Foto: Noticiero DC
«Sos un gallo», le decimos en Honduras a una persona inteligente y brillante. Así es Arturo Corrales Álvarez, que ha sido parte importante de la comisión negociadora del presidente Roberto Micheletti en la mesa de diálogo con el ex-presidente Manuel Zelaya.
Durante las Jornadas del diálogo de San José, con el señor presidente Óscar Arias de Costa Rica, él siempre pudo destacar lo positivo, aun cuando otros solo miraban obstáculos.
«Me gusta ver las cosas en términos de soluciones, en vez de problemas», dijo una vez refiriéndose al contenido del «Acuerdo de San José», es decir, la propuesta del señor Arias, que exigía la restitución del señor Zelaya.
Arturo Corrales pudo ver muchas cosas positivas en ese documento, a pesar de la imposición que pretendía hacer el señor Arias. Él pudo ver que en la propuesta de Arias se aceptaba implícitamente la legitimidad de los otros dos poderes del Estado hondureño: el Poder Legislativo y el Poder Judicial; y que se aceptaba que un delito al promover la Constituyente, por que de otra manera no tendría sentido pedir amnistía, por eso exclamó jubiloso: «¡El diálogo ha triunfado!», cuando el triunfo no era tan aparente.
Estas concesiones de Arias validaban la posición de Micheletti, de que no se había dado en Honduras un golpe de Estado militar, en medio de un diluvio de desinformación de los medios de comunicación internacionales que indicaban lo contrario.
Mientras muchos hondureños desconfiábamos de ese diálogo, debido a las constantes mentiras de Zelaya, Arturo Corrales nunca perdió la fe que se alcanzaría una solución.
No cabe duda de que Arturo Corrales tuvo un papel importante en lograr al fin el acuerdo con la comisión de Zelaya, por su creatividad para proponer soluciones y alternativas.
Arturo Corrales es para mí un caso ejemplar de que se puede ser optimista en situaciones difíciles sin con ello pecar de ingenuo.