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Los usos de la Mentolina

La pomada mentolina es un tratamiento seguro contra malestares de la gripe, resfriados, dolores musculares, picaduras de insectos y espinillas, nariz tapada.

Como tratamiento para la nariz tapada hay quienes absorben el olor de la mentolina aplicando un poco de mentolina sobre una cuchara de metal y calentándolo con una candela o vela, luego acercando la nariz para sentir el olor de mentolina quemándose y de esa manera despejar las vías respiratorias.

A los niños con resfriado y calentura las madres les aplican mentolina en el pecho.

Para dolores musculares se puede frotar mentolina en la parte afectada.

La mentolina también sirve para repeler a los zancudos, ya que les repele el olor fuerte de la mentolina. Cuando se reciben picadas de zancudos o mosquitos, frotar sobre la parte afectada puede aliviar el malestar.

Aplicar un poco de mentolina sobre los ojos cerrados puede ayudar a conciliar el sueño, ya que se produce una sensación similar al de una pesadez en los ojos producto del sueño. Hay que tener cuidado en aplicarlo para no irritar los ojos.

También se puede usar la mentolina para tapar olores desagradables, aplicándolo en las fosas nasales. Olores desagradables como el olor que deja una zorrilla o mofeta en una casa. Hay veces que estos animales pasan en horas de la noche por la casa y no es práctico salir a la calle.

También se puede utilizar la mentolina como base para preparar un ambientador casero de interiores. Se mezcla la mentolina con otros ingredientes seleccionados.

Se puede aliviar un dolor de cabeza untando las yemas de los dedos con mentolina y frotándolas en la frente y/o aplicando la pomada en las fosas nasales, si el malestar viene por la sinusitis.

Se puede usar la mentolina para desprender garrapatas. Se aplica mentolina a la garrapata y se espera unos minutos a que muera, para luego desprenderla.

Incluso se puede usar la mentolina para lubricar las bisagras de las puertas.

Debido a su contenido de alcanfor no se debe utilizar la mentolina en menores de dos años.

Fórmula: Mentol, alcanfor, eucalipto, esencia de trementina, salicilato de metilo, excipientes.

Producto hondureño de Infarma.

Un sustituto de la mentolina es Vicks Vaporub.

Dunkin Donuts

Soy un cliente regular de Dunkin Donuts y usuario de la tarjeta Food Card.

Me gusta ir a Dunkin Donuts del centro para relajarme tomando capuccino y saboreando alguna dona. Me gusta comer donas de diferentes tipos. Me encantan las doñas. Me gusta saborearlas lentamente.

Me gusta el ambiente limpio y ordenado, y tener un sanitario disponible por si me dan ganas de orinar. Algunos negocios no tienen (¡Qué contrariedad, mire usted!).

Pero trato de no abusar con las donas. Por lo general no pido relámpagos (o claires), por que tienen muchas calorías. Si tomar café es pecado, como dicen los mormones, me declaro pecador.

Prefiero el azúcar natural. El azúcar de dieta me parece sospechoso. Creo que mucha gente se auto-engaña creyendo que está a dieta por tomar azúcar de dieta; pero bien que se hartan la dona. No hay que caer por ingenuo. He oído por ahí que el azúcar artificial tiene un elemento que produce cancer (aspartame).

Además, tambien aprovecho de vez en cuando para platicar con las doñas que visitan el negocio.

Esta tienda tiene la ventaja de que está en el mismo local que Burger King, de manera que si uno entra y mira una persona no muy grata se puede disimular y hacer como que se va a Burger King. Tambien esto implica que hay variedad de comida para hartarse, y que se puede cambiar de ambiente rápidamente. Y además, al usar la tarjeta de Food Card se obtiene un 20% de descuento en todas las franquicias del grupo Intur.

Lo que me contraría a veces son los méndigos y resistoleros que molestan afuera, pidiendo y tocando el vidrio (Me alegra que haya vigilancia privada). Esto me hace recordar el injusto sistema socio-económico en el que vivimos, de manera que las visitas a Dunkin Donuts del centro hasta fortalecen mi conciencia social.

Dunkin Donuts vs. Espresso Americano

La ventaja de Espreso Americano es que atienden más rápido, ya que tienen más empleados y estos se dividen el trabajo. Un cajero atiende, otro empleado busca el producto, y otro sirve. Es más funcional. No hay que hacer tanta fila.

Tambien está el azúcar, que lo dan en bolsitas para que uno se sirva al gusto. En Dunkin Donuts pierden mucho tiempo mezclando el azúcar.

La desventaja es que en Espresso Americano generalmente no hay lugar para sentarse, o es un tanto incómodo. Esta es una desventaja significativa, y por eso prefiero Dunkin Donuts. (Además en Espresso llega más chusma, por que es más barato).

No confundir con DK’D

Hay gente que confunde Dunkin Donuts con DK’D.

Por eso dice el anuncio «Aquí no te abreviamos el sabor». Las tiendas de DK’D no son tan presentables. Las donas son de inferior calidad, menos ornamentadas, aunque más grandes.

Si lo que quiere el cliente es hartarse, pues que vaya a DK’D. Yo prefiero donas más pequeñas, pero de calidad. No me gusta atiborrarme de calorías.

Además en DK’D no tienen «baño» (¡uff!) y solo una empleada o dos hacen todo, desde cobrar hasta barrer la tienda.

Premio a la responsabilidad social

Dunkin Donuts es parte de Intur, un grupo de franquicias que ha recibido reconocimientos por su responsabilidad social.

Oligopolio cementero en Honduras

A continuación presento un extracto del libro Poderes Fácticos y Sistema Político, escrito por Victor Meza et al.*

En cualquier caso, es la cercanía o lejanía respecto al Estado y sus resortes de poder lo que determina, en última instancia, la suerte de las inversiones. El Estado no arbitra, sino que toma partido, dependiendo de los intereses y protagonistas en pugna.

Un ejemplo: el mercado nacional cementero lo monopolizan Cementos del Norte, S.A. (cuyos principales socios son las familias Rosenthal, Goldstein e inversionistas de Guatemala y Suiza) y la Industria Cementera Hondureña, S.A. -Incehsa- (cuyo mayor accionista es la transnacional francesa Lafarge).

La historia de ambas empresas está ligada al usufructo del Estado. Cementos de Honduras fue adquirida por Rosenthal y Goldstein durante el proceso de privatización impulsado al inicio de los años 90, mientras que Incehsa fue propiedad del Instituto de Previsión Militar (en la época de la cual las Fuerzas Armadas eran uno de los principales consorcios empresariales del país) antes de ser adquirida por capital francés.

Las dos compañías cementeras se reparten el mercado, trazando una línea horizontal que corta en dos al país a partir del central departamento de Comayagua. Cada uno en su zona impone sus condiciones a los consumidores. Ese es un acuerdo tácito entre los productores de cemento y el Ministerio de Economía. El Estado no existe como regulador, ni siquiera como mediador. El papel que le han asignado al Estado quienes ya lo dominan se puso a prueba a partir de octubre de 2003 cuando la empresa Cemento América -Cemar- inició la producción de su planta procesadora de clinker en la zona sur de Honduras (San Lorenzo, Valle) orientada al abastecimiento de la demanda centro-sur.

Un año después, a fines de 2004, la empresa, de capital japonés (Taiheiyo Cement), de EEUU (Cerna) y nicaragüense, cerró operaciones. ¿Qué ocurrió en apenas once meses que abortó una inversión superior a los 30 millones de dólares? Cuando inició la producción, Cemar introdujo al mercado su marca «Cemento Uno«, a un costo de tres lempiras menor que la competencia, favoreciendo a los consumidores. Ello generó la réplica inmediata de Incehsa, que respondió con una guerra de precios respaldada por Cementos del Norte. Era claro que las dos empresas posicionadas del mercado se pusieron de acuerdo para sacar a la advenediza, la tercera en discordia.

De manera acelerada, el costo al consumidor de la bolsa de cemento gris de 42.5 kilogramos bajó de 80 a 45 lempiras en los departamentos de Choluteca, Valle y Francisco Morazán. En poco tiempo, el precio por bolsa era 25 lempiras menor que el costo de producción de Cemar. Ninguno de los llamamientos al Ministerio de Economía para que interviniera y pusiera orden en la «guerra comercial» fue atendido. El reclamo de Cemar contra la competencia desleal llegó hasta el propio presidente Ricardo Maduro (2002-2006), sin tener respuesta afirmativa. Ni siquiera las presiones diplomáticas internacionales cambiaron el equilibrio interno de fuerzas.

En agosto de 2004 la operación asfixia tuvo éxito y Cemar anunció cierre de operaciones. De manera inmediata, el precio de la bolsa de cemento gris revirtió la tendencia anterior y comenzó una escalada que compensó a sus productores la «pérdida» que habían tenido que soportar mientras duró el conflicto comercial. De nuevo, el Ministerio de Economía guardó silencio pese a que la Constitución de la República le ordena defender a los intereses de los consumidores. Pero el asunto no terminó ahí. Luego de que la revancha incluyó la compra de acciones de Cemar por Incehsa, el siguiente paso fue castigar a todos los vendedores al detalle -ferreterías- que habían comercializado Cemento Uno.

De manera arbitraria se elaboró una lista negra consignando los nombres de quienes no serían abastecidos con cemento «Piedra Azul» (Incehsa), pese a que vender cemento al detalle es más un servicio que un negocio puesto que la ganancia promedio apenas ronda los dos lempiras por bolsa. Ante esa violación a cualquier código de comercio tampoco actuó el gobierno. ¿Era un asunto de interés privado o de interés público?

Dos años después, ante nuevos aumentos en el precio del cemento, sin consulta o concertación previa con las autoridades gubernamentales, el Comisionado Nacional de los Derechos Humanos7 se refirió al tema advirtiendo que el control monopólico del precio del cemento alejaba las posibilidades para que la gente de escasos recursos tenga acceso a una vivienda digna. La crítica señala que aumentar los privilegios de un sector empresarial termina afectando los derechos básicos de un sector social mayoritario. El Comisionado tampoco obtuvo respuesta oficial a su planteamiento. En definitiva: ¿Cuál libre mercado y cuál sana competencia?

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* Páginas 223-225. El autor del artículo de donde fue extraído este texto es Manuel Torres Calderón. La editorial de este libro es el Centro de Documentación de Honduras (CEDOH)

7 Ramón Custodio, CONADEH, 13 Noviembre 2006