confesándola públicamente. No hay otro modo para liquidar créditos de esa índole, sino es reconociendo, con toda lealtad, el servicio.
México debe a Morazán el impulso que lo llevó a plantear su reforma social de 1833-1834. Porque Morazán inició la revolución pequeño-burguesa en estos países ístmicos, dando al liberalismo el sentido que siempre ha tenido en todos los pueblos y en todas las épocas, por eso México, que siguió sus huellas, es deudor de Morazán.
Centro América, en los albores del Siglo XIX, poseía ya un estrato social que aspiraba, no sólo con vehemencia, sino, con una gran conciencia; por superar una etapa cultural, hasta entonces encadenada a las limitaciones mentales de la Escolástica; pugnaba por establecer nuevos postulados económicos con vista a satisfacer los intereses de todas las clases sociales y destruir un estado de cosas en donde la riqueza era patrimonio casi exclusivo de un sector privilegiado; y anhelaba, en fin, una serie de conquistas materiales para acelerar el desarrollo económico del país; ya empezaba a la sazón el clamor por los caminos, por la colonización de las cosas, por la posesión de una marina mercante.
La pequeña burguesía centroamericana formulaba estos anhelos, en términos objetivos, con la objetividad con que Humboldt a la sazón planteaba los problemas de México. A lo largo de las páginas del periódico que dirigía José Cecilio del Valle, EL AMIGO DE LA PATRIA, cuya publicación se inició antes de que la patria misma naciera, vemos hasta que grado de desarrollo había llegado la pequeña burguesía centroamericana.
La existencia y la madurez de la pequeña burguesía centroamericana explican en primer lugar el advenimiento de Morazán a la vida pública y sus triunfos militares y políticos. Morazán, pienso yo, escaló el poder empujado por el estrato social del cual José Cecilio del Valle fue el portavoz, y su obra como estadista fue posible gracias a la madurez mental propia que le permitió rodearse de un puñado de hombres sinceramente representativos de los anhelos de las masas progresistas.
No voy a exponer en qué forma Morazán y Molina y Leonardo Pérez y el Dr. Gálvez se entregaron a la empresa de destruir la estructura feudal en que vivía el país para encaminarlo por los derroteros de la vida moderna. Una empresa de esta índole corresponde realizarla a los patriotas hondureños y en general centroamericanos que quieran interpretar una de las etapas más luminosas de la Historia de América y me concreté a tratar exclusivamente el objetivo de mi plática que no va más allá de determinar hasta que grado es deudor México a Morazán, en su condición de líder de un movimiento de liberación y de progreso.
Cuando en México, el sudamericano Vicente Rocafuerte vivía oculto por haberse atrevido a publicar un folleto en que tímidamente sostenía la tesis de la tolerancia religiosa, en Centroamérica se decretaba en mayo de 1832.
Cuando uno de los capítulos más importantes de la MEMORIA del secretario de Justicia y Negocios eclesiásticos de México lo constituía el tema de la recaudación de diezmos, en Centro América se decretaba la abolición de ese tributo. Cuando en Centroamérica se decretaba la desamortización de los bienes de las comunidades religiosas en 28 de julio de 1829, en México estaba a punto de escalar el poder la administración que mayores concesiones hizo al clero.
Cuando en México se confesaba el Gobierno incapaz de reformar la educación superior y se entregaba en manos de particulares la elemental, en Centroamérica se dictaban los decretos de 9 de junio de 1830 y del 1° de marzo de 1832.
Ahora bien, ambas disposiciones, pero sobre todo la segunda, significan, dentro del movimiento cultural de América Latina, la primera fórmula legislativa para estructurar la educación popular en un sentido francamente democrático.
El espíritu de esta ley, comparable con la que reformó la educación nacional francesa, inspirada por Condorcet y aprobada en abril de 1792 por la Asamblea Legislativa, fue para México el apoyo ideológico gracias al cual los Gómez Farías y los Mora y los Goroztiza y los Rodríguez Puebla, se entregaron a la empresa de redactar la ley de octubre de 1834, creadora de la fecunda Dirección General de Instrucción Pública.
Sin duda se pensará que estoy echando mano de un artificio para suspender el ánimo de mis oyentes a quienes se supone deseo sorprender. No, no se trata de eso; soy enemigo de los artificios y me gusta llamar las cosas por sus nombres. Deuda es y como deuda vengo a saldarla declarando por primera vez en la Historia de la Historia que el movimiento liberal, que lo que en México llamamos Reforma, por su inspiración, estuvo determinado por la orientación que adoptó la política de Francisco Morazán. En otros términos, que a Morazán no solo hay que verlo como al líder de la pequeña burguesía progresista centroamericana, sino como al inspirador del movimiento pequeño burgués que sacudió a México al concluir el primer tercio del siglo XIX.
Ahora bien, este dato que yo quiero dejar indeleblemente consignado, como válido científicamente dentro de una interpretación de la Historia de México, estimo que hay que hacerlo valer también para apreciar mejor el alcance y el valor de la personalidad de Morazán. En otros términos, quiero decir que si por algo Morazán no sólo es un héroe hondureño, si por algo Morazán es algo más que un estadista centroamericano, si por algo Morazán tiene título para ser exhibido con valor continental, es porque su doctrina política y social superó las fronteras de su país y fue a fructificar en el corazón mismo de la República mexicana.
Yo bien sé que esto va a provocar polémicas. Las gentes no resisten muy fácilmente la luz de una verdad. Es tan difícil aceptar que a un personaje consagrado por la tradición se le resten méritos, como que se le aumenten. Por eso la crítica histórica generalmente tiene que polemizar. ¿Quién no se asusta cuando alguien afirma que D. José Cecilio del Valle se adelantó a la fórmula definitiva del ideal bolivariano y que seguramente el planteamiento que hizo de la Unión Americana tenía bases todavía más objetivas, reales y trascendentes que las que concibió el héroe de Ayacucho?
Pues otro tanto sucede, me imagino yo, cuando a los méritos consagrados por la tradición, agregamos a Morazán otros que lo hacen superar el marco dentro del cual siempre lo hemos visto colocado.
No acierta uno a saber quién subió más alto. Mientras Morazán y los hombres que se movían a su alrededor desquiciaban la estructura feudal centroamericana, haciendo de la educación un instrumento para forjar una sociedad democrática más justa y humana, Bolívar, en el sur, se preparaba a a morir garantizando para el futuro de la América nuestra el advenimiento de un régimen de libertad.
Ni más arriba, ni más abajo. Morazán está al par de Bolívar y nosotros los hermanamos en un sentimiento de veneración.
No es una aberración ni tampoco es una casualidad que el movimiento reformista pequeño burgués se haya planeado y desatado en Centro América antes que en México. Si las cosas sucedieron así es porque así tenían que suceder. Se me dirá que argumentar en estos términos tiene poca validez científica. Pues bien, presentaré mi tesis en otra forma, para quitarle todo matiz de dogmatismo.
Si Centro América dio, antes que México, el primer paso para destruir el régimen feudal heredado de la Colonia, es porque en Centro América, por circunstancias políticas, el régimen feudal sólido y fuerte como era, era sin embargo, menos sólido y menos fuerte que en México. Y eso permitió el juego de una serie de fuerzas bajo cuyo impulso actuaban en su propio beneficio, intereses pequeño-burgueses.
Si nosotros tratáramos de definir lo que fue el régimen colonial novo-hispano por las manifestaciones que nos exhibe la historia de Centro América en las postrimerías del siglo XVIII, desnaturalizaríamos lamentablemente la realidad.
En el México dieciochesco no es posible concebir una Sociedad Económica de Amigos del País como la que floreció en Guatemala y en cuyo seno Liendo y Goicochea, exponían sin temor a ser aprehendidos por la Inquisición, las teorías científicas más avanzadas. Se dirá que la sociedad fue suprimida en 1974, pero este dato sirve para demostrar hasta dónde llegó el atrevimiento intelectual de los socios. Se responderá que la Nueva España tuvo su Liendo y Goicochea en Díaz de Gamarra… Es posible que el paralelo sea justo, pero no lo es tanto si tenemos en cuenta que Díaz de Gamarra exponía su cátedra en latín y publicaba sus libros en el mismo idioma, lo que les daba facilidad para obtener el imprimatur. Un libro en latín no entrañaba riesgos… Se agregará que la Nueva España nos dio el presente de un José Antonio de Alzate, naturalista cuyo nombre figuró entre las nóminas de las Sociedades Cientificas de Europa… también esto es cierto, pero ni Alzate se asomó al estudio de las ciencias sociales, como Liendo y Goicochea, ni tampoco se atrevió demasiado por los campos de la filosofía moderna.
Si no tuviéramos más datos en relación con Centro América que el testimonio que implica la existencia de José Cecilio del Valle y sus obras, podríamos afirmar que en Centro América, en vísperas de consumar su independencia política había alcanzado ya un sensible desarrollo social que se manifestaba en la actitud de su pequeña burguesía. En otros términos, José Cecilio del Valle, no se hubiera estructurado mentalmente como un economista discípulo de Smith, de una reciedumbre que no tiene paralelo en su época, en Hispano América, si al mismo tiempo no hubiera habido un estrato social que le sirviera de base. Nosotros no creemos que los hombres puedan desarrollarse como las flores en el invernadero…
Para concluir, se me permitirá que me repita a mí mismo: “América, la juvenil, América ha de salvarse del desastre, será positivamente un campo de asilo de la cultura, en la medida en que tengan la suficiente imaginación para dar una nueva vida a sus grandes héroes continentales, a los que nos lanzaron a la vida independiente y a los que nos orientaron por el camino de nuestra liberación», como el ínclito reformador Francisco Morazán, gloria de Centro América, gloria de América, gloria de la humanidad.
Tegucigalpa, D.C., 29 de julio de 1941.
Periodización de la historia de Honduras de Luis Enrique Muñoz Lara
Dividimos la historia de Honduras en tres períodos:
- Período prehispánico.
- Período colonial. Y
- Período contemporáneo.
En cada uno de ellos ubicamos a comunidades humanas con características propias que les diferencian:
- Las sociedades indígenas prehispánicas.
- La sociedad colonial.
- La sociedad hondureña.
En Honduras la historia nos muestra la estructuración y desestructuración de colectividades humanas en el transcurso de más de 12 mil años de historia (10 mil a. C. – hasta nuestros días).
Los períodos históricos
La historia de Honduras comprende desde la presencia de las primeras comunidades de cazadores, hasta los procesos que tienen lugar hoy en día.
En todos estos siglos de historia, los seres humanos que aquí han vivido, se han dedicado a actividades distintas. Sus formas de vida: tipo de familia, producción, costumbres, rituales, lenguaje, tipo de vivienda, tecnología, pensamiento, dieta alimenticia, etc., han variado todo este tiempo, formándose culturas diversas.
Para distinguir cuando empiezan y terminan los procesos evolutivos de la historia, el paso de una forma de vida a otra, es que periodizamos así la historia de Honduras:
Período prehispánico
(+10,000 años a. C. – 1502 d. C.). Comprende desde la llegada de los primeros pobladores, hasta el momento del inicio de la expansión española a esta parte del continente, en 1502, tras el desembarco de los españoles en la Isla de Pinos (Guanaja) y en la costa atlántica.
Los descubrimientos arqueológicos muestran las huellas de los primeros grupos humanos que llegaron al centro del continente, hacia los 10 mil años a. C., como resultado de migraciones internas en el continente americano.
El proceso de poblamiento fue gradual: de los primeros grupos de cazadores nómadas, hasta el asentamiento de sociedades estables, ambas etapas abarcan miles de años.
Estas sociedades autóctonas, llegaron a alcanzar distintos estadios de desarrollo social, sin que todas hayan pasado por los mismos estadios, ó, lograran los mismos niveles de desarrollo. Se formaron: sociedades comunitarias, sociedades tribales, cacicazgos (dirigidos por un cacique), y sociedades estratificadas (divididas en clases sociales). Llegaron a convivir en una misma región, manteniendo relaciones variadas, desde relaciones comerciales, hasta guerras por dominio de territorios.
Período Colonial
(1502–1821). Se inicia con el arribo de los conquistadores al Caribe y la costa atlántica, suceso que da apertura a campañas de exploración y de conquista, por “corrientes conquistadoras” procedentes de distintas partes. Empieza un proceso general: la estructuración de la sociedad colonial, la cual empieza a tomar forma tras la conquista de los pueblos indígenas y la desestructuración de sus sociedades (proceso).
La instauración del régimen colonial implicó la imposición de valores culturales, de parte de los conquistadores. Nuevas formas de producción a las que integraron la fuerza de trabajo indígena; y posteriormente, a los africanos, traídos como esclavos. Tiene lugar en este período, un amplio mestizaje.
Se organiza paulatinamente el “régimen colonial”, base de la sociedad colonial, con su aparato militar y administrativo. Proceso que es acompañado por la labor de la Iglesia Católica, que establece también sus jurisdicciones, para ejercer sus funciones dentro del régimen colonial e impulsar la difusión del cristianismo. Durante más de tres siglos se mantuvo la dominación española, hasta que a principios del siglo XIX entra en crisis el imperio colonial. La crisis concluye con la caída del Imperio y la independencia de la mayoría de las colonias.
Período Contemporáneo
(1821–hasta nuestros días). Con la ruptura entre España y las Provincias de la Capitanía General de Guatemala, el orden colonial entra en una etapa de descomposición para dar lugar a otro tipo de organización social.
En Honduras, empieza lentamente a estructurarse la sociedad hondureña. Aquí, como en el resto de Centroamérica, se inicia el proceso de formación del Estado nacional, marcado por guerras internas, conflictos regionales, intervención extranjera, etc.
Con la Reforma Liberal, a partir del gobierno de Marco Aurelio Soto (1876–1883), Honduras se va incorporando al mercado mundial a través de las inversiones extranjeras y las economías de enclave. La evolución histórica en el s. XX, está caracterizada por etapas de inestabilidad. Actualmente, en Honduras tiene lugar un proceso de democratización, reconstrucción e inserción gradual en la tendencia mundial de la globalización.
En forma esquemática:
Período Prehispánico
Sociedades Indígenas Prehispánicas
Procesos de poblamiento. Sociedades nómadas y sedentarias:
- Los primeros pobladores.
- Los mayas.
- Lencas.
- Tolupanes.
- Pech
- Tawahkas
- Chortís
- Chorotegas.
- Pipiles, y otros…
Período Colonial
La Sociedad Colonial
- Resistencia indígena, conquista.
- La colonización española.
- Procesos de desestructuración de las sociedades indígenas y estructuración de las sociedes coloniales.
- Nuevos grupos humanos, mestizaje en América.
- La economía colonial.
- Inicio de la crisis colonial.
Período Contemporáneo
La Sociedad Hondureña
- Crisis general del Imperio e independencia de España.
- Proceso de formación del Estado nacional en Honduras.
- La Reforma Liberal.
- Características del desarrollo capitalista en Honduras.
- Gobiernos civiles y militares.
- El proceso de democratización.
- Honduras en el conflicto Centroamericano.
- Situación económica y globalización, el “Mitch”.
Ramón Rosa
Nació en Tegucigalpa en 1848 y falleció en la misma ciudad en 1893. Destacado periodista y ministro de la segunda mitad del siglo XIX. Aprendió sus primeras letras con una famosa profesora, que más tarde personificó en su obra La Maestra Escolástica. Se graduó de bachiller en filosofía en la Universidad Nacional de Tegucigalpa. Realizó estudios universitarios en Guatemala y, al triunfar la reforma liberal en ese país, en 1871, ocupó el puesto de subdirector de Hacienda y luego la Secretaría de Relaciones Exteriores.
Fue cofundador del periódico El Centroamericano. Cuando el mandatario guatemalteco Justo Rufino Barrios decidió instalar a Marco Aurelio Soto y Ramón Rosa al mando de los destinos de Honduras, ambos desembarcaron en Amapala, en 1876, inaugurando el gobierno provisional en el que Rosa ejerció de Secretario General.
Fue el principal ideólogo del régimen y dio a la legislación y al sistema educativo la impronta de la filosofía positivista, lo cual se reflejó en el Código de Instrucción Pública (1882). Intentó atraer la inversión extranjera en la minería y la agricultura, después de que el proyecto de desarrollar una economía cafetalera a gran escala no fructificara.
Cuando Soto se vio obligado a presentar su renuncia como presidente de la República en 1883, Rosa se dirigió a Costa Rica y Guatemala, y no volvió al país hasta 1889, continuando su labor periodística con la fundación de la revista Guacerique. En opinión de Rafael Heliodoro Valle, tanto Rosa como Soto fueron los estadistas que dirigieron la la transformación material e intelectual de Honduras de 1876 a 1883. Rosa creía en la libertad en función del progreso.