Luis Hernán Sevilla: El Quijote más célebre de Danlí

VISITA AL QUIJOTE MÁS CÉLEBRE DE DANLÍ

Escribe:

Armando Méndez Fuentes

desde New York.

En la primavera del año 1986, muy arraigado imitando al legendario Quijote viajero español; al fin logré la tan esperada decisión de viajar a Danlí sobre mi flamígero rocinante internacional con el ideal único soñado de enfrentarme cara a cara con El Quijote más célebre de Danlí y posiblemente de Honduras.

Se trata del afamado perspicaz escudriñador, de viejos infolios nacionales y españoles incluso del continente americano, don Luis Hernán Sevilla. Este hondureño tan original es un personaje de elevada categoría intelectual que ha sabido aprovechar su valioso tiempo viviendo dichosamente la vida rutinaria en una forma asombrosa; por haberse pasado toda su enérgica juventud ejemplar, totalmente consagrado al estudio profundo y a la inmensa meditación constante… diríase un insólito monje cartujo; de un molde extraño y nada común.

Dinámico Quijote que ha podido encarnar individual; a su frenética época; penetrando con solemnidad al estudio como muy pocos lo saben hacer, releyendo sus libros raros de su voluminosa biblioteca. Este incansable Quijote; casi todo lo ha estudiado. Casi todo lo ha querido saber… casi todo lo ha intentado. Casi todo lo ha logrado meditar como plinio el joven en los famosos templos de Apolo y de Minerva, lamentándose siempre en sus largos y frecuentes éxtasis que nuestra vida sea tan corta, dislocada, problemática, llena de tantas injusticias e infamias y que solamente se vivirá con una increíble brevedad intolerable, resultándole inaceptable que los viejos árboles de su jardín hogareño hayan vivido tanto tiempo y que vivirán muchos más años que él,lo cual le parece una injusta desdicha ser de carne y hueso y no poseer considerándose digno; la agraciada posibilidad divina de ser mejor un Dios inmortal; para continuar descubriendo las fuentes preciosas de la infinita sabiduría inagotable… teorías de su contagioso quijotismo, porque Luis Hernán Sevilla en algunos de sus aspectos internos; muy pocas veces revelados a la sociedad hondureña y a las multitudes ordinarias por ciertas temporadas al observar conmovido los acontecimientos de su pobre patria, se manifiesta absolutamente un Quijote extraterrestre,… identificándose con sus producciones; con aquella recia invulnerabilidad de prestigio que supieron animados demostrar sin perturbarse, sus congéneres ilustres Esteban Guardiola Cubas, Rafael Heliodoro Valle y Froylán Turcios a todo los sancho panzas e imbéciles de su tiempo.

Para ahondar lúcidamente en el asunto que podía quedar sin terminar, necesitamos el sabio análisis expositivo de J.M. Charcot, de Breuer, o de un Janet, caracterizando con los mismos intentos determinantes este caso quijotesco de Hernán Sevilla, la capacidad clínica observadora penetrante de mi amigo el poeta Daniel Laínez con sus acostumbrados juicios avasalladores que supo hacerlo con tanto talento positivo; en su exactísima obra de juicio final literaria: MANICOMIO. Refiriéndose a los escritorzuelos y poetastros hondureños; ninguna pluma de Honduras lo ha sabido dibujar con tanta penetración psicológica tan admirablemente veraz. Por lo tanto, MANICOMIO; ya es una obra clásica acusadora.

Si el Quijote de Danlí, hubiera escrito en la época del gran poeta Laínez, no dudo, estaría colocado en un elevado pedestal como un auténtico Quijote por sus fuertes cualidades peculiares y por las sabias razones culturales que ha sabido exponer siempre en las revistas y en la prensa importante del país. Esta nueva revelación literaria tampoco hubiera pasado inadvertida; en las perennes observaciones acostumbradas de la prestigiosa analogía crítica literaria del capacitado abogado y escritor Froylán Castellanos Mejía; auxiliandolo con grandes estímulos a este caso favorito; con sus investigados procesos imparciales dejándose ver las huellas luminosas de la belleza inolvidable de su fuerte literatura pedagógica.

Tratándose de este caso importante, la terrible y dulce intransigente de Tegucigalpa Choncita Padilla, prestigiosa maestra de varias generaciones y colaboradora de El Ateneo de Honduras con su prosa labrada de notable crítica nacional con toda la autoridad científica literaria, su pluma singular en las batallas terribles del periodismo hondureño; por el honor énérgico que le caracterizaba, con toda su comprobación como defensora permanente del talento original y de todos los derechos cívicos del pueblo; este Quijote hubiera sido su panegírico ideal, después del gran líder Angel Zúniga Huete a quien consagró un culto considerable de enorme admiración…

Igual comprensión ha analizado, con su rica cultura bondadosa al recordar sereno la inmensa generosidad amable de mi adorada maestra Soledad Fernández Cruz, gloria encumbrada del magisterio nacional, apostólicamente apasionada a educar los niños humildes y a dar poderosos alientos divinos con aquella su potencia innata; a los escasos Quijotes de tierra natal como este danlidense de mi preferida observación; dado todo el precioso elixir de su alma socrática obsesiva, poco le hubiera parecido; porque en lo que he vivido, jamás he conocido otra grandiosa; como esta maestra Solita Fernández que haya estado tan ciegamente enamorada de su fanática enseñanza… El profundo amor a la patria; la técnica valiosa ilustre y el estilo depurado que tenían aquellos escritores del dichoso ayer, no la tienen los de hoy, en sus estructuras luchas prosísticas e incluso arrojar verdades a los dictadores de Centro América y del mundo.

Tampoco tuvieron miedo a la opinión pública, a los peligrosos censores; y a los periodistas intransigentes de almas vacías en donde nunca reinaron esas reinas soberanas que se llaman: La Erudición y La Cultura Polifacética… Este Quijote encuentra y está convencido como buen patricio, que Dios, la patria y el arte están primero; y que su gran sueño idealístico es amar y ser amado; siendo más de su predilección, si se trata de seres selectos.

Insatisfecho en su tradicional solidaridad; con todos sus doctorados y títulos universitarios casi ha sido sacerdote ordenado, impidiéndoselo ciertas negativas curiales y anónimos estúpidos hijos vulgares de la envidia; no ha podido obtener su título eclesiástico, aunque fuera al Vaticano para solicitar personalmente ayuda al Papa. El célebre Quijote todavía no ha olvidado de que El Cristo Divino una vez dijo: «Cualquiera que viene a mi, no le echo fuera».

Muy confortado; con esas bellas palabras de vida, no ha permanecido inactivo en el lodazal de la sociedad hipócrita y cual un nuevo Martín Lutero, Miguel Hidalgo y José María Morelos viaja con nuevos movimientos por distintas regiones de América sobre su inseparable rocinante desplegando activamente al viento las delicadas banderas del Evangelio Eterno; El Amor, ese amor maravilloso de Cristo que no se vende y no se compra, y La Justicia Celestial y los Sagrados Ideales que le obsequió generoso el Divino Maestro de Galilea.

Hace más de 20 años, sostengo relaciones epistolares provechosas con el doctor en leyes Luis Hernán Sevilla. Editor incansable de ensayos excelentes y de obras valiosas; batallando desde hace mucho tiempo por zonas vanguardistas históricas de nuestra Honduras, sabiendo señalar con verdadero honor; su merecido puesto distinguido documental en la historia hondureña a veces desequilibrada, confusa y mal escrita, colaborando en provecho grandioso de nuestro pueblo tan necesitado de contagiosas luces ilustres benefactoras.

Este Quijote, indiscutiblemente es un gran investigador a la sobria manera volteriana, colocando bastante bien ordenadas las cosas extraviadas, dudosas, y otras analogías que tienen que ver con los acontecimientos sociales, artísticos e históricos de nuestra patria desprestigiada y hasta por ciertas obras y folletos mal impresos del hoy desastroso bibliográfico que lanzan algunas casas editoras y la Universidad Autónoma de Honduras. Aún estamos empezando a leer un libro, cuando las pobres hojas huérfanas de ética y verdadera responsabilidad; salen volando por el espacio. Cuando llegamos con cuidado al centro del libro; aquello se ha vuelto un desordenado laberinto desastroso. Froylán Turcios consideró a las obras mal impresas; un desafuero vulgar e inaceptable, indigno de perdonarse y por esas razones justas contra su delicado esteticismo; prefirió resuelto QUEMAR ALGUNAS DE SUS OBRAS,… antes de verlas publicadas en ediciones baratas.

Luis Hernán Sevilla, auténtico representativo vigilante; de nuestra cultura nacional y aclarante expositor sereno de los extraviados fastos hondureños, ha tratado siempre con insistencia destacada; para revelarnos mejor, nuestra todavía desorientada e insatisfecha paleografía nacional sin abstenerse de nuestra ciencia maya; por algunos inéditos privados que atesora, sabiendo que interesa bastante y apasiona con profunda emoción nuestro incomparable Copán; a los facultados sabios arquéologos de Europa y Estados Unidos.

Este Quijote sabe, que nuestro asunto arqueológico copaneco todavía no ha quedado lo suficientemente claro; (agregando los nuevos descubrimientos) para detallar el auténtico significado en algunos aspectos científicos como lo han sabido hacer entusiastas en muchos procesos arqueológicos el afanosísimo norteamericano John Stephens y el incansable erudito mejicano José Díaz Bolio. Sevilla humanísimo Quijote, estudia consecutivamente El Popol-Vuh; esa Biblia divina del pueblo Maya, consulta el Diccionario de la Lengua Maya, Los Jeroglíficos Cronográficos Mayas, los Códices Troano, Borgia, Dresde, Férjérvary, y el Cortesiano. Este Mayólogo Quijote en algunas de sus rituales noches copanecas; goza cuando contempla las danzas misteriosas de la gran serpiente de Quetzalcoatl por sus sabios movimientos; mientras tanto su alma dolorosamente herida sufre y protesta categórico al tener conocimiento que aún ciertas ciudades mayas están sepultadas en la selva hondureña,… mientras ahora con inmenso pesar la ciudad santa de Itzmal; la orquídea arqueológica entre todas las famosas ciudades mayas. ¡Oh Itzmal, linda orquídea pétrea de maravillosos pétalos, deshojados con ignorante descaro; en las manos destructoras del fanático Diego de Landa!…

Al leer detenidamente la obra del Quijote de Danlí, «Cuentos recogidos de la tradición oral». Víctor Cáceres Lara afirmó: «Constituye un valiosísimo aporte en su obra de rescate de tan importante valor cultural. Todos los materiales que usted ha compilado con extraordinario talento y celo, he leído con sumo detenimiento, felicitándolo por su magnífico trabajo organizado».

El ensayista Eliseo Pérez Cadalso le obsequió la obra Bibliográfico-Continental. Diccionario de Autores Iberoamericanos. También la obra cuentista del señor Cadalso El Rey del Tango con la siguiente dedicatoria: «A Luis Hernán Sevilla, recordado ex discípulo y erúdito colega». El Boletín de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras con meritorio juicio aprobado por miembros responsables ha dado a la publicidad valiosos conceptos por la gran obra del capacitado Sevilla; que sabe elevar muy alto y tan dignamente el pabellón de las cinco estrellas. El poeta de Comayagua Edilberto Cardona Bulnes lo llama: «El Duendecillo de la Literatura Hondureña».

Al terminar Sevilla su largo noviciado estudiantil en Guatemala, en un poema de despedida el estudioso salvadoreño Salvador Llanes declamó: «Y, dame la erudición de Fray Luis Hernán Sevilla». El señor director del Semáforo; tocante a los temas sexuales publicados por Sevilla ha declarado: «Luis Hernán Sevilla, les sabe sacar chispas y luceros». Por medio de la Secretaría de Cultura y Turismo a través de la Dirección General de Cultura y financieramente apoyado por la Organización de los Estados Americanos; cooperó en un importante disco que se llama: HONDURAS. (Música Folklórica). Indígena (Misquitos), Garífuna (Negra Caribe), Campesina (Criollas).

Son tradicionales voces musicales, dulcemente se oyen inspiradas en ese bello disco. Gran esfuerzo del profesor Sevilla con otros artistas hondureños; tratando de dar a conocer por tierras de América el divino arte tradicional hondureño. Vayan muy altas felicitaciones y los más calurosos aplausos cordiales al Quijote investigador de Danlí a quien dedico el siguiente soneto mío:

LUIS HERNÁN SEVILLA

Alma llena de encanto afectivo
que ama a su patria con finura,
su prosa bella refleja la hermosura,
del ayer fugaz; tan positivo…
Sus frases cuentan con profusión
leyendas, recuerdos, de nobles reflejos;
cuentos de poeta, ecos de erudición,
amores; que el tiempo llevó tan lejos…

Algunos artistas ignoran estas cosas,
que al Artista; perfuman como rosas
logrando llegar al Eden añorado.
¡Pinta sucesos con verso canoro,
en raros ensayos; que valen oro,
por eso; tanto lo he admirado!.

Armando Méndez Fuentes

Tomado del libro «Danlí en el Recuerdo» de Darío González. (1988)

La mujer serpiente

Por: Jorge Montenegro

Mi amigo Luis Hernán Sevilla (QDDG), me contó que hace mucho en la ciudad de Danlí, una historia que me dejó pensativo y que alimentó mi imaginación. Hubo hace muchos años en la ciudad de Las Colinas, una pasión por la música clásica, la literatura, el espiritismo y la poesía, no había joven que no abrazara cualquiera de estas inclinaciones especiales, entre ellos Jorge, joven pianista que tenía una hermosa residencia de dos plantas. Se deleitaba ejecutando con sus hábiles manos las más hermosas melodías, la gente al pasar frente a su casa se paraba o se sentaba en las aceras para escucharlo, ejercía con tal fascinación su música, que llegaban de otros lugares para oirla ejecutada con tanta maestría.

Una tarde Jorge salió de su casa para hacer su habitual recorrido por la ciudad, visitando a sus familiares y a los amigos cercanos, platicó con muchas personas y cuando los rayos del sol amenazaban con ausentarse para dar paso a la oscuridad, el joven siguió con su paseo de regreso a casa.

Una mujer de ojos profundamente azules caminaba en sentido contrario, al verla él la saludo cortésmente, pero sin saber cómo, se sintió atrapado por el influjo de la mirada de aquella estatua viviente. Con su sonrisa cristalina cautivó aún más el corazón de Jorge quien la invitó a disfrutar de un concierto privado.

– Siempre lo escucho desde el jardín, tiene usted una delicadeza para tocar el piano, así que me siento honrada de ser la primera mujer a la que usted invita a su casa para escuchar las más bellas melodías.

– Al contrario, el honor es mío, jamás pensé encontrar por el camino de mi existencia a una mujer tan bella, tan etérea, tan especial.

– He aprendido a conocer su alma en cada melodía que se desprende de su piano, es usted un hombre bueno, sensible que ama la música y la naturaleza.

– Aquella conversación Jorge se sintió diferente, por fin habría encontrado la mujer que idealizó durante tanto tiempo, sabía que su soledad estaba a punto de abandonarlo.

– Poco a poco y caminando por las calles de Danlí se fueron conociendo. Tengo que despedirme dijo ella- no puedo estar mucho tiempo fuera de mi casa porque no pedí permiso, mi padre es muy estricto y sería de mal gusto para él que yo llegara tarde.

– La comprendo… pero aún no me ha dicho su nombre.

– Me llamo Diana y espero verlo de nuevo.

– Dígame donde puedo encontrarla.

– Yo lo buscaré, se donde vive y mientras siga conversando con su piano, siempre me tendrá cerca.

Esa noche los vecinos escucharon un verdadero concierto, las manos de Jorge recorrían el teclado de su piano con maestría extraordinaria arrancando las notas más hermosas que deleitaban a los vecinos, nadie protestaba, todos estaban embelesados con el improvisado concierto. Al siguiente día Jorge escribió la letra de una canción donde resaltaba la belleza de Diana, luego pacientemente fue sintiendo dentro de su alma una profunda inspiración para que aquella letra tuviera una música sublime. Apenas se tomó una taza de café porque durante el días no comió nada, su alimento era la melodía para aquélla letra.

Por la tarde había logrado lo que tanto deseaba plasmar en el pentagrama una canción única, especial, una canción que salía de su alma, de su espíritu. Al llegar la noche el trabajo estaba terminado. No sentía cansancio, sus fuerzas aumentaban cuando sus manos recorrían el teclado ejecutando «Diana» la melodía de su inspiración. Salió a pasear como lo acostumbraba, un poco desconcertado porque no sabía donde vivía aquella mujer que se había robado su corazón.

De pronto sintió que alguien le tomaba de la mano, sí era ella, su amada Diana. Juntos recorrieron las solitarias calles de la ciudad de Las Colinas, se dijeron tantas cosas.

– Te hice una canción Diana.

– ¿Podemos ir a tu casa para escucharla?

Así, tomados de la mano llegaron a la casa de Jorge, el piano estaba ubicado cerca del dormitorio. Ahí ejecutó la melodía de su inspiración. Ella lloró de la emoción y se entregó en los brazos de Jorge. Besándola apasionadamente la llevó a la cama, aquella fue la noche en que la soledad abandonó a Jorge.

Las primeras luces del alba se proyectaron por la ventana del dormitorio, a Jorge le pareció sentir que algo se deslizaba entre las sábanas y algo helado rozó sus piernas. Al Abrir vio con estupor que una enorme serpiente abandonaba su cama saliendo por la ventana hasta caer al jardín, trató de detenerla, estaba desconcertado.

Cuando él llegó al jardín de su casa supo la verdad, Diana era una serpiente, la que lo escuchaba embelesada todas las noches escondida entre las flores.

Cuentan que el pianista se encerró en su casa y estuvo al frente de su piano día y noche hasta que éste dejó de sonar. Sus familiares y amistades lo fueron a enterrar y cuando terminaron de lanzarle la última palada de tierra, una enorme serpiente pasó muy cerca de la tumba.

Tomado del libro «Cuentos y Leyendas de Honduras» de Jorge Montenegro.

Relato de un muchacho de Brooklin

Por: Froylán Turcios

Mi pequeña hermana Katie tenía los cabellos amarillos y los ojos castaños. Era grave y dulce y muy silenciosa. Por la casa deslizábase levemente como una sombra, con su ligero vestido y sus medias azules. Yo adoraba a Katie, y el día en que cumplió nueve años, la víspera de Navidad, le regalé mi muñeco automático, único juguete que tenía.

II

Gustábame verla con su escobilla de plumas sacudiendo el polvo del salón, o cuando me decía muy seria, como una persona mayor, levantando el índice:
– Jack, es preciso que cuides más tu traje de terciopelo. Ayer, al limpiarlo, repuse dos botones que le faltaban.
Y sonreía suavemente, viéndome turbado.
Ella, tan pequeñuela, tenía para conmigo ternuras inolvidables.

III

En los crudos inviernos, antes de acostarse, acercábase de puntillas a mi cama.
¿Katie, eres tú? – le decía.
Sí, Jack. Vine a ver si tienes frío.
Y después de arreglar el cobertor sobre mi cuello, me besaba alejándose sin hacer ruido.

IV

Cierta noche, al regresar de Coney Island, cuyas magias de luz le encantaban, Katie se sintió muy enferma. Y al día siguiente su mal empeoró. Fueron inútiles los esfuerzos que el médico hizo para salvarla. Katie se moría.
Yo no me separaba de su lecho, petrificado de espanto. Parecíame que, al morir ella, todo acababa para mí.
– Jack -me dijo, incorporándose sobre la almohada, con los ojos encendidos por la fiebre, en la horrible medianoche-, sé muy bueno y no olvides a tu pobre Katie, siento morir porque te quería mucho…

V

Fueron sus palabras postreras. Vistiéronla de blanco y la cubrieron de rosas pálidas y de jazmines. Y así, más blanca entre tantas blancuras, Katie era más linda que los ángeles.
Antes de colocarla en la caja de seda, besé sus manos frías y sus grandes ojos castaños.

VI

En aquella tarde obscura la enterraron bajo un sauce cubierto de nieve, en el triste cementerio de Greenwood.
Allí reposa la pequeña Katie. Y yo, que desde que se fue vivo sin alma, cuando paso por aquel sitio lúgubre, siento que mi corazón deja de latir y que mis ojos se llenan de lágrimas.

Tomado de «La Tribuna», del sábado 2 de marzo de 1985.

El Padre Manuel de Jesús Subirana en Catacamas

Por: Winston Irías Cálix

Un mensajero de Dios en Catacamas

Difundió y practicó el mensaje de amor, fe y esperanza, que son la esencia de la doctrina de Cristo.- Defendió como pocos los derechos de los indígenas hasta lograr la titulación de sus tierras.- Castigó y convirtió a hechiceros y estudiantes de la Escuela de Brujería que funcionaba en Catacamas, la cual cerró, advirtiéndoles que estaban fuera de la gracia de Dios, tal como lo expresa La Biblia en Gálatas 5.- Hizo milagros que amparan su futuro reconocimiento como un santo de la Iglesia Católica.

Estas son algunas de las múltiples actividades realizadas en Catacamas, en 1860, como parte de una intensiva campaña de evangelización, por el misionero español Manuel de Jesús Subirana, de acuerdo al relato de mi tía abuela y segunda madre, la señorita Francisca Irías Cálix, a quien mi hermana mayor, Dilcia, por mala pronunciación de su nombre le decía «Mi Chacha».

Según le contaba su padre, mi bisabuelo don Antonio Irías, quien conoció al Padre Subirana, cuando aquel santo varón se encaminaba hacia nuestra ciudad, proveniente de Santa María de El Real, afirmó a la muchedumbre que fue a su encuentro: «Nos dirigimos a La Laguna de Catacamas».- Al aclararle que el poblado está ubicado sobre tierra firme, él insistió en el nombre que había mencionado.

Refiriéndose a ese nombre de «Laguna de Catacamas», varias personas afirman que existe abundante agua a poca profundidad en el Valle de Catacamas; hace décadas había en la ciudad «ojos de agua» o fuentes superficiales, como el que existió en el sector de Ojo de Agua, hasta hace 40 años aldea del municipio, al igual que El Hatillo.- Ambas son ahora barrios de Catacamas.- En ese tiempo una quebrada corría por la segunda avenida de la ciudad, donde estaba la escuela Rosmunda Herrera, actualmente Biblioteca Municipal, y, aun más, el caudal del Río Catacamas, que anteriormente desembocaba en el Guayape, quedó reducido por el derrumbe de un cerro en su nacimiento, allá por 1940.

Durante la tragedia provocada por el Huracán Mitch, voluminosos chorros de agua surgieron a la superficie en cerros y laderas de Catacamas.

Es popularmente conocido en Catacamas que el misionero Subirana predijo que la ciudad sería destruida por la Montaña Piedra Blanca y que mientras esa desgracia no ocurriera el Pueblo de Santa María de El Real no prosperaría.

Al respecto, mi tía abuela me tranquilizaba diciéndome que el Padre Subirana hizo tan fatal vaticinio para que los habitantes de Catacamas se arrepintieran de sus pecados y que oraran todos los días a Nuestro Señor, pidiéndole que conserve a salvo a la ciudad.

El Padre Subirana se alojaba en el sitio que ocupó la Escuela Rosmunda Herrera, local que he considerado el más idóneo para el funcionamiento del Museo de Catacamas, junto a la Biblioteca Municipal.

Reaparece la escuela de brujería

Me relataba mi tía-abuela que algunos brujos desobedecieron la orden del Padre Subirana y continuaron sus prácticas anticristianas.

Al principio del siglo XX resurgió en Catacamas la «escuela de brujería», ubicada en el lugar donde actualmente funciona la Escuela «Juan Pablo II», en el Barrio La Cruz.- Por la noche sus «alumnos» se convertían en monos y caminaban tomados de la mano por el centro de las calles, hasta la plaza donde está el Parque Central.- Allí jugaban en las ramas del frondoso árbol de ceiba y después regresaban a su local, de donde salían furtivamente, ya en su forma humana según el relato.

El indígena Rojas me aseguró que los «alumnos» de esa escuela se convertían en monos en un sitio ubicado unos 300 metros al oeste de su centro de brujería, que en efecto funcionó donde está ubicada la escuela «Juan Pablo II».- De acuerdo a la tradición, para convertirse en animales los hechiceros dejaban el «alma» en un guacal, que escondían con suma precaución, y al retornar «la bebían», recuperando así su forma humana.- Si alguien les derramaba el «alma» se quedaban de por vida como animales, según la creencia popular.

Pero el misionero español hizo después de muerto un nuevo milagro, me aseguraba mi tía-abuela.- El edificio de la escuela comenzó a derrumbarse y los brujos de alguna manera fueron identificados por sus parientes, amigos y curiosos.- El pueblo les recordó como sus antepasados habían sido castigados y convertidos por el Padre Subirana y muchos de ellos convulsionaron al solo escuchar su nombre.- Arrepentidos, no volvieron a ejercer sus prácticas de brujería.

Tomado del libro «Catacamas- del ayer al año 2000», de Winston Irías Cálix.

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