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De cómo una transnacional atenaza a un pequeño país: Honduras

Esta es la tela de araña que la Standard Fruit Company ha formado sobre Honduras. Lo que aparece ante el público es solo la Standard, la bananera; pero toda esa tela de araña está a la sombra y es real y seguro que multiplica por muchas veces la fuerza de la bananera.

¿Quién duda que en un país tan pequeño y pobre como Honduras no puede mover un dedo sin permiso del pulpo? ¿Será aventurado decir que todos los productos agrícolas: bananos, piñas, azúcar, carne, aceite, que la Standard saca del país no le cuestan un dólar a la Standard, que se paga con creces con el resto que produce —el sudor de hondureño— y comercia en el país? Claro que da trabajo y sueldos; pero los sueldos son para que los brazos no se mueran. Y si le viene bien suplir los brazos por máquinas, pues lo hace y deja a los brazos muriéndose.

Lo que está saliendo del país son alimentos, y están saliendo de un país pobre, con hambre y miseria, y es llevado a países ricos que viven sobrealimentados.
La historia de estos pulpos no ha sido muy limpia: han puesto y han quitado gobiernos a su antojo, han corrompido a políticos y militares y han sido capaces de retirarse de una región, después de haberle quitado el jugo, llevándose en el último tren los rieles del ferrocarril que ya no van a usar y dejando a las gentes desesperanzadas, sin educación para seguir por sí mismas y con una infraestructura pensada sólo para el tiempo de permanencia de la transnacional.

La nota más amarga de la mala conducta de estas compañías la tiene Guatemala. La época probablemente más bonita de su historia —la revolución del 44 al 54— finalizó porque la United Fruit Company veía peligrar sus intereses por una ley sobre tierras ociosas que le afectaba, y por la apertura de una carretera que iba a poner al reino de la frutera en contacto con el resto del país. La UFCo movió la enorme maquinaria bélica del Reino del Norte, invadió Guatemala, puso de presidente al General invasor, Castillo Armas, y abortó una primavera.

Las bananeras entran a Honduras con el pretexto de hacer ferrocarriles. Hoy, después de 100 años, Honduras no tiene un solo kilómetro de ferrocarril. Las decisiones de estas compañías se toman, en San Francisco, a miles de kilómetros geográficos y a años luz de los intereses de Honduras. Una potencia como esta tela de araña da a entender, que hubiera sido muy capaz de producir desarrollo humano si hubiera sido su voluntad. La voluntad fue otra, como demuestra la carta que transcribimos a continuación:

La Carta Rolston

Tomado del libro “La Fábrica de la Miseria”.

Enrique Nuila: anarquista hondureño

Por: Rafael López Murcia

Por las primeras dos décadas del siglo recién pasado expira la impronta del anarquismo en Honduras, la cual estaría marcada por la figura de Enrique Nuila, quien muere asesinado en 1919 contando a la sazón con treinta y dos años; sin hijos y con una obra situada por los estudiosos alrededor de 1907, y que estaría supuestamente en las antípodas del sistema ideado por Fourier; el ensayo inédito denominado “Cristianismo y Anarquismo”.

El escritor Juan Fernando Ávila Posas1 no vacila en en denominarle como “uno de los hombres más ilustres de Honduras (…) quien había adquirido una formación admirable y un caudal de conocimientos en la lectura disciplinada de los filósofos anarquistas”.

Un mérito personal que se le atribuye a Nuila, corresponde en haber influido en la formación de otro grande y poco estudiado hondureño: Juan Pablo Wainwright, cofundador del Partido Comunista de Honduras, y a la sazón sobrino materno de Enrique Nuila.

Escasos de su obra como estamos, bastará delinear una anécdota real que lo retrata como hombre consecuente con sus ideas: se dice que cuando fundó la escuela “Eliseo Reclus” de Olanchito, Yoro, iniciando funciones con 80 alumnos de los cuales ese joven espigado era Director, se obtuvo providencialmente una subvención gubernamental que ascendía a cien pesos mensuales para pagar su sueldo. Pero nuestro Director, le devolvía —nótese la singularidad— setenta pesos de los que devengaba al Estado de Honduras, al considerar que treinta le eran suficientes para mantener, lo que ahora llamaríamos su “costo de vida”. Por eso tal vez un pensador calificó al anarquismo como “el más extremo de los iusnaturalismos”,2 y puede en justicia reinvidicarse, en sus vertientes más idealistas, como “el franciscano del pensamiento político” (Esto es tanto más acertado si se mira la situación más bien lamentable en que han caído diversas variantes del pensamiento social cristiano).

Vemos aquí, un fragmento de su obra escrita, la cual junto a lo que se vaya conociendo de su vida, le será reconocida tal vez en la posteridad: “Las primeras comunidades cristianas en el fondo fueron anarquistas, como lo es todo el cristianismo, y si ya no existen, si fracasaron, tal fenómeno fue el resultado no de un vicio de tal naturaleza, sino de causas externas o porque sus miembros perdieron la fe y adoptaron costumbres anticristianas 3 (…) la anarquía es Dios que vuelve otra vez a visitar a los mortales para hacerlos buenos”. (el énfasis es nuestro).

Su apariencia física e indumento no desmiente la presencia del anarquista auténtico, uno que como veremos, es actitud cultural y no solo ideología. El padre José María Tojeira, en su Historia de la Iglesia en Honduras, tiene un aparte para este pensador nacional: “Nuila era un poco excéntrico en el vestir, de un pacifismo absoluto, sin ningún interés por la política de partidos y con un modo de comportarse que se asemejaba al de los gurús orientales. Enrique Nuila era algo más que un liberal. Había leído anarquistas rusos y franceses y captado la profunda veta religiosa que se da en el anarquismo ruso (…)”.4

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1 Nos referimos al estudio “El signo trágico de los intelectuales de Olanchito”, 1.ª Edición en la Editorial Universitaria, 1999. p. 22 y ss.
2 Zaffaroni, Manual de Derecho Penal. Cárdenas Editor. 2ª Edición.
3 Por antítesis citamos aquí la opinión divergente de Rousseau: “Se nos dice que un pueblo de verdaderos cristianos formaría la sociedad más perfecta que cabe imaginarse. No le veo a esta suposición más que una gran dificultad: es que una sociedad de verdaderos cristianos ya no sería una sociedad de hombres”. “El Contrato Social”.
4 Ávila (Op. Cit)
Tomado de el ensayo “Tradición Liberal y Anarquismo Filosófico”, de Rafael López Murcia. Universidad Nacional Autonóma de Honduras, Editorial Universitaria. p. 28 y ss.

La economía doméstica del pasado en Catacamas

Antiguo pueblo de Catacamas, cuando era una ciudad de indios.
Imagen: Memoria Gráfica de Honduras

Por: Winston Irías Cálix

Pujante en el pasado la Economía Doméstica

Durante siglos, y hasta mediados del siglo XX, las familias catacamenses elaboraban numerosos productos de uso doméstico, que han sido suprimidos por la mal llamada «civilización», que en muchos aspectos no ha significado más que la pérdida de la cultura tradicional.

Si bien los artículos modernos ofrecen mejor presentación y comodidad, la economía doméstica constituía un valioso factor para el nivel de vida de los pobladores, pues sus ingresos se han reducido debido a que antes elaboraban muchos productos en casa y ahora son adquiridos a altos precios en el mercado.

Es conveniente comparar que antes los alimentos eran frescos y naturales, mientras que en la actualidad en su mayoría son dañinos para la salud por el uso de preservantes, la práctica de procesos químicos que transforman las materias y el escaso o nulo valor nutritivo.

Me referiré sólo a algunos de esos productos:

  1. Jarabe de limón.

     Durante la abundante cosecha del «limón indio» era preparado un concentrado del jugo de este cítrico, que era embotellado para usarlo en el resto del año. Una o dos cucharadas disueltas en agua, según el gusto, adquieren el sabor de una fresca limonada, siempre con la riqueza de la vitamina C.

    Este proceso es similar al que era utilizado en Estados Unidos antes de que la Coca-Cola fuera embotellada. El jarabe de este producto se disolvía en los puestos de venta y allí mismo era consumido por la clientela.

  2. La tradicional horchata.

     En las fiestas populares, durante la feria y al final de los actos cívicos del 15 de Septiembre nada era mejor que consumir un vaso de horchata, elaborada de arroz; le añadían pedacitos de cáscara de limón para darle mejor sabor; y en verdad es exquisita, saludable y alimenticia.

    El jarabe de limón, al igual que la horchata, eran muy populares; el primero fue olvidado y la segunda dejó de usarse casi totalmente cuando apareció en el mercado local el refresco de botella; penetró tanto este producto en los años 1950 que muchísimas personas, especialmente de escasos recursos económicos, se vanagloriaban cuando la consumían, a pico de botella, ese tipo de bebida.

  3. Vino de uva.

     Del producto de los gigantescos árboles de uva, que se extinguieron de los solares de las casas a mediados del siglo XX, algunas familias elaboraban vinos que añejaban para el consumo hogareño.

  4. Achiote.

     Al igual que una planta de limón, décadas atrás no faltaba en casa un arbusto de achiote; de la semilla preparaban una pasta, que era envuelta en tusa, para condimentar el arroz, la masa de los nacatamales y otros alimentos.

    En aquel tiempo se usaban también los cominos y la pimienta, el chile, tomate, cebolla y ajo para condimentar las comidad, que adquirían un sabor natural; no había pastas de tomate, cubitos, sopas en bolsa ni paquetitos de achiote.

  5. Esencia de Chile.

     En casa cocinaban el chile picante, pequeño, que era diluido y envasado duraba todo el año; también se usaba en forma directa, al igual que el chilpete, de pequeño tamaño. Nadie compraba el producto industrializado.

  6. Café tostado.

     Nada más estimulante que una taza de café de palo, esto es el fruto del arbusto tostado en casa, al que añadían pequeñas cantidades de dulce en rapadura. Sólo este tipo de café se consumía en Catacamas, hasta que a partir de los años 1960 la ciudad fue invadida por los productos de bolsa.

  7. Chocolate.

     Era muy apetecida la bebida de este producto elaborado del fruto del cacao, muy abundante antes en los solares de las casas y cultivado en pequeña escala en la montaña

  8. Tallarines.

     Los preparaban en casa, de masa de harina extendida sobre la artesa con el braso de una piedra de moler; los condimentaban con tomate y los servían revueltos en mantequilla ácida.

  9. Desde siglos, hasta que los comerciantes introdujeron las mantecas vegetales, los catacamenses consumieron exclusivamente la manteca de cerdo para freir frijoles, huevos carnes y chorizos, y cocinar arroz y otros alimentos; ahora casi sólo se usa para darle mejor sabor a la masa de los nacatamales.
  10. No existían los churros; en su lugar se elaboraban continuamente en casa o se compraba chicharrón con yuca, pasteles fritos, hechos de masa de maíz con carne, papas y arroz en su interior y enchiladas de tortilla frita con carne, ensalada y recubiertas con queso y una rebanada de huevo cocido.
  11. En casa se elaboraban tortillas de maíz y de harina; las mujeres solían ir cada tarde al río a lavar el nixtamal, el maíz cocido con lejía de ceniza. El grano era molido en piedra, posteriormente en molinos de mano, hasta que en los años 1960 se instalaron en la ciudad los primeros molinos artesanales.
  12. Pan blanco.

     Era elaborado en muchos hogares, antes de la industrialización de este producto.

  13. Mascaduras, pan dulce y galletas caseras;

     eran horneados en todos los hogares, aunque las mascaduras de Santa María de El Real siempre han sido las más apetecidas.

  14. Alfeñiques, colmenas, pirulines y huevos de mico.

     En casi todas las casas había un grueso clavo en una pared para batir, una y otra vez, la masa elástica de dulce de rapadura, disuelta en agua hirviente, que endurecía progresivamente hasta convertirse en el famoso y popular alfeñique; por los años 1950 solo valían un centavo y antes de que llegaran los confites eran los preferidos de los niños, lo mismo que los pirulines, las colmenas y los huevos de mico, que son esféricos y confeccionados de dulce.

    También se consumían en abundancia coyoles y mangos en miel, tableta de la cáscara y de la tripa de la naranja agria, pan de rosa, zapotillos y alborotos o sopapos, elaborados de maicillo con dulce.

  15. Jaleas de mango, piña, guayaba y de tomate;

      fueron reemplazados por productos envasados, de diferentes sabores.

  16. Dulce en rapadura.

     En los alrededores de Catacamas abundaban las moliendas, para procesar la caña, cultivada con profusión. Los frescos, jaleas y frutos en miel, lo mismo que el café, eran endulzados con dulce en rapadura. El azúcar, alimento preparado después de carbonizar la miel de caña, era desconocida en Catacamas a mediados del siglo XX.

  17. Chicha y cususa.

     Los catacamenses no pagaban impuestos por consumo de bebidas alcohólicas; bebían chicha elaborada generalmente de maíz nacido y cususa, aguardiente no refinado procesado en alambiques y conocido con el sugestivo nombre de «Gato de Monte», porque se le esconde para que no sea descubierto por las autoridades. A mediados del siglo XX la policía capturó a las «chicheras» -elaboradoras y vendedoras de chicha- y las obligó a desfilar sosteniendo en sus cabezas las tinajas de la famosa bebida; les quebraron los recipientes, les impusieron fuertes multas y las amenazaron con detenerlas nuevamente si continuaban esa práctica.

  18. El mezcal.

     Esta planta abundaba en Catacamas y se le utilizaba para elaborar cabulla, lazos, sacos, alforjas, matates y hamacas.

  19. Candelas de cebo.

     Antes de ser introducidas las candelas de espelma, ya en moda a mediados de los años 1959, los catacamenses se iluminaban con candelas elaboradas con el cebo de las vacas; la grasa se hervía y con ella se «bañaban», una y otra vez, un cáñamo (la mecha) que se iba engrosando a medida que se enfriaba el cebo; en algunas pulperías continuaban vendiéndolas hasta los años 1970.

  20. Jabón de tripa.

     Elaborados con los intestinos del cerdo; se usaba para el aseo corporal -jamás permitía la caspa- y para lavar la ropa.

  21. Monturas, jáquimas y fajas.

     Eran fabricadas en los pocos talleres de talabartería existentes en Catacamas

  22. Calzado.

     Zapatos y caites de puro cuerpo eran elaborados en los talleres de la ciudad; después de años de decadencia esta actividad ha florecido y existen varias fábricas de calzado en Catacamas.

Tomado del libro «Catacamas – del ayer al año 2000», de Winston Irías Cálix.

Por una Honduras socialista

Mel le recomienda a Obama que implemente el socialismo en Estados Unidos.

También dice que sería bueno que este modelo se implementara en Honduras.

La nota aquí:

Mel: «Nunca propuse legalizar drogas»

Mario Pavón, del CODEH, lo comenta acá:

Presidente Zelaya va a quedar en la historia

Me considero un simpatizante del socialismo, pero insisto es que necesario definir y aclarar los términos.

El redactor de El Heraldo coló su opinión de que el socialismo es un sistema anti-democrático. Yo considero que el socialismo es una forma superior de democracia. El socialismo trata de empoderar a las masas, no busca imponer un modelo autoritario.

Los experimentos de la Unión Soviética, Cuba y China no son socialismo. Pero llamarle socialismo a estos regímenes ha servido de propaganda efectiva para bloquear la realización del verdadero socialismo.

Mel debería de aclarar que es lo que él entiende por socialismo; y el Partido Liberal debería de aclarar su línea ideológica, pero dudo que lo hagan. Es más conveniente la ambigüedad, para conciliar intereses diversos.

Es de notar que Mel hace sus referencias al socialismo cuando está en el extranjero, como los discursos en Naciones Unidas, o cuando inauguró el ALBA.

Mel debería pararse y decirnos a los hondureños qué es lo que piensa del socialismo, y qué propuestas de cambio tiene, en vez de ser candil de la calle y oscuridad de la casa.