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Pepe Lobo – Presidente Electo

Pepe Lobo celebra su triunfo electoral.
Foto: El Heraldo

Las elecciones de ayer resultaron un éxito. Con la abundante participación que hubo los hondureños reafirman su deseo de vivir en democracia y de rechazar las injerencias extranjeras.

El boicot anunciado de los grupos anti-democráticos que respaldan a Manuel Zelaya fracasó. No hubo mayores disturbios ni actos terroristas. El pueblo acudió con confianza a las urnas.

Lo importante es que ha ganado Honduras.

Perdió Manuel Zelaya, Hugo Chávez e Insulza.

Al parecer, la arrolladora victoria del Partido Nacional, y su candidato presidencial Porfirio “Pepe” se explica por el voto de castigo del pueblo contra el Partido Liberal, por ser el gobierno liberal de Manuel Zelaya el causante de la crisis política que nos ha tenido sumergido los últimos meses del año.

Incluso en el bastión del liberalismo, el departamento de El Paraíso, en el que los nacionalistas han perdido siempre desde que el país retornó a la democracia, esta vez ganó la alcadía de Danlí un candidato nacionalista.

Funcionó la estrategia de Pepe Lobo, que muchos analistas daban por equivocada, de no tomar partido en la crisis política y de apostarle al diálogo.

La UD despedazada

César Ham, el candidato presidencial de la UD, arenga a sus correligionarios en marzo del 2,009. Al fondo se observa todavía la foto de Doris Gutiérrez, que luego se retiró del partido luego del escándalo de las dispensas.

Foto: El Heraldo

Por: Marvin Ponce Sorto *

La UD recoge hoy en pedazos lo que ellos mismos fraguaron: su autodestrucción; su oportunismo, su inconsecuencia en la vivencia de los principios que le dieron vida, su corrupción interna y su distanciamiento de la población que le dio vida le dan el golpe de gracia al que fuera una vez la más reciente esperanza de jalonar cambios en la nación hondureña.

La Unificación Democrática fue fundada en 1991, su declaración ideológica es de izquierda de amplio espectro. Nació de la fusión de los partidos izquierdistas clandestinos: Partido para la Transformación de Honduras, Partido Revolucionario Hondureño, Partido Morazanista de Liberación Nacional, Partido Renovación Democrática, antiguo Partido Comunista de Honduras.

Nace bajo decreto No. 189-93, el lema del partido es “UD marca la diferencia”, y sus pilares son ética, democracia, criticismo, propuesta y lucha. Se suponía se caracterizaba por los colores rojo y amarillo que simbolizan la sangre de los mártires y el nuevo amanecer, respectivamente.

Todos esos ideales, uno a uno fueron pisoteados por sus dirigentes quienes repitieron en pequeño lo que los partidos tradicionales hacen en grande, crearon camarillas antidemocráticas, se adueñaron del partido cual hacienda privada, apostaron por la mentira, la deslealtad y así cavaron su propia tumba.

Uno de sus recientes pero grabe [sic] error es que se prendieron de las faldas de Zelaya y Patricia Rodas y perdieron toda su autonomía e identidad, eso resultaba vergonzoso e insultante para todos los que un día creímos que por la UD vendrían los cambios al país; después de manera oportunista se clavaron en la “Resistencia” para luego quitarse la careta y demostrar que sólo andaban detrás de los votos de los incautos al negarse a retirarse del proceso electoral.

Por decenas y en desbandada sus reservas éticas fueron saliendo de ese barco ignominioso, lo hizo primero el digno Matías Fúnez, le siguió la aguerrida Doris Gutiérrez y creo que también el siempre honroso Juan Almendares Bonilla y hoy se anuncia por los cuatro puntos cardinales la renuncia de decenas de sus líderes en los cargos de elección popular.

Desde el candidato a alcalde de San Pedro Sula hasta decenas de candidatos a diputados y regidores en todo lo ancho del territorio han tirado la renuncia en las extremidades de Hans [Ham] en solemne actitud, de como diría Leonardo Boff iracundia sagrada o indignación ética, por la improcedencia moral de ese instituto político.

Lástima que la UD nunca dio el salto para convertirse en una sociedad popular, nunca trabajó sus bases en la ética y la concienciación, no dejó de ser más que una pobre sucursal de empleos, nunca tuvo voluntad de renovarse, de ejercer democracia interna y así desdibujó su bello ideario en el que tantos soñadores creímos.

La UD se transformó de un partido popular en una cúpula de notables, de corte electorero, con una característica de corte patronal en donde lo que importan son sus cabezas y sus privilegios como la deshonrosa venta de las dispensas vehiculares, sectarios, con anomia doctrinal, pinché [sic] agencia de empleos que en nada se diferenció al final de los dos partidos mayoritarios.

Ahora que han quedado en envidencia que se alisten para recibir el repudio de los que en algún momento les vieron con simpatía; ellos serán los grandes perdedores de este proceso pues los tradicionales tienen su voto duro que les respalde, pero el pueblo no es tonto y no perdonará, la UD que se aliste para recoger el 30 de noviembre el cadáver político que ellos, su dirigencia asesinaron.

*Asesor de la Pastoral Juvenil en Honduras
Tomado de “La Tribuna”, del sábado 28 de noviembre del 2,009.

Los argumentos de Carlos H. Reyes

Carlos H. Reyes
Foto: El Heraldo

El líder sindical Carlos H. Reyes era el primer candidato independiente a la presidencia de la República, sin embargo no supo aprovechar esa oportunidad que se le dió. Carlos H. Reyes ha renunciado. Su candidatura, que ponía en precario su «independencia» al apoyar a Zelaya, estaba destinada al fracaso desde el principio.

Manuel Zelaya no lo dijo abiertamente, pero era fácil adivinar sus intenciones continuistas con el proyecto de la «cuarta urna», que buscaba instalar una Asamblea Nacional Constituyente con el propósito de cambiar la forma de gobierno del país. Carlos H. Reyes apoyó el ilegal proyecto de la cuarta urna, que de haber tenido éxito hubiera permitido la reelección de indefinida de Zelaya por medios fraudulentos. No tendría sentido proponer una candidatura a la presidencia en tales condiciones.

Ahora que Zelaya fue destituido por el Congreso, Carlos H. Reyes dice que no participará en las elecciones, alegando que por el golpe de Estado éstas no son válidas, y que es necesario retornar al orden constitucional restituyendo a Zelaya a la presidencia.

Ayer, en declaraciones a HRN, Carlos H. Reyes declaró que apoyar las elecciones es apoyar el golpe de Estado, y que nadie de la «resistencia» contra este golpe de Estado va a votar o a apoyar las elecciones, por que apoyar las elecciones es apoyar el golpe de Estado.

Sin embargo, ayer mismo, el Partido Unificación Democrática, partido de izquierda que ha venido apoyando a Zelaya, anunció que participará en las elecciones.

Los argumentos de Carlos H. Reyes no convencen.

Se ha repetido hasta la saciedad que el proceso electoral es independiente de la figura del presidente de la República, y que es administrado en forma autónoma por el Tribunal Supremo Electoral. Que Zelaya habría sido automáticamente inhabilitado en su cargo antes de ser llevado a Costa Rica el 28 de junio pasado, en virtud del artículo 239 de la Constitución, que establece que cualquier funcionario público cesa inmediatamente en su cargo con el solo hecho de proponer la reelección presidencial. Y que en virtud del artículo 242, Roberto Micheletti debía sustituirlo, por ser el presidente del Congreso en ese entonces.

Que Zelaya perdió su cargo por haber propuesto la reelección queda claramente establecido por lo que dijo en este video que sigue en Youtube, en el que menciona la posibilidad de que Rafael Leonardo Callejas pueda volver a aspirar a la presidencia, tratando de apartar la atención sobre sus intenciones continuistas:

No hubo pues, golpe de Estado, siendo la sustitución de Zelaya legal. Además, en un clásico golpe de Estado, como el que se dio en contra del presidente Ramón Villeda Morales en 1963, se disuelven todos los poderes del Estado, y una Junta de Gobierno o Jefe de Estado gobierna por medio de decretos-leyes.

La sustitución del presidente Zelaya en Honduras no tiene precedentes, por eso es incorrecto etiquetarlo de «golpe de Estado». A diferencia de lo que sucedió en los clásicos golpes de Estado, en Honduras funcionan con legitimidad que está fuera de toda duda el Congreso, la Corte Suprema de Justicia y el Tribunal Supremo Electoral.

Pero aun suponiendo que se hubiera dado un rompimiento constitucional el 28 de junio, la postura de Carlos H. Reyes resulta siempre contradictoria. Dice Carlos H. Reyes que no participará en las elecciones por que son ilegales, por darse dentro de un contexto de golpe de Estado, pero no tuvo problema alguno en respaldar las ilegales elecciones disfrazadas de encuestas de la cuarta urna. Dice que es necesario el retorno al orden constitucional, cuando ese orden constitucional es contrario a la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente que él promueve. No se entiende para qué insiste en el retorno al orden constitucional, si su objetivo es destruirlo en el plazo más corto posible… a menos… a menos que esa insistencia no se base en el respeto a la ley, sino más bien en el oportunismo político.

Carlos H. Reyes insiste que después de un golpe de Estado siempre es necesario crear una nueva Constitución, pero no explica por qué. La constitución de 1957 podría haber sido restaurada después del golpe de Estado de 1963, al menos en teoría. Ello no ocurrió así por que esa constitución era incompatible con el régimen militar que le puso término. Aun suponiendo que se hubiera dado un golpe de Estado, una Constituyente no es un evento inevitable ni necesario.

Carlos H. Reyes perdió su estatus de «independiente» por depender en su candidatura de la suerte de Manuel Zelaya y del chavismo hondureño. Carlos H. Reyes puede ser bueno en su trabajo como agitador, pero como político «no le entiende al trámite». No es extraño que él se oponga a las elecciones, por que la inestabilidad política de un régimen —ahora sí— de facto, le proporcionaría un ambiente propicio para realizar su trabajo de aprovechar el desorden.

El grupo de «resistencia» del que forma parte Carlos H. Reyes no es tal. Resistencia sería un grupo de ciudadanos que combatieran contra una invasión extranjera, como sucedió en la Francia invadida por los fascistas. Pero estos grupos subversivos lo que buscan es imponer el molde castro-chavista en Honduras, por la vía de la violencia y el terrorismo si es necesario, por lo que se constituyen en malos hondureños. La verdadera Resistencia somos nosotros, los que estamos del lado de la libertad y la alternabilidad en el poder, y que aguantamos las embestidas de estos grupos subversivos.

Pepe Lobo y la Stone Container

Porfirio Lobo Sosa
Foto: La Tribuna

El 21 de septiembre de 1991, el entonces presidente Rafael Leonardo Callejas firmó un documento a favor de la empresa norteamericana Stone Container Corporation, dedicada a la fabricación de papel. A la empresa se le concedía el derecho de explotar más de un millón de hectáreas de bosques en La Mosquitia, Yoro, Olancho, y otros sitios del país.

Callejas incluso comprometía al Estado hondureño a construirle carreteras a la empresa, para facilitarle la explotación. Este proyecto fue apoyado por el entonces gerente de la Corporación Hondureña de Desarrollo Forestal (COHDEFOR), el señor Porfirio Lobo Sosa, también conocido como Pepe Lobo.

Don Pepe Lobo dijo en el evento en que se firmó el compromiso:

Esa compañía norteamericana no terminará con los pocos bosques que quedan en el país, porque las áreas descombradas serán inmediatamente reforestadas con árboles de rápido crecimiento, como el eucalipto.

Pepe Lobo también expresó en otra ocasión que:

…devastar o ralear las reservas forestales de Honduras es de urgencia, porque de lo contrario se producirán pérdidas multimillonarias.

Los argumentos de Pepe Lobo no convencieron a los expertos, y la reacción popular en contra abortó la ejecución del proyecto.

Fuente:
Libro: Evolución Histórica de Honduras
Autor: Logino Becerra (2005)

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