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Golpistas de ayer, hoy son defensores de la Constitución

Roberto Suazo Córdova, presidente de Honduras en el período 1982-1986 tenía afanes continuistas, por lo que trató de justificar la prórroga de las elecciones presidenciales entorpeciendo el proceso de cedulación. Y montó una campaña para promover el continuismo por medio de sus allegados.

Lo siguiente lo tomé del libro de Longino Becerra: «Evolución Histórica de Honduras»:

El 29 de agosto, su ministro de Comunicaciones, Obras Públicas y Transporte, Carlos Handal, dijo: «personalmente estoy de acuerdo con el continuismo porque esa es la voluntad de la gente humilde y trabajadora». Después, el 31 de agosto, el diputado liberal Rafael Pineda Ponce declaró: «no se descarta el continuismo de Suazo Córdova porque en política caben todas las posibilidades, pero el asunto debe determinarse en el seno del Partido Liberal». No obstante que el mandatario declaró que entregaría «el poder de manera solemne el 26 de enero de 1986 al ciudadano que saliera electo en 1985», el mismo día de su afirmación el Director de Servicio Civil y Presidente del Consejo Liberal de Francisco Morazán, Max Gil Santos, reiteró: «yo creo que si se hace una encuesta popular dentro del liberalismo, hay consenso en el sentido de que el presidente Suazo Córdova debe gobernar por unos años más».

[…]

El 25 de octubre de 1984 el diputado liberal Roberto Micheletti hizo la siguiente declaración, hablando con periodistas: «un número no específico de parlamentarios, no solo del partido liberal, están de acuerdo en ampliar el período de gobierno del doctor Roberto Suazo Córdova». Al preguntársele su opinión respecto a los mandatos constitucionales que prohiben este tipo de maniobras, respondió: «yo considero que la Constitución es la Carta Magna de la República, es decir, lo máximo de la ley en este país, pero si en ella se puede ver una posición favorable, nosotros la consideraremos, porque es una apertura«.

[….]

[El 24 de agosto, el diputado Roberto Echenique de Salgado, aliado de ROSUCO] pidió la palabra para introducir una iniciativa de ley. Al otorgársele, comenzó a leer un documento en el que pedía la conversión del Congreso Ordinario en Asamblea Nacional Constituyente a fin de hacer reformas constitucionales específicas, es decir, referentes al mandanto de gobierno. [Entre los que respaldaba la moción aparecía el nombre del diputado liberal Roberto Micheletti.]

Desde que Echenique Salgado inició la lectura de la temeraria moción, los nacionalistas seguidores de Rafael Leonardo Callejas y los liberales partidarios de José Simón Azcona Hoyo y Efraín Bú Girón, que se hallaban en las graderías de la Cámara Legislativa, comenzaron un violento vocerío con frases de «¡estás loco!», «¡maldito!», «¡traidor a la Patria!», «¡hijo de puta!», etc. Luego, varios congresistas de distintas tendencias le pidieron al Presidente de la Cámara, Bú Girón, que le quitara la palabra a Echenique. Uno de los más ardorosos a este respecto fue Carlos Montoya, quien dijo: «El compañero Echenique Salgado va a cometer un delito; no se le puede dar la palabra para ese delito. Que continúe normalmente la sesión o que se suspenda, señor presidente, porque el compañero Echenique cae ipso facto en el delito de «traición a la patria» y yo no puedo ser cómplice de eso». Por su parte, el diputado liberal Carlos Flores Facussé, muy vinculado a El Brujo de la Paz en todos sus actos, pidió que se suspendiera la sesión para continuarla el día 25 y que los partidarios de este criterio lo siguieran porque él abandonaba la sala de inmediato. Sin embargo, nadie lo siguió por estimarse poco sincera su actitud en vista de sus fuertes vínculos con Suazo.

Como Echenique proseguía la lectura de su planteamiento en medio de este barullo, el diputado nacionalista Nicolás Cruz Torres se abalanzó sobre él y, dándole un fuerte puñetazo, le arrebató las hojas de su malhadada iniciativa.

[El intento de golpe de Suazo no prosperó, porque el Jefe de las Fuerzas Armadas, Walter López Reyes, se opuso.] Estos informes desinflaron a los golpistas, pues ellos contaban con el posible apoyo del ejército en la ruptura del orden jurídico, según lo habían hecho en años anteriores.

Mi comentario

Roberto Micheletti, y Rafael Pineda Ponce, que hoy aparecen como guardianes de la Constitución, estaban en ese momento dispuestos a violarla sin escrúpulos. Pineda Ponce se justificaba diciendo que «todas las posibilidades caben en política». Al parecer Pineda Ponce era (o es) seguidor de Maquiavelo.

Por su parte, el señor Carlos Montoya, que en el tiempo presente apoyó a Manuel Zelaya en su intento de derogar la actual Constitución, en ese tiempo identificó correctamente que el intento de destruirla se tipificaba como un delito de «traición a la patria». El señor Montoya, en su época de estudiante universitario estuvo involucrado con los cuadros de la Democracia Cristiana, el Partido Comunista y el Partido Liberal. Por esta razón, Oswaldo López Arellano, que fue cabeza de gobierno militar en dos ocasiones, acusaba a Montoya de ser «un cagadal ideológico».

Estos señores pertenecen claramente a una oligarquía política indeseable, porque ya es hora que hubieran dado oportunidad a otras personas más capacitadas y patrióticas.

Alabo el ardor de Micheletti y Pineda Ponce en defender la Constitución, y en rechazar el injerencismo de Hugo Chávez en Honduras, pero esto no significa que lo hagan por las razones correctas, ni que sean unos próceres de la Patria.

Es de notar que el autor del libro citado, aun siendo marxista, condena como golpistas a los que intentaron cambiar la Constitución para permitir el continuismo. Este libro fue actualizado este año, antes de los sucesos del 28 de junio.

Crítica del informe de la CIDH sobre Honduras

En su informe preliminar sobre la situación de los derechos humanos en Honduras, la CIDH aseguró que al menos cuatro personas pudieron haber sido asesinadas por agentes del Estado, que la mayoría de las manifestaciones a favor del depuesto gobierno fueron pacíficas, y que la policía y el ejército utilizó fuerza excesiva contra los manifestantes. Aseguran que los militares tienen una injerencia indebida en diversos ámbitos de la sociedad, que los toques de queda decretados fueron arbitrarios, que hubieron detenciones ilegales, que no hay suficiente libertad de expresión, etc.

Se insistió que lo sucedido el 28 de junio fue un golpe de Estado, y que por lo tanto el actual gobierno de Honduras es un gobierno de facto.

Se espera que el informe completo tarde algunas semanas en presentarse.

En la parte de las preguntas y respuestas después de la presentación del informe se dejó claro que la misión de la Comisión es examinar las violaciones a los derechos humanos por parte del Estado. Es por esta razón que no se le prestó atención a las denuncias de violaciones de los derechos humanos por parte de los manifestantes zelayistas. Sin embargo, se insistió que la mayoría de las manifestaciones fueron pacíficas, y que si hubo daños a la propiedad y actos de vandalismo estos fueron realizados por «particulares».

Dijeron condenar la violencia causada por los manifestantes, pero que esta no justifica la violación de los derechos humanos de estos.

A la pregunta sobre la violación del derecho a la educación por parte de los maestros que apoyan el retorno de Zelaya al poder, Luz Patricia Mejía, presidenta de la Comisión, opinó que este problema se da por «el cierre de los espacios de debate democrático».

La Comisión estaba prejuiciada

Se percibe que el verdadero objetivo de la Comisión es el de perjudicar la imagen del Estado de Honduras acusándolo injustamente de violaciones a los derechos humanos. Esto se puede apreciar por las preguntas que anteriormente le habían hecho a la policía, al ejército y al Congreso. Los partidarios de Zelaya se encargaron de desinformar a la Comisión con burdas mentiras que fueron desvirtuadas por las instituciones del Estado.

A pesar de este prejuicio evidente, algunas de las mentiras más torpes tuvieron que ser descartadas, estableciendo el número de víctimas mortales posiblemente a cargo de agentes del Estado a solo cuatro personas, en contraste con las decenas o centenares de muertos y desaparecidos denunciados por los partidarios de Zelaya en el extranjero.

La opinión de la Comisión sobre los hechos estaba condicionada al supuesto de que lo sucedido en Honduras el 28 de junio fue un golpe de Estado, y que por lo tanto las acciones del nuevo gobierno carecen del fundamento de la legitimidad. No es de extrañar entonces que consideren que el toque de queda decretado por el nuevo gobierno se haya aplicado en forma arbitraria.

No es de extrañar que piensen que, debido al golpe de Estado, cualquier acción represiva de los agentes del Estado debe verse como algo ilegítimo y violatorio de los derechos humanos; que cualquier uso de fuerza por parte de agentes del Estado tiene que ser necesariamente excesivo.

Tampoco se molestan en explicar que entienden por «uso excesivo de la fuerza». La policía asegura que el manejo de manifestaciones se hace de acuerdo a procedimientos establecidos en manuales de las Naciones Unidas.

El sesgo en contra de Honduras es inevitable

Debido a que se considera que hubo un golpe de Estado, la Comisión se parcializó a favor de una visión negativa de la actuación del Estado en materia de derechos humanos. Por eso se inclina a pensar que las cuatro muertes que reporta de las manifestaciones son probablemente responsabilidad de agentes del Estado. Obsérvese que a esta afirmación se puede responder que «probablemente no lo sean». Es conocida la táctica de ciertos grupos de izquierda radicales de crear mártires asesinando a sus seguidores para favorecer a su causa, y luego responsabilizar a la parte contraria.

Oficialmente solo se reportan tres muertos en las manifestaciones, cuyos casos están siendo investigados. La Comisión no puede alegar que existe una política del Estado de ocultar información o de asesinar a partidarios de Zelaya.

No hay un contexto adecuado en la crítica

La Comisión permaneció cinco días en el país recibiendo denuncias, sin tener el tiempo para investigar las denuncias en forma exhaustiva. La Comisión desconoce como se manejó la situación de los derechos humanos antes del 28 de junio, por lo que es incapaz de hacer comparaciones entre la represión del Estado antes y después de esta fecha. Por lo tanto, cualquier problema en materia de derechos humanos es magnificado y se presenta como resultado del supuesto golpe de Estado.

La Comisión debe de saber que también en el gobierno de Zelaya se reprimía a los manifestantes cuando se consideraba oportuno, y que la colaboración de los militares con la policía para mantener el orden público no es algo nuevo.

La Comisión debería de establecer comparaciones de la situación de los derechos humanos en Honduras con la de otros países. Difícilmente se puede afirmar que la represión de manifestantes es un problema exclusivo de Honduras.

¿Manifestaciones pacíficas?

La Comisión asegura que solo cuando se quemó el bus y el restaurante de comida rápida se incurrió en violencia en una manifestación pro-Zelaya. Lo cual demuestra lo desinformada y parcializada que está la Comisión. Desde el momento en que se impide completamente el acceso a una vía pública y se amenaza con utilizar la violencia a los que deseen circular por ella se puede afirmar que una manifestación no es pacífica.

Los manifestantes pro-Zelaya han dañado la propiedad muchas veces en sus manifestaciones. Ellos consideran que tienen el derecho de manchar las paredes con us ofensivas consignas, y se ensañan especialmente contra los restaurantes de comida rápida, a los que les quiebran los vidrios con piedras y patadas, llegándose al extremo de incendiar uno (el restaurante de Popeye’s de Miraflores en Tegucigalpa).

Muchos periodistas han sido víctimas de la agresión de las turbas pro-Zelaya. Han sido golpeados y amenazados, y el equipo con que operan se les ha destruido.

No pueden ser pacíficos los manifestantes que cargan piedras, palos y cocteles molotov con la intención premeditada de hacer daño. Se nota que hay un esfuerzo sistemático organizado para producir temor en la sociedad por medio de acciones violentas. Pero la Comisión insiste en que los actos de vandalismo son hechos aislados realizados por «particulares».

Libertad de Expresión

Hay violaciones de la libertad de expresión mucho más graves en algunos países que nos condenan por haber realizado un «golpe de Estado», como Venezuela y Ecuador. Mientras que en Honduras se cerraron temporalmente algunos medios de comunicación desde el 28 de junio, en Venezuela se están cerrando en forma permanente muchos medios de comunicación de la oposición.

El bloqueo de los medios de comunicación en la mañana del 28 de junio, y los cortes de energía eléctrica ese día, sirvieron para evitar un clima de mayor crispación y violencia durante esos momentos críticos. Se actuo con responsabilidad para evitar daños mayores a la vida y la propiedad de las personas.

Hay que recordar que durante la mañana del 28 de junio había un vacío de poder, ya que Zelaya fue sacado del país por los militares, pero Micheletti asumió como presidente después del mediodía. Los que tomaron desiciones del Estado en materia de seguridad en esos delicados momentos fueron los juzgados y oficiales militares.

No es cierto que en Honduras no se respete la libertad de expresión. Actualmente no existe ningún medio de comunicación cerrado por asuntos políticos, aunque hay unos pocos medios que por sus llamados a desconocer al actual gobierno pueden considerarse culpables del delito de sedición.

Debe reconocerse que en comparación con otros cambios bruscos de presidentes que pueden calificarse fácilmente de golpes de Estado, la sucesión presidencial en Honduras se dio sin derramamiento de sangre y conservando intacto el funcionamiento de las instituciones del aparato estatal; que el definir oficialmente si se dio un golpe de Estado o no, le corresponde al Poder Judicial, el cual ya se ha pronunciado a favor de la tesis de que la sucesión presidencial es legítima.

Opino que la presentación de un informe preliminar por parte de la comisión fue una acción irresponsable. Se perjudica la imagen del Estado de Honduras sin que este pueda responder en forma apropiada, ya que las acusaciones se hacen en forma genérica y sin presentar pruebas. Para cuando se presente el informe oficial, el daño a la imagen del Estado de Honduras será difícil de reparar.

Hay que enfatizar que el informe de la Comisión es sesgado, necesariamente incompleto y parcializado, y que carece de valor jurídico para condenar al Estado de Honduras.

Los zelayistas son los verdaderos golpistas

Llegó a mis manos un pasquín de los partidarios del derrocado presidente Manuel Zelaya. El pasquín cuyo nombre es «Resistencia» y cuya autoría es de el auto-denominado «Frente Nacional contra el Golpe de Estado».

Transcribiré el editorial y luego haré una breve crítica de él, punto por punto:

El pensamiento revolucionario de Francisco Morazán es revivido en la resistencia popular que rechaza negociar con asesinos golpistas que han ofendido la vocación democrática del pueblo.

Cuando llegue el fin de este regimen inhumano representado por Micheletti, los tribunales internacionales enjuiciarán a estos enemigos de la patria que provocaron la muerte de inocentes. Pero será la historia y los pueblos latinoamericanos los jueces más implacables de los enemigos de la libertad como los Facussé, Canahuati, Ferrari, Chukri, Kattan, Kafati, Maduro y toda la oligarquía hondureña.

Los falsos pastores como el Cardenal Rodríguez y Oswaldo Canales también pagarán por la infamia de amapararse en un Dios de paz para justificar la sangre derramada en las calles.

No se transarán los principios y ni se perdonarán la represión y el asesinato. Esta lucha no se detendrá hasta que se haga justicia, se consiga el retorno del presidente de la República Manuel Zelaya y se instaure una democracia participativa a través de la instalación de una Asamblea Nacional Constituyente.

El pensamiento revolucionario de Francisco Morazán es revivido en la resistencia popular que rechaza negociar con asesinos golpistas que han ofendido la vocación democrática del pueblo.

Es cierto que Morazán era un revolucionario, sin embargo, el movimiento chavista que este grupo de subversivos que se hacen llamar resistencia, no tiene nada que ver con los ideales libertarios del prócer. Todo lo contrario: apoyar el chavismo es entregar la patria a intereses extranjeros.

Cuando llegue el fin de este regimen inhumano representado por Micheletti, los tribunales internacionales enjuiciarán a estos enemigos de la patria que provocaron la muerte de inocentes.

Se miente en forma repetitiva, buscando convertir una mentira en verdad, acusando al gobierno de matar personas con fines políticos. Nos quieren dar a entender que este es un gobierno que asesina sistemáticamente a las personas que apoyan a Zelaya, lo cual es falso.

Pero será la historia y los pueblos latinoamericanos los jueces más implacables de los enemigos de la libertad como los Facussé, Canahuati, Ferrari, Chukri, Kattan, Kafati, Maduro y toda la oligarquía hondureña.

Los enemigos de la libertad son los chavistas-zelayistas, que nos quieren imponer un regimen que la mayoría de los hondureños no queremos. Se busca incitar al odio a empresarios distinguidos, haciéndolos culpables de todos los males, lo cual falta a la verdad.

Examinemos a algunos personajes que tienen estos apellidos:

Adolfo Facussé, por ejemplo, en un principio estuvo de acuerdo con el proyecto de Petrocaribe, que proporcionaba combustibles de Venezuela en condiciones ventajosas para Honduras, pero que después estuvo en desacuerdo con la ALBA por los compromisos políticos y militares de estas. El tener un criterio patriótico como el de Facussé no es ser enemigo del país. Todo lo contrario, los que quieren entregar el país a Venezuela «son unos vende-patria, o unos ignorantes». (Como lo diría el mismo Chávez cuando vino a insultarnos en nuestra propia tierra).

Por su parte, el ex-presidente Carlos Flores Facussé ha tomado una posición calculadora, diciendo que no estuvo de acuerdo con lo que el considera que fue un «golpe de Estado», aunque no apoyó el proyecto de entregar Honduras a Venezuela.

El señor Eduardo Canahuati, propietario de los diarios El Heraldo y La Prensa, ha sido un dolor de cabeza para los partidarios de Mel Zelaya y Hugo Chávez, por la constante crítica que amontonó sobre el gobierno de Zelaya desde que éste inició. Sin embargo, decir la verdad no es un crimen. Y los zelayistas quisieran silenciar este medio, solo por que no hace propaganda a favor del delincuente Zelaya.

Al parecer, para estos individuos, el solo hecho de tener una opinión diferente a la de ellos convierte a los demás en «golpistas inhumanos y enemigos de la patria». Nunca pudieron superar la costumbre de recurrir al insulto en vez de presentar argumentos.

Es curioso, que entre la lista de enemigos a la patria no mencionen al poderoso empresario judío Jaime Rosenthal, a pesar de sus dudosas prácticas empresariales. Tal vez esto se deba a que que un hijo de este señor fue parte del gabinete de Zelaya, y en los medios que éste posee se nota una línea editorial a favor del depuesto presidente. Esto indica la opinión de que «los empresarios siempre son malos si están en contra de nosotros (los chavistas)».

Los falsos pastores como el Cardenal Rodríguez y Oswaldo Canales también pagarán por la infamia de amapararse en un Dios de paz para justificar la sangre derramada en las calles.

Les duele que las personas de fe no se unan a su campaña de odio, y los acusan falsamente de apoyar asesinatos, lo cual es una burda mentira para desprestigiarlos.

No se transarán los principios y ni se perdonarán la represión y el asesinato. Esta lucha no se detendrá hasta que se haga justicia, se consiga el retorno del presidente de la República Manuel Zelaya y se instaure una democracia participativa a través de la instalación de una Asamblea Nacional Constituyente.

Con esto se les derrumba la retórica del «golpe de Estado». Dicen que quieren «restaurar el orden constitucional», pero por otro lado afirman que lo quieren hacer es destruirlo. No tienen, pues, ninguna credibilidad al acusar a otros de «golpistas», si ellos son los verdaderos golpistas, y la acción del 28 de junio estaba destinada a evitar este golpe de Estado.

Por querer convocar ilegalmente a una Constituyente fue que Zelaya fue derrocado. En el «plan Arias», que la comisión de Zelaya dijo al principio haber aceptado, se acordaba no volver a intentar cambiar la Constitución por medios ilegales y renunciar a hacer una encuesta o consulta para lograr este fin; pero vemos que los zelayistas no cejan en su empeño de querer destruir la constitución.

Al parecer, acusar al presente gobierno de «golpista» no surte el efecto esperado. No es suficiente. No pueden alegar que se han incurrido en ilegalidades, cuando ellos quieren destruir todo el fundamento de la legalidad actual, que es la presente constitución; por lo que tienen que recurrir a la burda mentira de que el gobierno está asesinando personas en forma sistemática.

Los zelayistas tienen que recurrir a la mentira para justificarse. Los que aman la verdad tienen que repudiarlos.

Se les nota a leguas su tendencia izquierdista. Uno pudiera pensar, por el nombre de la organización («Frente Nacional Contra el Golpe de Estado»), que ellos intentan agrupar a personas y organizaciones de distinto pensamiento ideológico que consideran que lo sucedido el 28 de junio fue un golpe de Estado.

Pero no. Lo que se nota en el pasquín que divulgan es que ellos representan a grupos de izquierda destructiva y radical. La izquierda destructiva y radical que la mayoría del pueblo hondureño ha repudiado siempre. Esta actitud en contra de este tipo de izquierda fue la que nos impidió entrar de lleno en la confrotación violenta de la guerra fría en los años ochenta.

¿Hay golpes de estados buenos?

Por: Frank Rodríguez

Claro que hay golpes de estado buenos, no todos tienen que ser por definición malos.

Un golpe de estado es simplemente una brevísima guerra civil, en vista de que uno de los bandos tiene las armas y el otro no. Otra forma de verlo es un cambio de régimen instantáneo por la fuerza. Todos estamos de acuerdo en la guerra contra Hitler, en la cual el gobierno de EE.UU. gastó sangre y fortuna por lograr un cambio de régimen de un gobernante que inicialmente fue electo democráticamente, pero que luego se hizo totalitario.

Luego entonces, hay cambios de régimen que se logran por (1) guerras internacionales, (2) guerras civiles o su variante la guerra de guerrillas y (3) golpes de estado, sangrientos o no sangrientos, como el de Honduras.

De estos tres métodos el golpe de estado es el menos violento para lograr un cambio de régimen. Pretender que la única manera de salirse de un tirano es por medios pacíficos y legales va contra toda lógica, ya que el tirano, por definición, opera con violencia y fuera de la ley. No hay manera bonita de salirse de un déspota.

El objetivo del ciudadano de a pie en Honduras es que haya JUSTICIA y LIBERTAD, amén de paz. El vehículo normal para llegar a la JUSTICIA es la LEY, y el de llegar a la LIBERTAD es la DEMOCRACIA.

El ciudadano común y corriente, no los profesores duchos en análisis político, están interesados en que haya justicia: que no se le despoje a nadie de lo que le pertenece, que los inocentes no sean culpados, que los culpables no salgan inocentes, que haya un sitio donde un juez pueda oír una querella civil.

Pero cuando Hitler, Chávez y Zelaya utilizan la democracia para terminar con la libertad, hay que centrarse en la libertad y no en la democracia.

El ciudadano promedio está interesado en que haya libertad: que pueda entrar y salir de su país, que pueda mudarse de casa o de empleo, que pueda meterse en el negocio que desee, que pueda expresar su opinión y ser del partido o de religión que desee.

Y cuando Hitler, Chávez y Zelaya utilizan la ley para negar la justicia, tenemos igualmente que oponernos a ellos.

La única pregunta que queda es si Zelaya era un dictador o no. Teniendo en cuenta lo que sus aliados habían hecho al cambiar las constituciones para perpetuarse en el poder totalitario, y viendo cómo violó la constitución y arrebató por la violencia las urnas con tal de hacer lo mismo, es obvio que se había convertido en dictador. A las pocas horas, los militares lo “desdictadorizaron”, e inmediatamente devolvieron el poder a lo civiles. Siempre actuaron en el marco de la constitución.

Julio, 2009