La desinformación se usa en todas las tendencias políticas.
Si ayer la izquierda hablaba horrores de la situación de derechos humanos en Honduras, ahora la organización derechista UnoAmérica incurre en falsedades al denunciar la situación política en Honduras.
Para el caso, este comunicado condena al presidente Lobo de Honduras, ya que según ellos:
Pidió públicamente que la Corte revocase la sentencia mediante la cual se destituyeron jueces controlados por el ex presidente Manuel Zelaya.
Aceptó unilateralmente el documento de la OEA donde -en contra de lo establecido en la Constitución hondureña- se solicita moratoria para los juicios que existen contra Zelaya.
Confiscó un canal privado, para dárselo al Estado, tal como hizo Hugo Chávez en Venezuela con RCTV.
Confiscó a la empresa privada miles de hectáreas cultivadas de palma africana; al igual que lo hace Chávez a diario.
Los dos últimos enunciados son obviamente falsos para todo el que sigue la actualidad hondureña.
El presidente Lobo no ha confiscado ningún canal. Fue el Congreso el que emitió una petición a Conatel —el ente del Estado encargado de las telecomunicaciones— para que hiciera una migración de la frecuencia asignada a la empresa Teleunsa, propiedad del empresario Elías Asfura.
Tampoco ha expropiado el gobierno miles de hectáreas cultivadas. Lo que sucede en la región del Bajo Aguán es una invasión de campesinos a los terrenos del señor Miguel Facussé. Como alternativa a un desalojo violento que produjera una espiral de violencia —con sus respectivas denuncias de los organismos de derechos humanos— el gobierno de Lobo ayudó a lograr un acuerdo entre los invasores y el señor Facussé. Sin embargo, hasta la fecha el problema no se ha resuelto. Lo que no quiere decir que el gobierno haya expropiado por la fuerza estos terrenos, al estilo del presidente Hugo Chávez de Venezuela.
Es cierto que el presidente Lobo pidió la restitución de los jueces zelayistas, pero no logró imponer su voluntad. Un informe de la OEA sobre la situación en Honduras en el gobierno de Lobo fue aclamado como «positivo» por el Canciller de la República, en unas declaraciones que hay que interpretar según el lenguaje diplomático, pero no recibió una aprobación oficial de parte de ningún poder del Estado.
Yo le sugeriría a los señores de UnoAmérica que enfríen un poco su furor ideológico y traten de apegarse a la verdad.
Después de que expulsaron al señor Manuel Zelaya del poder hay personas que han quedado traumatizadas, y cualquier acción del gobierno que les recuerde al derrocado presidente los hace entrar en un estado de nervios.
Se ha llegado a decir que el gobierno de Lobo está expropiando al Canal 8, y que irrespeta la división de poderes al desafiar una resolución del Poder Judicial.
El Congreso decidió intervenir en la disputa entre el Poder Ejecutivo y el Poder Judicial, para favorecer al primero, otorgando por decreto el canal 8 al Estado.
Por motivos técnicos, a la empresa TELEUNSA, propiedad del empresario y político Elías Asfura, CONATEL le denegó un permiso para operar un canal en la frecuencia que corresponde al canal 8.
(CONATEL, es la entidad del Estado hondureño encargada de dar permisos de operación en el área de las telecomunicaciones).
No satisfecho con la negativa del gobierno, el señor Asfura demandó al gobierno, dando como resultado que el juez Jorge Alberto Zelaya se extralimitara en sus funciones al otorgarle una frecuencia específica a TELEUNSA, lo cual es atribución exclusiva de CONATEL.
El Canal 8 siempre ha sido administrado por el Estado de Honduras, por lo que hablar de expropiación en este caso no tiene sentido, porque en realidad es el señor Asfura el que le quiere quitar la frecuencia del Canal 8 al Estado, quien siempre lo ha administrado.
Además, el Estado hondureño es dueño por ley del espectro radioeléctrico, y tiene la potestad de otorgar permisos o denegarlos según los requerimientos técnicos que él establezca.
Para evitar dar la impresión de que se estaba desafiando una decisión del Poder Judicial, el Congreso cambió ayer el lenguaje de la moción presentada inicialmente, enfrentando en forma exitosa toda objeción legal contra el Estado.
El Congreso de la República ha sido muy respetuoso con la Corte Suprema de Justicia, a pesar del evidente abuso que esta cometió en el asunto del Canal 8.
Lamentablemente, los ánimos de muchos anti-zelayistas radicales ya están caldeados, y ha sido imposible hacerlos entrar en razón. Ya les parece que Pepe Lobo inicia una fiebre de expropiaciones y de ataques contra la prensa, al estilo de Hugo Chávez. El miedo les impide pensar claramente.
Algunos de estos derechistas extremos hasta están hablando de que hay que darle golpe de Estado a Pepe Lobo (o sucesión constitucional, como le llaman ellos) solo por querer conservar el Canal 8.
Hay que reconocer sin embargo, que el lenguaje que ha utilizado el presidente Pepe Lobo no ha sido el más conciliatorio, lo que incrementa las pasiones en vez de apaciguarlas. Porfirio Lobo no ha hecho honor a su intención de crear un gobierno de conciliación, ya que es muy dado al autoritarismo y a decir las cosas sin la debida reflexión, de forma parecida a su paisano Mel Zelaya.
Pero el gobierno de Lobo es diferente al de Zelaya. Estamos en situaciones diferentes. El alarmismo derechista tampoco es favorable a la reconciliación.
Todo el mundo ha oído hablar de la crisis desatada en Honduras a partir del 28 de junio del 2,009, día en que el presidente Zelaya fue expulsado del país. Pero el mundo no supo del origen de la crisis desatada por Zelaya al intentar imponer éste una Asamblea Nacional Constituyente que redactaría una nueva constitución política que le permitiría perpetuarse en el poder. Para justificar el cambio de Constitución había convocado una consulta electoral con vicios de ilegalidad.
El 28 de junio iba a ser el día en que la consulta se realizaría, y la inteligencia militar percibió las intenciones funestas de Zelaya, su plan para disolver el Congreso y la Corte Suprema de Justicia ese mismo día.
La Corte Suprema de Justicia dictó la orden de captura, y los militares ejecutaron parte de esa orden, pero la sorpresa fue en que en vez de remitirlo a la autoridad judicial competente los militares lo llevaron a la fuerza a Costa Rica.
Esto bastó para que la así llamada “comunidad internacional” denunciara con energía que en Honduras se había dado un golpe de Estado, y que los militares habían tomado el poder por la fuerza.
A pesar de que se explicó la base legal de la expulsión de Zelaya, y que se hizo se hizo en base a un estado de necesidad para salvar vidas humanas y proteger el orden constitucional, la opinión internacional se empecinó en calificar lo sucedido como un golpe de Estado.
Pero en un verdadero golpe de Estado se disuelve el Congreso y la Corte Suprema de Justicia, y gobierna una autoridad militar por medio de decretos-leyes, lo que en Honduras no sucedió, sino que un gobierno civil del mismo partido que Zelaya tomó la administración interina del Estado de Honduras, culminando el proceso electoral que había iniciado en el 2,008 bajo la tutela del gobierno de Zelaya.
El orden constitucional no se rompió el 28 de junio de 2009, lo único que hubo fue una sustitución del Poder Ejecutivo, incluso algunos ministros de Zelaya continuaron ejerciendo sus funciones durante el gobierno de Micheletti. El Estado no depende de tal o cual persona para subsistir, cualquier funcionario puede ser sustituido sin que desaparezca la figura del Estado.
La forma en que se substituye a un presidente de la República está establecida en la Constitución, y ese fue el procedimiento que se siguió para investir a Roberto Micheletti como titular del Poder Ejecutivo, ya que como presidente del Congreso estaba en el primer lugar en el orden de sucesión para reemplazar al gobernante defenestrado, al haber renunciado el vice-presidente Elvin Santos.
Cuando la opinión pública internacional supo que en Honduras no había un gobierno militar, sino que continuaba un régimen civil con base en la misma constitución política ya era demasiado tarde. El sentido de orgullo y prestigio de los gobernantes del mundo les impidió reconocer en público que se habían equivocado. También el temor de los presidentes a ser derrocados les impidió reconocer que la sustitución presidencial se había realizado de acuerdo a las leyes de Honduras.
Una campaña mediática internacional contra Honduras, dirigida por Hugo Chávez, difamó por todos los medios a este pequeño país, acusando de salvajes violaciones de los derechos humanos al gobierno de Micheletti. Zelaya viajó por Latinoamérica desprestigiando al país que lo vio nacer.
Y como el régimen interino estaba programado para durar muy poco, siendo su principal misión tutelar unas elecciones que darían origen a un nuevo gobierno, ningún país quiso arriesgar su prestigio reconociendo a un gobierno provisional acusado de ser golpista y violador de los derechos humanos.
Pero las elecciones se realizaron exitosamente el 29 de noviembre, y hubo una transición de mando ordenada, lo que permitió a Honduras obtener el reconocimiento de su nuevo gobierno de parte de muchos países, con excepción de los países aliados de Hugo Chávez.
Estas elecciones han aliviado la tensión social producida por el derrocamiento de Zelaya, pero la amenaza contra Honduras no ha terminado aún.
El gobierno de Porfirio Lobo
Los enemigos de Honduras —internos y externos— siguen maquinando para ver como se apoderan de este pequeño país, y el gobierno de Porfirio Lobo Sosa busca apaciguar a estos enemigos concediéndoles sus peticiones y ofreciéndoles cargos en el gobierno.
El presidente Lobo se burla de los que apoyaron a Micheletti, diciendo: “esos ‘blanquitos’ ni siquiera votaron por mí”. (Lobo llama despectivamente ‘blanquitos’ a los que apoyaron a Micheletti, por las marchas en que éstos vestían de blanco en plena crisis política). El presidente Lobo se burla de los que defienden la Constitución actual, acusándolos de ser “extremistas de derecha”, ofendiendo así la dignidad nacional, esa dignidad que había levantado muy en alto el gobierno de Micheletti, oponiéndose enérgicamente al descarado intervencionismo extranjero en los asuntos internos de Honduras.
El presidente Porfirio Lobo quiso dar la apariencia de neutralidad en su campaña política, sin inclinarse a favor de ninguno de los bandos en pugna representados por Zelaya y Micheletti, pero un poco antes de realizarse las elecciones se le notó cierta simpatía por Zelaya.
Ni bien había terminado Lobo de jurar “cumplir y hacer cumplir la Constitución y sus leyes” en su toma de posesión, cuando violó su promesa al proveer de un salvoconducto a Zelaya, protegiendo así a un fugitivo de la justicia. Lobo se refería entonces a Manuel Zelaya como “el presidente Zelaya”, diciendo que “no es posible que un presidente permanezca encerrado en una embajada”. Zelaya había permanecido refugiado en lo que fue la embajada de Brasil, y lo correcto es que si quería salir libre debía haber pedido formalmente asilo político al país de su preferencia. Al referirse repetidas veces a Zelaya como ‘presidente’, y más tarde en España al decir que lo ocurrido en Honduras fue un ‘golpe’ Lobo ha puesto en duda su propia legitimidad como presidente.
Ahora Manuel Zelaya está en Santo Domingo, conspirando como siempre contra los intereses de Honduras, y contra los intereses del mismo Lobo que lo dejó salir sin pedir nada a cambio. A todo esto Zelaya no le ha mostrado ni un gramo de gratitud pública a Lobo por haberlo liberado.
Además de obtener una amnistía para delitos políticos a favor de Zelaya y sus secuaces, utilizando para ello la mayoría mecánica de diputados del partido en el poder en el Congreso, el presidente Lobo ha puesto presión en la Corte Suprema de Justicia para que restituya a unos jueces zelayistas despedidos por hacer proselitismo político, y hasta ha hablado en varias ocasiones de su disposición favorable para para realizar una consulta popular que permita convocar a una Asamblea Nacional Constituyente, acción que fue el motivo para la destitución de Zelaya.
El señor Lobo ha puesto a un zelayista conflictivo —a César Ham— a dirigir el Instituto Nacional Agrario (INA) que no ha hecho sino agravar un problema de una invasión de tierras cultivadas que pertenecen al empresario Miguel Facussé. Al promover la inseguridad jurídica en el campo el gobierno de Lobo desalienta la inversión que el país necesita urgentemente.
El presidente Lobo ha llegado hasta el extremo de ofrecerse a traer personalmente a Zelaya al país, custodiándolo para que no sea capturado por la justicia.
El más reciente desacierto de Lobo ha sido denunciar una conspiración para derrocarlo, sin ofrecer prueba alguna de tal denuncia, pero al poco tiempo decidió tomarse unas vacaciones en Sudáfrica para ver el Mundial de fútbol, demostrando que él mismo no se toma muy en serio su denuncia de la amenaza de un nuevo golpe de Estado. El hecho de que estas declaraciones perjudiquen el clima de inversión del país no parece preocuparle en absoluto al irresponsable Lobo.
Y para colmo de su irresponsabilidad, cuando Porfirio Lobo dejó abandonada la administración pública no se sabía a ciencia cierta quién era el designado presidencial encargado de sustituirlo temporalmente.
El presidente Lobo apareció haciendo la denuncia de una amenaza de golpe de Estado en forma sorpresiva cuando algunos periodistas le preguntaron por las presiones que éste habría ejercido para remover al presidente de la Corte Suprema de Justicia de su puesto. A todas luces esto parece ser una maniobra distractiva de parte de Lobo.
Con sus acciones y palabras el presidente Lobo da muestras de parecerse cada vez más al depuesto Zelaya. Muchos de los que apoyaron a Micheletti también votaron por Lobo, solo para ser decepcionados por su conducta indigna una vez ocupado el cargo de presidente, ya que a pesar de que Porfirio Lobo ha hecho todo lo posible para apaciguar a sus enemigos zelayistas, éstos continúan denigrándolo. Porfirio Lobo vende barato al país, lo da todo a cambio de nada.
Si los que votaron por Lobo buscaban alejarse de la influencia de Zelaya —dado que aún Zelaya se considera miembro del Partido Liberal, mientras que Lobo ha pertenecido al derechista Partido Nacional— se encuentran ahora decepcionados por las actitudes de Lobo.
Persiste entonces un clima de incertidumbre en el país. El gobierno de Lobo no tiene una dirección clara y al parecer el fantasma de Zelaya todavía nos persigue.
Hay nuevo presidente en Honduras. Su nombre: Porfirio Lobo Sosa, más conocido como Pepe Lobo.
Después del calvario de la crisis política, producto de un supuesto golpe de Estado, a Pepe Lobo ya no le dirán “presidente de facto” (¿o sí?). Contra lo que apostaban los enemigos de Honduras, las elecciones se llevaron a cabo, y la transmisión de mando se dio, a pesar de que Manuel Zelaya nunca fue restituido, ni lo será nunca. Honduras es ese pequeño país que sí pudo, para dolor del izquierdismo internacional.
Ya hay países que han reconocido en Porfirio Lobo a un presidente legítimo, al contrario de Micheletti, que siendo legítimo según la ley de Honduras, no fue reconocido por una campaña bien montada por el chavismo, y por los comprensibles temores de los presidentes del mundo.
Tenemos un nuevo presidente, y nadie puede alegar que no fue electo en elecciones libres, en las elecciones más limpias y más votadas de la historia. Por que el pueblo hondureño quiere vivir en paz y salir de ese clima de tensión y confrontación al que se ha sometido a Honduras por siete meses. Ahora es el momento de comenzar de nuevo.
Estamos agradecidos por el coraje de Roberto Micheletti, que junto con su equipo se sostuvieron ante presiones internacionales fortísimas, dando un ejemplo de dignidad y patriotismo que dejará huella.
Ese nuevo aliento de patriotismo nos hace aspirar a mejores cosas, a exigirles a los políticos que cumplan con la ley, a que sean más transparentes y democráticos, a que no hagan las cosas a que los ha acostumbrado a hacer la vieja política. Ahora el pueblo quiere que haya más diálogo y menos autoritarismo, que se hagan las cosas por consenso y no por imposición de un sector.
Pero lamentablemente, vemos que los políticos no aprenden, y a veces parece que de nada sirvió el “golpe”, que siguen en las mismas andanzas de siempre.
Manuel Zelaya fue destituido por violar flagrantemente la Constitución y las leyes. El daño que Zelaya hizo al país fue inmenso. Y no solo fue una cuestión política, las arcas del Estado fueron saqueadas, y ahora una mayoría de diputados nacionalistas ha decidido darle amnistía a este delincuente, en aras de una pretendida reconciliación nacional. Ahora, nos tachan de extremistas a todos los que pedimos que se cumpla la ley y no haya perdón y olvido, por que perdonar a los que han traicionado a la patria es fortalecer a los que nos han hecho daño.
No puede haber una reconciliación vía decreto. No se debe otorgar perdón cuando el delincuente no admite haber cometido delito, por que eso solo sirve para hacerlo sentir impune. No es justo, que mientras hay personas en las cárceles por delitos menores, Zelaya, que saqueó las arcas públicas, sea considerado “huesped de honor” en otros países.
El Partido Nacional sigue con la misma vieja política de hacer las cosas sin consultar al pueblo. Después de tanto hablar de la necesidad de reconciliación, resulta que desde la primera jornada de trabajo, en el Congreso utilizan su mayoría mecánica de diputados, su aplanadora azul, para imponer sus criterios.
Y Pepe Lobo, que tanto hablaba de diálogo, fue a cometer errores de principiante en la negociación que hizo con el presidente Leonel Fernández, en República Dominicana. Se comprometió a todo, a cambio de nada. Y al parecer, nadie pudo asesorarlo, o no quizo recibir consejo. Lo peor, es que se comprometió a hacer algo de dudosa legalidad, que le puede traer problemas desde el primer día. En su afán por ganar puntos con la “comunidad internacional” pierde puntos con la comunidad nacional, que está exigiendo una mejor actuación de los políticos.
Cuando Zelaya intentó salir de la embajada de Brasil hacia México, el gobierno de Micheletti le negó con razón otorgarle el salvoconducto, por que no cumplía los requisitos que exige el derecho internacional y las leyes de Honduras, por lo que sorprendió que con gran desparpajo Pepe Lobo apareciera firmando un acuerdo para otorgar un salvoconducto a Zelaya y a su “círculo íntimo” sin exigir el cumplimiento de ningún requisito.
Hay que reconocer a que de no ser por la acción heroica de expulsar a Zelaya y de soportar la presión internacional, no hubieran habido elecciones en Honduras. El plan de continuismo de Zelaya era muy claro. De manera que debemos estar agradecidos con Roberto Micheletti. Pero Pepe Lobo no tuvo la decencia de siquiera mencionarlo en su discurso de toma de posesión. Pero esto es comprensible, dada la aversión que sienten muchos gobernantes contra Micheletti es fácil entender que Pepe Lobo no quiere ser asociado con él.
Sin embargo, no debió llegar hasta el extremo de agradecer a los enemigos de Honduras en su discurso de toma de posesión. Sólo faltó que le diera las gracias a Hugo Chávez.
Pepe Lobo está entregando el gobierno en manos de los enemigos de Honduras. Es un craso error haber nombrado a César Ham de ministro del INA y a Alejandro Ventura en Educación. César Ham dijo que va a administrar el INA según las directivas que le den en su partido, la UD, en vez de comprometerse a seguir la política de Pepe Lobo. Y poner a Alejandro Ventura, un dirigente gremial, a dirigir la Secretaría de Educación es como poner al zorro a cuidar el gallinero.
Antes yo creía que Pepe Lobo era un político muy hábil que hacía uso del maquiavelismo político, pero veo que me he equivocado. Pepe Lobo no tiene un plan maestro ni una gran estrategia. Pepe es papo.
Espero que me equivoque, para el bien de Honduras, pero las cosas pintan mal desde el primer día.