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Bombas folklóricas de Honduras

COPLA FOLKLÓRICA O «BOMBA»

COPLA: del latín «copulam», que significa enlace, es la acomodación de un verso con otros para formar la estrofa.

La COPLA FOLKÓRICA O «BOMBA» popular ha de tener siempre cuatro versos que riman el segundo con el cuarto y en forma consonante, de preferencia; ha de expresarse en lenguaje rústico y no académico y ha de tener «gracia» para que se fije en la memoria del oyente. Gracia picaresca, irónica, humorística o filosófica.


La pava canta en la loma,
la perdiz en la cañada;
desengáñate negrito
porque conmigo no hay nada.

Una me dijo que sí
y otra me dijo que no;
yo me quedé sin saber
cuál de las dos me engañó.

Cuando dieron la noticia
de que ya no me querías,
hasta el perro de la casa
me miraba y se reía.

Adiós señor galán,
cabeza de gavilán,
que en la calle le dirán
que es un buen haragán.

Bombas, bombas me pedís,
como si fuera cohetero;
andate donde tu nana
que te saque ese nigüero.

En el asiento del mar
suspiraba un clarinero,
y en el suspiro decía:
no hay amor como el primero.

Allá viene la luna hermosa
con su lucero al amanecer,
vayan díganle a doña Rosa,
que su yerno quiero ser.

Te mandé a hacer una cama
con cien varas de listón,
en cada esquina una rosa
y en medio mi corazón.

Desde que te vi venir
puse mi amor en un lazo,
negra no pases de aquí
sin que me des un abrazo.

Azahares me pediste
azahares te daré,
si me agachas la ramita
yo te los cortaré.

Tírote la lima,
tírote el limón;
tírote las llaves
de mi corazón.

Desde mi tierra he venido,
rodando como un olote,
sólo por venirte a ver
viejo barbas de jolote.

La bomba que me has tirado
hasta la cara me ardió
mejor se la hubieras echado
a la madre que te parió.

Aquí me tienes parado
como garza en la laguna,
¿cómo quieres que me vaya
sin esperanza ninguna?

Las mujeres son el diablo
y parientes del demonio;
nosotros los hombres somos
reliquias de San Antonio.

Las muchachas de este tiempo
son como la mantequilla,
apenas les dicen mi alma,
y ya enseñan la rodilla…

Del cielo cae una estrella
y en el aire hay una palma,
y desde lejos te digo:
adiós negrita de mi alma.

Ayer tarde pasé por tu casa
y me tiraste un limón;
el limón cayó en el suelo
y el zumo en mi corazón.

Bomba, todos llevan bomba,
pero no como la mía:
en la palma de la mano
llevo a la Virgen María.

Las muchachas de este tiempo
son como el oro molido,
apenas les dicen mi alma
y ya piden el marido…

Ya mi palomo voló
de la jaula de mi pecho
y aunque me cante derecho
ya no lo quiero, ya no.

Arpa vieja sin clavijas
repleta de cucarachas
para que te andas metiendo
dejá eso pa’ las muchachas…

De los pechos de esta vieja,
sabiéndolos ordeñar,
sale un queso de una arroba
y sobra para almorzar.

Eres clavel, eres rosa,
eres clavo de comer,
eres azucena hermosa
cortada al amanecer.

No soy clavel, ni soy rosa;
no soy clavo de comer;
no soy azucena hermosa
sino una infeliz mujer.

Las ramas del tamarindo
se juntan con las del jagua;
es necesario que sepas
que soy arremanga enaguas.

Las ramas del tamarindo
se tocan con las del coco;
si tu amor va precisado,
el mío va poco a poco.

Papá, mamá;
me quiero casar
con un muchachito
que sepa bailar.

Cásate conmigo
que yo te daré
zapatos y medias
color café.

Te pareces a la vaca
que tengo en el corralito,
yo seré tu ternerito
¿verdad Amalia ingrata?

Te crees en la reunión
de todos el más galán.
¿No te da pena, Julián
ser un ternero mamón?

Naricita de chicharrón
boquita de cuyamel,
yo me chuparé la miel
de tu ardiente corazón.

La miel de mi corazón
se la chupará un mozo
que no sea tan baboso
como este tonto de Chon.

Anoche me dormí, Juliana
y tuve un sueño bonito
que tú, poquito a poquito
eres de mi hijo, su mama.

Si soñaste con la cama
te equivocaste Rodrigo,
en vez de soñar conmigo
¿no sería con tu «nana»?

Anoche soñé trigueña
que me dabas sopa de peces,
y que al cabo de nueve meses
te llegaba la cigueña.

Hablas de los nueve meses
idiota, que śolo sueñas.
Luis sin andar con peces
se adelanta a la cigueña.

Y este viejo a que se mete;
para esto se quieren reales.
No vaya a salir después
con más hojas que tamales.

Los reales aquí los tengo,
y los tengo sin excusa,
pero no me vengas después,
con más nalgas que pupusa.1


Él Ella
Desde lejos he venido
rodando como una tusa
solo por venirte a ver
niña ojitos de guatuza.
Si desde lejos llegaste
a yo no me digas eso
mejor andá restregate
esas costras del pescuezo.
Las mujeres de este tiempo
son como el café molido,
apenas tienen quince años
ya quieren tener marido.
Los muchachos de este tiempo
son como el café tostado
se  la tiran de jailosos
y andan todos acabados.
La mujer que ama a dos hombres
no es tonta sino entendida
si una vela se le apaga
la otra ya está encendida.
Un hombre con dos mujeres
de papo se pasa a veces
no cumple con sus deberes
y al final paga con creces.
Ayer me dijiste que hoy
hoy me decís que mañana,
cuando me digas que sí
ya no voy a tener ganas.
Yo no te he dicho que sí,
indio curtido y mugroso;
como bien lo ves a ti,
no te quiero por piojoso.
Las muchachas de este tiempo
son como los blancos quesos;
pintaditas de la cara
y chorreadas del pescuezo.
Los muchachos de este tiempo
solo andan de aparentones
con un arito en la oreja
más parecen maricones.
Las muchachas de Progreso
no les gusta dar ni un beso,
en cambio las de San Pedro
hasta estiran el pescuezo.
Las muchachas de la Ceiba
son bonitas y graciosas
en cambio las de este pueblo
son picudas y babosas.
Una pitaya madura
es tu boquita jugosa,
escucha linda criatura
te ando buscando pa esposa.
Un huevo güero podrido
es tu apestosa trompota,
escúchame indio jodido
yo no te quiero ni jota.
Las piñas en el piñal
de maduras se pasan,
así te pasará a vos
si tu mama no te casa.
Si mi mama no me ha casao
es por que no me ha convenido,
si no me caso con vos
no es de tu cuenta, metido.
Ya días vengo soñando
que tu boca será mía,
Filomena agora es cuando
se cumple mi profesía.
Ni lo sueñe, Don Prudencio
que esta boca será suya,
pues la reservo en silencio
para alguien que haga bulla.
Las ramas del tamarindo
se juntan con las del coco,
si tu amor va precisado
el mío va poco a poco.
Las ramas del sunzapote
se enredan con las del mango,
si tu amor va despacito
el mío desburrungando.
En lágrimas de mujer
y en el canto de sirena,
nunca debes de creer,
porque no vale la pena.
En lágrimas de hombre viudo
nunca debes de creer,
así como este tapudo
que solo viene a joder.
Desde que te conocí
te tengo muy bien presente,
por ese colocho de oro
que te cuelga de la frente.
Desde que te conocí
siempre te he visto risueño
pero es que tal vez no sabés
que el colocho tiene dueño.
Aquí te traigo esta flor
que de mi jardín corté,
como es linda y olorosa
se la entrego para asté.
Yo le recibo esta flor
de manos de quien la trae,
no es tan linda la rosa
como el lirio que la trae.
Quí te traigo niñita
una ramita de albahaca,
no te la traje más grande
porque se la comió la vaca.
Esta ramita de albahaca
que usté me trae buen mozo;
no se la comió la vaca
fue este burro e Sinforoso.
Qué rico es echarse un trago
de vino de marañón,
pero más rico es un beso
de este lindo corazón.
Sosegáte, Cayetano
no me vengás a ofender,
mejor buscáte un marrano
que te sirva de mujer.
Las guayabas de este palo
siempre me salen podridas,
por eso no te regalo
porque sos bien resabida.
Si yo no te estoy pidiendo
indio viejo mal hablado,
para esa gracia Don Chendo
me va a dar jolote asado.
Hoy que tengo mucha lana
me siento como un don Juan,
voy a llevar a Cipriana
ante el cura y sacristán
¿Cómo decís vos, samarro?
que presumís con tus roles,
no tenés para cigarros
contimás para frijoles.
Viene la luna hermosa
con su lucero en campaña,
que triste se mira un hombre
cuando una mujer lo engaña.
A los ángeles del cielo
voy a mandarles a pedir,
una pluma de sus alas
para poderte escribir.
De un tronco nació una rosa
y del agua un caracol,
de los ojos de esta joven
nacen los rayos del sol.
Del cielo cayó una rosa
y del pueblo una pared,
qué dicha fuera la mía
si yo cayera en su red.
La mujer con quien me case
llenará esta condición,
será la flor que se deshace
perfumando el corazón.
El hombre que me aprisione
llenará esta condición,
permitirme que lo ahogue
el caudal de mi pasión.
Chorchita piquito de oro
con alas de metal dorado,
dime como está tu amor
si vendido o empeñado.
No soy chorchita piquito de oro
ni tengo alas de metal dorado,
mi amor no está vendido
ni tampoco está empeñado.
Ya me voy para la guerra
con las armas de pelear,
yo te ruego vida mía
no me vayas a olvidar.
A los ángeles del cielo
les voy a mandar pedir,
una pluma de sus alas
para poderte escribir.
Si regreso sano y salvo
Dios me deje regresar;
prepárate niña mía
que nos vamos a casar.
Si me matan en la guerra
y termina mi ilusión,
yo te pido aquí una lágrima
un suspiro, una oración.
De la peña nace el agua
y del agua el caracol,
de los ojos de mi negra
nacen los rayos del sol.
En cuanto te vi venir
le dije a mi corazón,
que bonita piedrecita
para dar un tropezón.
Aquí le traigo esta flor
que agorita la corté;
tiene fragancia y olor
y es fresquita como ve.
La recibo caballero
de manos de su mercé;
no es tan graciosa la flor
como es de gracioso usté.
Gorrioncito, gorrioncito
no piques tanto la flor;
que aquí te estoy esperando
con un platillo de amor.
Chiquito me hizo el cielo
chiquito como un anillo
¡Que dicha más grande ha sido
encontrarte camino al río!
Soy muy hombre de trabajo
y busco una buena mujer
no con cualquier sarandajo
me voy a comprometer.
No suspires, no suspires
dejáte de suspirar
porque dices suspirando
lo que debieras callar.
Como tengo una fortuna
que la hice honradamente;
busco una mujer de cuna
muy honrada y bien decente.
Ya calláte Cayetano
y no hables que tenés pisto
si venís a pedir mi mano
mejor prefiero a Evaristo.
Ando buscando una hembra
pa que me aliñe la polla;
que me ayude con la siembra
y esa hembra tú eres, Goya.
Ja, ja, ja, gustoncito, quien lo mira
nada menos, Mardoquello;
por ese cuento que tira
yo no lo quiero por fello.
En la punta de un izote
suspiraba una icotea
y en el suspiro decía:
no te aflijas, Dorotea.
En la punta de un guayabo
suspiraba un perico
y en el suspiro decía
ya no subas, Federico.2

  1. Libro «Canasta Folklórica». Julio Eduardo Sandoval. Ediciones JES. 
  2. Tomado del libro “Adivinanzas, Refranes, Bombas y Trabalenguas Populares”, de Francisco Arístides Mejía. 

La gran contradicción del 15 de septiembre

No tiene sentido celebrar la independencia de Honduras el 15 de septiembre, cuando el ideal de Morazán era el de una Centro América unida, no la independencia de un pequeño país.

No tiene sentido considerar a Morazán y a Valle como héroes hondureños, cuando ellos no se consideraban como ciudadanos de Honduras, sino de Centro América.

No tiene sentido que los países de Centro América celebren cada quien por su lado la fiesta de independencia de Centro América.

La verdadera fecha de independencia de Honduras: el 26 de octubre de 1838, es un día de triste recuerdo, porque se echó a perder el ideal morazánico y triunfó la reacción conservadora.

Francisco Morazán murió el 15 de septiembre de 1842, pero no murió por amor a la patria hondureña. En sus últimas horas en este mundo dijo: «Declaro que mi amor a Centro América muere conmigo». Y pidió que sus restos fueran llevados a El Salvador, por el particular cariño que le prodigaron los habitantes de ese país.

Ahora menos que nunca tiene sentido ir contra los ideales de Morazán y Valle en un mundo cada vez más globalizado e interdependiente. No es posible ya mantener la independencia de un pequeño país como un ideal a seguir.

Lo que necesita el mundo es una conciencia de ciudadanía universal. Una democracia global con base local. Humanismo en vez de patriotismo. Solidaridad internacional.

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El Patriotismo en la Cuna

Letra: Presentación Centeno
Música: Rafael Coello Ramos

Qué dicha tan grande
nacer en Honduras,
como lo desearan
todas las criaturas.

Arrú, arrurú
arrú, arrurú
arrú, arrurú
arrurú, rurú, rurú.

Honduras hermosa,
Patria de mi niño,
que te amen tus hijos
con tierno cariño.

Arrú, arrurú…

Dicha te pedimos
para este niñito
que viva contento
como un pajarito.

Arrú, arrurú…

Duérmete mi niño
promesa segura
de tu amada tierra
llena de aventura.

Arrú, arrurú
arrú, arrurú
arrú, arrurú
arrurú, rurú, rurú.

Duérmete soñando
con mamá y papá
con tu bella patria
que su amor te da.

Arrú, arrurú…

Dormido te quedas
niñito risueño,
que seas por siempre
un buen hondureño.

Arrú, arrurú…

El Olanchano

Por: Enrique Ortez Colindres

Anteproyecto.

Un día, en París, me puse a reflexionar sobre mis orígenes y, se me vino la idea de escribir algo sobre mis antepasados oriundos del departamento de Olancho, uno de los más grandes de la República de Honduras y, destacar algunos rasgos característicos y sobresalientes de su personalidad.

Habiendo nacido de madre olanchana y en las pródigas tierras de Olancho, he convivido con su gente la mitad de mi vida, parte de la escuela primaria (4 años), en la escuela Manuel Bonilla, tres años de mi secundaria en el Instituto La Fraternidad, y unos 30 años ya en mi edad adulta, frente a un proyecto agrícola en el Valle de Ulúa, jurisdicción del municipio de Silca.

En ese largo camino recorrido he podido captar una serie de rasgos característicos de los habitantes de este departamento, que como los tejanos en Estados Unidos, tienen un especial carácter e idiosincracia, los cuales trataré de referir para dejar plasmado el boceto o retrato de este hondureño que, a veces siento ha hecho de su departamento otra Honduras.

Nuestro país desde la época colonial no ha podido integrarse, por una serie de circunstancias adversas, entre ellas la falta de una adecuada infraestructura. Para cualquier observador que haya permanecido un tiempo con nosotros podrá darse cuenta que existen cuatro Honduras en una: 1. La Honduras bananera que cubre la costa norte y los principales departamentos, (Cortés, Atlántida, Yoro y Colón), 2. La Honduras parásita, que está representada por el departamento de Francisco Morazán, sede del gobierno, y cuya principal industria es la política. 3. La Honduras foránea, que es la parte occidental, Copán, Ocotepeque y Lempira, adonde ha tenido más influencia El Salvador y Guatemala sobre esos departamentos que nuestras propias autoridades, y adonde ha circulado más el Colón y el Quetzal que el Lempira, y que no incluye Choluteca ni Valle, que es un enclave pacífico aparte, y 4. La Honduras de nadie, que la conforman Olancho y Colón, que por su falta de vías de comunicación adecuadas, su extensión superficial y su escasa población, la han hecho por varios años mantenerse desconectada del gobierno central y de sus planes de desarrollo.

Razas.

Racialmente, el olanchano es una mezcla de varias razas, el ladino con indio, mulato, india con negro, zambo. Le pregunté a mi mujer que otra raza podía existir, para el caso india, y me dijo: “Decíme uno”. Y honestamente no le pude contestar, pues en efecto todos tienen el pelo musuco. Existen varias tribus de otras razas como son los payas, por el lado de San Esteban, los tawankas en Krausirpi, en el triángulo que forman Gracias a Dios, Colón y Olancho; en Occidente los Mayas y los Lencas; en el sur los Chorotegas y los Pipiles; y los llamados negros, de los cuales se recibían procedentes de la isla de San Vicente; y de indios de Venezuela y de Brasil, los llamados garífunas, en Sambocreek en Atlántida, en La Nueva Armenia,La Masica, Ceibita, San Juan Tornabé y Punta de Sal en Tela, y Cristales en el departamento de Colón, cerca de los cerros Capire y Calentura.

Los mulatos que habitan principalmente en los municipios de Concordia, Silca y Salamá, hicieron su hábitat en el sitio del Murciélago y en el Valle de Lepaguare, Olancho, provienen de una embarcación negrera que se dio vuelta en la costa norte cerca de Trujillo, y al desear salvarse se internaron en la selva de Colón y después pasaron a Olancho, adonde los ocuparon después para la extracción de metales, principalmente en las minas del río Guayape y en Agalteca.

Para vivir en Olancho.

Mi abuelo, el abogado Néstor Colindres Zúñiga, era olanchano de cepa originario de Concordia. Su padre se llamaba Juan Colindres, y su madre Petronila Zúñiga. Mi bisabuelo don Juan se ganaba la vida llevando a Guatemala, con posterior destino a Cuba, partidas de ganado, y esa fue la razón para que mi abuelo, el abogado Colindres Zúñiga, estudiara su carrera de Derecho en la Universidad de San Carlos de Borromeo. Fue un magnífico profesional del derecho y su tesis versó sobre el Espíritu de las Leyes de Montesquieu.

Mi abuelo me decía que si quería vivir en Olancho debía respetar tres importantes reglas: a) No le toques la mujer a un olanchano, b) no le debas un centavo y c) no le traspases un hilo de alambre. Y yo le he agregado una más a mis hijos: e) no bebas con los olanchanos.

Medidas.

En Olancho las distancias solían medirse por jornadas a caballo, lo que da origen a la “caballería”, que si es antigua arroja 64 manzanas, y si es moderna tiene 50 de ellas. Cuentan que para medir los grandes sitios un jinete montado en su corcel encendía un puro, y cuando éste se le terminaba concluía su jornada, y ello equivalía a su vez a una caballería de tierra.

Se debe tener cuidado cuando se piden direcciones, puesto que gran número de sus pobladores no saben diferenciar el kilómetro, la legua y especialmente las medidas métricas. Ello se debe a la influencia española que colonizó el país y el departamento. Me contaba para el caso un auténtico olanchano, Manuel Zelaya Ordóñez, “Melón”, que una vez viajando por la zona de los payas se le accidentó su caballo y tuvo que “echarse la montura al lomo”, y al encontrar a uno de estos olanchanos tribales, le preguntó que dónde quedaba el pueblo más cercano, y aquel le dijo que a unos 4 kilómetros de distancia. Me refería “Melón” que después de haber caminado con la pesada carga unos diez kilómetros aún no encontraba el pueblo, el que vino a encontrar como a los quince kilómetros de camino. Días después “Mel” volvió a pasar ya en su cabalgadura y encontró nuevamente al Paya que le había dado la dirección, y al verle le reclamó que si no se había equivocado al darle sus cálculos sobre la distancia, comentándole que si no serían “leguas” en vez de kilómetros la verdadera distancia o la lejanía a la que se refería, y el informante cuando escuchó pronunciar la palabra “leguas” le respondió: “de esas, de esas fue que le dije”.

Moneda de pago.

Por otra parte, el olanchano es sumamente desconfiado y muy cuidadoso con lo que dice. Para el caso, si viene de cortar café de la montaña, y ha sacado en el corte unas mil latas, y usted le pregunta que si tiene cafetal y que cuánto le produce, él le contesta: “Sí, tengo unos granitos”. Si para el caso le pregunta a un hacendado que si tiene ganado, le responde: “Sí, tengo unos centavitos”. El olanchano cuando hace operaciones de compraventa de café, ganado o grano, anda los billetes doblados en dos en la bolsa de adelante, y menciona los colores de los billetes que usa, porque sus transacciones solo las hace con billetes de cien o de cincuenta. Jamás un olanchano le va a pagar por un torete con una cantidad que termine en veinte, diez o cinco.

Pasión por las armas.

La mayor ilusión de un olanchano —desde que es un mozalbete— es cargar un arma, ya sea colgada, por fuera o camiseada. Su arma preferida es el revólver 357, y el mayor piropo que alguien le puede echar cuando se la ven es decirle: “¡Qué mazo el que carga compañero!” o “¡Qué bruta la que carga!”. O si lo quiere alegrar coméntele: “¿Qué marca es ese nudo de ocote que carga?” o “Enséñeme esa libra de moho”. Otra de sus armas preferidas en sus orígenes y para el olanchano humilde es el machete, destacándose entre ellos el más largo, se usó tanto en los combates cuerpo a cuerpo en una aldea del departamento, entre Catacamas y San Esteban, que se llama “Guaricamo”, que llegó a ser sinónimo de machete bien afilado, como lo que sucedió con las navajas de rasurar “Gillettes”, que se hicieron sinónimo de hojas de afeitar. Cuando el olanchano puede adquirir su revólver, sino es 357 por ser muy caras, prefiere comprar una 38 especial Smith & Weston, la prefiere “marcar vieja”, y para comprarla le hala el martillador, le aprieta el gatillo con el dedo puesto sobre aquel para que no se vaya o percuta de una sola vez y se la pone junto al oído para escuchar con atención si se oyen los tres “tics” de sus engranajes, lo que les indica que el revólver está nuevo o no está gastado.

Patriotismo o provincialismo.

Muchos de los olanchanos creen que Olancho no es su departamento, sino su patria, y sienten mucho orgullo de haber nacido en las pampas olanchanas. Mi madre para el caso, cuando tuvo sus tres hijos: Rosario, Gustavo y el que escribe, los fue a tener a Juticalpa. Hay otros hondureños que llevan a sus mujeres a parir a los hospitales de los Estados Unidos para poder ostentar después la nacionalidad americana.

En tiempos del famoso coronel Padilla, en la década de los 70’s, al entrar al departamento de Olancho por la carretera que viene de Tegucigalpa, se podía leer un gran rótulo que decía: “Bienvenido al libre y soberano territorio de Olancho”. Sobre este original sentimiento patriótico me contaba el coronel Rafael Aguilar Cerrato, quien fue por muchos años cónsul de Honduras en Hamburgo, que una noche transitando por los muelles de este famoso puerto, oyó en un bar por el que pasaba varios disparos, y que al sonar el último también escuchó un grito que decía: “¡Viva Olancho hijos de la gran puta!”. Hace tanta gala de su orgullo y valentía, que antes cuando alguien llegaba a un restaurante o a un bar, y se veía que entraba a su vez un olanchano, se escuchaba decir: “Vámonos que aquí ya se va armar la de San Quintín”. Ya que un olanchano con tragos se vuelve pendenciero. Si cuando alguien está tomando sus cervezas o su flor de caña no le habla al entrar, éste dice: “¿Porqué no me hablás?”. Y si le habla, éste le responde: “¿Y a vos qué te pasa?”. En tal forma que si uno enchuta pierde y si no enchuta también.

Ha llegado a tal extremo el comentar este valor que según algunos, cuando quieren molestarles ya no existe o no lo poseen, que cuando existió en Catacamas el famoso hermafrodita llamado “La Chantal”, para hacerle burla a los olanchanos que de estos y de su valor ya solo había quedado la leyenda, puesto que la fama de un hombre de Olancho se había venido abajo cuando decidió definirse por ser mujer en vez de hombre. En una ocasión oí este tipo de comentarios hechos en sorna y burla a un olanchano amigo originario de la aldea de Jimasque del municipio de Manto, y éste respondió a los hirientes comentarios: “Oiga amigo, nosotros los olanchanos tenemos güevos hasta para cortarnos los güevos…”.

La música y el baile.

Las radiodifusoras en el departamento de Olancho suelen escucharse en los receptores de baterías en las aldeas rurales. Al olanchano le encanta escuchar rancheras cuando está lazando, capando o herrando. Sus conjuntos preferidos son: Los Tigres del Norte, Bronco y Los Bukis. Las rancheras primero de Jorge Negrete, después de Pedro Infante, luego de Vicente Fernández, y recientemente las de su hijo Alejandro, se escuchan con preferencia por todas partes. México y su folklore tienen una gran influencia en Olancho, donde a sus habitantes les gusta también las carreras de caballos, las carreras de cintas y el juego de gallos. Todo llega a concluir, a diferencia de otros departamentos como los de la costa norte y occidente, que en Olancho no existe un folklore propio, sino que se imita profusamente el mexicano.

Exponentes de Olancho.

En el campo político se destacan como presidentes el general Manuel Bonilla y Francisco Beltrán, el primero de ellos dejó en su período redactadas las principales leyes del país, Código Civil, Códigos de Procedimientos y Código Penal. Beltrán por su parte fue quien ordenó la construcción del precioso Palacio Presidencial, a orillas del río Choluteca, que hoy se conserva como museo.

En el mundo de las letras se destacan grandes y profundos pensadores, entre los que cabe mencionar a Alfonso Guillén Zelaya, Froilán Turcios, Federico Peck, Medardo Mejía y la poetisa Clementina Suárez.

Respuestas ocurrentes.

Ese mismo grado de ingenuidad lo suelen utilizar también los olanchanos cuando no quieren asumir responsabilidades y se hacen los papos. Por ejemplo, cuando la muchacha de la cocina quiebra un vaso o los platos y se oye el “chililín”, no crea usted que va a asumir responsabilidades… Si usted la concreta y le dice: “¿Qué pasó?”, guarda silencio, y si usted insiste en la pregunta tratando de confirmar los sucedido, preguntándole nuevamente quién quebró el vaso, ella, o el olanchano que se encuentre en similares circunstancias, se encoge de hombros y responde: “¡Sabe!”.

¡Sólo un olanchano sabe como piensa otro olanchano!

(París, 21 de junio de 1998)

Tomado de “La Tribuna”, del 12 de septiembre del 2010.