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¡Que viva la iglesia anti-chavista!

Los partidos políticos tradicionales no tuvieron una respuesta efectiva a la crisis política hondureña, se refugiaron en una pasividad sucidida por el excesivo cálculo electorero, y todavía siguen haciéndolo.

En respuesta a este vacío surgió la acción de las iglesias cristianas que salieron al paso de la amenaza de un régimen autoritario, marchando por la democracia hondureña en las calles.

Esto demostró que los cristianos tienen conciencia política, que no son indiferentes cuando el futuro de la patria se ve amenazado, por que los cristianos también son hondureños. Si es necesario derrocar a un presidente para conservar nuestra libertad ellos apoyarán esa acción.

Esta toma de posición por parte de los cristianos revela un conflicto ideológico de fondo. La cosmovisión castro-chavista está en posición radical a la cosmovisión cristiana. Aunque los chavistas le hablan de Dios y Cristo al pueblo hondureño, cada vez es más difícil ocultar que el sustrato de su ideología es ateo, anti-cristiano y nihilista.

Mientras el cristianismo predica el amor al prójimo el comunismo predica el odio de clases. Mientras Cristo enseña que la verdad nos hará libres, el castro-chavismo utiliza la mentira para obtener provecho político.

Los cristianos enseñan que no se debe mentir, robar ni matar. El castro-chavismo enseña que el fin justifica los medios. Esto es congruente con el nihilismo ateo, pero incompatible con el cristianismo.

Una actitud de compromiso ético cristiano exige una toma de posición por parte de la iglesia. La indiferencia política es pecado. Los cristianos no pueden pretender que nada sucede, encerrándose en sus iglesias, y dejando que la crisis la resuelvan los políticos cuando estos han abandonado su misión de defender la libertad.

Se acabó la neutralidad cristiana en asuntos políticos. Los cristianos no pueden ser neutrales ante el peligro al que están expuestas las libertades, incluyendo la libertad religiosa. Los cristianos no pueden permanecer indiferentes mientras el Estado promueve el aborto, el «matrimonio homosexual» y la educación anti-cristiana.

La presente crisis política ha resultado cuanto tienen en común los cristianos protestante y católicos, que han marchado unidos para defender la democracia y la libertad.

Por mi parte no me considero cristiano, pero el sustrato de la cosmovisión cristiana me parece mucho más sano que el nihilismo ateo comunista. Nuestra herencia cristiana es un baluarte que nos protege del totalitarismo.

Estados Unidos le quita la visa a "golpistas"

El Departamento de Estado ha decidido revocarle las visas diplomáticas a los que considera cuatro miembros del «gobierno de facto» de Honduras. Estas personas habrían estado trabajando para el gobierno de Manuel Zelaya, pero ahora sirven al «gobierno de facto».

Y como Estados Unidos no reconoce a este «gobierno de facto» es normal que se les quiten las visas diplomáticas a sus miembros, ya que serían inservibles, al no poder estas personas realizar una gestión gubernamental de Honduras en Estados Unidos, ya que el gobierno de este país no los reconoce.

Estas personas son: Alfredo Saavedra, presidente del CN; Adolfo Sevilla, ministro de Defensa; Ramón Custodio, comisionado de Derechos Humanos; y Tomás Arita, magistrado de la CSJ.

Mi comentario:

Si esto es una medida de presión, es una medida que no resulta muy disuasiva.

Estos funcionarios tienen visa de turista, por lo que pueden viajar a Estados Unidos cuantas veces lo estimen necesario.

El señor Alfredo Saavedra, presidente del Congreso, confesó que él nunca había usado su visa diplomática. Adolfo Sevilla dijo que el viaja poco a el exterior. Y Ramón Custodio dijo que tiene visa de turista, pero que no la usaría, por que considera que esta medida es una ofensa al pueblo hondureño.

El Departamento de Estado está un tanto desorientado. Este gobierno no es de facto, es un gobierno legítimo según las leyes hondureñas. El diputado Saavedra fue electo en elecciones libres, tiene toda la legitimidad para representar al pueblo hondureño, no es un diputado «de facto».

El señor Tomás Arita, magistrado de la Corte Suprema de Justicia, no es un magistrado «de facto». El fue nombrado cuando estaba en funciones el gobierno de Zelaya. Quitarle la visa diplomática por haber dictado orden de captura contra Manuel Zelaya sugiere un intervencionismo repudiable en los asuntos internos del Estado de Honduras. Manda un mensaje equivocado a la opinión pública internacional: que los presidentes ungidos con el voto popular están por encima de las leyes.

Estas acciones no van a producir el regreso de Zelaya al poder, sino provocar la desconfianza del pueblo hondureño hacia el gobierno de Estados Unidos, el cual creíamos que era nuestro aliado.

Crisis política nos vuelve más escépticos

Por un lado, la crisis política nos ha dado un sentido de fe y patriotismo renovado, los hondureños creemos que podemos salir adelante a pesar de la oposición a nivel internacional de nuestras decisiones soberanas como nación.

Por otra parte, somos ahora más escépticos del papel de organizaciones internacionales como la OEA y la ONU y de las cadenas de noticias internacionales como CNN.

CNN está caída para nosotros, es un ídolo con pies de barro. Hemos sido testigos de una guerra de desinformación espectacular por parte de los medios de comunicación de todos los países.

Ya no podremos confiar en CNN cuando este nos informe de los conflictos en otros países, y mucho menos en países lejanos como en Israel.

Por mi parte, desconfiaré de las opiniones sobre asuntos de otro país que no sean originarias de ese país. Desconfiaré de la versión de la historia de autores izquierdistas.

Desconfiaré inmediatamente de los que ven la historia como la lucha de clases entre la burguesía y el proletariado, los que siempre le echan la culpa de todo a los empresarios y a la oligarquía. De los que consideran que los Estados Unidos es el más grande enemigo de la humanidad.

Trataré de alejarme de las personas que cultivan el odio como arma de lucha política, nunca seré amigo de personas que mienten en forma compulsiva para defender su opción política.

El trabajo es infamia según Helen Umaña

Gerardo Paredes hace una crítica de un artículo de Helen Umaña en diario Tiempo.

La señora Umaña es una catedrática de la UNAH que opina que lo sucedido el 28 de junio en Honduras fue un violento golpe de Estado.

La señora Umaña, aun con toda su capacidad intelectual, usa su prosa afilada a favor de los enemigos de la libertad.

Pinta con colores idílicos la propuesta de Zelaya sobre la cuarta urna, y con colores fatídicos su destitución forzada.

El 28 de junio venía de Guatemala con el único y exclusivo propósito de votar a favor de la cuarta urna. Veía, en ésta, la posibilidad concreta de un cambio hacia senderos de beneficio colectivo.

Ante afirmaciones no se que pensar de su autora. No se si es incapaz de ver la realidad palpable de los abusos de Zelaya Rosales, o tiene anteojeras ideológicas o miente en forma consciente.

Es conocida la forma fraudulenta e ilegal en que se quería imponer esa consulta ilegal para imponer un continuismo que la constitución prohibe en forma terminante.

Es sabido el clima de confrontación creado por el presidente Zelaya, y la forma en que se derrocharon los fondos públicos para esta consulta disfrazada de encuesta.

La ceguera ante estos hechos notorios no deja de asombrarme. Y pienso en otras personas talentosas que también tienes estas posturas, y lo encuentro lamentable.

La parte que más me llamó la atención del artículo fue cuando se refería al llamado a seguir trabajando después del supuesto golpe de Estado:

«Es necesario producir…». En otras palabras, producir para seguir llenando los bolsillos de la minoría… La infamia revestida de amor patrio.

Estoy impactado. Tal parece que la señora Umaña considera que el crecimiento económico es algo negativo. Que esta señora -siguiendo al marxismo- considera que el trabajo asalariado es una forma inaceptable de explotación, y que como corolario ella propone que es mejor no trabajar.

No sé como una persona que se precie de ser inteligente puede pensar que este país puede salir adelante sin que hayan empresarios que abran fuentes de empleo. No sé que tipo de utopía marxista esta señora suscriba como ideal, pero es obvio que el señor Zelaya no iba a eliminar el trabajo asalariado, como tampoco ha sido eliminado en ninguno de los países auto-denominados «socialistas».

Por lo tanto, el llamado a trabajar tiene plena importancia. No es posible pensar que negándose a trabajar, bloqueando carreteras y participando en actos de terrorismo el país puede salir adelante.