Aclaración al Pueblo Hondureño
Por: Enrique Ortez Colindres
Al comenzar a redactar esta aclaración prometemos que jamás presentaremos a sus ojos una mentira, tal como ha sido nuestro respeto por la verdad, la que he venido sosteniendo en mis luchas políticas y cívicas; tampoco, hemos querido recurrir a engaños para recargar el colorido de los hechos que fundamentan esta aclaración, pues nos limitaremos a relatar lo acontecido recientemente, respecto a mi función pública como Ministro de Relaciones Exteriores primero, y como Ministro de Gobernación y Justicia, posteriormente, cargo sobre el que, venimos de rendir el juramento de ley.
Recordamos que nuestra Carta Magna establece que son deberes del ciudadano «cumplir, defender y velar porque se cumplan la Constitución y las leyes»; y nuestro silencio, respecto a mis declaraciones públicas sobre diferentes aspectos de la vida nacional, podría tomarse a engaño, por más que nuestras afirmaciones han sido siempre rectas y comprobadas en el decurso del tiempo. Entre ellas:
Dijimos, desde hace tres años, al estarse celebrando por el gobierno de Daniel Ortega, el «28 aniversario de la Revolución Sandinista», en Managua (19 de julio, 2007), con la presencia del ex presidente José Manuel Zelaya, en compañía de Hugo Chávez (Venezuela), Fernando Lugo (Paraguay) y el vice presidente de Cuba, Esteban Lazo, al escuchar las declaraciones del entonces presidente de Honduras, al momento de darle todo su respaldo al gobierno sandinista de Nicaragua, «En nombre de nuestro pueblo y gobierno», que disentíamos de tal afirmación, al darle todo su apoyo en nombre del «pueblo hondureño», del cual me siento parte integrante y elevé mi voz de protesta.
Todo lo anterior, debido entre otras causas, a las acusaciones de «agresión» proferidas en el pasado, de estar preparando una supuesta invasión contra ese país hermano, formuladas por Nicaragua en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (1983) en el que nos correspondió, en ese entonces llevar la defensa de Honduras, en la reunión que con carácter de «extrema urgencia» fue convocada por el actual [sic] Ministro del Exterior de Nicaragua, Miguel D’Escoto Brockman, y de cuya falsa acusación, salimos al final de los debates, unanimemente, liberados.
Alertamos, asimismo, a la ciudadanía hondureña que la Alianza Bolivariana para las Américas (ALBA) era una asociación económica, social, política y -según el propio Chávez- militar, que contenía un ingrediente de peligrosidad para el pueblo hondureño, como es el de «la solidaridad» entre sus estados miembros lo que implica, que un ataque armado contra uno de ellos significaba un ataque para todos los demás.
Sugerimos en esta ocasión, públicamente, al gobierno anterior que estos cuantiosos recursos de la ALBA debían ser administrados a través de un «fideicomiso», con participación, al menos, de un organismo financiero internacional como el BCIE o dándole participación a algunos de los países que nos condonaron la deuda externa, para evitar las evasiones de este préstamo del gobierno de Chávez, no donación, que ahora tendrá que pagar el pueblo hondureño.
Hemos venido repitiendo en los medios de comunicación que el gobierno de Manuel Zelaya Rosales, fue destituido constitucionalmente por haber violado los artículos que se refieren a la forma de gobierno, al territorio nacional, al período presidencial, a la prohibición para ser nuevamente presidente de la República, para quien lo haya desempeñado bajo cualquier título y el referente a quien no puede ser presidente de la República por el período siguiente (artículos 374 y 375 C.P.).
Por las razones anteriores, le acepté al presidente Roberto Micheletti Baín formar parte de su gabinete, en la Secretaría de Relaciones Exteriores, habiendo asumido, en el corto tiempo que nos tocó asumir dichas funciones (15 días) la responsabilidad de programar por parte de Honduras, el recibo oficial del Secretario General de la OEA, señor José Miguel Insulza, acto este de suma trascendencia en el ámbito internacional que hizo derivar a su arribo una serie de circunstacias adversas, entre ellas las siguientes:
Previamente, como es del conocimiento público, con fecha 4 de julio del 2009, en resolución aprobada en la segunda sesión plenaria, Honduras fue suspendida del «derecho de participar en la OEA» y, al anunciarse la llegada a Tegucigalpa del Secretario General de dicha organización, José Miguel Insulza, y al tomar en cuenta que al Poder Ejecutivo le corresponde constitucionalmente «dirigir la política y las relaciones internacionales» y al canciller representarlo, por delegación, di las instrucciones siguientes:
* Que el Secretario General Insulza debía ser recibido por alguien que representara al Poder Ejecutivo, para que pisando el territorio hondureño y dándole la protección diplomática a que tiene derecho por su elevada investidura, quedara constancia de que sería el Estado de Honduras el que lo recibiría a su llegada.
* Que una vez recibido por algún representante del Poder Ejecutivo se le dejase en libertad de desarrollar de su agenda, ofreciéndole además la debida protección para poder movilizarse libremente y sin intervención alguna.
* Instruí, además, para que se permitiese, únicamente el ingreso a la base aérea Soto Cano al representante permanente de la OEA en Honduras, pues teníamos conocimiento que el Secretario Insulza sería recogido directamente por el embajador de los Estados Unidos de América, señor Hugo Llorens, en automóviles previamente estacionados, específicamente, de la embajada de su país. Tenemos la convicción profesional que de permitir esta acción, sabiendo que los privilegios diplomáticos establecidos en la Convención de Viena de 1961, así como las costumbres diplomáticas vigentes, implicarían un desconocimiento de la territorialidad donde ejerce soberanamente el poder, el gobierno de Honduras presidido por Roberto Micheletti Baín.
* Y, además, estimé que al tenor de las protecciones diplomáticas, en caso de permitir que dicho alto funcionario internacional, entrara, directamente, a un auto de aquella misión diplomática (USA), acreditada en Honduras, acontecería, por una costumbre internacional en el campo diplomático, como en tiempos antiguos, que el auto de dicha embajada semejaría a una «carroza imperial», y como tal por su «intuito persona» extendería la presumida extraterritorialidad norteamericana, y por tanto, se le estaría dando a Honduras, el trato de una «colonia americana», posición inaceptable y deshonrosa para nuestra patria (ver art. 22 num. 3, Convención de Viena).
Todo ello ha dado motivo para que presiones de la embajada de los Estados Unidos de América ante nuestro pueblo y gobierno, directa o indirectamente, junto a ciertos países de la «ALBA», socios en las operaciones de la cuarta urna, y ahora patrocinando el regreso del ex presidente depuesto José Manuel Zelaya, nos hayan hecho tomar mayor conciencia de los obstáculos políticos que podría enfrentar, por mi presencia, como Ministro de Gobernación, nuestro gobierno, sabiendo que todo ello podría significar la cancelación de la ayuda externa que tanto ha venido necesitando nuestro pueblo.
Y, para no poner en una difícil encrucijada a nuestro presidente Roberto Micheletti Baín, en forma unilateral e independiente, procederemos a hacer pública nuestra postura ciudadana, liberando al Poder Ejecutivo del efecto que pueda derivarse de esta circunstancia, la cual, estimo acorde con mi trayectoria ciudadana y patriótica para no contribuir al deterioro de las relaciones entre nuestros respectivos pueblos y gobiernos.
Posteriormente, con motivo de las gestiones de buena voluntad del presidente Óscar Arias, que en forma honrosa y con gran espíritu centroamericanista ha ofrecido a las partes en controversia, hacer los esfuerzos de pacificación y estabilidad en la familia hondureña a través de una «mediación», estimé, adicionalmente, que mi presencia en tal cargo, no debería ser obstáculo ante las presiones de toda índole: económicas, políticas y estratégicas, para que en nuestro país vuelva la paz y la tranquilidad en nuestras familias y permitir así, lo antes posible, la unidad de nuestro pueblo, que ha estado siendo objeto de una masiva y reiterada campaña para producir profundos antagonismos, en vez de tratar de integrarla ante la gran crisis económica mundial que ya nos está afectando y que tiene visos de incrementarse.
Tomando en cuenta, para concluir, que al haber sido juramentado como Ministro de Gobernación y Justicia, siguen presionando tanto la embajada de los Estados Unidos en nuestro país como algunos políticos nacionales de oscura conducta, que se han prestado en este juego, y para no causar daño al gobierno de nuestro amigo, Roberto Micheletti Baín, he creído conveniente declinar la honrosa designación de que he sido objeto, al habernos nombrado Ministro de Gobernación y Justicia de la República de Honduras, y poner a partir de esta fecha, a su entera disposición, dicho cargo, teniendo como fin primordial mi cariño a Honduras y el respeto a su pueblo.
La presente aclaración es una constancia pública para dar paso a otras personas con la misma o mayor capacidad profesional que la nuestra, y contribuir con ese llamado a la patria reflejado en las profundas frases de Froylán Turcios, en su «Oración del Hondureño»:
«…y no olvidaré jamás que mi primer deber será, en todo tiempo, defender con valor su soberanía, su integridad territorial, su dignidad de nación independiente; prefiriendo morir mil veces antes que ver profanado su suelo, roto su escudo, vencido su brillante pabellón».
Tegucigalpa, M.D.C., 10 de julio de 2009.