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Himno al Padre Reyes

Padre José Trinidad ReyesLetra: Luis Andrés Zúniga
Música: Rafael Coello Ramos

CORO

Entonemos un himno armonioso
Al varón cuya augusta memoria,
Por su gran corazón bondadoso
Vivirá para siempre en la historia.

SOLO

Maestro noble de voz melodiosa
Tierno maestro cuya alma de niño
Era blanca como es el armiño
O la nieve del alto Simplón.
Mucho bien a los hombres hiciste
En tu pura y tranquila existencia,
Fue tu mente océano de ciencia
Fue vaso de amor tu corazón.

SOLO

Dulce poeta que angélicas liras
Tañes ahora con manos gloriosas
En la augusta mansión luminosa
Donde reina la paz y el amor.
Ruega siempre al Señor por tu pueblo,
Porque sean tus hijos dichosos,
Porque sean varones virtuosos,
Ruega siempre, Maestro, al Señor.

José Trinidad Reyes

Se recuerda al sacerdote católico José Trinidad Reyes por ser un pionero de la educación en Honduras, y por ser fundador de la primera universidad de Honduras, la Universidad Nacional, que con el tiempo pasó a llamarse Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH).

El padre Reyes, como se lo llama, también es conocido por su producción literaria, en especial por las así llamadas «pastorelas», que son canciones religiosas que representan la historia de la navidad.

En honor al Padre Reyes se celebra en Honduras el 11 de junio como día del estudiante.

La letra de este himno fue compuesta por Luis Andrés Zúniga y la melodía por Rafael Coello Ramos.

Rafael Coello Ramos

El maestro Coello Ramos nació en en Comayagüela en 1877, es autor de textos musicales. Profesor de Educación musical de escuelas y colegios por más de cincuenta años, como compositor nos dejó magníficas obras, entre ellas sus preciosos valses: Cascada de Perla, Vuelo de Águilas.

Es autor de la música de ese bello Himno al Pino, nuestro árbol nacional, con letra de Luis Andrés Zúniga. Le cantó a las madres en su Himno a las Madres con letra de Augusto C. Coello, cantó junto al inmortal Luis Andrés Zúniga (letra) en el himno al Padre Reyes, se unió a la inspiración grandiosa del gran Froylán Turcios, para su himno a los Árboles. El maestro Coello Ramos, murió a la edad de noventa años en Tegucigalpa el 1 de marzo de 1967.

Luis Andrés Zúniga

Nació el 30 de abril de 1878 en Tegucigalpa, Honduras. Se graduó de de abogado en la Universidad Nacional de Honduras. Continuó sus estudios en París, obteniendo un doctorado en La Sorbona con una tesis sobre criminología. Nunca ejerció la profesión de abogado. Participó en la Revista Mundial de Rubén Darío. Escribió varios ensayos, una obra de teatro y una obra de narrativa: el libro «Fábulas». Escribió la letra del himno a Lempira y al Padre Reyes, así como la música del himno al Pino. Murió en 1965 en Tegucigalpa.

El mito de la Independencia de Honduras en el 15 de septiembre de 1821

Muchos hondureños creen que la fecha de la Independencia de Honduras es el 15 de septiembre de 1821. De hecho, el 15 de septiembre es un día de asueto nacional, y esta fecha se encuentra al pie del escudo nacional junto con la leyenda: República de Honduras, Libre, Soberana e Independiente.

Sin embargo, esto no es correcto.

Otro grupo de hondureños más informados nos dirán que el 15 de septiembre de 1821 es la fecha en que Centroamérica proclamó su independencia de España, pero esto tampoco es correcto.

La famosa “Acta de Independencia” del 15 de septiembre de 1821 ni siquiera establece la Independencia de Centroamérica, sino que pospone la decisión sobre este asunto, delegándolo a un Congreso que se reuniría en marzo de 1822.

En realidad, el acta del 15 de septiembre de 1821 solo era una maniobra de la aristocracia criolla para impedir que la Independencia tuviera alcances revolucionarios. Con el acta del 15 de septiembre se buscaba mantener el régimen colonial, con las mismas autoridades, que ahora no tendrían que rendir cuentas a España.

Y la Independencia misma solo se tomó en consideración en base a un recurso desesperado para “prevenir las consecuencias que serían temibles en el caso de que la proclamase el mismo pueblo”, como lo dice la misma acta redactada —pero no firmada— por José Cecilio del Valle.

Con esto se ve la falsedad de lo que afirma el himno nacional hondureño, cuya letra fue compuesta por Agusto C. Coello, que compara lo sucedido el 15 de septiembre de 1821 con la Revolución Francesa.

La verdad es que el 15 de septiembre de 1821 no es una fecha gloriosa de liberación nacional, sino una fecha en que las expectativas de los patriotas fueron traicionadas, y la democracia pisoteada, porque inmediatamente la aristocracia criolla maniobró para anexar Centroamérica al imperio mexicano de Iturbide, con el fin de mantener sus privilegios amenazados por una revolución democrática y republicana, anexión que se proclamó oficialmente el 5 de enero de 1822.

El acta de anexión a México fue redactada —y esta vez sí— firmada por José Cecilio del Valle, el cual es tenido por un gran prócer en Honduras. Y sin embargo, fue por la influencia de Valle en el Congreso mexicano que Centroamérica logró su independencia de México, independencia que se proclamó oficialmente el 1 de julio de 1823, por la Asamblea Constituyente Centroamericana.

Esta Asamblea Constituyente decidió que el sistema de gobierno de Centroamérica sería republicano y federal, con autonomía para cada uno de los cinco estados que lo conformaban: Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua y Costa Rica.

En el marco de esta constitución política Manuel José Arce fue elegido como el primer presidente de Centroamérica el 5 de marzo de 1824, y el 16 de septiembre de 1824 resultó electo Dionisio de Herrera como primer Jefe de Estado de Honduras.

Pero la Unión Centroamericana no pudo consolidarse por la fuerte oposición de los conservadores, que querían preservar el opresivo sistema de privilegios de la colonia española.

Al general Francisco Morazán le tocó combatir contra la reacción anti-democrática, que había encontrado un fuerte aliado en el oscurantismo católico, pero la proporción de fuerzas no le favoreció, y a Morazán le tocó pagar con su vida el haberse atrevido a soñar con una Patria Grande. Morazán murió fusilado el 15 de septiembre de 1842 en Costa Rica.

Una vez muerto Morazán, la reacción conservadora triunfó, y el sueño de la Federación Centroamericana se truncó. Pero ya Honduras se había declarado independiente de la Unión Centroamericana el 26 de octubre de 1838. Esta fecha tampoco fue de gloria para Honduras, ya que significó un retroceso histórico, al sumirse el gobierno hondureño en una fuerte reacción anti-morazánica de la mano del presidente Francisco Ferrera.

El ideal republicano y democrático apenas comenzó timidamente en 1876 en Honduras en la llamada “Reforma Liberal”, dirigida por el presidente Marco Aurelio Soto y su ministro y asesor Ramón Rosa.

Luego siguieron cincuenta años de guerras fratricidas, a las que puso fin la dictadura de 16 años de Tiburcio Carías Andino. Carías gobernó desde 1933 hasta 1949.

Con Carías al fin se lograron controlar las guerras intestinas y los movimientos insurgentes, aunque con un alto costo social, por la brutal represión que se desató contra los enemigos del régimen.

Y es con esta represión del gobierno de Carías cuando al fin se logró consolidar el Estado hondureño, pero esta consolidación iba acompañada de la subordinación de los intereses de Honduras a los de las compañías bananeras norteamericanas. La influencia de Estados Unidos nunca dejó que el Estado de Honduras fuera realmente independiente.

Poco a poco el pueblo hondureño ha ido conquistando cada vez más espacios de libertad democrática, pero el cáncer de la corrupción interna y la dependencia de las ayudas del exterior todavía constituyen una afrenta contra la dignidad nacional.

La Independencia de Honduras, por lo tanto, no es un evento épico que sucedió en el pasado, como lo enseña la educación oficial, sino que es algo que se ha ido logrando penosamente, y es todavía un proyecto por realizar.

Himno al Árbol

Letra: Froylán Turcios
Música: Rafael Coello Ramos

Coro

Manos de niños lo predios natales
pródigas abran al germen fecundo
y en las hermosas cosechas vernales
vibre en las flores el alma del mundo.

Solo

A la vida elevemos un canto
recorriendo su mágica senda
y plantemos un árbol gentil
a su amor inmortal en ofrenda.
Y mañana en su trémula cumbre
y entre aromas y céfiros suaves
bajo el cielo radioso de abril
cantarán sus amores las aves.

Hoy sembremos el árbol sonoro
que con su hálito el aire perfuma,
y le ofrece su imán bienhechor
a la tierra si el fuego lo abruma;
atrayendo la lluvia clemente,
bendición del hogar campesino.
Viva el árbol en paz y en amor
grata asombra le dé al peregrino.

Froylán Turcios

Froylán Turcios nació el 7 de julio de 1875 en la ciudad de Juticalpa, Olancho. Fue escritor, poeta, periodista y político. Es considerado uno de los intelectuales más importantes de principios del siglo veinte. Ejerció el puesto de Ministro de Gobernación, fue diputado del Congreso Nacional y delegado de Honduras ante la Sociedad de Naciones en Ginebra, Suiza. Fue un patriota que se opuso firmemente al intervencionismo norteamericano en Honduras.

En su función de periodista dirigió diario El Tiempo y fundó varias revistas. Es autor de la Oración del Hondureño. Escribió varios libros de novelas, cuentos y poesía. Escribió la letra del Himno al Árbol y el Himno a Morazán. Muere en San José de Costa Rica, el 20 de noviembre de 1943, de un paro cardíaco. Sus restos mortales fueron sepultados en Tegucigalpa.

Rafael Coello Ramos

El maestro Coello Ramos nació en en Comayagüela en 1877, es autor de textos musicales. Profesor de Educación musical de escuelas y colegios por más de cincuenta años, como compositor nos dejó magníficas obras, entre ellas sus preciosos valses: Cascada de Perla, Vuelo de Águilas.

Es autor de la música de ese bello Himno al Pino, nuestro árbol nacional, con letra de Luis Andrés Zúniga. Le cantó a las madres en su Himno a las Madres con letra de Augusto C. Coello, cantó junto al inmortal Luis Andrés Zúniga (letra) en el himno al Padre Reyes, se unió a la inspiración grandiosa del gran Froylán Turcios, para su himno a los Árboles. El maestro Coello Ramos, murió a la edad de noventa años en Tegucigalpa el 1 de marzo de 1967.

Himno al Pino

El himno al pino se acostumbra a cantar en las escuelas el día del árbol, el cual es el 30 de mayo.

El árbol del pino se encuentra por todas partes en Honduras, por ello se considera al pino como árbol nacional de Honduras, aunque no se ha especificado una especie específica del pino como árbol nacional. Para fines prácticos, puede considerarse a la especie de Pino Oocarpa, como el árbol nacional, ya que es el más abundante.

El autor de la letra, Rafael Coello Ramos, es también autor del conocido himno a la madre. Además, Rafael Coello Ramos es el autor de la canción Patriotismo en la cuna, cuya letra dice «qué dicha tan grande, nacer en Honduras, como lo desearan todas las criaturas».

El autor de la música, Luis Andrés Zúniga, también es autor de la letra del himno a Lempira y al Padre Reyes. Luis Andrés Zúniga es también conocido por ser el autor de varias fábulas.

La letra del himno es una alabanza al pino por la utilidad que le da al ser humano, desde la cuna a la tumba; desde su uso como madera para muebles, protección contra el calor del sol, leña que alimenta el fuego para preparar los alimentos y el olor agradable de su follaje.

Además de la utilidad del pino, el himno sugiere a mi parecer una relación casi mística y espiritual entre el ser humano y el pino, ya que está presente tanto en la cuna como en la tumba, del fuego producido por su leña nos alimentamos, y a su sombra nos acobijamos.

Es sabido que el culto a los árboles se dio desde tiempos antiguos entre los seres humanos (germanos, galos, romanos, griegos, celtas). La dendolatría (culto a los árboles) se refiere a la tendencia de muchas sociedades a lo largo de la historia de adorar o de crear mitos en torno a los árboles.

Letra: Luis Andrés Zúniga
Música: Rafael Coello Ramos

Coro

Viva el Pino por siempre en la tierra
Que benigna la vida nos dió,
Y por siempre se muestra imponente
A los besos radiantes del sol.
Viva el pino color de esmeralda
Con su suave y melifluo rumor,
Que después de arrullar nuestra cuna
Con amor nuestra infancia arrulló.

Solo

Es bendita la sombra insegura
Que en las ásperas sendas regó,
Y es bendito su tronco que abrigo
Compasivo brindó al viajador.
Su madera olorosa es bendita
Como el suelo que diole calor
Pues palacios y chozas y templos
con sus fibras el hombre formó.

Solo

Nuestra tierra su vida y la nuestra
paralelas y aún tiempo creó,
Nuestro hogar su existencia recuerda
Y los campos nos llena de olor.
Su madera la estufa alimenta
Crepitando en un trémulo son,
Y entre tablas de pino es que llevan
Nuestro cuerpo ya muerto al panteón.