Archivo por años: 2009

Tiburcio Carías Andino

Tiburcio Carías Andino
Imagen: Honduras Educacional

(Presidente Electo)
(16 años en el poder)
1° de Febrero de 1933
1° de Enero de 1949

El General Tiburcio Carías Andino, Jefe del Partido Nacional, salió electo como presidente de la República en los comicios libres que diera el Presidente Dr, Mejía Colindres. Como Vice-Presidente el Ingeniero Abraham Williams Calderón. Antes de tomar el Poder, por dos veces anteriores, había sido víctima de fraudes electorales, y al resultar electo se levantaron en armas para no entregarle el Poder, los Generales José María Reina, José María Fonseca y otros militares del Partido Liberal, pero fueron sometidos.

Sus primero cuatro años presidenciales fueron legales y de libre escogencia de los hondureños, pero al finalizar su primer período constitucional, convocó una Constituyente para que elaborara una nueva Constitución que cambiara los períodos presidenciales de cuatro a seis años, y asimismo para que prorrogara el ejercicio del Poder a los titulares Carías y Williams por un subsiguiente período de seis años. En la reunión del Congreso ordinario, al vencerse este segundo período de seis años, se ratificó el Artículo de la Constitución que prorrogó el período presidencial a dichos seis años y la Presidencia en los titulares Generales Carías y Williams hasta el 31 de Diciembre de 1948, cuando se convocó al pueblo a elecciones generales…

Toca a la historia calificar su actuación y hacer de ella un sereno balance. Del sector del Partido Nacional opuesto a la continuidad del Poder en manos del General Carías se formó un nuevo Partido, el Movimiento Nacional Reformista, que encabezó el General Abraham Williams Calderón.

Tomado de la «Revista Histórica Presidente»

Vino de Coyol Olanchano

Vino de coyol olanchano

Olanchano consumiendo vino de coyol

Por: Winston Irías Cálix

El Coyol o Champaña Americano

En torno a las «paseras» -conjunto de coyoles en producción- tradicionalmente se han congregado los olanchanos para hablar de sus problemas personales, familiares y de como mejorar sus comunidades.

Desde tiempo inmemorial, «La Pasera» ha sido escenario de encuentros amigables y románticos, inspiración de poetas y músicos, de esparcimiento, de intrigas y componendas, y hasta de discusiones políticas y de negocios, sin faltar desde luego los pleitos entre borrachos.

También es el punto de convergencia entre ricos y pobres, aunque los primeros consumen el coyol puro y las personas de escasos recursos económicos se conforman generalmente con el «coyol» endulzado, que no es tal sino chicha de coyol.

Generalmente, el líquido se bebe con un carrizo recubierto por un rústico filtro para evitar que pasen partículas que pudieran contener la canoa; es muy peculiar que se levante el otro extremo del pito para consumir el coyol contenido en su interior y evitar que vuelva a la oquedad.

Los estudiosos de la Historia de la Cultura Americana califican al coyol como la mejor bebida típica del continente y le denominan «la champaña americana», por su semejanza con esa famosa bebida francesa.

El proceso del coyol es sencillo y misterioso. A la edad mínima de ocho años o máxima de 20, la palmácea es cortada, se le desprende el penacho de palmas y es trasladada y ubicada en el sitio final, con sumo cuidado.

Pero sólo es aprovechada para extraer bebida en el verano, debido a que en lo que en realidad se consume no es «vino» -que solo es un derivado de la uva- sino que la savia de la planta.

Entre más tiempo deja de llover, más «refinada» estará la savia en los vasos capilares de la palmácea; por esa razón, al caer las primeras lluvias deja de explotarse, porque cuando la planta absorbe el agua por las raíces la savia procesada pierde sus propiedades.

En el extremo donde estaban las ramas un experto coyolero abre una oquedad, de unas cuatro por cinco pulgadas de superficie y otras cuatro de profundidad; la cubre con tela-bramante y partes gruesas de las espinosas palmas.

Los primero cinco días la savia aun no fermenta, pero en adelante va adquiriendo progresivamente mejor sabor; cada vez que se bebe o se extrae el líquido, mañana y tarde, el experto desprende con un filoso machete una delgada tapita alrededor de la oquedad o canoa, con el fin de abrir nuevamente los vasos capilares de la planta y provocar que la savia vuelva a fluir con facilidad.

A ese trabajo se le denomina «pasar el coyol», a las tapitas se les llama «pasas» y de esa palabra se deriva el nombre de «pasera».

Normalmente una planta en explotación produce savia o «vino» entre 25 y 30 días.

Es misterioso el tratamiento del coyol porque la planta se seca, sin que fluya vino, si no se nivela el tronco, es movido voluntaria o involuntariamente por no haberlo fijado o si la canoa es mal abierta o no «es pasado» de manera correcta; esto ocurre igualmente si una joven en período de menstruación consume vino directamente de la canoa o simplemente camina entre «los palos» de «la pasera».

Tomado del libro «Catacamas- del ayer al año 2000» de Winston Irías Cálix.

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La economía doméstica del pasado en Catacamas

Antiguo pueblo de Catacamas, cuando era una ciudad de indios.
Imagen: Memoria Gráfica de Honduras

Por: Winston Irías Cálix

Pujante en el pasado la Economía Doméstica

Durante siglos, y hasta mediados del siglo XX, las familias catacamenses elaboraban numerosos productos de uso doméstico, que han sido suprimidos por la mal llamada «civilización», que en muchos aspectos no ha significado más que la pérdida de la cultura tradicional.

Si bien los artículos modernos ofrecen mejor presentación y comodidad, la economía doméstica constituía un valioso factor para el nivel de vida de los pobladores, pues sus ingresos se han reducido debido a que antes elaboraban muchos productos en casa y ahora son adquiridos a altos precios en el mercado.

Es conveniente comparar que antes los alimentos eran frescos y naturales, mientras que en la actualidad en su mayoría son dañinos para la salud por el uso de preservantes, la práctica de procesos químicos que transforman las materias y el escaso o nulo valor nutritivo.

Me referiré sólo a algunos de esos productos:

  1. Jarabe de limón.

     Durante la abundante cosecha del «limón indio» era preparado un concentrado del jugo de este cítrico, que era embotellado para usarlo en el resto del año. Una o dos cucharadas disueltas en agua, según el gusto, adquieren el sabor de una fresca limonada, siempre con la riqueza de la vitamina C.

    Este proceso es similar al que era utilizado en Estados Unidos antes de que la Coca-Cola fuera embotellada. El jarabe de este producto se disolvía en los puestos de venta y allí mismo era consumido por la clientela.

  2. La tradicional horchata.

     En las fiestas populares, durante la feria y al final de los actos cívicos del 15 de Septiembre nada era mejor que consumir un vaso de horchata, elaborada de arroz; le añadían pedacitos de cáscara de limón para darle mejor sabor; y en verdad es exquisita, saludable y alimenticia.

    El jarabe de limón, al igual que la horchata, eran muy populares; el primero fue olvidado y la segunda dejó de usarse casi totalmente cuando apareció en el mercado local el refresco de botella; penetró tanto este producto en los años 1950 que muchísimas personas, especialmente de escasos recursos económicos, se vanagloriaban cuando la consumían, a pico de botella, ese tipo de bebida.

  3. Vino de uva.

     Del producto de los gigantescos árboles de uva, que se extinguieron de los solares de las casas a mediados del siglo XX, algunas familias elaboraban vinos que añejaban para el consumo hogareño.

  4. Achiote.

     Al igual que una planta de limón, décadas atrás no faltaba en casa un arbusto de achiote; de la semilla preparaban una pasta, que era envuelta en tusa, para condimentar el arroz, la masa de los nacatamales y otros alimentos.

    En aquel tiempo se usaban también los cominos y la pimienta, el chile, tomate, cebolla y ajo para condimentar las comidad, que adquirían un sabor natural; no había pastas de tomate, cubitos, sopas en bolsa ni paquetitos de achiote.

  5. Esencia de Chile.

     En casa cocinaban el chile picante, pequeño, que era diluido y envasado duraba todo el año; también se usaba en forma directa, al igual que el chilpete, de pequeño tamaño. Nadie compraba el producto industrializado.

  6. Café tostado.

     Nada más estimulante que una taza de café de palo, esto es el fruto del arbusto tostado en casa, al que añadían pequeñas cantidades de dulce en rapadura. Sólo este tipo de café se consumía en Catacamas, hasta que a partir de los años 1960 la ciudad fue invadida por los productos de bolsa.

  7. Chocolate.

     Era muy apetecida la bebida de este producto elaborado del fruto del cacao, muy abundante antes en los solares de las casas y cultivado en pequeña escala en la montaña

  8. Tallarines.

     Los preparaban en casa, de masa de harina extendida sobre la artesa con el braso de una piedra de moler; los condimentaban con tomate y los servían revueltos en mantequilla ácida.

  9. Desde siglos, hasta que los comerciantes introdujeron las mantecas vegetales, los catacamenses consumieron exclusivamente la manteca de cerdo para freir frijoles, huevos carnes y chorizos, y cocinar arroz y otros alimentos; ahora casi sólo se usa para darle mejor sabor a la masa de los nacatamales.
  10. No existían los churros; en su lugar se elaboraban continuamente en casa o se compraba chicharrón con yuca, pasteles fritos, hechos de masa de maíz con carne, papas y arroz en su interior y enchiladas de tortilla frita con carne, ensalada y recubiertas con queso y una rebanada de huevo cocido.
  11. En casa se elaboraban tortillas de maíz y de harina; las mujeres solían ir cada tarde al río a lavar el nixtamal, el maíz cocido con lejía de ceniza. El grano era molido en piedra, posteriormente en molinos de mano, hasta que en los años 1960 se instalaron en la ciudad los primeros molinos artesanales.
  12. Pan blanco.

     Era elaborado en muchos hogares, antes de la industrialización de este producto.

  13. Mascaduras, pan dulce y galletas caseras;

     eran horneados en todos los hogares, aunque las mascaduras de Santa María de El Real siempre han sido las más apetecidas.

  14. Alfeñiques, colmenas, pirulines y huevos de mico.

     En casi todas las casas había un grueso clavo en una pared para batir, una y otra vez, la masa elástica de dulce de rapadura, disuelta en agua hirviente, que endurecía progresivamente hasta convertirse en el famoso y popular alfeñique; por los años 1950 solo valían un centavo y antes de que llegaran los confites eran los preferidos de los niños, lo mismo que los pirulines, las colmenas y los huevos de mico, que son esféricos y confeccionados de dulce.

    También se consumían en abundancia coyoles y mangos en miel, tableta de la cáscara y de la tripa de la naranja agria, pan de rosa, zapotillos y alborotos o sopapos, elaborados de maicillo con dulce.

  15. Jaleas de mango, piña, guayaba y de tomate;

      fueron reemplazados por productos envasados, de diferentes sabores.

  16. Dulce en rapadura.

     En los alrededores de Catacamas abundaban las moliendas, para procesar la caña, cultivada con profusión. Los frescos, jaleas y frutos en miel, lo mismo que el café, eran endulzados con dulce en rapadura. El azúcar, alimento preparado después de carbonizar la miel de caña, era desconocida en Catacamas a mediados del siglo XX.

  17. Chicha y cususa.

     Los catacamenses no pagaban impuestos por consumo de bebidas alcohólicas; bebían chicha elaborada generalmente de maíz nacido y cususa, aguardiente no refinado procesado en alambiques y conocido con el sugestivo nombre de «Gato de Monte», porque se le esconde para que no sea descubierto por las autoridades. A mediados del siglo XX la policía capturó a las «chicheras» -elaboradoras y vendedoras de chicha- y las obligó a desfilar sosteniendo en sus cabezas las tinajas de la famosa bebida; les quebraron los recipientes, les impusieron fuertes multas y las amenazaron con detenerlas nuevamente si continuaban esa práctica.

  18. El mezcal.

     Esta planta abundaba en Catacamas y se le utilizaba para elaborar cabulla, lazos, sacos, alforjas, matates y hamacas.

  19. Candelas de cebo.

     Antes de ser introducidas las candelas de espelma, ya en moda a mediados de los años 1959, los catacamenses se iluminaban con candelas elaboradas con el cebo de las vacas; la grasa se hervía y con ella se «bañaban», una y otra vez, un cáñamo (la mecha) que se iba engrosando a medida que se enfriaba el cebo; en algunas pulperías continuaban vendiéndolas hasta los años 1970.

  20. Jabón de tripa.

     Elaborados con los intestinos del cerdo; se usaba para el aseo corporal -jamás permitía la caspa- y para lavar la ropa.

  21. Monturas, jáquimas y fajas.

     Eran fabricadas en los pocos talleres de talabartería existentes en Catacamas

  22. Calzado.

     Zapatos y caites de puro cuerpo eran elaborados en los talleres de la ciudad; después de años de decadencia esta actividad ha florecido y existen varias fábricas de calzado en Catacamas.

Tomado del libro «Catacamas – del ayer al año 2000», de Winston Irías Cálix.

Lotelhsa no produce nada

¿Quién no ha oído el slogan «sueña y gana con La Diaria«? ¿O de las loterías del Pega 3 y la Loto? Nos hemos acostumbrado a los anuncios de Lotelhsa, y ya hay muchos compatriotas enganchados probando suerte comprando boletos de lotería de esta compañía en forma regular.

¿Qué de bueno le trae Lotelhsa al país? Lotelhsa nos ha bombardeado con su publicidad, y ha desplazado a la Lotería Nacional, que es una empresa pública de beneficio social.

Aunque se puede argumentar que Lotelhsa produce empleos, y que a nadie obligan a comprarle boletos de lotería de esta compañía, la verdad es que esta empresa no produce nada. No tiene justificación social para existir.

Es claro que Lotelhsa recibe del público más de lo que da, de lo contrario ya habría desaparecido, por que es una organización de lucro. Por lo tanto, esta es una organización parásita, que le extrae el dinero a muchos ingenuos, que esperan que la suerte les favorezca, sin trabajar individual y colectivamente para lograr sus sueños.

Es bueno tener sueños, pero no es bueno estar esperanzados al puro azar para conseguirlos.

Con estas empresas que venden sueños no funcionan las teorías que defienden el libre mercado. Muchas personas que viven esperanzadas a que la fortuna les favorezca están actuando en forma irracional, el dinero que invierten en rifas y loterías podría ser mejor invertido en algo productivo, o simplemente ahorrarlo.

Lotelhsa debe desaparecer

El diputado de Comayagua, Fabián Discua Carranza, ha presentado una moción para derogar el proyecto que le dio vida a Lotelhsa. ¿Por qué será que no hemos oído nada de esto en los medios de comunicación? ¿Será que la influencia financiera de Lotelhsa tiene silenciada a la prensa? Sabemos que Lotelhsa compra espacios publicitarios en los medios, los cuales no son baratos. Al hacer esto Lotelhsa compite por el espacio de publicidad con empresas que ofrecen productos que sí son útiles, encareciendo sus costos de producción. Al bloquear la censura en su contra, aunque no sea en forma deliberada, Lotelhsa perjudica a la libertad de expresión, y se coloca por encima del derecho de los hondureños de conocer sobre algo que les atañe como ciudadanos.