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Sí fue Golpe de Estado, me retracto

Reconozco ahora que me equivoqué, y que lo que sucedió el 28 de junio del 2009 en Honduras fue un golpe de Estado.

En este blog he defendido la tesis de que el 28 de junio del 2009 se dió una sucesión constitucional, y que Roberto Micheletti era un presidente legítimo. Aunque inicialmente dije que sí fue un golpe de Estado, después me retracté, pero siempre seguí expresando mis dudas.

Este es un tema que ha dado vueltas en mi cabeza, y reconozco que mi profundo desprecio por la figura de Zelaya me llevó a apoyar a un régimen de facto en mi país.

Este es un tema que tenía algo relegado, pero las nuevas revelaciones de Wikileaks me han hecho ver la crisis hondureña en otra perspectiva.

No sé que tan confiable será Wikileaks, sostengo que no hay que creer algo solo porque lo diga un documento publicado por Wikileaks, pero los supuestos informes del embajador Hugo Llorens tienen mucho sentido para mí.

Tal parece que no hubo una orden de captura contra Zelaya, esta orden la fabricaron después los responsables del golpe. Los militares simplemente decidieron expulsar a Zelaya y abortar la consulta popular que se iba a realizar ese día. No tenían ninguna autoridad para hacerlo. Fue un claro acto de abuso de autoridad.

Con esto se derrumba el argumento del «estado de necesidad» de los militares, según el cual ellos justificaban la expulsión de Zelaya con la excusa de salvar vidas humanas. ¿Cómo se van a salvar vidas humanas con un golpe de Estado? Es absurdo.

La carta de renuncia de Zelaya fue una obvia falsificación, una torpe jugada de los responsables del golpe. El Congreso no estaba autorizado para destituir a un presidente, a pesar de la torcida interpretación de un informe legal de la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos.

El artículo 239 de la Constitución ha sido usado repetidamente para justificar el golpe de Estado. Se dijo que Zelaya estaba promoviendo la reelección presidencial, por lo que quedaba destituido automáticamente de la presidencia, de manera que cuando los militares secuestraron a Zelaya éste ya no era presidente.

Sin embargo, aunque esto fuera cierto, también existe en la Constitución el principio de presunción de inocencia. Todo hondureño tiene el derecho al debido proceso, pero este derecho se le negó a Zelaya al expulsarlo del país. Por lo tanto, Micheletti incurrió en el delito de usurpación de funciones y abuso de autoridad. Roberto Micheletti ejerció como un presidente de facto, porque el presidente legítimo seguía siendo Zelaya.

Roberto Micheletti no es un héroe que salvó al país de caer en las garras del comunismo. Roberto Micheletti violentó groseramente la Constitución pretendiendo salvarla. No hay ninguna justificación para este golpe de Estado, ninguna.

Se dijo que Zelaya tenía planeado disolver el Congreso y la Corte Suprema de Justicia, y convocar inmediatamente a una Asamblea Nacional Constituyente. Esta fue la justificación del golpe de Estado de Roberto Micheletti. Para afirmar esto se cita el decreto PCM-020-2009, pero el citado decreto se refiere a la instalación de una cuarta urna en las elecciones de Noviembre del 2009, no habla de convocar inmediatamente a una Constituyente. Por lo tanto Micheletti mintió para justificar el golpe de Estado y conspiró con los militares para dar el golpe de Estado. No había ninguna amenaza inminente que justificara un delito tan grave.

Pido perdón a mis lectores por haber apoyado un golpe de Estado. No soy un seguidor de Zelaya, y nunca lo seré, pero sostengo que los responsables del golpe de Estado, y los que apoyaron el golpe, también le deben disculpas al pueblo hondureño.

Golpe de Estado injustificado, revela Wikileaks

No había ninguna orden de captura contra Manuel Zelaya el día del golpe de Estado, según un reporte de Wikileaks atribuido al embajador Hugo Llorens.

Si bien se ha dicho que el Tribunal Supremo dictó una orden de arresto de Zelaya, el presidente de la Corte Suprema de Justicia nos ha dicho que esto no es cierto. La única orden de la que somos conscientes es de una expedida la tarde el 25 de junio o temprano el 26 de junio por un tribunal de primera instancia que ordena la incautación de material de votación.

Si esto es cierto, la orden de captura de Zelaya se hizo posteriormente para justificar el golpe de Estado.

De ser cierta esta afirmación, no habría ninguna justificación para el golpe de Estado. Se derrumba el argumento de «estado de necesidad» de los militares. Ellos argumentan que expulsaron a Zelaya del país para salvar vidas humanas, porque la otra opción sería encerrarlo en la cárcel, lo que hubiera producido violentos disturbios y pérdidas de vidas humanas.

Pero si no hay orden de captura, el secuestro de Zelaya no es más que un claro caso de abuso militar, no hay nada que lo justifique. No queda duda de que es un golpe de Estado.

En el mismo informe hace referencia a la excusa utilizada para justificar el golpe de Estado.

Parece que el Fiscal General y los militares conspiraron con Micheletti y otros líderes del Congreso para destituir a Zelaya en base al temor de que tenía previsto convocar una Asamblea Constituyente inmediatamente después de la encuesta del 28 de junio.

Ellos basan su afirmación de que él hubiera hecho esto sobre la publicación en el diario oficial La Gaceta del 25 de junio del decreto llamando a la encuesta. Los seguidores de Micheletti dicen que la publicación es una convocatoria de la Asamblea Constituyente. Sin embargo, esto es evidentemente falso; la publicación dice simplemente: «¿Está usted de acuerdo en que en las elecciones generales de 2009, haya una cuarta urna en la que el pueblo decida la convocatoria de una Asamblea Nacional Constituyente?».

No había ninguna razón para pensar que Zelaya iba a disolver el Congreso y la Corte Suprema de Justicia, y convocar a una Asamblea Nacional Constituyente ese mismo día. No había ninguna justificación para dar un golpe de Estado.

¿Será posible que Micheletti y sus allegados se involucraron en un golpe de Estado por no leer bien un decreto?

Los responsables del golpe señalan el título de la encuesta en el decreto PCM-020-2009: «Encuesta de Opinión Pública Convocatoria Asamblea Nacional Constituyente». Esto implica, según ellos, que la convocataria a una constituyente se iba a realizar en ese mismo día. Pero hay que interpretar ese título en su contexto: la pregunta en la encuesta se refiere a una cuarta urna en las elecciones generales de Noviembre del 2009.

Es difícil pensar que Micheletti y sus asesores hayan sido tan torpes para malinterpretar este decreto en forma tan grosera, y creer sinceramente que esto ameritaba un golpe de Estado. Sospecho que Micheletti solo buscaba una excusa para ser presidente de facto.

La teoría de la conspiración chavista

Según los blanquitos, Hugo Chávez fue el causante de la crisis política del 2,009 en Honduras.

Hay varias versiones de esta teoría, pero la más radical dice que Manuel Zelaya recibió apoyo financiero de Hugo Chávez para ganar las elecciones del 2,005 por medio de un fraude electoral, otros dicen que Manuel Zelaya se desvió hacia la izquierda chavista cuando firmó la adhesión de Honduras al ALBA.

El modus operandi de la izquierda chavista consiste en llegar al poder por medio de las urnas, y una vez en el poder destruir la democracia desde adentro, destruyendo la separación de poderes, creando nuevas constituciones políticas que les permitan obtener poderes totalitarios, estableciendo una reelección presidencial indefinida que les permita perpetuarse en el poder por medio del fraude electoral.

Esto es lo que Hugo Chávez pretendía hacer en Honduras por medio de Manuel Zelaya, porque Manuel Zelaya no es más que un lacayo de Hugo Chávez.

El gobierno de Zelaya promovió fuertemente la idea de que era necesario cambiar la Constitución para resolver los problemas de Honduras, pero nunca explicó en qué consistían esos cambios.

El plan inicial era realizar una consulta popular o plesbicito para preguntarle a la población si quería tener una nueva constitución. Esta consulta se haría el mismo día de las elecciones presidenciales: el 29 de noviembre del 2009.

Pero Zelaya nunca obtuvo la aprobación del Congreso para aprobar el marco legal que le permitiera realizar esta consulta, por lo que Zelaya decidió saltarse la ley, y para legitimar esta consulta decidió crear otra consulta, en la que se le preguntaría al pueblo si quería que se le consultara sobre el tema de crear o no una nueva constitución para Honduras.

Esta nueva consulta, totalmente ilegal, no era más que una cortina de humo de Zelaya para ganar tiempo y ocultar sus verdaderas intenciones, cosa que no logró, pues todos en Honduras se dieron cuenta de que la verdadera intención de Zelaya era perpetuarse en el poder, a pesar de que la Constitución de Honduras prohibe la reelección.

El 2,009 era un año electoral en Honduras, normalmente el tema electoral acapara la atención de la prensa, pero Manuel Zelaya opacó el tema de las elecciones con su campaña de la «cuarta urna» o consulta popular.

En esta campaña se sembró el odio contra todos los que se oponían al plan chavista de Zelaya, acusándolos de ser «instrumentos de la oligarquía», o en el mejor de los casos: «tontos útiles».

Era obvio que Zelaya no quería que hubieran elecciones, razón por la cual no dio los fondos suficientes al Tribunal Supremo Electoral, organismo encargado de dirigir el proceso electoral, y es por esa razón que se negó a presentar el presupuesto nacional anual, con el objetivo de malversar impunemente los fondos del Estado para invertirlos en la ilegal consulta.

Zelaya recibió resoluciones del Poder Judicial, que le prohibían realizar la tal consulta, pero él se había ensoberbecido y se creía por encima de la ley.

El 28 de junio era el día señalado para la consulta, la cual no se pudo realizar porque Zelaya fue expulsado del país, y el material electoral fue decomisado.

Se descubrió el fraude electoral que tenía preparado Zelaya, y el decreto ejecutivo en que ordenaba la inmediata convocación de una Asamblea Nacional Constituyente. Zelaya pretendía ese día disolver la Corte Suprema de Justicia y el Congreso Nacional por oponerse a sus planes totalitarios y continuistas.

Este plan de Zelaya constituía un verdadero golpe de Estado, y la expulsión de Zelaya se realizó para evitar ese golpe de Estado, pero el mundo no pudo entender esto, por la campaña de desinformación realizada por Hugo Chávez y la izquierda internacional.

La Corte Suprema de Justicia emitió una orden de captura contra Zelaya, por delitos de abuso de autoridad y traición a la patria, entre otros, pero los militares encargados de la captura de Zelaya decidieron que por cuestiones de seguridad nacional era preferible expulsar a Zelaya del territorio nacional antes de que una turba intentara liberarlo.

Para llenar el vacío de poder resultante el Congreso decidió juramentar a Roberto Micheletti como presidente de la República, a quien le correspondía ese alto cargo por ser el siguiente en la línea de mando de acuerdo a la Constitución.

Roberto Micheletti fue un presidente legítimo y no de facto, como dijeron los enemigos de Honduras, porque Zelaya había sufrido una destitución automática de acuerdo al artículo 239 de la Constitución, por haber promovido la reelección.

Roberto Micheletti se comportó como un verdadero héroe nacional al resistir la presión internacional para dimitir de su cargo.

La población tuvo que sufrir el terrorismo zelayista financiado por Hugo Chávez, por eso fue necesario decretar varios días de toque de queda, medida que sirvió para aminorar la violencia callejera.

Por su parte, Zelaya se empecinó en difamar a su país, lanzando acusaciones absurdas de violaciones a los derechos humanos, aunque después, bajo la presión de Estados Unidos, decidió firmar un acuerdo con el gobierno de Micheletti, acuerdo que desconoció cuando se dio cuenta de que no le favorecía.

Pero ya era demasiado tarde para Zelaya, por que ese acuerdo permitió el reconocimiento de las elecciones del 2,009 por parte de Estados Unidos.

Las elecciones se realizaron con éxito, a pesar del intento de boicot chavista. Pero la conspiración chavista no terminó con la toma de posesión de un nuevo presidente en Honduras.

Se ha demostrado que el nuevo presidente, el señor Porfirio Lobo, se doblega fácilmente ante los intereses zelayistas, mientras finge ser un político moderado. El presidente Lobo es parte de la conspiración chavista contra Honduras, la cual ha entrado en una nueva etapa.

Problemas con esta historia

La expulsión de Zelaya dio la impresión de un auténtico golpe de Estado. Las razones para opinar lo contrario dan la impresión de ser meras racionalizaciones.

Esta teoría de la conspiración no contó con una propaganda internacional de difusión, por lo que resultó fácil sepultar la verdad con toneladas de mentiras.

Los blanquitos exageran cuando ven la sombra de Chávez por todas partes.

Enrique Ortez Colíndres: "Los militares pusieron a Micheletti"

Las declaraciones de Enrique Ortez Colindres al Canal Cholusat Sur han dado de que hablar a los medios zelayistas, quienes ahora consideran probado más allá de toda duda que lo que sucedió el 28 de junio del 2009 fue un golpe de Estado militar, por la boca de un ex-funcionario del régimen.

¿Pero qué fue exactamente lo que dijo Ortez Colíndres?

Para sorpresa y desmayo de los que defendieron a Micheletti, Ortez Colindres afirma ahora que el verdadero poder en el gobierno de Micheletti eran los militares, y que éste debía responder por sus acciones a los militares. En otras palabras —según interpreto las declaraciones de Ortez— Micheletti tenía un poder limitado por el Ejército. Tanto así que no podía a sentarse a negociar directamente con Hugo Chávez —el dueño del circo, por así decirlo— una salida al conflicto, porque los militares, que son los que ostentaban el poder real, se hubieran opuesto. La situación cambia actualmente, ya que el gobierno de Lobo no le debe obediencia a los militares, porque su legitimidad se basa en las urnas.

¿Pero fue golpe de Estado o no?

Ortez Colindres no se decide a calificar la expulsión de Zelaya como tal, alegando que lo que sucedió en Honduras fue algo “sui generis”. No queda probado, por lo tanto —en la opinión de Ortez Colíndres— que lo sucedido el 28 de junio fuera un golpe de Estado, aun cuando a veces lo llame así en su conversación con Esdras Amado López, un periodista más al servicio de Hugo Chávez.

Para escuchar lo que dijo exactamente, oigan desde el minuto 3 el video incrustado en este post.

Transcripción de Entrevista

Ortez Colíndres dijo: “Cuando yo estuve de asesor de Micheletti, yo estuve de frente contra Chávez. No estoy de acuerdo con Chávez, pero soy un hombre que soy capaz de negociar con cualquier enemigo. Entonces, al enemigo hay que sentarlo en la mesa para llegar a puntos de [inaudible]…»

El periodista zelayista Esdras Amado López pregunta: “¿No habían condiciones con Micheletti para que se sentara con Chávez, y porqué?”.

Ortez Colindres contesta: “No habían condiciones por una razón fundamental: porque el enemigo del Ejército de Honduras es Chávez. Si Micheletti había sido puesto en la jerarquía de mando por el Ejército, yo no creo que Micheletti haya tenido el valor, ni la capacidad individual de irse a sentar con Chávez sin tener la aprobación del mandatario que lo puso en ese momento, que eran las Fuerzas Armadas. Hoy es diferente…”

El periodista interrumpe: «Permítame un ratito… ¿Que Micheletti no podia sentarse con Chávez si no tenía qué…?”

Ortez Colíndres responde: “Si no tenía… Póngale así: si yo soy un político…”

—Permítame doctor, usted me dice que el presidente no se podía sentar con Ez [sic] mientras los militares, que eran los mandatarios, no se lo permitieran.

—Hubiera sido una locura sin más.

—¿O sea que al presidente quienes lo ponen son los militares?

—Los militares son los que hacen que corra la cadena jurídica y lo ponen.

—¡Ah! ¿O sea que éste fue un golpe de Estado militar?

—Mire, este es un caso sui géneris. Unos dicen que fue un golpe de Estado…

—No, no, no. Por lo que usted está revelando esta noche…“

—El Ejército lo puso.

—¿Cómo?

—El Ejército lo puso.

—¿A Roberto Micheletti?.

—Sí. Ajá, ¿y que más?

—No, no hay más… ¿Fue un golpe militar?

—Para qué se lo voy a negar.

—Gracias… porque, porque… es un golpe…

—El Ejército lo puso, y el Ejército fue el garante para la sucesión…

—Ajá, ¿y no es que era una “sucesión presidencial”?

—Es que ellos hicieron la sucesión.

—¿Quiénes? ¿Los chafas?

—Los chafas, claro que sí.

—O sea: ¿Los chafas tuvieron la capacidad de convencer al Congreso, de convencer a la Corte, de convencer al Fiscal… de tumbar a Mel para poner a Micheletti?

—¡No, no, no! Perdone. Los chafas… Si Mel se quiere sentar en las bayonetas…

—Eso ya está suficientemente discutido. Pero usted me acaba de decir que…

—No. Vamos al germen, vamos al germen del golpe. Yo les dije: “Vayan a ver a Mel para rescatarlo. Pero Mel Zelaya es olanchano, y los va a mandar a la “m” si ustedes le van a pedir que pare la cuarta urna. Prepárense que [inaudible]”. Y cuando salieron de ahí expulsó y destituyó hasta en la televisión a Vásquez Velasquez. ¿Entonces… qué sucedió? El Ejército comenzó a pensar: “Ajá, ¿y quién es el que sigue?”

—¿O sea que Vásquez se sintió ofendido por Mel?

—No solamente… ¡Lo echó fuera! ¡Si lo destituyó hasta en la televisión!

—Sí.

—¿Entonces quién era el segundo que iba a destituir Mel? Ya solo faltaban 24 horas para que justamente las elecciones amañadas que tenía Mel se hubieran practicado. Y al llegar Mel al poder, 48 horas después hubiera disuelto al Ejército, hubiera disuelto al Congreso, y se hubiera armado prácticamente un gobierno a base de una Constituyente.

—¿Y entonces por eso…?

—Por eso es que corre la quinta, por eso al irse Mel se pone al que sigue en la Constitución.

—¿Cómo qué al irse Mel? ¡Al sacar a Mel!

—Póngalo así, pues. Póngale lo que quiera.

—¡No, no, no! ¡Lo que ocurrió!

—Póngale que al sacar a Mel no se podía romper el orden juridico…

—¿Y quién decide sacar a Mel? ¿Los chafas?

—Los chafas son los que sacan a Mel.

—¡Oiga lo que está diciendo, doctor!

—Es que yo no me arrepiento.

—No. ¡Oiga lo que está diciendo! ¡Usted le está echando la culpa a Romeo Vásquez Velasquez de este golpe!

—A las Fuerzas Armadas de Honduras

—Ajá, ¿y quién era el Comandante en Jefe?

—Mel.

—¿Ah?

—Mel.

—¡Es paja!

—Era el jefe. Ajá, ¿y entonces qué pasó? ¡No cumplieron las órdenes arbitrarias de romper la Constitución!

—¡Vaya!

—¡Ahh!

—¡Qué interesante! Vamos a hablar de esto. Lo voy a invitar al programa.

—Invíteme, que va a ser un placer.