Archivo por años: 2010

La Casa de la Justicia

Por: Roberto Sosa

Entré
en la Casa de la Justicia
de mi país
y comprobé
que es un templo
de encantadores de serpientes.

Dentro
se está
como en espera
de alguien
que no existe.

Temibles
abogados
perfeccionan el día y su azul dentellada.

Jueces sombríos
hablan de pureza
con palabras
que han adquirido
el brillo
de un arma blanca. Las víctimas —en contenido espacio—
miden el terror de un solo golpe.

Y todo
se consuma
bajo esa sensación de ternura que produce el dinero.


Interpretación del poema

La Casa de la Justicia es un poema que forma parte de una colección de poesías en el libro «Los Pobres» del autor hondureño Roberto Sosa. El libro fue publicado por primera vez en Madrid en 1968, recibiendo el premio Adonais de poesía. El tipo de poesía de este libro se conoce como poesía social en España, que era un género de poesía de denuncia social con trasfondo político de izquierda. Más que poesía social se le puede considerar «poesía socialista»: el arte poético al servicio de una ideología marxista. Para 1968 este tipo de poesía ideológica ya se consideraba fuera de moda en España, por lo que causó cierto desconcierto la adjudicación de este premio a este libro. Quizá se pensó que el autor hondureño merecía cierta deferencia por el solo hecho de ser de origen tercermundista y estar comprometido con la línea de izquierda.

Sin tener un carnet que lo acreditara como miembro de un partido comunista, Roberto Sosa deja poco lugar a la especulación sobre la influencia política ideológica de sus obras. Las que son referencias veladas en sus primeras obras como Los Pobres y un Mundo para todos dividido se vuelven acusaciones directas en su obra panfletaria Secreto Militar, en la que se deshumaniza sin pudor y se insulta sin delicadeza a los caudillos y autócratas latinoamericanos que surgieron de la reacción anti-comunista contra el bolchevismo soviético, pero en la que se aprecia un silencio ensordecedor ante los crímenes de los regímenes totalitarios de inspiración marxista. La indignación —es fácil verlo— es selectiva.

En su obra poética, Roberto Sosa ve a la sociedad hondureña como una sociedad corrupta y corrompida por el capitalismo, lo que se refleja en la descripción de los paisajes y personajes que pertenecen a la élite social. Los parajes y vistas urbanas dan testimonio de esa corrupción, inspirando un sentimiento de desolación y tristeza, mientras que los personajes ricos y poderosos reflejan la deshumanización del sistema. Los pobres y marginados, en cambio, reflejan la esperanza de un mundo nuevo más justo y humanizado.

Es dentro de ese marco ideológico que Roberto Sosa inserta su poema sobre su visita a «la casa de la justicia de mi país». El sistema judicial estaría viciado por causa de los perversos incentivos monetarios del sistema capitalista, de ahí su idea de que «todo se consuma bajo esa sensación de ternura que produce el dinero». La solución, de acuerdo con su visión marxista, no sería aplicar una reforma judicial, ni formar a ciudadanos más honestos, sino realizar una revolución de tipo comunista.

Como efecto del sistema capitalista también existe el problema de la alienación y la despersonalización, de ahí sus versos en los que afirma que «dentro se está como en espera de alguien que no existe».

Los alegatos de los abogados son solo trucos de «encantadores de serpientes», es decir, de personas que hacen uso de las palabras para manipular al prójimo con fines que no son altruistas.

«Temibles abogados perfeccionan el día y su azul dentellada». El color azul tiene un significado ominoso en la poesía de Sosa. En versos que se encuentran en otro de sus libros de poesía social, Un mundo para todos dividido, sentencia: «El cielo aterroriza con sus cuencas vacías». «La guerra fría tiende su mano azul y mata». El cielo azul es indiferente ante el sufrimiento humano de los pobres. Dios no existe y la religión es un opio del pueblo. El templo de la casa de la justicia es el templo de un dios que no existe, de un dios que representa a un sistema falso y opresor.

A los jueces, como representantes de un sistema inhumano, se les presenta con caracteres sombríos: «Jueces sombríos hablan de pureza con palabras que han adquirido el brillo de un arma blanca». Las abstracciones del lenguaje legal pretenden ocultar la violencia estructural del sistema capitalista.

Ya en 1968, año de la invasión soviética a Checoslovaquia y del mayo francés, se podía apreciar que el marxismo soviético había fallado en su promesa de construir un paraíso en la tierra, es por eso que la poesía social ya se percibía como algo anacrónico; pero a los que se aferraban al comunismo como a un dogma y tabla de salvación les costó mucho tiempo asimilar la realidad de ese fracaso: años, décadas. La poesía socialista de Sosa es un ejemplo de esa lamentable ceguera.

Fuera de lugares comunes ideológicos, el problema de la corrupción de la justicia es algo ya conocido en la literatura y la cultura popular. Hay un dicho muy conocido en Honduras, que asegura que en este país: «La justicia es como las serpientes, sólo muerde a los pies descalzos». También se dice que Honduras es «un país en el que el plomo flota y el corcho se hunde». Lo que daría a entender que el problema de la corrupción es mayor que el que se da en otros países.

Un poema muy conocido por los hondureños, «Verdades Amargas», pone el dedo en la llaga en lo que respecta a la perversa influencia del dinero en la justicia:

La sociedad que adora su desdoro
persigue con saña al criminal,
mas si el puñal del asesino es de oro,
enmudece y el juez besa el puñal.

Una visión alternativa del problema de la corrupción de la justicia nos muestra que es un problema existencial del ser humano.

El problema de la alienación en el sistema judicial es un problema propio de todo sistema burocrático, y eso es algo que no cambiaría en un estado socialista.

«Estado se llama al más frío de todos los monstruos fríos. Es frío incluso cuando miente; y ésta es la mentira que se desliza de su boca: Yo, el Estado, soy el pueblo».
— Nietzsche

«¿Justicia? — Obtienes justicia en el mundo venidero. En este tienes la ley».
― William Gaddis, A Frolic of His Own

«Lo siento mucho por ustedes, pero es un mundo injusto, y la virtud triunfa solo en las representaciones teatrales».
― W.S. Gilbert, The Mikado

«Las leyes injustas son la telaraña a través de la cual pasan las moscas grandes y las más pequeñas quedan atrapadas».
— Honoré de Balzac

«Las leyes son siempre útiles a los que tienen y molestas para los que no tienen nada».
― Rousseau

«Es injusto ser justo, porque la vida es injusta».
― Farley Maglaya

Efemérides del mes de Julio en Honduras

Julio 1°, 1823 Las provincias que formaban el Antiguo Reino de Guatemala se declaran libres e independientes de España, de México y de cualquier otro país extranjero, así del antiguo como del nuevo mundo.
Julio 1°, 1950 Inicia sus operaciones el Banco Central de Honduras.
Julio 1°, 1950 Inicia sus operaciones el Banco de Fomento.
Julio 1°, 1985 Desaparece el Centro Regional de Entrenamiento Militar (CREM) y se forma el Décimo Quinto Batallón de Infantería, al mando del Teniente Coronel Ángel Ricardo Luque Portill.
Julio 4, 1983 Creación del departamento de Cortés.
Julio 4, 2009 La OEA suspende injustamente a Honduras de su derecho a participar en ese organismo interamericano luego de la sucesión constitucional del 28 de junio.
Julio 6, 1828 Morazán triunfa en Gualcho sobre las fuerzas comandadas por Vincente Domínguez.
Julio 11, 1893 Creación del departamento de Valle.
Julio 14, 1848 Nace en Tegucigalpa el Dr. Ramón Rosa.
Julio 14, 1969 Día de la alevosa agresión de El Salvador contra Honduras.
Julio 20, 1536 Fundación de la ciudad de Gracias por el Capitán Juan de Chávez
Julio 30, 1502 Cristóbal Colón, en su cuarto viaje, descubre la isla de Guanaja que él llamó “Isla de Pinos”.

A un año del supuesto golpe de Estado

Todo el mundo ha oído hablar de la crisis desatada en Honduras a partir del 28 de junio del 2,009, día en que el presidente Zelaya fue expulsado del país. Pero el mundo no supo del origen de la crisis desatada por Zelaya al intentar imponer éste una Asamblea Nacional Constituyente que redactaría una nueva constitución política que le permitiría perpetuarse en el poder. Para justificar el cambio de Constitución había convocado una consulta electoral con vicios de ilegalidad.

El 28 de junio iba a ser el día en que la consulta se realizaría, y la inteligencia militar percibió las intenciones funestas de Zelaya, su plan para disolver el Congreso y la Corte Suprema de Justicia ese mismo día.

La Corte Suprema de Justicia dictó la orden de captura, y los militares ejecutaron parte de esa orden, pero la sorpresa fue en que en vez de remitirlo a la autoridad judicial competente los militares lo llevaron a la fuerza a Costa Rica.

Esto bastó para que la así llamada “comunidad internacional” denunciara con energía que en Honduras se había dado un golpe de Estado, y que los militares habían tomado el poder por la fuerza.

A pesar de que se explicó la base legal de la expulsión de Zelaya, y que se hizo se hizo en base a un estado de necesidad para salvar vidas humanas y proteger el orden constitucional, la opinión internacional se empecinó en calificar lo sucedido como un golpe de Estado.

Pero en un verdadero golpe de Estado se disuelve el Congreso y la Corte Suprema de Justicia, y gobierna una autoridad militar por medio de decretos-leyes, lo que en Honduras no sucedió, sino que un gobierno civil del mismo partido que Zelaya tomó la administración interina del Estado de Honduras, culminando el proceso electoral que había iniciado en el 2,008 bajo la tutela del gobierno de Zelaya.

El orden constitucional no se rompió el 28 de junio de 2009, lo único que hubo fue una sustitución del Poder Ejecutivo, incluso algunos ministros de Zelaya continuaron ejerciendo sus funciones durante el gobierno de Micheletti. El Estado no depende de tal o cual persona para subsistir, cualquier funcionario puede ser sustituido sin que desaparezca la figura del Estado.

La forma en que se substituye a un presidente de la República está establecida en la Constitución, y ese fue el procedimiento que se siguió para investir a Roberto Micheletti como titular del Poder Ejecutivo, ya que como presidente del Congreso estaba en el primer lugar en el orden de sucesión para reemplazar al gobernante defenestrado, al haber renunciado el vice-presidente Elvin Santos.

Cuando la opinión pública internacional supo que en Honduras no había un gobierno militar, sino que continuaba un régimen civil con base en la misma constitución política ya era demasiado tarde. El sentido de orgullo y prestigio de los gobernantes del mundo les impidió reconocer en público que se habían equivocado. También el temor de los presidentes a ser derrocados les impidió reconocer que la sustitución presidencial se había realizado de acuerdo a las leyes de Honduras.

Una campaña mediática internacional contra Honduras, dirigida por Hugo Chávez, difamó por todos los medios a este pequeño país, acusando de salvajes violaciones de los derechos humanos al gobierno de Micheletti. Zelaya viajó por Latinoamérica desprestigiando al país que lo vio nacer.

Y como el régimen interino estaba programado para durar muy poco, siendo su principal misión tutelar unas elecciones que darían origen a un nuevo gobierno, ningún país quiso arriesgar su prestigio reconociendo a un gobierno provisional acusado de ser golpista y violador de los derechos humanos.

Pero las elecciones se realizaron exitosamente el 29 de noviembre, y hubo una transición de mando ordenada, lo que permitió a Honduras obtener el reconocimiento de su nuevo gobierno de parte de muchos países, con excepción de los países aliados de Hugo Chávez.

Estas elecciones han aliviado la tensión social producida por el derrocamiento de Zelaya, pero la amenaza contra Honduras no ha terminado aún.

El gobierno de Porfirio Lobo

Los enemigos de Honduras —internos y externos— siguen maquinando para ver como se apoderan de este pequeño país, y el gobierno de Porfirio Lobo Sosa busca apaciguar a estos enemigos concediéndoles sus peticiones y ofreciéndoles cargos en el gobierno.

El presidente Lobo se burla de los que apoyaron a Micheletti, diciendo: “esos ‘blanquitos’ ni siquiera votaron por mí”. (Lobo llama despectivamente ‘blanquitos’ a los que apoyaron a Micheletti, por las marchas en que éstos vestían de blanco en plena crisis política). El presidente Lobo se burla de los que defienden la Constitución actual, acusándolos de ser “extremistas de derecha”, ofendiendo así la dignidad nacional, esa dignidad que había levantado muy en alto el gobierno de Micheletti, oponiéndose enérgicamente al descarado intervencionismo extranjero en los asuntos internos de Honduras.

El presidente Porfirio Lobo quiso dar la apariencia de neutralidad en su campaña política, sin inclinarse a favor de ninguno de los bandos en pugna representados por Zelaya y Micheletti, pero un poco antes de realizarse las elecciones se le notó cierta simpatía por Zelaya.

Ni bien había terminado Lobo de jurar “cumplir y hacer cumplir la Constitución y sus leyes” en su toma de posesión, cuando violó su promesa al proveer de un salvoconducto a Zelaya, protegiendo así a un fugitivo de la justicia. Lobo se refería entonces a Manuel Zelaya como “el presidente Zelaya”, diciendo que “no es posible que un presidente permanezca encerrado en una embajada”. Zelaya había permanecido refugiado en lo que fue la embajada de Brasil, y lo correcto es que si quería salir libre debía haber pedido formalmente asilo político al país de su preferencia. Al referirse repetidas veces a Zelaya como ‘presidente’, y más tarde en España al decir que lo ocurrido en Honduras fue un ‘golpe’ Lobo ha puesto en duda su propia legitimidad como presidente.

Ahora Manuel Zelaya está en Santo Domingo, conspirando como siempre contra los intereses de Honduras, y contra los intereses del mismo Lobo que lo dejó salir sin pedir nada a cambio. A todo esto Zelaya no le ha mostrado ni un gramo de gratitud pública a Lobo por haberlo liberado.

Además de obtener una amnistía para delitos políticos a favor de Zelaya y sus secuaces, utilizando para ello la mayoría mecánica de diputados del partido en el poder en el Congreso, el presidente Lobo ha puesto presión en la Corte Suprema de Justicia para que restituya a unos jueces zelayistas despedidos por hacer proselitismo político, y hasta ha hablado en varias ocasiones de su disposición favorable para para realizar una consulta popular que permita convocar a una Asamblea Nacional Constituyente, acción que fue el motivo para la destitución de Zelaya.

El señor Lobo ha puesto a un zelayista conflictivo —a César Ham— a dirigir el Instituto Nacional Agrario (INA) que no ha hecho sino agravar un problema de una invasión de tierras cultivadas que pertenecen al empresario Miguel Facussé. Al promover la inseguridad jurídica en el campo el gobierno de Lobo desalienta la inversión que el país necesita urgentemente.

El presidente Lobo ha llegado hasta el extremo de ofrecerse a traer personalmente a Zelaya al país, custodiándolo para que no sea capturado por la justicia.

El más reciente desacierto de Lobo ha sido denunciar una conspiración para derrocarlo, sin ofrecer prueba alguna de tal denuncia, pero al poco tiempo decidió tomarse unas vacaciones en Sudáfrica para ver el Mundial de fútbol, demostrando que él mismo no se toma muy en serio su denuncia de la amenaza de un nuevo golpe de Estado. El hecho de que estas declaraciones perjudiquen el clima de inversión del país no parece preocuparle en absoluto al irresponsable Lobo.

Y para colmo de su irresponsabilidad, cuando Porfirio Lobo dejó abandonada la administración pública no se sabía a ciencia cierta quién era el designado presidencial encargado de sustituirlo temporalmente.

El presidente Lobo apareció haciendo la denuncia de una amenaza de golpe de Estado en forma sorpresiva cuando algunos periodistas le preguntaron por las presiones que éste habría ejercido para remover al presidente de la Corte Suprema de Justicia de su puesto. A todas luces esto parece ser una maniobra distractiva de parte de Lobo.

Con sus acciones y palabras el presidente Lobo da muestras de parecerse cada vez más al depuesto Zelaya. Muchos de los que apoyaron a Micheletti también votaron por Lobo, solo para ser decepcionados por su conducta indigna una vez ocupado el cargo de presidente, ya que a pesar de que Porfirio Lobo ha hecho todo lo posible para apaciguar a sus enemigos zelayistas, éstos continúan denigrándolo. Porfirio Lobo vende barato al país, lo da todo a cambio de nada.

Si los que votaron por Lobo buscaban alejarse de la influencia de Zelaya —dado que aún Zelaya se considera miembro del Partido Liberal, mientras que Lobo ha pertenecido al derechista Partido Nacional— se encuentran ahora decepcionados por las actitudes de Lobo.

Persiste entonces un clima de incertidumbre en el país. El gobierno de Lobo no tiene una dirección clara y al parecer el fantasma de Zelaya todavía nos persigue.

Al General Cabañas

José Trinidad Cabañas

Por: Rafael Heliodoro Valle

Su vida fué como la luz del día;
todos dicen que a nadie le hizo mal;
y en su honor todo el mundo repetía:
«¡Qué manos tan puras las del General!»

Tal como el bronce, así era de trigueño;
y por honrado, tal como la miel.
¡Dicen que de estatura era pequeño,
pero un gigante sobre su corcel!

En su talón sintió la espina ingrata
y en sus sienes el lirio del decoro.
¡Y su barba de plata
y la espada de oro!

Merece el mármol porque no mentía
y así tan buenos pocos pueden ser;
¡Tuvo su ancianidad, la lejanía
de una montaña en el atardecer!

Ahora Honduras su retorno espera;
nos hace falta el sol de su Ideal:
¡En lo blanco y lo azul nuestra bandera
se parecía mucho al General!

Tomado del Libro de Lectura de Quinto Grado de Miguel Navarro. 1945.