Según reporta el zelayista diario Tiempo, un supuesto infiltrado fue identificado en una asamblea de maestros realizada en las instalaciones de la Universidad Pedagógica Nacional Francisco Morarazán.
Al supuesto infiltrado se le atribuye la confesión de seguir órdenes de la Guardia Presidencial. Lo que no dice el reporte del periódico sampedrano es el abuso al que fue sometido esta persona.
Hoy apareció un panfleto anónimo en un puesto de periódicos del Parque Central de Tegucigalpa denunciando el maltrato al que fue sometido esta persona.
El texto dice:
COMPAÑEROS:
La persona que descubrió al infiltrado en la Asamblea de los maestros realizada en la UPN fue la señora Arcadia Gómez, empleada de Ariel Vargas en la embajada de Venezuela. El infiltrado fue hostigado y golpeado por Edy Guifarro, Gilberto Galo, la Abuela Dionisia y otros miembros del SITRAINFA que nos reservamos el nombre. Durante el hostigamiento le preguntaron el nombre completo, para quién trabajaba, los cómplices y sus familiares.
Le quitaron su cédula, dinero y otros documentos.
Llegó la representante de los Derechos Humanos, la supuesta abogada Marlen Cruz, del CODEH, y Edy le gritó: “¡Estos hijos de puta solo para estorbar sirven!”.
Marlen Cruz dijo: “¡Qué triste es tener que tomar el testimonio a este perro asesino!”. Y le preguntó: “¿Quién te mandó, perro? ¿Micheletti o Pepe?”. Entonces Edy le pegó en la cara al infiltrado, y el infiltrado le dijo que eran varios.
Luego, frente a la abogada Cruz, Edy le ordenó que se quitara los zapatos y el pantalón, y le dio cinco minutos para que se fuera. Pero antes Marlen le dijo: “Quitáte el calzoncillo. ¡Qué apesta este hijo de puta! Déjenlo ir”.
Arcadia Gómez reparte el dinero a Casaña, Barahona, y a Rassel. A ella se lo entrega Vargas.
Las declaraciones de Enrique Ortez Colindres al Canal Cholusat Sur han dado de que hablar a los medios zelayistas, quienes ahora consideran probado más allá de toda duda que lo que sucedió el 28 de junio del 2009 fue un golpe de Estado militar, por la boca de un ex-funcionario del régimen.
¿Pero qué fue exactamente lo que dijo Ortez Colíndres?
Para sorpresa y desmayo de los que defendieron a Micheletti, Ortez Colindres afirma ahora que el verdadero poder en el gobierno de Micheletti eran los militares, y que éste debía responder por sus acciones a los militares. En otras palabras —según interpreto las declaraciones de Ortez— Micheletti tenía un poder limitado por el Ejército. Tanto así que no podía a sentarse a negociar directamente con Hugo Chávez —el dueño del circo, por así decirlo— una salida al conflicto, porque los militares, que son los que ostentaban el poder real, se hubieran opuesto. La situación cambia actualmente, ya que el gobierno de Lobo no le debe obediencia a los militares, porque su legitimidad se basa en las urnas.
¿Pero fue golpe de Estado o no?
Ortez Colindres no se decide a calificar la expulsión de Zelaya como tal, alegando que lo que sucedió en Honduras fue algo “sui generis”. No queda probado, por lo tanto —en la opinión de Ortez Colíndres— que lo sucedido el 28 de junio fuera un golpe de Estado, aun cuando a veces lo llame así en su conversación con Esdras Amado López, un periodista más al servicio de Hugo Chávez.
Para escuchar lo que dijo exactamente, oigan desde el minuto 3 el video incrustado en este post.
Transcripción de Entrevista
Ortez Colíndres dijo: “Cuando yo estuve de asesor de Micheletti, yo estuve de frente contra Chávez. No estoy de acuerdo con Chávez, pero soy un hombre que soy capaz de negociar con cualquier enemigo. Entonces, al enemigo hay que sentarlo en la mesa para llegar a puntos de [inaudible]…»
El periodista zelayista Esdras Amado López pregunta: “¿No habían condiciones con Micheletti para que se sentara con Chávez, y porqué?”.
Ortez Colindres contesta: “No habían condiciones por una razón fundamental: porque el enemigo del Ejército de Honduras es Chávez. Si Micheletti había sido puesto en la jerarquía de mando por el Ejército, yo no creo que Micheletti haya tenido el valor, ni la capacidad individual de irse a sentar con Chávez sin tener la aprobación del mandatario que lo puso en ese momento, que eran las Fuerzas Armadas. Hoy es diferente…”
El periodista interrumpe: «Permítame un ratito… ¿Que Micheletti no podia sentarse con Chávez si no tenía qué…?”
Ortez Colíndres responde: “Si no tenía… Póngale así: si yo soy un político…”
—Permítame doctor, usted me dice que el presidente no se podía sentar con Ez [sic] mientras los militares, que eran los mandatarios, no se lo permitieran.
—Hubiera sido una locura sin más.
—¿O sea que al presidente quienes lo ponen son los militares?
—Los militares son los que hacen que corra la cadena jurídica y lo ponen.
—¡Ah! ¿O sea que éste fue un golpe de Estado militar?
—Mire, este es un caso sui géneris. Unos dicen que fue un golpe de Estado…
—No, no, no. Por lo que usted está revelando esta noche…“
—El Ejército lo puso.
—¿Cómo?
—El Ejército lo puso.
—¿A Roberto Micheletti?.
—Sí. Ajá, ¿y que más?
—No, no hay más… ¿Fue un golpe militar?
—Para qué se lo voy a negar.
—Gracias… porque, porque… es un golpe…
—El Ejército lo puso, y el Ejército fue el garante para la sucesión…
—Ajá, ¿y no es que era una “sucesión presidencial”?
—Es que ellos hicieron la sucesión.
—¿Quiénes? ¿Los chafas?
—Los chafas, claro que sí.
—O sea: ¿Los chafas tuvieron la capacidad de convencer al Congreso, de convencer a la Corte, de convencer al Fiscal… de tumbar a Mel para poner a Micheletti?
—¡No, no, no! Perdone. Los chafas… Si Mel se quiere sentar en las bayonetas…
—Eso ya está suficientemente discutido. Pero usted me acaba de decir que…
—No. Vamos al germen, vamos al germen del golpe. Yo les dije: “Vayan a ver a Mel para rescatarlo. Pero Mel Zelaya es olanchano, y los va a mandar a la “m” si ustedes le van a pedir que pare la cuarta urna. Prepárense que [inaudible]”. Y cuando salieron de ahí expulsó y destituyó hasta en la televisión a Vásquez Velasquez. ¿Entonces… qué sucedió? El Ejército comenzó a pensar: “Ajá, ¿y quién es el que sigue?”
—¿O sea que Vásquez se sintió ofendido por Mel?
—No solamente… ¡Lo echó fuera! ¡Si lo destituyó hasta en la televisión!
—Sí.
—¿Entonces quién era el segundo que iba a destituir Mel? Ya solo faltaban 24 horas para que justamente las elecciones amañadas que tenía Mel se hubieran practicado. Y al llegar Mel al poder, 48 horas después hubiera disuelto al Ejército, hubiera disuelto al Congreso, y se hubiera armado prácticamente un gobierno a base de una Constituyente.
—¿Y entonces por eso…?
—Por eso es que corre la quinta, por eso al irse Mel se pone al que sigue en la Constitución.
—¿Cómo qué al irse Mel? ¡Al sacar a Mel!
—Póngalo así, pues. Póngale lo que quiera.
—¡No, no, no! ¡Lo que ocurrió!
—Póngale que al sacar a Mel no se podía romper el orden juridico…
—¿Y quién decide sacar a Mel? ¿Los chafas?
—Los chafas son los que sacan a Mel.
—¡Oiga lo que está diciendo, doctor!
—Es que yo no me arrepiento.
—No. ¡Oiga lo que está diciendo! ¡Usted le está echando la culpa a Romeo Vásquez Velasquez de este golpe!
—A las Fuerzas Armadas de Honduras
—Ajá, ¿y quién era el Comandante en Jefe?
—Mel.
—¿Ah?
—Mel.
—¡Es paja!
—Era el jefe. Ajá, ¿y entonces qué pasó? ¡No cumplieron las órdenes arbitrarias de romper la Constitución!
—¡Vaya!
—¡Ahh!
—¡Qué interesante! Vamos a hablar de esto. Lo voy a invitar al programa.
Te envío un pliego de instrucciones, su portador es San Cariuther. Así mismo recibirás de él una caja. Contiene un valioso obsequio que el viejo manda para que se le entregue a Doña Anita. Prepárate el discurso. Ya se imaginará la Reina Victoria o superior. Es posible deslumbrarla.
Me hace ver en todo esto el método de dureza siempre recomendado por Pemberton y el judío Lazarus. ¿No crees tú lo mismo? Desean conservar su pedestal inamovible, es mi idea.
Para que nuestros grandes sacrificios y nuestras cuantiosas inversiones no hayan sido hechas en vano; debemos adquirir y apoderarnos tanto de territorios de la nación como de particulares, y todas las riquezas que nos permita nuestra capacidad adquisitiva y nuestro poder de absorción.
Debemos propender al crecimiento de nuestra Empresa y, obtener todas las posibilidades que nos ofrezcan nuestros campos de explotación, en fin, debemos obtener todas las tierras que a nuestros intereses estratégicos se hagan aparecer como deseables, que garantizan nuestro futuro desenvolvimiento y desarrollo agrícola, incrementando nuestro poder económico.
Debemos obtener contratos implacables, de tal naturaleza que nadie pueda sustentar competencia, ni en el futuro lejano; a fin de que cualquiera otra empresa que se estableciera y pudiera desarrollarse, tenga nuestro control y se adapte a nuestros principios establecidos.
Debemos obtener concesiones, privilegios, franquicias, abrogación de impuestos aduaneros, exonerarnos de toda carga publica, de gravámenes y de todos aquellos impuestos y obligaciones que mermen nuestras utilidades y de nuestros asociados.Debemos erigirnos una situación privilegiada, a fin de imponer nuestra filosofía comercial y nuestra defensa económica.
Es indispensable cultivar la imaginación de estos pueblos avasallados, atraerlos a la idea de nuestro engrandecimiento y de una manera general a políticos y mandones que debemos utilizar. La observación y estudio cuidadoso nos permite asegurar que este pueblo, envilecido por el alcohol, es asimilable para lo que se necesita y destina. Es en nuestro interés preocuparnos porque se doblegue a nuestra voluntad esta clase privilegiada que necesitamos a nuestro exclusivo beneficio; generalmente, estos como aquellos, no tienen convicciones, carácter y mucho menos patriotismo; y solo ansían cargos y dignidades que, una vez en ellos, nosotros se los haremos más apetitosos.
Estos hombres no deben actuar por su propia iniciativa, deben actuar en el sentido de los factores determinantes y a nuestro control inmediato.
Debemos separar a nuestros amigos que han estado a nuestro servicio, que consideramos envilecidos por su lealtad, pues tarde o temprano nos traicionarán. Alejarlos sin que se sientan ofendidos, y tratarlos con alguna deferencia para no servirnos más de ellos. Tenemos necesidad, sí, de su país, de sus recursos naturales, de sus costas y puertos que poco a poco debemos adquirir.
De una manera general todas las palabras y pensamientos deben dar vuelta en torno a estas palabras: poderío, bienestar material, campos de trabajo, disciplina y método. Hay que proceder con sutileza, no exponernos a ninguna idea que nos señale, o justifique nuestra pretensión dominadora. Nada de acción bienhechora ni consideraciones, en resumen, ningún aliento generoso: Si nuestros proyectos terminasen mal, tomaríamos una nueva orientación, nos haríamos más modestos, más sencillos, más simpáticos y quizá buenos.
Debemos producir un desgarramiento en la incipiente economía de este país para aumentar sus dificultades y se faciliten nuestros propósitos. Debemos prolongar su vida trágica, tormentosa y revolucionaria. El viento sólo debe soplar a nuestras velas, y sus aguas humedecer no más que nuestras quillas.
Estamos pues en el punto de partida, tú conoces mejor los hombres que yo. A tu llegada te mostraré una lista de las tierras que debemos obtener, si es posible, de inmediato; debemos parar a Goodel en «Bográn State», vamos a forjarnos un plan bien estudiado para su desarrollo.
Nos veremos.
(f) H. V. Rolston.
La Prensa, 1-IV-90, p. 23.
Anális Crítico
La Carta Rolston ha circulado entre sectores de la izquierda hondureña cómo un texto de lectura obligada por su contenido revelador.
En mi opinión la Carta Rolston es claramente un fraude, un bulo, una invención, una fabricación que fue creada como instrumento de propaganda marxista, un bodrio al estilo de Los protocolos de los sabios de Sion.
Este texto, con fecha del año 1920, fue publicado por primera vez por el desaparecido periódico «Vanguardia Revolucionaria», una publicación de agitación comunista, en el verano de 1953, un año antes de la famosa huelga bananera del 54. Se nos dice que el documento fue encontrado en 1953 dentro del archivo personal del abogado Luis Melara.
El supuesto autor de la carta: Hillyer V. Rolston, era en ese tiempo el segundo hombre al mando de la compañía bananera Cuyamel Fruit Company, dirigida por Samuel Zemurray, empresario norteamericano de ascendencia judía.
La «doña Anita» que se menciona en el texto es una referencia a la esposa del presidente Rafael López Gutiérrez (1920-1924).
Otro personaje que menciona el texto es el señor Pemberton, quien fue el creador de la Coca Cola.
El primer indicio de fraude es el lenguaje que se emplea en la carta: un español bien cuidado, de estilo literario, incluso poético, como cuando dice: «El viento sólo debe soplar a nuestras velas, y sus aguas humedecer no más que nuestras quillas«. ¿Cómo se dirá eso en inglés? No hay ningún indicio en el texto de ser una traducción del idioma inglés, o tener giros propios del idioma inglés, el cual es el idioma nativo del supuesto autor.
El segundo indicio es el contenido del mensaje y el propósito del mismo. ¿Cómo es que de la nada aparece un discurso sobre la orientación amoral de la empresa y una denuncia de la falta de patriotismo de los empleados públicos hondureños? Uno esperaría que los temas tratados por hombres de negocios sean eminentemente prácticos, sin muchas divagaciones filosóficas. Incluso si eres un empresario malvado, no necesitas hacer alarde de tu maldad todo el tiempo. Se adivina cuál es la audiencia a la que está destinado el texto, y no es el licenciado Melara, sino el público hondureño en general, y los empleados de las compañías bananeras en particular, que experimentarán indignación moral al leer el panfleto.
Aquí se cuestiona el carácter moral del pueblo hondureño: «La observación y estudio cuidadoso nos permite asegurar que este pueblo, envilecido por el alcohol, es asimilable para lo que se necesita y destina«. Esto se escribe para que el empleado bananero se sienta indignado al ser cuestionado su carácter moral. Se le dice que él es fácilmente manipulado por el capital extranjero, por lo que se le exige que se rebele a las bananeras y al gobierno. Los comunistas luego cosecharán los frutos de esa rebelión.
Se hace una advertencia a los que esperan seguir recibiendo recompensas de las compañías bananeras de que serán traicionados por su lealtad: «Debemos separar a nuestros amigos que han estado a nuestro servicio, que consideramos envilecidos por su lealtad, pues tarde o temprano nos traicionarán. Alejarlos sin que se sientan ofendidos, y tratarlos con alguna deferencia para no servirnos más de ellos«. Esto se escribe para que los empleados y funcionarios que se sienten beneficiados por las compañías bananeras desconfíen de ellas y las traicionen.
«De una manera general todas las palabras y pensamientos deben dar vuelta en torno a estas palabras: poderío, bienestar material, campos de trabajo, disciplina y método«. Los autores del panfleto nos quisieran dar a entender que todas estas cosas son malas. «¡Abajo la disciplina, viva la anarquía!…» Absurdo.
«Hay que proceder con sutileza, no exponernos a ninguna idea que nos señale, o justifique nuestra pretensión dominadora«. Cómo la sutileza de escribir una carta describiendo lo malvados que somos.
«Nada de acción bienhechora ni consideraciones, en resumen, ningún aliento generoso…». Somos malos malosos, y no haríamos algo bueno que no nos beneficiara ni por accidente.
Particularmente delatador es este pasaje: «Debemos producir un desgarramiento en la incipiente economía de este país para aumentar sus dificultades y se faciliten nuestros propósitos. Debemos prolongar su vida trágica, tormentosa y revolucionaria«.
Esta política de «desgarramiento» de un país no es algo que busque un empresario con fines de lucro. Un país con «vida trágica, tormentosa y revolucionaria» no es un país apto para recibir la inversión extranjera. Los empresarios requieren un clima de estabilidad política para asegurar una retorno a su inversión, por eso es que las compañías bananeras apoyaron al gobierno del general Tiburcio Carías Andino, por que les proveía estabilidad cuando lo que sucedía anteriormente eran revueltas políticas que sucedían periódicamente conocidas como «montoneras».
Un país con vida «trágica, tormentosa y revolucionaria» es precisamente lo que buscaría un agitador comunista. Aquí los autores del panfleto se delatan. Acusan a sus enemigos de sus propios objetivos.
En realidad Samuel Zemurray no era el típico malvado capitalista que nos pinta la carta, ya que colaboró con la política del «New Deal» de Franklin Delano Roosevelt, ayudando a redactar los códigos de la Administración de Ajuste en la Agricultura y contribuyó financieramente con causas izquierdistas, como la revista «The Nation», a pesar de que Zemurray había escrito a «The Nation» en 1950 para corregir un artículo anterior en el que se refería a la United Fruit Company como «un obstáculo para el progreso en América Central». *
Existe un grano de verdad en la carta, y es que los directivos de grandes empresas no siempre tienen en cuenta el bienestar público al hacer sus cálculos económicos, o no siempre es su interés principal. Buscan a veces conseguir beneficios, concesiones, privilegios y obstaculizar a sus competidores. Esto no implica, sin embargo, que sean personajes malvados de caricatura, como los que se describen en este texto, o que siempre se salgan con la suya.
A pesar de las críticas, las compañías bananeras contribuyeron al desarrollo de la zona norte del país.
* Ver artículo de Wikipedia en inglés sobre Samuel Zemurray.
Todo el mundo ha oído hablar de la crisis desatada en Honduras a partir del 28 de junio del 2,009, día en que el presidente Zelaya fue expulsado del país. Pero el mundo no supo del origen de la crisis desatada por Zelaya al intentar imponer éste una Asamblea Nacional Constituyente que redactaría una nueva constitución política que le permitiría perpetuarse en el poder. Para justificar el cambio de Constitución había convocado una consulta electoral con vicios de ilegalidad.
El 28 de junio iba a ser el día en que la consulta se realizaría, y la inteligencia militar percibió las intenciones funestas de Zelaya, su plan para disolver el Congreso y la Corte Suprema de Justicia ese mismo día.
La Corte Suprema de Justicia dictó la orden de captura, y los militares ejecutaron parte de esa orden, pero la sorpresa fue en que en vez de remitirlo a la autoridad judicial competente los militares lo llevaron a la fuerza a Costa Rica.
Esto bastó para que la así llamada “comunidad internacional” denunciara con energía que en Honduras se había dado un golpe de Estado, y que los militares habían tomado el poder por la fuerza.
A pesar de que se explicó la base legal de la expulsión de Zelaya, y que se hizo se hizo en base a un estado de necesidad para salvar vidas humanas y proteger el orden constitucional, la opinión internacional se empecinó en calificar lo sucedido como un golpe de Estado.
Pero en un verdadero golpe de Estado se disuelve el Congreso y la Corte Suprema de Justicia, y gobierna una autoridad militar por medio de decretos-leyes, lo que en Honduras no sucedió, sino que un gobierno civil del mismo partido que Zelaya tomó la administración interina del Estado de Honduras, culminando el proceso electoral que había iniciado en el 2,008 bajo la tutela del gobierno de Zelaya.
El orden constitucional no se rompió el 28 de junio de 2009, lo único que hubo fue una sustitución del Poder Ejecutivo, incluso algunos ministros de Zelaya continuaron ejerciendo sus funciones durante el gobierno de Micheletti. El Estado no depende de tal o cual persona para subsistir, cualquier funcionario puede ser sustituido sin que desaparezca la figura del Estado.
La forma en que se substituye a un presidente de la República está establecida en la Constitución, y ese fue el procedimiento que se siguió para investir a Roberto Micheletti como titular del Poder Ejecutivo, ya que como presidente del Congreso estaba en el primer lugar en el orden de sucesión para reemplazar al gobernante defenestrado, al haber renunciado el vice-presidente Elvin Santos.
Cuando la opinión pública internacional supo que en Honduras no había un gobierno militar, sino que continuaba un régimen civil con base en la misma constitución política ya era demasiado tarde. El sentido de orgullo y prestigio de los gobernantes del mundo les impidió reconocer en público que se habían equivocado. También el temor de los presidentes a ser derrocados les impidió reconocer que la sustitución presidencial se había realizado de acuerdo a las leyes de Honduras.
Una campaña mediática internacional contra Honduras, dirigida por Hugo Chávez, difamó por todos los medios a este pequeño país, acusando de salvajes violaciones de los derechos humanos al gobierno de Micheletti. Zelaya viajó por Latinoamérica desprestigiando al país que lo vio nacer.
Y como el régimen interino estaba programado para durar muy poco, siendo su principal misión tutelar unas elecciones que darían origen a un nuevo gobierno, ningún país quiso arriesgar su prestigio reconociendo a un gobierno provisional acusado de ser golpista y violador de los derechos humanos.
Pero las elecciones se realizaron exitosamente el 29 de noviembre, y hubo una transición de mando ordenada, lo que permitió a Honduras obtener el reconocimiento de su nuevo gobierno de parte de muchos países, con excepción de los países aliados de Hugo Chávez.
Estas elecciones han aliviado la tensión social producida por el derrocamiento de Zelaya, pero la amenaza contra Honduras no ha terminado aún.
El gobierno de Porfirio Lobo
Los enemigos de Honduras —internos y externos— siguen maquinando para ver como se apoderan de este pequeño país, y el gobierno de Porfirio Lobo Sosa busca apaciguar a estos enemigos concediéndoles sus peticiones y ofreciéndoles cargos en el gobierno.
El presidente Lobo se burla de los que apoyaron a Micheletti, diciendo: “esos ‘blanquitos’ ni siquiera votaron por mí”. (Lobo llama despectivamente ‘blanquitos’ a los que apoyaron a Micheletti, por las marchas en que éstos vestían de blanco en plena crisis política). El presidente Lobo se burla de los que defienden la Constitución actual, acusándolos de ser “extremistas de derecha”, ofendiendo así la dignidad nacional, esa dignidad que había levantado muy en alto el gobierno de Micheletti, oponiéndose enérgicamente al descarado intervencionismo extranjero en los asuntos internos de Honduras.
El presidente Porfirio Lobo quiso dar la apariencia de neutralidad en su campaña política, sin inclinarse a favor de ninguno de los bandos en pugna representados por Zelaya y Micheletti, pero un poco antes de realizarse las elecciones se le notó cierta simpatía por Zelaya.
Ni bien había terminado Lobo de jurar “cumplir y hacer cumplir la Constitución y sus leyes” en su toma de posesión, cuando violó su promesa al proveer de un salvoconducto a Zelaya, protegiendo así a un fugitivo de la justicia. Lobo se refería entonces a Manuel Zelaya como “el presidente Zelaya”, diciendo que “no es posible que un presidente permanezca encerrado en una embajada”. Zelaya había permanecido refugiado en lo que fue la embajada de Brasil, y lo correcto es que si quería salir libre debía haber pedido formalmente asilo político al país de su preferencia. Al referirse repetidas veces a Zelaya como ‘presidente’, y más tarde en España al decir que lo ocurrido en Honduras fue un ‘golpe’ Lobo ha puesto en duda su propia legitimidad como presidente.
Ahora Manuel Zelaya está en Santo Domingo, conspirando como siempre contra los intereses de Honduras, y contra los intereses del mismo Lobo que lo dejó salir sin pedir nada a cambio. A todo esto Zelaya no le ha mostrado ni un gramo de gratitud pública a Lobo por haberlo liberado.
Además de obtener una amnistía para delitos políticos a favor de Zelaya y sus secuaces, utilizando para ello la mayoría mecánica de diputados del partido en el poder en el Congreso, el presidente Lobo ha puesto presión en la Corte Suprema de Justicia para que restituya a unos jueces zelayistas despedidos por hacer proselitismo político, y hasta ha hablado en varias ocasiones de su disposición favorable para para realizar una consulta popular que permita convocar a una Asamblea Nacional Constituyente, acción que fue el motivo para la destitución de Zelaya.
El señor Lobo ha puesto a un zelayista conflictivo —a César Ham— a dirigir el Instituto Nacional Agrario (INA) que no ha hecho sino agravar un problema de una invasión de tierras cultivadas que pertenecen al empresario Miguel Facussé. Al promover la inseguridad jurídica en el campo el gobierno de Lobo desalienta la inversión que el país necesita urgentemente.
El presidente Lobo ha llegado hasta el extremo de ofrecerse a traer personalmente a Zelaya al país, custodiándolo para que no sea capturado por la justicia.
El más reciente desacierto de Lobo ha sido denunciar una conspiración para derrocarlo, sin ofrecer prueba alguna de tal denuncia, pero al poco tiempo decidió tomarse unas vacaciones en Sudáfrica para ver el Mundial de fútbol, demostrando que él mismo no se toma muy en serio su denuncia de la amenaza de un nuevo golpe de Estado. El hecho de que estas declaraciones perjudiquen el clima de inversión del país no parece preocuparle en absoluto al irresponsable Lobo.
Y para colmo de su irresponsabilidad, cuando Porfirio Lobo dejó abandonada la administración pública no se sabía a ciencia cierta quién era el designado presidencial encargado de sustituirlo temporalmente.
El presidente Lobo apareció haciendo la denuncia de una amenaza de golpe de Estado en forma sorpresiva cuando algunos periodistas le preguntaron por las presiones que éste habría ejercido para remover al presidente de la Corte Suprema de Justicia de su puesto. A todas luces esto parece ser una maniobra distractiva de parte de Lobo.
Con sus acciones y palabras el presidente Lobo da muestras de parecerse cada vez más al depuesto Zelaya. Muchos de los que apoyaron a Micheletti también votaron por Lobo, solo para ser decepcionados por su conducta indigna una vez ocupado el cargo de presidente, ya que a pesar de que Porfirio Lobo ha hecho todo lo posible para apaciguar a sus enemigos zelayistas, éstos continúan denigrándolo. Porfirio Lobo vende barato al país, lo da todo a cambio de nada.
Si los que votaron por Lobo buscaban alejarse de la influencia de Zelaya —dado que aún Zelaya se considera miembro del Partido Liberal, mientras que Lobo ha pertenecido al derechista Partido Nacional— se encuentran ahora decepcionados por las actitudes de Lobo.
Persiste entonces un clima de incertidumbre en el país. El gobierno de Lobo no tiene una dirección clara y al parecer el fantasma de Zelaya todavía nos persigue.