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Los zelayistas son los verdaderos golpistas

Llegó a mis manos un pasquín de los partidarios del derrocado presidente Manuel Zelaya. El pasquín cuyo nombre es «Resistencia» y cuya autoría es de el auto-denominado «Frente Nacional contra el Golpe de Estado».

Transcribiré el editorial y luego haré una breve crítica de él, punto por punto:

El pensamiento revolucionario de Francisco Morazán es revivido en la resistencia popular que rechaza negociar con asesinos golpistas que han ofendido la vocación democrática del pueblo.

Cuando llegue el fin de este regimen inhumano representado por Micheletti, los tribunales internacionales enjuiciarán a estos enemigos de la patria que provocaron la muerte de inocentes. Pero será la historia y los pueblos latinoamericanos los jueces más implacables de los enemigos de la libertad como los Facussé, Canahuati, Ferrari, Chukri, Kattan, Kafati, Maduro y toda la oligarquía hondureña.

Los falsos pastores como el Cardenal Rodríguez y Oswaldo Canales también pagarán por la infamia de amapararse en un Dios de paz para justificar la sangre derramada en las calles.

No se transarán los principios y ni se perdonarán la represión y el asesinato. Esta lucha no se detendrá hasta que se haga justicia, se consiga el retorno del presidente de la República Manuel Zelaya y se instaure una democracia participativa a través de la instalación de una Asamblea Nacional Constituyente.

El pensamiento revolucionario de Francisco Morazán es revivido en la resistencia popular que rechaza negociar con asesinos golpistas que han ofendido la vocación democrática del pueblo.

Es cierto que Morazán era un revolucionario, sin embargo, el movimiento chavista que este grupo de subversivos que se hacen llamar resistencia, no tiene nada que ver con los ideales libertarios del prócer. Todo lo contrario: apoyar el chavismo es entregar la patria a intereses extranjeros.

Cuando llegue el fin de este regimen inhumano representado por Micheletti, los tribunales internacionales enjuiciarán a estos enemigos de la patria que provocaron la muerte de inocentes.

Se miente en forma repetitiva, buscando convertir una mentira en verdad, acusando al gobierno de matar personas con fines políticos. Nos quieren dar a entender que este es un gobierno que asesina sistemáticamente a las personas que apoyan a Zelaya, lo cual es falso.

Pero será la historia y los pueblos latinoamericanos los jueces más implacables de los enemigos de la libertad como los Facussé, Canahuati, Ferrari, Chukri, Kattan, Kafati, Maduro y toda la oligarquía hondureña.

Los enemigos de la libertad son los chavistas-zelayistas, que nos quieren imponer un regimen que la mayoría de los hondureños no queremos. Se busca incitar al odio a empresarios distinguidos, haciéndolos culpables de todos los males, lo cual falta a la verdad.

Examinemos a algunos personajes que tienen estos apellidos:

Adolfo Facussé, por ejemplo, en un principio estuvo de acuerdo con el proyecto de Petrocaribe, que proporcionaba combustibles de Venezuela en condiciones ventajosas para Honduras, pero que después estuvo en desacuerdo con la ALBA por los compromisos políticos y militares de estas. El tener un criterio patriótico como el de Facussé no es ser enemigo del país. Todo lo contrario, los que quieren entregar el país a Venezuela «son unos vende-patria, o unos ignorantes». (Como lo diría el mismo Chávez cuando vino a insultarnos en nuestra propia tierra).

Por su parte, el ex-presidente Carlos Flores Facussé ha tomado una posición calculadora, diciendo que no estuvo de acuerdo con lo que el considera que fue un «golpe de Estado», aunque no apoyó el proyecto de entregar Honduras a Venezuela.

El señor Eduardo Canahuati, propietario de los diarios El Heraldo y La Prensa, ha sido un dolor de cabeza para los partidarios de Mel Zelaya y Hugo Chávez, por la constante crítica que amontonó sobre el gobierno de Zelaya desde que éste inició. Sin embargo, decir la verdad no es un crimen. Y los zelayistas quisieran silenciar este medio, solo por que no hace propaganda a favor del delincuente Zelaya.

Al parecer, para estos individuos, el solo hecho de tener una opinión diferente a la de ellos convierte a los demás en «golpistas inhumanos y enemigos de la patria». Nunca pudieron superar la costumbre de recurrir al insulto en vez de presentar argumentos.

Es curioso, que entre la lista de enemigos a la patria no mencionen al poderoso empresario judío Jaime Rosenthal, a pesar de sus dudosas prácticas empresariales. Tal vez esto se deba a que que un hijo de este señor fue parte del gabinete de Zelaya, y en los medios que éste posee se nota una línea editorial a favor del depuesto presidente. Esto indica la opinión de que «los empresarios siempre son malos si están en contra de nosotros (los chavistas)».

Los falsos pastores como el Cardenal Rodríguez y Oswaldo Canales también pagarán por la infamia de amapararse en un Dios de paz para justificar la sangre derramada en las calles.

Les duele que las personas de fe no se unan a su campaña de odio, y los acusan falsamente de apoyar asesinatos, lo cual es una burda mentira para desprestigiarlos.

No se transarán los principios y ni se perdonarán la represión y el asesinato. Esta lucha no se detendrá hasta que se haga justicia, se consiga el retorno del presidente de la República Manuel Zelaya y se instaure una democracia participativa a través de la instalación de una Asamblea Nacional Constituyente.

Con esto se les derrumba la retórica del «golpe de Estado». Dicen que quieren «restaurar el orden constitucional», pero por otro lado afirman que lo quieren hacer es destruirlo. No tienen, pues, ninguna credibilidad al acusar a otros de «golpistas», si ellos son los verdaderos golpistas, y la acción del 28 de junio estaba destinada a evitar este golpe de Estado.

Por querer convocar ilegalmente a una Constituyente fue que Zelaya fue derrocado. En el «plan Arias», que la comisión de Zelaya dijo al principio haber aceptado, se acordaba no volver a intentar cambiar la Constitución por medios ilegales y renunciar a hacer una encuesta o consulta para lograr este fin; pero vemos que los zelayistas no cejan en su empeño de querer destruir la constitución.

Al parecer, acusar al presente gobierno de «golpista» no surte el efecto esperado. No es suficiente. No pueden alegar que se han incurrido en ilegalidades, cuando ellos quieren destruir todo el fundamento de la legalidad actual, que es la presente constitución; por lo que tienen que recurrir a la burda mentira de que el gobierno está asesinando personas en forma sistemática.

Los zelayistas tienen que recurrir a la mentira para justificarse. Los que aman la verdad tienen que repudiarlos.

Se les nota a leguas su tendencia izquierdista. Uno pudiera pensar, por el nombre de la organización («Frente Nacional Contra el Golpe de Estado»), que ellos intentan agrupar a personas y organizaciones de distinto pensamiento ideológico que consideran que lo sucedido el 28 de junio fue un golpe de Estado.

Pero no. Lo que se nota en el pasquín que divulgan es que ellos representan a grupos de izquierda destructiva y radical. La izquierda destructiva y radical que la mayoría del pueblo hondureño ha repudiado siempre. Esta actitud en contra de este tipo de izquierda fue la que nos impidió entrar de lleno en la confrotación violenta de la guerra fría en los años ochenta.

¿Hay golpes de estados buenos?

Por: Frank Rodríguez

Claro que hay golpes de estado buenos, no todos tienen que ser por definición malos.

Un golpe de estado es simplemente una brevísima guerra civil, en vista de que uno de los bandos tiene las armas y el otro no. Otra forma de verlo es un cambio de régimen instantáneo por la fuerza. Todos estamos de acuerdo en la guerra contra Hitler, en la cual el gobierno de EE.UU. gastó sangre y fortuna por lograr un cambio de régimen de un gobernante que inicialmente fue electo democráticamente, pero que luego se hizo totalitario.

Luego entonces, hay cambios de régimen que se logran por (1) guerras internacionales, (2) guerras civiles o su variante la guerra de guerrillas y (3) golpes de estado, sangrientos o no sangrientos, como el de Honduras.

De estos tres métodos el golpe de estado es el menos violento para lograr un cambio de régimen. Pretender que la única manera de salirse de un tirano es por medios pacíficos y legales va contra toda lógica, ya que el tirano, por definición, opera con violencia y fuera de la ley. No hay manera bonita de salirse de un déspota.

El objetivo del ciudadano de a pie en Honduras es que haya JUSTICIA y LIBERTAD, amén de paz. El vehículo normal para llegar a la JUSTICIA es la LEY, y el de llegar a la LIBERTAD es la DEMOCRACIA.

El ciudadano común y corriente, no los profesores duchos en análisis político, están interesados en que haya justicia: que no se le despoje a nadie de lo que le pertenece, que los inocentes no sean culpados, que los culpables no salgan inocentes, que haya un sitio donde un juez pueda oír una querella civil.

Pero cuando Hitler, Chávez y Zelaya utilizan la democracia para terminar con la libertad, hay que centrarse en la libertad y no en la democracia.

El ciudadano promedio está interesado en que haya libertad: que pueda entrar y salir de su país, que pueda mudarse de casa o de empleo, que pueda meterse en el negocio que desee, que pueda expresar su opinión y ser del partido o de religión que desee.

Y cuando Hitler, Chávez y Zelaya utilizan la ley para negar la justicia, tenemos igualmente que oponernos a ellos.

La única pregunta que queda es si Zelaya era un dictador o no. Teniendo en cuenta lo que sus aliados habían hecho al cambiar las constituciones para perpetuarse en el poder totalitario, y viendo cómo violó la constitución y arrebató por la violencia las urnas con tal de hacer lo mismo, es obvio que se había convertido en dictador. A las pocas horas, los militares lo “desdictadorizaron”, e inmediatamente devolvieron el poder a lo civiles. Siempre actuaron en el marco de la constitución.

Julio, 2009

¡Que viva la iglesia anti-chavista!

Los partidos políticos tradicionales no tuvieron una respuesta efectiva a la crisis política hondureña, se refugiaron en una pasividad sucidida por el excesivo cálculo electorero, y todavía siguen haciéndolo.

En respuesta a este vacío surgió la acción de las iglesias cristianas que salieron al paso de la amenaza de un régimen autoritario, marchando por la democracia hondureña en las calles.

Esto demostró que los cristianos tienen conciencia política, que no son indiferentes cuando el futuro de la patria se ve amenazado, por que los cristianos también son hondureños. Si es necesario derrocar a un presidente para conservar nuestra libertad ellos apoyarán esa acción.

Esta toma de posición por parte de los cristianos revela un conflicto ideológico de fondo. La cosmovisión castro-chavista está en posición radical a la cosmovisión cristiana. Aunque los chavistas le hablan de Dios y Cristo al pueblo hondureño, cada vez es más difícil ocultar que el sustrato de su ideología es ateo, anti-cristiano y nihilista.

Mientras el cristianismo predica el amor al prójimo el comunismo predica el odio de clases. Mientras Cristo enseña que la verdad nos hará libres, el castro-chavismo utiliza la mentira para obtener provecho político.

Los cristianos enseñan que no se debe mentir, robar ni matar. El castro-chavismo enseña que el fin justifica los medios. Esto es congruente con el nihilismo ateo, pero incompatible con el cristianismo.

Una actitud de compromiso ético cristiano exige una toma de posición por parte de la iglesia. La indiferencia política es pecado. Los cristianos no pueden pretender que nada sucede, encerrándose en sus iglesias, y dejando que la crisis la resuelvan los políticos cuando estos han abandonado su misión de defender la libertad.

Se acabó la neutralidad cristiana en asuntos políticos. Los cristianos no pueden ser neutrales ante el peligro al que están expuestas las libertades, incluyendo la libertad religiosa. Los cristianos no pueden permanecer indiferentes mientras el Estado promueve el aborto, el «matrimonio homosexual» y la educación anti-cristiana.

La presente crisis política ha resultado cuanto tienen en común los cristianos protestante y católicos, que han marchado unidos para defender la democracia y la libertad.

Por mi parte no me considero cristiano, pero el sustrato de la cosmovisión cristiana me parece mucho más sano que el nihilismo ateo comunista. Nuestra herencia cristiana es un baluarte que nos protege del totalitarismo.

El trabajo es infamia según Helen Umaña

Gerardo Paredes hace una crítica de un artículo de Helen Umaña en diario Tiempo.

La señora Umaña es una catedrática de la UNAH que opina que lo sucedido el 28 de junio en Honduras fue un violento golpe de Estado.

La señora Umaña, aun con toda su capacidad intelectual, usa su prosa afilada a favor de los enemigos de la libertad.

Pinta con colores idílicos la propuesta de Zelaya sobre la cuarta urna, y con colores fatídicos su destitución forzada.

El 28 de junio venía de Guatemala con el único y exclusivo propósito de votar a favor de la cuarta urna. Veía, en ésta, la posibilidad concreta de un cambio hacia senderos de beneficio colectivo.

Ante afirmaciones no se que pensar de su autora. No se si es incapaz de ver la realidad palpable de los abusos de Zelaya Rosales, o tiene anteojeras ideológicas o miente en forma consciente.

Es conocida la forma fraudulenta e ilegal en que se quería imponer esa consulta ilegal para imponer un continuismo que la constitución prohibe en forma terminante.

Es sabido el clima de confrontación creado por el presidente Zelaya, y la forma en que se derrocharon los fondos públicos para esta consulta disfrazada de encuesta.

La ceguera ante estos hechos notorios no deja de asombrarme. Y pienso en otras personas talentosas que también tienes estas posturas, y lo encuentro lamentable.

La parte que más me llamó la atención del artículo fue cuando se refería al llamado a seguir trabajando después del supuesto golpe de Estado:

«Es necesario producir…». En otras palabras, producir para seguir llenando los bolsillos de la minoría… La infamia revestida de amor patrio.

Estoy impactado. Tal parece que la señora Umaña considera que el crecimiento económico es algo negativo. Que esta señora -siguiendo al marxismo- considera que el trabajo asalariado es una forma inaceptable de explotación, y que como corolario ella propone que es mejor no trabajar.

No sé como una persona que se precie de ser inteligente puede pensar que este país puede salir adelante sin que hayan empresarios que abran fuentes de empleo. No sé que tipo de utopía marxista esta señora suscriba como ideal, pero es obvio que el señor Zelaya no iba a eliminar el trabajo asalariado, como tampoco ha sido eliminado en ninguno de los países auto-denominados «socialistas».

Por lo tanto, el llamado a trabajar tiene plena importancia. No es posible pensar que negándose a trabajar, bloqueando carreteras y participando en actos de terrorismo el país puede salir adelante.